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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

sábado, 26 de febrero de 2022

HOMENAJE AL POETA Y ACADÉMICO CHILENO JUAN GABRIEL ARAYA


 

EXPOSICIÓN DE FOTÓGRAFAS "DESDE LA HISTORIA A HISTORIAS" (SANTIAGO DE CHILE 2 DE MARZO DE 2022)


 

DOS PELÍCULAS DE ALMODÓVAR: "LA FLOR DE MI SECRETO" Y "VOLVER", COMENTARIO DE ANÍBAL RICCI



 

LA FLOR DE MI SECRETO (1995)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

El director ha atenuado su temática sexual y abandonado los ropajes del thriller. Se concentra en un personaje central, con muchos matices, interpretado por Marisa Paredes. Leo Macías es una escritora de novela rosa, que publica bajo el pseudónimo de Amanda Gris.

 

El marido es un militar que ha sido destinado a una misión de paz en Bosnia. La pareja ha fracasado quizás producto de las propias inseguridades de la mujer. Algo neurótica, quiere salvar su matrimonio a toda costa. Se comunica por teléfono con Paco manteniendo conversaciones artificiales frente a otras personas.

 

Su amiga Betty está muy preocupada ante la incapacidad que tiene Leo de asumir el fracaso. Mientras la relación se descompone, ella se vuelca a la creación y escribe en el anonimato acerca del amor, justamente lo que más falta en su vida.

 

El pseudónimo le permite ocultar su vergüenza y canalizar las emociones de abandono. Betty le confesará que es la amante de Paco y Almodóvar recurrirá a la cambiante vestimenta de Leo, con colores que van del rojo enamorado a un azul triste motivado por el despecho.

 

Leo comienza a escribir columnas para un periódico donde el editor se prendará de su talento y encanto. Almodóvar ha dotado como nunca a este personaje masculino de gran sensibilidad y humanidad. Alter ego del director, Ángel es un cinéfilo y frecuentemente manifiesta sus anhelos a través de recuerdos de películas antiguas. Al hablar de una escena de Casablanca (1942) de Michael Curtiz, rememora un romance que proyecta cierto sentimiento que podría florecer en el futuro.

 

Ángel comenzará a suplantar a Amanda Gris para librar a Leo del calvario de la escritura por encargo, sin decirle nada y no esperando retribución monetaria. Personaje que aún cuando la engaña, transparenta nobles sentimientos y configura un personaje muy querible.

 

Antonio, el hijo del ama de casa de Leo, en el pasado tomó prestados los manuscritos de una de sus obras dramáticas, cuya trama es muy similar a la que abordará Almodóvar en su extraordinaria Volver (2006). No es primera vez que introduce relatos que abordará en el futuro, en el pasado mencionó un monólogo de Cocteau y décadas más tarde lo materializó en el cortometraje La voz humana (2020).

 

En muchas de las obras de Almodóvar a sus personajes los rodea una especie de determinismo trágico, pero esta vez el director confía en el azar y tanto Ángel como Antonio, mediante estas suplantaciones autorales, le darán un canal inesperado de expresión al talento de Leo.

 

Surgen así nuevas novelas de Amanda Gris y el guion de una película que permite la liberación de las emociones de la mujer y por primera vez en su vida, ella percibe la realidad y se abre a la posibilidad de un nuevo amor.

 

La flor de mi secreto (1995) es una película luminosa. Marisa Paredes luce un abanico de colores que complementa con su gama cambiante de estados de ánimo. Esta vez los decorados pasarán a segundo plano, será la actriz el vehículo para volcar emociones en el espectador.

 

Leo Macías sublima su sufrimiento mediante el arte y el azar hará el resto. La dedicación tendrá su justa recompensa y se rodeará de buenas personas. Incluso su amiga Betty dejará el romance con Paco y gracias al dinero que recaudó Antonio, su ama de casa monta un magnífico espectáculo de baile teatral.

 

De la tristeza y el rencor surgió belleza y amor, creo que estamos frente a una confesión de Almodóvar, de cómo el hacer películas le dio un sentido trascendental a su existencia.


VOLVER (2006)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

La película rápidamente plantea la temática del acoso sexual al interior de la familia. Raimunda se encuentra con su marido muerto y la explicación es que su hija Paula lo ha ultimado con un cuchillo en la cocina.

 

Más adelante entenderemos la razón de por qué se echa la culpa. Comprende de inmediato a su hija, limpia el desastre y esconde el cuerpo de Paco en un congelador.

 

Almodóvar aborda este suceso violento con total naturalidad, como si las mujeres se vieran enfrentadas a diario a este tipo de abusos. Raimunda nació en una comunidad de La Mancha, pero ahora vive en Madrid. La tía Paula recientemente ha fallecido en su pueblo natal y no puede acudir al entierro por razones obvias.

 

El director alude a la tierra de El Quijote mostrando modernas hélices eólicas. Es una región apacible y al cortejo ha asistido todo el pueblo. Luego del funeral, a la hermana de Raimunda se le aparece el fantasma de Irene. La madre se había escondido hasta Madrid en el maletero del auto. Sole cree que su madre ha vuelto a la vida para arreglar temas inconclusos.

 

Agustina les comunicó la muerte de tía Paula, pero ahora ha viajado a Madrid para operarse de un cáncer. La visita Raimunda y Agustina parece desvariar al pedirle que le pregunte a Irene por el destino de su madre.

 

Irene supuestamente murió en un incendio y Raimunda se entera de que la madre de Agustina era la amante de su padre. La petición no parece tener sentido, pero cuando acude a la peluquería de Sole descubre a Irene debajo de la cama.

 

La escena de Carmen Maura escondiéndose es muy emotiva. Sobrecoge la atmósfera fantástica que ha creado Almodóvar. Irene le confesará a Raimunda que encontró a su padre engañándola y prendió fuego a los amantes.

 

En esos días también se escondió y no confesó el crimen. En el pueblo creyeron que la madre de Agustina se había marchado como otras veces y confundieron el cuerpo quemado con el de Irene.

 

En esa región manchega todos se conocen, viven de los chismes e inventan historias de fantasmas. Algunos verán a Irene deambular por las calles y la explicación más lógica es que su alma sigue vagando por el pueblo.

 

Ser un fantasma será la forma adecuada para ayudar a la familia. Primero fue la tía Paula y ahora se materializará frente a Agustina para cuidar de esta última. Irene siente que es su obligación por haber asesinado a su madre, una vuelta de mano también por haber cuidado de la tía Paula.

 

Como fantasma ha regresado al pueblo y la casa de Agustina será su nueva morada. Le confiesa a Raimunda que se enteró que el padre abusaba de ella y que su hija Paula es también su hermana.

 

Estos acontecimientos ocurren en este pueblo donde todo parece tener explicaciones inverosímiles. Raimunda culpó por años a su madre y ahora abraza a Irene ante la confesión de que mató al esposo, en realidad no fue por los celos sino por el daño que le hizo a su hija.

 

Raimunda irá a visitar a su madre por las noches y a futuro le contará la historia de cómo se deshizo del cuerpo de Paco. Reencuentro y perdón de estas dos mujeres que creían que la muerte las había separado para siempre.

 

Almodóvar nos brinda una historia provinciana de gran humanidad. Un delicioso manto de encanto lo cubre todo. Penélope Cruz antes de regresar al pueblo, se ocupará de administrar un restorán y en la despedida de los comensales interpretará Volver, el tango de Carlos Gardel, pero esta vez en clave flamenca. Letra que anticipará el retorno de la madre, ese dulce recuerdo que llorará otra vez.

 

Historia donde los muertos serán olvidados, hombres que hicieron sufrir a sus mujeres. Ellas salieron adelante gracias a las supersticiones y nunca enfrentaron la justicia, acaso porque sus actos radicales eran la única forma de proteger a sus hijas.

 

¿Cómo puede haber ternura tras un reguero de muertes? Mérito del guion y de la sensibilidad de Pedro Almodóvar para presentarnos esta historia de crímenes como un acto de amor. Ya había tocado el tema en Hable con ella (2002) y en esa ocasión la violación era interpretada como un acto de vida.


miércoles, 23 de febrero de 2022

ANDRÉS MORALES LEE POEMAS DE "TRISTE LENGUA" PARA LA FONOTECA DE POESÍA CONTEMPORÁNEA








 



RECITAL EN MADRID DE ENRIQUE GRACIA TRINIDAD (28 DE MARZO DE 2022)



 

TRES PELÍCULAS DE PEDRO ALMODÓVAR: CRÍTICA DEL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI






 

CARNE TRÉMULA (1997)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

Una introducción magnífica, que marca la primera colaboración de Penélope Cruz con el director manchego. Es el Madrid de Franco, con calles vacías y la acción improbable transcurre al interior de un bus urbano.

 

La primera escena marca el nacimiento del protagonista, Víctor Plaza, que ya en democracia irrumpirá en la casa de una chica de clase alta, a la que conoció la semana anterior y con la que imagina un romance.

 

Elena Benedetti lo encara con un arma y se desatará un conflicto en que interviene la policía. Uno de los efectivos, David de Paz, rescatará a la rehén y recibirá un balazo en la espalda, quedando sin movilidad en las piernas.

 

Víctor terminará en la cárcel y cuando sale en libertad coincide con Elena en un funeral. Fue al cementerio a dejarle flores a Isabel, su madre que murió meses atrás, y planea reencontrarse con Elena. Las coincidencias hablan de cierta predestinación, aunque hay que reconocer cierta obsesión detrás del personaje principal.

 

David de Paz se ha convertido en un deportista paraolímpico, mientras desde la cárcel Víctor cimenta su odio viendo las imágenes de los noticieros, con música flamenca como telón de fondo.

 

La historia que nos plantea Almodóvar tiene que ver con la inversión de roles, donde los que parecen criminales no lo son tanto como los que están libres. Melodrama de giros violentos, enmarcado en una estructura de thriller.

 

El guion es enredado y lleno de eventos fortuitos, pero el espectador lo puede seguir con facilidad gracias a escenas bien urdidas. En una de ellas Víctor enamora a la esposa del amigo policía, ex amante de David. Mientras ha buscado trabajo en el jardín infantil donde trabaja Elena y la vida de los cinco protagonistas se entrelazará en escenas orquestadas bajo una sublime banda sonora.

 

El ahora marido de Elena, descubrirá que quién lo apuntó fue su compañero en venganza por haber seducido a su esposa Clara. Víctor apretó el gatillo, pero su dedo índice fue presionado por el policía Sancho.

 

David le confiesa a Elena su antiguo romance y ella reacciona ofreciendo su cuerpo a Víctor al sentirse culpable de su destino. Lo anterior provocará vuelcos en la vida de los protagonistas y el matrimonio de Sancho y Clara ya no conducirá a ninguna parte.

 

Pese a lo sórdido, Víctor tendrá un hijo con Elena y recordará el momento de su nacimiento en tiempos de dictadura.

 

Almodóvar deja de lado los personajes extravagantes y arma tríos de amantes que conducirán a destinos contrapuestos. Pese a las numerosas escenas de sexo, muy bien ejecutadas y que aportan pasión al relato, se trata de una cinta moralista donde habrá sucesos trágicos, aunque el director hará prevalecer el bien sobre el mal.

 

Melodrama muy erótico donde los policías intervienen en la trama, son los que gatillan los eventos desafortunados en vez de proteger a la gente. Las decisiones que tomaron entonces, un romance y un intento de asesinato, generarán desgracia en los personajes que no tienen maldad, Víctor y Elena, y el final esperanzador de un Madrid en donde nacer, en un país libre, ya no es motivo de vidas aciagas y de futuros inciertos.


MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS (1988)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

Carmen Maura vuelve a ser la piedra angular tras ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), pero esta vez se trata de un papel más brillante, que abraza la tragicomedia, con una veta indudablemente más divertida.

 

Desde los créditos adivinamos una cuidada puesta en escena en donde los elementos del cine almodovariano son más nítidos. El guion es lejos el más prolijo hasta la fecha, con excelentes parlamentos de los protagonistas, pero también de los importantes secundarios. Las historias de estos últimos están perfectamente justificadas y dan al reparto coral un trasfondo teatral.

 

Los personajes van confluyendo a un espacio único (el apartamento de la protagonista) donde nos encontramos con múltiples roles conversando sus respectivos puntos de vista y por contrapunto logrando pasajes realmente hilarantes.

 

El 90% de los papeles son mujeres y de uno u otro modo están sufriendo el abandono de sus respectivas parejas. Pepa es una actriz de doblaje que ha quedado embarazada y en un recorrido en primer plano de su cuerpo tendido en la cama entendemos que no está pasando por un buen momento.

 

Iván, su ex amante la rehúye y le pide que guarde sus cosas en una maleta. Pepa quiere comunicarle la noticia a toda costa, pero la incomunicación a través de mensajes en la contestadora está haciendo estallar sus nervios.

 

El sujeto se va de viaje con su nueva amante, mientras sus otras dos relaciones pasadas se celan entre sí. Es un mujeriego empedernido y no aguanta el conflicto. Prefiere dar vuelta la página y arremeter nuevas conquistas.

 

En las escenas de doblaje Almodóvar muestra su pasión por las películas antiguas y las voces se completan en ausencia ya sea de Pepa o de Iván, lo que da un tono melodramático a la separación.

 

Lucía representa a la esposa que ha enloquecido tras sucesivos engaños. Tras un tiempo en el psiquiátrico han ocultado la existencia de su hijo Carlos. Pepa se entera mientras husmea a la ahora ex esposa y dará la casualidad que Carlos intenta alquilar junto a su novia el departamento de Pepa.

 

Comedia de enredos donde un gazpacho adulterado con somníferos será el detonante. Candela, una de las amigas, se ha enredado con unos terroristas y cómo no, la policía irrumpe en el lugar preguntando por la llamada anónima.

 

La escena de Carmen Maura atravesando una calle desierta de Madrid nos impone una figura que desafía al patriarcado. Al principio está desesperada de su situación dependiente de Iván (su traje es el azul de la tristeza), pero los problemas de sus amigas y enemigas la irán despabilando para encarar una heroica irrupción en el aeropuerto con objeto de salvar la vida de Iván.

 

Pepa ahora luce un traje rojo y Lucía le vierte el gazpacho encima, todo en tonos furiosos. Se ha emancipado y asumido como mujer. En el aeropuerto se dará cuenta de que ya no siente nada por Iván.

 

Ya no querrá deshacerse de su piso con azotea y al regresar todo está desparramado menos ella que ha encontrado su centro.

 

La escena final en la terraza, en lenguaje distendido con la novia engañada por el hijo de Iván, aclara el punto. Marisa, mientras estaba adormecida, ha tenido un sueño erótico que la ha desvirgado y la verdad tampoco le importa que su ex novio haya hecho el amor con Candela.

 

Almodóvar ha crecido, sus planos ahora son limpios y cargados de colores contrastantes. La actriz Rossy de Palma asume una fealdad digna de Picasso y da un tono recargado a unos primeros planos notables.

 

El guion y las imágenes están bien equilibrados, una estética al servicio de un desparpajo que esconde un profundo mensaje político.

 

La película es un manifiesto feminista, donde las mujeres se empoderan y se hacen cargo de su sexualidad.

 

¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO? (1984)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

Este es el primer intento serio del director español por encauzar en un guion bien estructurado las excentricidades que serán marca de su cine. Y la apuesta le ha resultado de maravillas.

 

Si bien hay innumerables toques de humor, esta historia se enmarca dentro de una tragedia de corte feminista.

 

Es la historia de una mujer que subsiste a duras penas haciendo trabajos como asistenta en casas ajenas. Está casada con un taxista medio fascista y bueno para nada que nunca trae dinero al hogar.

 

La cinta inicia con una obertura circense que nos invita a un viaje felliniano. Unos personajes estrambóticos habitan esos gigantescos edificios viejos de Madrid, se respira la miseria.

 

Gloria es un personaje no tan querible, se la pasa trabajando y es adicta a las anfetaminas. La actriz Carmen Maura sostiene en todo momento el relato, mientras se interrelaciona con un hijo traficante, la suegra diabética que come puras magdalenas y unos vecinos muy peculiares.

 

Las interrelaciones entre estos personajes están bien urdidas, aunque subsiste el abuso del director por los gags cómicos que enredan la historia más allá de la cuenta.

 

La precariedad económica cruza todo el metraje y Gloria (la protagonista de la cinta de Sebastián Lelio -también llamada Gloria- es más de clase media, pero hay notables similitudes de edad y de lo frustrante que puede ser la vida de una mujer) deberá soportar los problemas de cada integrante de la familia y aguantar las rarezas de los vecinos.

 

Gloria reacciona instintivamente ante la agresión intrafamiliar y ese evento involucra a la policía. Las farmacias ya no le surten de anfetaminas y la familia saldrá huyendo fuera de esa tóxica comunidad.

 

La escena del balcón, con Gloria angustiada y sin propósito vital, realmente anuda la garganta del espectador. Carmen Maura personifica a una mujer ruda que parece preguntarse por qué le ha tocado tan duro en la vida, el título resume todo comentario.

 

Al final habrá un giro inesperado, que inyecta algo de esperanza. Pero la vida de esta mujer es una lucha constante contra la adversidad, sumida en un mundo machista que la ahoga a cada segundo.

 

Almodóvar no utiliza los colores habituales, es una cinta más gris y más cruda. El humor es ahogado por la realidad y el director se pone en los zapatos de estas mujeres abnegadas.


viernes, 18 de febrero de 2022

UNA REVISIÓN DE PEDRO ALMODÓVAR: "TACONES LEJANOS" POR ANÍBAL RICCI



 

TACONES LEJANOS (1991)

Dirigida por Pedro Almodóvar

 

El cine de Almodóvar aborda vidas de mujeres, qué duda cabe.

 

La mayoría de las veces sobre mujeres fuertes. Sería el caso de Becky del Páramo, que regresa a Madrid tras años en el extranjero, reconocida cantante cuya fama la precede. En el aeropuerto la espera su hija.

 

Almodóvar nos plantea una historia de abandono, de ausencia, vuelca la narración sobre Rebeca, una mujer frágil que creció a la sombra de la madre.

 

Unos flashbacks dan cuenta de la niña. Desde pequeña sintió que era un estorbo para la carrera de Becky, al final sabremos lo que hizo por estar cerca, pero ella la traicionó.

 

Esos episodios de infancia muestran el origen a esta tragedia, aquella de las palabras no dichas, conversaciones que no tuvieron lugar, cuyo vacío destructor fue absorbido íntegro por Rebeca, que ya adulta carga con un insufrible complejo de inferioridad.

 

Becky es exuberante, alta, melena rubia, dueña de su vida, mientras Rebeca es mucho más baja y lee las noticias que le ocurren a otros. La madre nunca cumplió las promesas que hizo a su hija y privilegió su carrera sobre los escenarios. En cierto modo, cuando Rebeca confiesa su crimen en pantalla, ella pasa a ser la protagonista de la historia, escena genial.

 

Ese complejo de inferioridad tiene su espejo opuesto en la madre. Pero mientras Rebeca la admira e intenta estar a su altura, Becky sabe que la ha hecho sufrir y se siente culpable.

 

El retrato de culpa que nos ofrece Marisa Paredes se irá profundizando a medida que el director envuelve este relato de madre e hija en un entresijo policial, algo recurrente en la filmografía de Almodóvar.

 

El asesinato se materializará como un déjà vu. Con la madre compartieron hombres (padre, amante) y esa competencia terminará por destruir a Rebeca.

 

Una culpa de dos caras. La primera vez que cometió un crimen Rebeca lo hizo para salvar a su madre de una vida miserable. Pero al hacerlo la hija se convirtió en un ser sufriente. Rebeca escondió la culpa, aunque era la madre la culpable por haberla descuidado.

 

No es una historia enredada, pero Almodóvar juega a asignar la culpa, como también juega con las identidades de los personajes y una maternidad que complica las cosas, surge el conflicto de interés por parte del juez de instrucción, que ahora es padre y creerá el último deseo de Becky: debe liberar a su hija.

 

Cómo todo filme de Almodóvar, nos depara algunas vertientes retorcidas: Rebeca hace el amor con Lethal, un transformista que imita a Becky del Páramo. Por transitividad, la hija tiene relaciones con la madre, que a su vez fue amante del marido de Rebeca. Becky ha opacado a su hija toda su vida y mediante ese acto sexual se apodera de su alma. Retorcido verdad, pero en realidad hay un hombre representando a una mujer.

 

Ese hombre será el juez que dirija la causa criminal que recaerá sobre Rebeca. Los límites son confusos (¿detenta más poder un hombre o una mujer?) y el accionar judicial es representado por Lethal, que actúa como hombre y mujer, dejando entrever que la justicia no distingue géneros.

 

El director manchego volverá sobre el tema de la culpa 25 años después en Julieta (2016), mucho más contenido por la experiencia de los años. La tonalidad de las imágenes será más atenuada, los encuadres más pulcros, pero el uso de vacíos devastadores funcionará como huella indeleble que tiende un puente entre estas dos cintas. Almodóvar tocando sus temas de siempre, pero menos provocador.

 

Lo que prima en estas películas es la distancia, las vidas de madre e hija corriendo separadas a través de los años, la amargura que ello conlleva. La culpa será tan grande que Becky, en su lecho de muerte, asumirá la responsabilidad que le cabe a Rebeca.


EL GRAN POETA ESPAÑOL ALEJANDRO CÉSPEDES PRESENTA SU ÚLTIMO LIBRO "CAZADORES DE ICEBERGS"





 

martes, 15 de febrero de 2022

CRÍTICA AL CORTO CHILENO CANDIDATO AL ÓSCAR "BESTIA" POR EL ESCRITOR ANÍBAL RICCI



BESTIA (2021)

Dirigida por Hugo Covarrubias

 

Identidad, hija de padres alemanes proclives al nazismo, hogar autoritario. Recibió un balazo en la cabeza, aducía locura, su mente enclaustrada en una sexualidad dudosa. Gustaba de los animales o quizás los odiaba, fueron instrumento de vejaciones sexuales. En la Venda Sexy, su lugar de trabajo, se escuchaba música permanente. Todos los días alimentaba a Volodia y se dirigía al centro de torturas. Su rutina era invariable, mirándose al espejo no distingue a mujer alguna. Las pesadillas son recurrentes, pierde el empleo y no sabe qué hacer con su vida. Anota todo en un cuaderno. Desayuna con su perro pastor alemán, fuma y come pasteles. En la calle es una más, viaja en la locomoción pública. Su rostro no delata la identidad.

 

La calidad del stop-motion es sobresaliente. La música de terror es complementada con fotografías agregadas en los créditos. Al ver este corto animado todo queda suspendido en un silencio incómodo. El espectador observa una animación, pero la historia es tan cruda que de pronto nuestra cabeza se transporta a la ficción. Pero no es ficción, es la historia de una torturadora en los primeros años tras el golpe militar. Un ser siniestro que mantiene una relación insana con los animales. El perro no sabe lo que hace, es sólo instinto, ella es una bestia sin identidad.

 

Muchas veces se asocia a la animación con ideas luminosas. Pero el formato puede ser escabroso, con secuencias muy estéticas, aunque el contraste con lo narrado resulta chocante. La animación chilena ya nos había sorprendido con La casa lobo (2018), esa abstracción mental de una mujer que escapa de Colonia Dignidad.

 

Bestia (2021) también incursiona en delirios mentales, aunque la psiquis de su protagonista es realmente oscura. El punto de vista proviene de un monstruo. Hay pesadillas, pero el actuar de Íngrid Olderöck fue más siniestro. Las escenas son impactantes y el simbolismo de la bala es notable. Al cabo de los quince minutos, la brutalidad contenida en esa mente que sobrevivió a un disparo se torna cada vez más surrealista y es que la violencia explícita del comienzo desborda al espectador y es necesario de la alegoría, del símbolo para contener ese universo descabellado.

 

Los objetos la persiguen, la radiocasete que cubría esos actos deleznables. El centro de torturas era el refugio de sus perversiones, donde plasmaba su huella, una fachada como cualquier otra. Cerraba la puerta y descendía por los escalones, al mundo teñido de negro que la asaltaba en sus pesadillas. Dejaron de requerir sus servicios y el delirio de persecución se materializó en unos agentes. La Venda Sexy era un universo seguro, ahora la vigilan por los pasillos de su propia casa.

 

Deliberadamente, este cortometraje animado muestra a las víctimas de espalda o envueltas completamente al depositarlas en la maleta de los automóviles. Para la torturadora, ellas no tienen identidad, son cosas. La idea del director no es que sintamos dolor por las víctimas, sino una especie de venganza contra lo que Olderöck representaba: un retrato bestial.

 

Es una película oscura. Representa los deseos de venganza de los torturados y sus familias, aquello que las leyes no materializaron en justicia. En esta cinta no hay lugar para el perdón.

 

Torturó a decenas de mujeres y jugó con sus voluntades. La música rompía con la cronología del tiempo, una canción era sinónimo de vejaciones inimaginables. Los agentes jugaron con la psiquis de Íngrid Olderöck, en una siniestra vuelta de tuerca. Merecía morir de un balazo, pero ya estaba muerta. La bala le permitió escudarse en una compasión engañosa, la expiación de su culpa.

 

Pero Íngrid surca los cielos en avión y los rostros sin ojos la persiguen. La bala le permitiría pasar a otro plano, pero el destino quiso prolongar su infierno terrenal.

 

La identidad es lo que te distingue del otro, rasgo propiamente humano. Olderöck personificaba el ostracismo, su único contacto era el pastor alemán. No tenía a otro que velara por su bienestar, nadie que la distinga como persona. Ella manipulaba a seres humanos con los ojos vendados que no tenían consciencia de su victimario. El espejo del otro jamás existió.

 

¿Tiene identidad alguien que se sumerge en el mundo de las bestias?

domingo, 13 de febrero de 2022

"ACTOS FURTIVOS" DE RUBÉN GONZÁLEZ LEFNO, COMENTARIO LITERARIO DE ANÍBAL RICCI

 




 

Este libro de relatos está compuesto de dos partes: (1) Desfiguraciones, cuentos existenciales, eróticos, de muerte y violencia que son abordados desde otro punto de vista, en una especie de alteración de la realidad, donde lo narrado observa un cariz en que predomina lo trágico. (2) Divertimento, segunda parte del libro, donde el humor aflora para abordar temas de corte trágico otra vez, dentro de un tono de comedia que aliviana la carga del lector.

 

En la parte inicial hay un juego con la alternancia de los personajes, la tercera persona se acerca bastante a la primera, pero sus respectivas personalidades asoman como si se tratasen de planos y contraplanos. Este artificio es aún más evidente en el relato Crónica roja, donde el periodista se va involucrando en la noticia y en una especie de crónica anunciada relata los acontecimientos desde el punto de vista del victimario. El relato se torna tan cercano que pareciera estar siendo narrado en primera persona.

 

El elevador, es un cuento de clara vocación existencial. El narrador detiene el tiempo y el espectador queda instalado en primera fila, el escenario son decenas de ascensores donde dos amantes viven la inmediatez, la pasión, al margen de los intrusos. Apenas se cierran las puertas ellos controlan el tiempo, los ascensores son como ventanas donde estos personajes se encuentran, pero al contrario del existencialismo, el autor utiliza la técnica de las teleseries para dejar fluir la acción. El elevador asciende y desciende en clave de pulsión sexual y el clímax se refleja en los espejos. Sólo filma los minutos de placer, lo demás carece de materialidad, las labores cotidianas desaparecen tras esos denuedos sensuales. La historia de los amantes existe sólo al interior de ese espacio reducido, el tiempo compartimentado en edificios aleatorios, donde esos actos furtivos tendrán lugar. Los ascensores son sistemas mecánicos, inventados hace décadas, pero los encuentros son concertados a través de la tecnología de los celulares. Esta tecnología trae consigo incomunicación una vez activado el buzón de voz, la angustia sobreviene y esas ventanas temporales desaparecen, ahora los personajes ingresan solitarios, presionan el botón y suben y bajan en un ejercicio vacío. Cada amante no tiene razón de existir sin su otra mitad, se vuelven seres opacos y descuidan su vestimenta. Los conserjes que antes no se enteraban de sus existencias, ahora van notando el deterioro y un mal día encuentran a cada amante, por separado, sin vida en el suelo de esas máquinas de ensueño. Sólo el reflejo en los cristales nos recuerda la existencia de esas almas perdidas, que descompasaron sus vidas y sufrirán la eternidad de la separación.

 

Encerrona, es una historia de fantasmas, uno que deambula por las calles rioplatenses sin tener conciencia de su muerte. El borde costero, la ciudad desértica, algo se ha alterado en el barrio de La Boca. Viaja a saltos, de improviso aterriza en Santelmo. Una y otra vez se le cruza un automóvil. Su vida se extinguió de manera violenta y ahora observa a sus hijos desde el interior del ataúd.

 

El estudiante, tiene una atmósfera expansiva, un chico de 19 años llega a estudiar a provincia, se alojará en una casona antigua. La dueña de la pensión establecerá reglas estrictas que coartarán su libertad. Ocurre un giro que parece una aventura, el relato adquiere velocidad, la casera le deja de cobrar, lo invita a su habitación y la música hace el resto. Una y otra vez se repite esa escena de sexo oral, esos labios celestiales pintados de rojo. Lo que parece un sueño adolescente, se trastoca por una invasión del espacio personal. La mujer lo empieza a succionar y apenas le deja tiempo para los estudios. El autor hábilmente transforma el edén en una prisión, el estudiante no tiene más remedio que congelar la universidad y escapar de la ciudad. Años después vuelve donde estaba la casona, ahora sólo hay un sitio eriazo. Un incendio arrasó con la dueña que terminó hablando sola, añorando la visita de ese alumno que existió alguna vez en los registros de la memoria.

  

Identidad, es una historia de desaparecidos, de sepulturas simbólicas, pero también de los otros familiares. Los hijos de los muertos políticos deambulan buscando los restos, pero también sufren los familiares de los victimarios. Sufren el dolor de la vergüenza, sus familias también aparecen en recortes de prensa, huyen a otra ciudad, a otro país renunciando a su nombre y apellido. Se transforman en otros NN, verdaderos muertos en vida.

 

Crónica roja, es una historia de venganza que aborda dos vicios del periodismo, ese que trastoca la realidad, ese que renuncia a la ética profesional. Hay que crear la noticia si no ocurre nada relevante, o peor, convertir la intrusión periodística en un arte de la premonición, incurriendo en delitos para construir una historia digna de ser expuesta en los diarios. A principio, el profesional recurría a la investigación, a los datos de tribunales y a las declaraciones de testigos. Ahora no requiere investigación y ha cometido un asesinato. Descuidó a su esposa, la falta de tiempo hizo al amante. Lo ultimó de dos tiros y ahora escribe cómo burló las cámaras de seguridad.

 

En segunda parte del libro, los relatos renuncian a la alternancia y el narrador adquiere una velocidad cómplice con el lector. El humor le sienta bien a Rubén González Lefno y utiliza la nomenclatura de guerra para narrar hechos jocosos. Una dualidad interesante para darle connotación marcial a las dos historias.

 

Los temas abordados en estos últimos dos relatos no tienen nada de humorísticos, más bien la prensa y las redes sociales les dan un inconfundible tono trágico, por lo que, en cierta medida, la visión del autor se enmarca dentro de lo políticamente incorrecto.

 

Un relato aborda la crisis sanitaria de estos últimos dos años y otro toca el tema de la violencia intrafamiliar. Estas tramas no proveen escenarios fáciles de ser convertidos en comedia.

 

En Distancia sanitaria, resulta audaz tomarse la pandemia del coronavirus a la broma para luego mofarse de los seres humanos irrespetuosos. La cantidad de muertos harían pensar que es mejor no aventurarse por este camino, pero el autor busca otro punto de vista, el de la autoridad y su manido discurso de mantener la distancia social. El lugar de batalla serán los pasillos de un supermercado. Un personaje de la tercera edad, obsesivo con las normas de higiene, siente que burlan sus derechos y emprenderá una guerra sin cuartel contra los que no utilizan mascarilla y no mantienen el metro de distancia. Apelará a uno de los residuos de la digestión para espantar a los jóvenes que no respetan las normas, esas tropas enemigas serán atacadas por continuas ráfagas de bombas de racimo.

 

Más divertido aún, resulta Tirón de oreja. Una bacinica será el objeto que hace estallar la risa. La discusión de una familia, la falta de dinero y trabajo enciende la discusión dentro de un matrimonio desgastado por la rutina. De las palabras pasan a los gritos y cuando el hombre se apresta a golpear a la mujer, ésta le encaja ese típico implemento de los dormitorios de las casas con baños retirados. El autor se refiere a él como un casco, otra vez la nomenclatura militar para designar esta batalla intrafamiliar. El giro humorístico es que el yelmo no cede y ante los gritos de dolor, los vecinos serán testigos de todo y el agresor castigado con justicia a través de la vergüenza.

 

El libro juega constantemente con el punto de vista y el lector debe permanecer atento. La pluma es ágil y los temas universales. La humanidad ha convivido por siglos con la muerte, el sexo, los conflictos de identidad, la violencia, la venganza y la guerra. Responden a un lenguaje común donde el lector será aludido y muchas veces interpretado.

 

Lectura cercana que nos muestra una faceta novedosa dentro del ideario de este escritor valdiviano, cultor de una literatura comprometida con la resistencia frente a la dictadura, en relatos también amenos, pero marcados por una impronta de tensión permanente.

 

Un andén de descanso dentro de su personal tren subterráneo.