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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

martes, 26 de diciembre de 2006

PARA UNA LECTURA INTERPRETATIVA DE "LA POESÍA CHILENA" DE JUAN LUIS MARTÍNEZ



por
Andrés Morales
Universidad de Chile
Universidad Finis Terrae




Afortunadamente, la obra poética de Juan Luis Martínez comienza a valorarse como una de las propuestas más interesantes en la poesía hispanoamericana del siglo veinte. Tanto en Chile como en diversos puntos del mapa de la lengua castellana, Martínez es reconocido como el poeta y artista postvanguardista más notable del continente. La justicia, a veces, se hace esperar pero, en algunas ocasiones, aparece como algo inevitable.
En la breve, pero intensa obra publicada del autor (que reúne los volúmenes La nueva novela, 1977 y La poesía chilena, 1978, sin contar su obra inédita que, al parecer, llevaría el título de La tierra[1]), destaca un “artefacto”[2] u objeto poético que aún es materia de múltiples especulaciones por parte de sus lectores y que, a mi entender, no ha sido dimensionado en su grandeza y extraordinaria capacidad de conmoción[3]. Me refiero a La poesía chilena [4], una pequeña caja [5] de colores negro (predominantemente) y blanco que contiene un sobre con “tierra del valle central de Chile”, un conjunto de fichas bibliográficas empastadas[6] (autentificadas con un sello de la Biblioteca Nacional de Chile y que reseñan cuatro grandes poemas en torno al tema de la muerte de los poetas Gabriela Mistral, “Los sonetos de la muerte”, de Desolación de 1922; Pablo Neruda, “Solo la muerte”, de Residencia en la Tierra, Volumen II, 1935; Pablo De Rokha, “Poesía funeraria”, de Gran Temperatura, 1937 y Vicente Huidobro, “Coronación de la muerte”, de Últimos Poemas[7], 1948, póstumo) junto a banderas chilenas y fotocopias de certificados de defunción (de estos cuatro “padres fundadores[8]” de la poesía chilena, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda y Pablo de Rokha más el del padre biológico de Martínez, Luis Guillermo Martínez Villablanca) y un breve pero emotivo texto poético en latín que abre el conjunto:

Ab imo pectore[9]

La reacción más lógica del lector es quedar bastante sorprendido por este compendio de elementos dispares y que, al parecer no poseen una relación o conexión que permitan leerse con fluidez en lo que se intentan develar, transmitir o simple y llanamente, mostrar, pero al realizar una reflexión medianamente profunda y considerando los intertextos[10] que posee el “poema-objeto” (término que lo vincula también con Vicente Huidobro y con la vanguardia histórica) en torno a estos materiales y a lo que van revelando, las incógnitas se despejan y aparece un sentido total que no sólo emociona sino que plantea una lectura tremendamente significativa sobre la tradición literaria chilena[11].
La primera idea que, lógicamente, aparece como clara en esta propuesta poética es la búsqueda por romper los formatos tradicionales del libro y hallar nuevos soportes para la materialización de la poesía, algo muy propio de la postvanguardia y que los antiguos compañeros de tertulia de Martínez –en los años setenta- del ya famoso y mítico “Café Cinema” de Viña del Mar (Raúl Zurita y Juan Cameron, principalmente) tendrán muy presente en sus derroteros personales, fundamentalmente en el caso de Zurita con sus escrituras poéticas en los cielos de la ciudad de Nueva York y en el nortino desierto chileno. Si bien la vanguardia histórica ya lo había intentado en numerosas ocasiones, aquí se trata de una “relectura” que reposiciona uno de los elementos claves del “arte de ruptura”. De esta forma, la poesía no es privativa del libro ni sólo puede escribirse en versos. Por el contrario, debe saltar, debe “salir” desde el libro hacia la gráfica, hacia la plástica (la mayoría de la obra poética de Juan Luis Martínez así lo comprueba) y no debe estar sólo retenida en la “cárcel” de las palabras y del formato impreso[12]. A esto debe sumarse la intención por crear una obra que, en una primera lectura, parece “abierta” al lector, es decir, una obra que puede completarse o quizás, “debe” completarse por su lector (fuera de las fichas y certificados ya señalados y junto a cada una de las pequeñas banderitas chilenas contenidas en el empaste, el trabajo se completa -y complementa- con otras fichas bibliográficas en blanco, como si llamasen al receptor a rellenarlas) proponiendo, quizás, una suerte de “juego cómplice”. Pero el texto guarda algunas “trampas” -si cabe el término- que deben ser examinadas con tranquilidad, (como la aparente vocación de obra abierta), materia que también debe estudiarse a la luz de los demás componentes del texto.
Un asunto que puede llamar a equívocos es la confesada voluntad del autor por tachar su propio nombre y agregar otro (también tachado) que pareciera ser aquel con el cual el poeta desea ser conocido: “Juan De Dios Martínez”[13]. En este gesto, fuera de una suerte de negación de su autoría (un gesto de “apartamiento” -en el sentido de un Fray Luis de León en su “Vida retirada”, o de un anacoreta- y de “ocultamiento” que acompañó a Martínez hasta sus últimos días, alejándolo de los corrillos literarios y de la fama y del reconocimiento tan buscados por otros poetas que hoy parecen más preocupados de su imagen que de la imagen, o de su postura más que de su verso), se vislumbra la tan conocida y mentada “desacralización del yo poético” –en respuesta a los egos casi mesiánicos, autorreferentes y telúricos de Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Nicanor Parra[14] y, agrego, de muchos otros- que ha perseguido a los cultores de una buena parte de la poesía chilena desde la voz de Enrique Lihn (quien es, quizá, el que más transgredió la norma creando un hablante dislocado y paranoico) y que, con dispares resultados, han entregado una posición renovadora dentro del espectro lírico de esta literatura. No se trata, pues, de un capricho autoral ni de una falsa modestia que deba interpretarse como un guiño fácil hacia el lector.
Pero traspasando las fronteras de las formas y del continente, es menester ir despejando aquellos hitos que dan sentido a la totalidad del texto: a su contenido. Para empezar, el título del mismo, La poesía chilena.
Aunque parece un título de un volumen de ensayos o de una recopilación de artículos críticos (asunto que desvía la atención del lector y se enmarca en una buscada posición lúdica del escritor y de toda la obra de Juan Luis Martínez), lo que se postula es una lectura de esa poesía chilena, una lectura que se funda en diversos poemas en torno al tema de la muerte (y que, como se verá después, emparenta a este texto con las extraordinarias y fundamentales Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique), presentando una visión del poeta Martínez sobre la obra de otros poetas chilenos, pero deslizando una mirada particular que está precedida por las líneas del texto, en letras blancas sombreadas en negro, “Ab imo pectore” que abren las fichas bibliográficas y los certificados de defunción (luego de una fotografía, como portada, de un individuo que posee grabada en su cabeza rapada la estrella solitaria: otra alusión a lo chileno y en particular a la bandera nacional[15]) y que entregan una señal clara de las intenciones del autor:

Existe la prohibición de cruzar una línea que sólo
es imaginaria.


(La última posibilidad de franquear ese límite se
concretaría mediante la violencia):


Ya en ese límite, mi padre muerto me entrega estos
papeles:
[16]

Este breve poema entrega las claves fundamentales para adentrarse en el “objeto-texto”. La única manera de “franquear ese límite” es mediante la muerte, y ya puestos en esa circunstancia (aquella línea imaginaria que trazamos los hombres) y que sólo se puede cruzar mediante la violencia (perdiendo la vida en esa violencia ejercida contra la existencia) para así posibilitar la lectura de los papeles (las fichas y certificados) que el padre del autor le entrega a éste a través del texto. ¿Pero qué papeles son estos?, ¿qué sentido tienen?, ¿son “papeles” en el sentido estricto de la palabra? Como se ha dicho, éstos son los certificados de defunción de los “cuatro grandes de las letras chilenas”[17] acompañados de sus cuatro grandes poemas[18] sobre la muerte. Es como si el autor delimitara al tema de la muerte a la gran creación poética chilena, pudiendo leerse que esta literatura no sólo se encuentra franqueada e inaugurada por estos grandes nombres de las letras, sino también cerrada por los mismos (en una caja, metáfora de un ataúd[19]). Son aquellas grandes preguntas por el sentido, por la trascendencia y por el más allá que la poesía –con mayor o menor fortuna- ha intentado responder desde su nacimiento. Por otra parte, y en la idea de una obra “por completar”, también puede interpretarse que éstos son sólo los cuatro nombres iniciales[20] y que el lector puede o podrá ir configurando su propia antología (de poetas y de poemas sobre el tema de la muerte), arrancando una banderita chilena, si así lo desea, y rellenando la ficha correspondiente (amén de adjuntar el debido certificado de defunción… lo que señala que sólo pueden ser incluidos poetas ya fallecidos). Pero a mi entender, este no es el significado final del libro, si es que puedo aventurar un juicio tan tajante. Todo pareciera que se cierra y se dota definitivamente de sentido cuando se avanza hacia la última ficha (y certificado de defunción) donde aparece el nombre del padre de Juan Luis Martínez y en el lugar del casillero del título de la obra aparece escrito “Tierra del valle central de Chile” (tierra negra contenida en una bolsita plástica transparente, ribeteada de negra, con letras negras, adjunta a la caja). Este homenaje al padre (en este caso no el progenitor poético, sino el biológico) recuerda el homenaje de Jorge Manrique a su padre[21] y esboza al menos dos ideas para su correcta interpretación. Se trata de la tierra que cubre el cuerpo del padre, la tierra de Chile, aquella que ha dado también esos frutos poéticos, pero, también puede entenderse como el espacio de la creación de ese hombre sencillo en su geografía: cada uno habita la tierra, escribe su poema en la tierra, en este mundo, aquí deja “su huella, su cicatriz”, en el sentido de Albert Camus, y por lo tanto su gran obra es la misma tierra, ese polvo desde donde se ha erguido como ser humano y ese “polvo enamorado” y de desengaño –en el sentido del gran Francisco de Quevedo- hacia donde irá en su última morada. Por otra parte, el color de la tierra, negra (no cualquier color), el color de la caja y la tipografía, remiten, una vez más a lo fúnebre. Es la tierra que cubre al padre (y a los poetas), pero es también la tierra que está de luto (y no sólo por la muerte del progenitor: recuérdese la fecha de publicación del texto, 1978, uno entre tantos de lo años de la dictadura militar y, desde luego, de los más difíciles en la historia de Chile y que, por cierto, en su sentido funerario y proyectando su imagen final y este contexto coyuntural, quizá de manera límite, puede habilitar una lectura política del texto).
De esta manera, Martínez consigue crear un poema sin palabras (sólo están presentes aquellas del poema inicial, las de los nombres de los autores, de los títulos de los poemas, de los certificados de defunción y de la bolsa con tierra) que devela y confirma los versos de “Ab imo pectore”: el padre entrega a su hijo, desde la otra orilla (figura clásica en la tradición y, por cierto, en el gran filón elegíaco) la obra de los grandes poetas y su propia obra, la tierra. Tanto los poemas como las partículas de polvo son el testimonio de unas vidas entregadas a la devoción, a la pasión y al trabajo (pero un trabajo de amor, de renuncia y de trascendencia). No importa si el poema esté escrito en un papel o en la superficie de la tierra (otra vez la idea de la vanguardia y, luego de la postvanguardia); no importa si se halle contenido en una caja, un libro, o lleve una etiqueta o título (“La poesía chilena”): lo que va mucho más allá, y en eso es pionera en Chile, es la idea de la sobrevivencia a la muerte como una “botella arrojada al mar” que, tarde o temprano, alguien recogerá y abrirá para desentrañar su misterio y su mensaje (¿Obra abierta, obra cerrada?).
Independientemente del hermetismo aparente con que pareciera dificultarse la interpretación de esta propuesta, La poesía chilena es uno de los libros que debe ser entendido como una de las elegías más extraordinarias y únicas donde la tradición (chilena, española y universal) reafirma la inquietud perturbadora e inquisidora del hombre por la muerte, la trascendencia o el “más allá” y la sobrevivencia e infatigable búsqueda de la poesía contemporánea.


Santiago de Chile, agosto de 2005-agosto de 2006


[1] En el año 2004, en Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad Diego Portales, publicó material inédito del poeta que corresponde a sus primeros años de escritura bajo el título de Poemas del Otro. Es indispensable iniciar el estudio, a la luz del mencionado libro, de esta obra que puede entregar más de alguna pista para la interpretación de La nueva novela y La poesía chilena.
[2] Y utilizo a propósito este término tan asociado a Nicanor Parra, pero que, desde luego, no puede ser “patentado” como de su autoría ni de ningún otro…
[3] Como queda demostrado en la casi nula recepción crítica en la época de su aparición y en los años posteriores. Asunto que involucra vergonzosamente a la crítica periodística y académica. Tal vez, una de las pocas excepciones es el artículo publicado por Jaime Quezada en la revista “Ercilla” del 28 de febrero de 1979, “El libro de las defunciones”, nota de lectura descriptiva, clarificadora e inteligente.
[4] Martínez, Juan Luis. La poesía chilena. Ediciones Archivo. Santiago de Chile, 1978.
[5] Sus dimensiones son: 20,2 centímetros por 14 centímetros.
[6] Es importante señalar que la edición, limitada (500 ejemplares) y numerada, fue confeccionada por el propio autor. Debido al alto costo que implicaría una reedición (y ante la incomprensible actitud pasiva e indiferente de los editores), no existe, por el momento, una segunda edición de circulación masiva.
[7] Consignándose que se trata del ejemplar numerado con la cifra número 63 (¿sólo testimonio o clave secreta del autor?).
[8] Si es que así se puede interpretar sin caer en excesivos “paternalismos” o “maternalismos” literarios.
[9] Tal como señala Juan Luis Martínez en nota a pie de página: Loc.Lat., “desde el fondo del pecho”.
[10] Asunto que, desde luego debe estudiarse no sólo en esta particular obra de Martínez sino, en general, a lo largo de toda su producción poética.
[11] Es mi intención aclarar que estas páginas sólo intentan una primera aproximación interpretativa al texto. Sin duda alguna, pueden coexistir otras lecturas que ahonden o corrijan lo que aquí se plantea, amén de descubrir otras referencias y proposiciones que esta lectura no alcanza a desentrañar.
[12] Es cierto que por ese entonces aun ni se soñaba con los recursos tecnológicos de la Web o de Internet, por lo que es posible que, de estar vivo Martínez, algo podría haber propuesto en esa dirección.
[13] Asunto que ha trabajado con gran rigor Mateo Goycolea en torno al primer libro de Martínez: La página en blanco y la muerte del autor en La Nueva Novela de Juan Luis Martínez, Tesis para optar al Grado de Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica. Departamento de Literatura, Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile. Santiago, 2001 (254 pp.) y que tuve el privilegio de dirigir.
[14] E incluyo a Nicanor Parra a pesar que, si bien, en “Manifiesto” y en otros poemas este autor decide humanizar al poeta (“Los poetas bajaron del Olimpo”) a través del coloquialismo y de un léxico y una cercanía que busca la comprensión inmediata del lector, me imagino que, sin quererlo, construye también un “yo omnívoro relativizado” donde todo es objeto de poetización y donde el eje central del discurso está, precisamente, en la autorreferencia.
[15] En clara concordancia con las banderitas “de fonda” que se incluyen al interior del cuaderno con fichas. Por otra parte, en la contraportada, aparece un lavatorio, donde podría interpretarse que, a la salida de la lectura del texto, es menester “lavarse las manos”, en un sentido de ablución o, incluso, de aquel que, según la tradición, se desliga de la responsabilidad de sus dichos o hechos.
[16] Martínez, Juan Luis. Op. Cit., p. 3.
[17] Expresión acuñada por el crítico “Alone” en sus memorables e históricos artículos publicados en el periódico “El Mercurio” y donde, también mencionó entre los “grandes” al poeta Pedro Prado.
[18] Estos poemas seleccionados por Martínez ya han sido citados más arriba.
[19] Es muy válida la posibilidad de leer este texto como una obra que delimita muy concretamente la tradición poética chilena y, a la vez, a su tierra, tanto en las voces inaugurales de la lírica del siglo veinte como en el trabajo anónimo de un habitante de la patria, de un prócer común (el padre del autor) como cualquier otro, que escribe su poema en la cotidianidad. Nótese la similitud con algunas declaraciones en entrevistas del poeta Raúl Zurita en torno al tema de la “utopía colectiva” donde ya los autores no debieran escribir poesía sino, al decir de Martin Heidegger, “habitar el mundo poéticamente” viviendo la utopía lírica y enmudeciendo en el sentido de continuar en el oficio de lo propiamente literario. Algo parecido a lo que un día Juan Ramón Jiménez apuntara: “Más que ser poeta, ser poesía…”.
[20] El subrayado es mío.
[21] Y, por supuesto a todo el vastísimo corpus de la elegía como forma y motor central de una buena parte de la poesía occidental.

viernes, 15 de diciembre de 2006

TRES POEMAS SOBRE EL ODIO, de "Los Cantos de la Sibila" de Andrés Morales


VISIÓN DEL PADRE MUERTO


De nada aquel amor de sordas lilas,
de nada esa república difunta.

Estás sentado entonces, austeramente solo
y en otras vida piensas, fotografiado ayer.

El mar es traidor: es otro el mar que rompe.

Mejor abandonarse, abandonarse entero.



SIBILA ENLOQUECIDA


Maldigo la fragancia de las rosas
y el grito del cobarde en su delirio.
Maldigo, es un decir y casi cierto
a dos o tres antiguos que aún me lloran.

El odio es mi placer, mi dulce río
en donde veo el turbio azar del agua.

Nada me complace, ni aquel volcán herido.

Nada me acompaña. Maldigo mi esperanza.



ORÁCULO DEL ODIO


Muerde calaveras, engulle el pan marchito,
ronca en el desaire del ojo que te observa.

Quema el mar en llamas, al húmero quebrado,
enreda tu quietud. Ahora clama y llora.

Las parcas, las eneidas, las madres que reclaman
habrán de abrir tu lecho de piedras en la muerte.

Nada quede entonces en el fulgor, la ira,
águilas y cuervos o hienas por la noche:

Todo se derrumbe encima de tus sueños.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Sobre una literatura estable o La Teoría de la Esfera, por Carlos Almonte


El mundillo literario se ha distinguido, desde antiguo tiempo, por sus permanentes rencillas, iniquidades de todo tipo, indecentes omisiones voluntarias (sin mencionar las otras), injusticias en la distribución, camarillas, amistades, compadrazgos y odiosidades al por mayor, por citar sólo algunas de las características de tan refinado ambiente. Las editoriales arman concursos que terminan ganando los amigos del dueño (o editor jefe) de la editorial; se entrevistan unos poetas a otros, se referencian unos escritores a otros, se autocitan, se publican entre ellos, se reparten premios y fondos concursables, en un largo juego, que no por su extensión temporal y política deja de provocar tedio y asco.
El poeta Andrés Morales tiene toda la razón y en mi opinión se queda corto. Basta escarbar un poco en la corteza, y sumar dos más dos, para obtener una conclusión que a primera vista parecerá descabellada, pero que a poco andar representará fielmente la realidad de este "mundillo" y el método que utiliza para organizarse, acaso desde siempre.
En la Teoría de la Esfera, en cambio, todos quienes aportan una letra, línea o verso (con un mínimo de honestidad y paciencia, claro), pertenecen al Círculo no Hermético, también llamado Mundo Literario a secas; y se flota y se dialoga en compañía de los grandes, los medianos y pequeños, sin tener que competir, sin tener que desangrarse, sin tener que dar codazos, ni tampoco recibirlos. En la Gran Esfera el verso es el que importa, la línea, el párrafo, la idea, el argumento, el poema, la novela. El autor emite, reúne, ordena, es quien dispone, es el artista, el creador, y su realidad revela identidades, las propone y deja ir; no las cercena, ni tampoco las ignora. En la Esfera existe un centro, cómo no (y probablemente Borges flote ahí, casi extático, casi un Buda, aunque también flotando); sin embargo, en la visión y flujo, ya no está más alto, sino que al frente. Ya no usamos un peldaño despectivo (con gente arriba, o abajo), usamos el espacio, las partículas, la gravedad.
Podría caer en la tentación de exclamar el "basta-ya", pero creo que sería inútil, porque nada cambiará. Las Políticas de Estado seguirán premiando según favores concedidos. Los grupos de "poder" (eso que acá se llama "poder") seguirán entrevistando a sus amigos. Las editoriales seguirán marcando el paso entre la elección del consagrado, el hijo del amigo (o el amigo directamente) y el que paga. El Gran Jefe editorial realiza apologías a sus elegidos, apologías que después le son devueltas. Y así van todos: una mano lava la otra, hoy por ti mañana por mí, etc. Poco tiene que ver el talento, en este caso, si no va acompañado de al menos un respaldo: redes sociales o financieras, principalmente.
Los que rodean al artista por lo general son zarigüellas putrefactas, que, acostumbradas a su mediocridad, realizan piruetas gigantescas para llamar la atención de las mentes más débiles, se acercan a quien puede servirles de algo, lo roban, lo desangran hasta que, ya supuestamente llenos de talento, se alejan por el campo, buscando otra víctima a la que devorar. Por eso lo mejor es apartarse, vivir solo, embriagarse y escribir. A mí déjenme solo; me gusta conversar con Dostoievski, Artaud o Nietzsche. Y para eso necesito libros y tranquilidad. Nada más. Nadie más. (L. F. Céline).
Así como Céline, tal vez sea mejor echar a rodar la Esfera y contentarnos con en el vino, con la flotación y con el verso gratis, expulsado a mares de distancia de aquel burdo juego de poderes y favores, en el que finalmente nadie participa o crea, sino que todos se embelezan en sí mismos, en su grupo tan bonito, en su paga diaria de oficina.

miércoles, 6 de diciembre de 2006

ADIÓS DICTADOR, por Aristóteles España


Gran desafío para un poeta decirle adiós a un Dictador. No a través de un poema como los de Ernesto Cardenal a Anastasio Somoza, en Nicaragua en la década del 70, cuando lo despedía del universo a punta de fusil, sino en forma de crónica al sátrapa local que ronda en la memoria desde hace más de 30 años y nadie se atrevió a encarcelarlo por sus crímenes. Digo nadie, porque así fue. Por mi parte le digo Adiós Chacal, Adiós Pequeño y Venenoso Buitre.
Que te vayas directamente, sin escala, al país de los dictadores donde te encontrarás con Hitler, Mussolini, Stalin y todos los de tu especie, de ambos lados de la metafísica mundial. Adiós Macaco, socio del Banco Riggs y de todos los tesoros que te iremos descubriendo cuando ya no estés en Fantasilandia.
Descubriste en tu paso por la tierra que la Traición es un Bien para alcanzar la Altura, y que dos más dos pueden ser ocho dependiendo para quien se trabaje como en los poemas de Vicente Huidobro.
Alguna vez desde el Palacio de la Moneda, una noche de invierno, viste pasar los ojos de los caídos de ambos bandos de la guerra que inventaste para justificar tus crímenes?.
Escuchaste algún silabario de halcones el día que intentaron ajusticiarte en el Cajón del Maipo?. O el paisaje mental de los prisioneros y torturados en la Isla Dawson como en Dachau, Treblinka , Auswitch, Isla Quiriquina, Ritoque, Tejas Verdes, Chacabuco, mientras tus generales sobrevolaban en helicóptero el lugar del crimen?
Adiós Miserable Roedor, Héroe de Alcantarilla; a la hora del crepúsculo y desde cualquier lugar mientras llegas al país de los muertos, que te reciban con orquestas e himnos militares el Guatón Romo, El Enano Maldito, El Profesor Lucifer, y tu corte de breves Diputados y diminutos Senadores del País de Nunca Jamás, donde la poesía sí existe para condenar el odio, la matanza vil, el asesinato a campo descubierto.
Un lugar abstracto, como tú, Capitán del Miedo, donde el aire es aire y la muerte también. Allí llegarás como quien regresa a su vieja habitación con muñecas y sonidos de viejos circos de tu infancia, porque como todo niño bueno alguna vez fuiste a uno, con payasos y trapecistas.
Adiós Gusano, con perdón de los gusanos, porque te arrastraste toda la vida para llegar a ser un tipo sin culpa, pero sólo deseabas llegar a ser uno de Ellos, los mismos que hoy te abandonaron en las puertas del templo, cuando querías caminar por la tierra sin condecoraciones, repleto de regalos, y los Dueños de Todo te envían ahora de vuelta al mundo real, con gallinas y serpientes.
Adiós ex Comandante en Jefe de la Derecha, de los Mercachifles, del Soldado Desconocido, del Teniente Bello, del Mayor Agua Bendita, del Mariscal de Campo, de la Estrella Solitaria, y de todos los que alguna vez soñaron ser felices en un país llamado Cárcel.
Que quienes descansen el sueño eterno, en el cielo, mar, tierra o cualquier lugar, como dice la Biblia; en especial los que ultimaste, se apiaden de ti. Así sea.

lunes, 27 de noviembre de 2006

PRESENTACIÓN DEL POEMARIO "A LA DERIVA" DE ELIANA RABIÉ

POEMAS de Rosa Alice Branco



DIA DE ANIVERSÁRIO

ao Hugo

Sempre que te escrevo aparecem fusos entre nós:
11 da manhã em Isla Negra e duas da tarde
no teu quarto. Na casa de Neruda mesmo as figuras de ré
olham o mar. Coleccionáveis, como as que se vendem
numa barraca cá fora, de vários tamanhos e preços.
Escrevo-te para qualquer lugar que nunca sei onde fica.
Cão de caça, procuro os teus vestígios por aí:
entre as roupas que faltam busco as que te agasalham,
cheiro a louça que sujaste, procuro a ciência da tua natureza
espalhada pela casa. A casa de Neruda em Isla Negra
é transparente: posso segui-la ao longo da costa, da voz do guia,
essa voz absurda que podias ter ouvido três horas antes
se não houvesse fusos entre nós. Talvez o poeta
se tenha picado num fuso e o exílio fosse apenas a cegueira
dos outros. Imponentes as figuras inclinadas miram longe,
para lá do vidro. A mais bela olha a campa de Neruda
por entre a multidão de visitantes que exigem uma fotografia
com ele. Instantâneos: vão e outros vêm ser fotografados.
A terra é fotogénica e está sempre à mão. Agora já é tarde
em Isla Negra e demasiado cedo no teu quarto.
Talvez o amor seja uma figura de proa desafiando o barco
por entre o alvoroço das águas. Está virada para ti
que nunca sei onde estás e és o meu norte.


DÍA DE ANIVERSARIO

A Hugo.

Siempre que te escribo aparecen husos entre nosotros:
11 de la mañana en Isla Negra y dos de la tarde
en tu cuarto. En la casa de Neruda hasta las figuras de popa
miran el mar. Coleccionables, como las que se venden
en la barraca de afuera, de varios tamaños y precios.
Te escribo a cualquier lugar que nunca sé donde queda.
Perro de caza, rastreo tus vestigios por ahí:
entre las ropas que faltan busco las que te abrigan,
huelo la loza que ensuciaste, indago la ciencia de tu naturaleza
esparcida por la casa. La casa de Neruda en Isla Negra
es transparente: puedo seguirla a lo largo de la costa, de la voz del guía,
esa voz absurda que podías haber oído tres horas antes
si entre tú y yo no hubiera husos. Tal vez el poeta
se haya pinchado en un huso y el exilio sea sólo la ceguera
de los otros. Imponentes las figuras inclinadas miran a lo lejos,
más allá del vidrio. La más bella mira la tumba de Neruda
entre la multitud de visitantes que exigen una fotografía
con él. Instantáneos: se van unos y otros vienen a ser fotografiados.
La tierra es fotogénica y está siempre a mano. Ahora ya es tarde
en Isla Negra y demasiado temprano en tu cuarto.
Tal vez el amor sea una figura de proa que desafía al barco
entre el alborozo de las aguas. Está girada hacia ti
que nunca sé donde estás y eres mi norte.


OBRA-PRIMA


Quando a tua mão acaricia a minha perna
os sensores da pele desencadeiam reacções sentimentais
e às vezes chego a ter uma reacção motora. O ângulo
da perna, a inclinação do pé - maravilhas-te com a paisagem
ocasional: depois da curva da estrada estabilizas o olhar
na curva do joelho. Os olhos impacientam-se em sacudidelas
invisíveis mas o espelho reflecte apenas imobilidade.
A sandália: o teu olhar vai do joelho à nudez do pé. Este pé
que calcorreia as ruas é também objecto de desejo: o pé
que calca o travão a fundo. Sei que vais beijar-me - talvez
nem tu saibas que a postura do teu corpo tem o formato
de beijo. A carícia necessita de um controlo minucioso,
da pressão exacta para que não me esmagues a rótula.
O contacto é doce na pele que te ofereço, a carícia
é a obra-prima da engenharia mecânica. Olho a baía
onde se reflectem os néons da noite e deixo o corpo
trabalhar à vontade. Depois adormeço com a tua mão
na minha perna e a vaga consciência de que o paraíso
se estende da ponta dos pés até ao cimo da cabeça.


OBRA PRIMA

Cuando tu mano acaricia mi pierna
los sensores de la piel desencadenan reacciones sentimentales
y a veces llego a tener una reacción motora. El ángulo
de la pierna, la inclinación del pie -te maravillas con el paisaje
ocasional: después de la curva de la carretera estabilizas la mirada
en la curva de la rodilla. Los ojos se impacientan en sacudidas
invisibles pero el espejo refleja sólo inmovilidad.
La sandalia: tu mirada va de la rodilla a la desnudez del pie. Este pie
que recorre las calles es también objeto de deseo: el pie
que pisa el freno a fondo. Sé que me vas a besar -tal vez
ni tú mismo sepas que la postura de tu cuerpo tiene el formato
del beso. La caricia necesita un control minucioso,
la presión exacta para que no me machaques la rótula.
El contacto es dulce en la piel que te ofrezco, la caricia
es la obra prima de la ingeniería mecánica. Miro la bahía
donde se reflejan los neones de la noche y dejo al cuerpo
trabajar libremente. Después me adormezco con tu mano
en mi pierna y la vaga conciencia de que el paraíso
se extiende desde la punta de los pies hasta lo alto de la cabeza.



PASSOS SEM MEMORIA.


Olho pela janela e não vejo o mar. As gaivotas
andam por aí e a relva vai secando no varal. Manhã cedo,
o mar ainda não veio. Veio o pão, veio o lume
e o jornal. A saliva com que te hei-de dizer bom-dia.
As palavras são as primeiras a chegar. O que fica delas
amacia o papel. Pão quente com o sono de ontem
e os sonhos de hoje. Prepara-se o dia, os passos
de ir e vir. Estou cada vez mais perto. Olhas-me
como se soubesses o que hei-de saber mais logo.
Nesta cidade nunca é meio-dia. Há sempre uma doçura
de outras horas. E recordações avulsas. Deixa-as sair
de dentro do vestido, deixa soltar as ondas do mar.
A janela está vazia. O meu filho caminha na praia
e tu soletras as gaivotas. Caminha à minha frente
sem deixar pegadas. Perco-me como todas as mães,
todos os amantes. Invento passos e palavras
para adormecer. A esta hora a minha avó enrolava o rosário
nas mãos. Eu estava dentro das contas, dentro do sono
que rondava a prece. Durante muito tempo estive fora.
Agora caminhamos juntos. Sem memória.


PASOS SIN MEMORIA

Miro por la ventana y no veo el mar. Las gaviotas
andan por ahí y la hierba se va secando en el tendal. Mañana temprano
el mar aun no llegó. Llegó el pan, llegó el fuego
y el periódico. La saliva con que te diré buenos días.
Las palabras son las primeras en llegar. Lo que queda de ellas
ablanda el papel. Pan caliente con el sueño de ayer
y los sueños de hoy. El día se prepara, los pasos
de ir y venir. Estoy cada vez más cerca. Me miras
como si supieses lo que luego sabré yo.
En esta ciudad no es nunca mediodía. Hay siempre una dulzura
de otras horas. Y recuerdos sueltos. Déjalos salir
de dentro del vestido, deja que se suelten las olas del mar.
La ventana está vacía. Mi hijo camina por la playa
y tu deletreas las gaviotas. Camina delante de mí
sin dejar huellas. Me pierdo como todas las madres,
todos los amantes. Invento pasos y palabras
para adormecerme. A esta hora mi abuela enrollaba el rosario
en las manos. Yo estaba dentro de las cuentas, dentro del sueño
que rondaba el rezo. Durante mucho tiempo estuve fuera.
Ahora caminamos juntos. Sin memoria.



SÓ OS GATOS


Hoje os gatos não comeram.
Foram-se juntando aos poucos no telhado
e nem a chuva os fez abrir a língua.
Nem a água desaguou a voz, ou os gatos miaram.
Aquelas passadas que só os gatos sabem
afastaram-nos das palavras incisas em mármore
ou no granito deitado. Do plástico florido.
Das flores que a ausência perpetua.
Hoje as campas estão silenciosas
e os gatos com as garras espalmadas contra as telhas,
com o olhar que só os gatos olham,
não sabem ainda se perderam a fé na vida
ou mais na morte. Sentem um nó
inominado na garganta como todos nós.
No cimo do telhado dizem não ao céu.
Querem afirmá-lo de perto.


(inédito)

SOLAMENTE LOS GATOS


Hoy los gatos no comieron.
Se fueron juntando poco a poco en el tejado
y ni la lluvia les hizo abrir la lengua.
Ni el agua desaguó la voz, ni los gatos maullaron.
Aquellos pasos que solo saben los gatos
los alejaron de las palabras incisas en mármol
o en el granito tumbado. Del plástico florido.
De las flores que la ausencia perpetúa.
Hoy los túmulos están silenciosos
y los gatos con las garras aplastadas contra las tejas,
con la mirada con que solo miran los gatos,
no saben todavía si perdieron la fe en la vida
o aún más en la muerte Sienten un nudo
innominado en la garganta como todos nosotros.
En la cima del tejado le dicen no al cielo.
Quieren afirmarlo de cerca.



DIA DOS MORTOS


Todos os caminhos vão dar ao mesmo.
Escolho um número e uma árvore
e se está sol sento-me na pedra:
tudo depende da resposta que se espera.
A invasão neste dia é como dizer: morreste.
Não é tanto estar morto que faz mal,
é estar do outro lado com tanta terra entre nós
e eles saberem hoje que somos mortais.
Aqueles que amam ainda mais ferozmente
do que os vivos - porque são alheios
a tudo o que fazemos -, esperam uma vez por ano
flores iguais a nós, arrancadas à vida,
frescas por uns dias. Quando pendem os caules,
sabem que estamos perto,
que entramos pelos poros da terra até ao fundo
à procura deles. E não sei se podem suportar
mais esta dor dentro do frio fora de nós.


(inédito)

DÍA DE LOS MUERTOS

Todos los caminos van a dar al mismo.
Escojo un número y un árbol
y si hace sol me siento en la piedra:
todo depende de la respuesta que se espere.
La invasión en este día es como decir: has muerto.
No es tanto estar muerto lo que hace daño,
es estar del otro lado con tanta tierra entre nosotros
y saber ellos hoy que somos mortales.
Aquellos que aman aun más ferozmente
que los vivos –porque son ajenos
a todo lo que hacemos-, esperan una vez al año
flores iguales a nosotros, arrancadas a la vida,
frescas por unos días. Cuando los tallos cuelgan,
saben que estamos cerca,
que entramos por los poros de la tierra hasta el fondo
en su busca. Y no sé si pueden soportar
más este dolor dentro del frío fuera de nosotros.



DOS PALABRAS PARA LA NOCHE

Ahora soy el día. He ordenado las ropas
del último viaje, tu voz
en el cajón junto a la cama.
¿En qué lengua oigo las primeras vocales
de nuestro alfabeto, el olor de las sábanas
después de dormir? Viene despacio
por la calle estrecha donde se abre una flor
siempre que pasamos. Eres tú quien lo dice,
eres tú quien te abres cuando la flor. Cuando abres
el pan. El aceite en el plato y nuestros dedos
surcando los caminos de la boca y todo el cuerpo
camino uno del otro. También el vino.
El rojo de la noche. También la lengua.
Siento que la gastronomía y el amor
son dos palabras para la misma cosa.
No me acuses de plagio. ¿Cómo puedo
decir lo que todavía no has dicho?



DUAS PALAVRAS PARA A NOITE


Agora sou o dia. Arrumei as roupas
da última viagem, a tua voz
na gaveta junto à cama.
Em que língua ouço as primeiras vogais
do nosso alfabeto, o cheiro dos lençóis
depois do sono? Vem de mansinho
pela rua estreita onde uma flor abre
sempre que passamos. És tu que o dizes,
és tu que abres quando a flor. Quando abres
o pão. O azeite no prato e os nossos dedos
sulcando os caminhos da boca e todo o corpo
a caminho um do outro. Também o vinho.
O vermelho da noite. Também a língua.
Sinto que a gastronomia e o amor
sãos duas palavras para a mesma coisa.
Não me acuses de plágio. Como posso
dizer o que ainda não disseste?


O COPO DE HERÁCLITO


Serão ainda teus os objectos sobre a mesa?
A surpresa do pão, a evidência do lápis afiado,
aquele fulgor de pássaro sobrevoando a cama
coexistem sobre a mesa e eu pergunto
de quem são agora: o pão sempre fresco
aparece às vezes coberto de bolor e ao amanhecer
a neblina esconde o rio que passa sob a ponte
por onde passo: alguns quilómetros por hora
e deixas de correr em mim. O pão nos dentes
da saliva será teu, tu outro que rondas
os meus dias? O mesmo caderno e esta tinta
quando anoitece os teus olhos de quem são?
Ainda teus e desse outro que se vai tornando visível
e desarruma tudo o que eu sabia e o meu vestido?
Sobre a mesa o copo nunca bebe a mesma água.



EL VASO DE HERÁCLITO


¿Serán todavía tuyos los objetos sobre la mesa?
La sorpresa del pan, la evidencia del lápiz afilado,
aquel fulgor de pájaro sobrevolando la cama
coexisten sobre la mesa y yo pregunto
de quién son ahora: el pan siempre fresco
aparece a veces cubierto de moho y al amanecer
la neblina esconde el río que pasa bajo el puente
por donde paso yo: algunos quilómetros por hora
y dejas de correr en mí. El pan en los dientes
de la saliva ¿será tuyo, otro tú que rondas
mis días? El mismo cuaderno y esta tinta
cuando anochece ¿tus ojos de quién son?
¿Todavía tuyos y de ese otro que se va volviendo visible
y desarregla todo lo que yo sabía y mi vestido?
Sobre la mesa el vaso nunca bebe la misma agua.



Rosa Alice Branco es una de las poetas portuguesas más importantes de las últimas promociones lusitanas. Ha publicado una gran cantidad de libros de poesía y ha participado en múltiples antologías y encuentros literarios en todo el mundo. Su obra se encuentra traducida a diversos idiomas, entre ellos el castellano.


El Mensajero, poema de Camilo Retamales





I

Perdido fui de los hombres en otro tiempo
no puedo asegurar cuánto, quizás horas, lustros
o tal vez fueran siglos de luz errando esos espacios
De todos fui olvidado
y mis campos, mi cara de cielo fresco y mis mareos
no fueron sino los vastos páramos
en donde los hombres iban a enterrar sus difuntos

Nada de mi quedó en esas borrascas
aunque no quiero sobredimensionar mis pesares:
la incorporeidad desperezó mis miembros
y levó las áncoras que me estacaban como llagas de esos paisajes
Fue una liberación auténtica...
como estar en un bosque en una noche cerrada

Mas no tardaron en venir los nuevos cantos
y con ellos las reminiscencias y las aspiraciones
que yo creía había olvidado
se espejearon con una intemperancia de alambres
como claros de una promesa abrupta


II

Entonces despuntó la ceremonia de mi descenso
cuando dejara para siempre esos páramos
y entre los “buena suertes” y “te deseo los mejores”
pronunciados en todos los idiomas
yo fui anudando el mío propio
que fue como si un armazón caliente me ajara
el paso de las hojas o del tiempo

Pesadamente se anquilosaron mis contornos
y recogieron mis alas su cielo azul y su oleaje
como en un corte umbilical mané de los ojos de los hombres
ensayando lo que parecían: mis primeros pruritos de habla
Para que ellos supieran que era yo el que volvía
auscultándoles un nuevo canto en esos corazones
Los dorsos del rompimiento que fuimos

viernes, 24 de noviembre de 2006

PLENO DE ÁNIMAS, poemas inéditos de Marta Cwielong


la ausencia
madre eterna
que me arropa en las noches



*****



ni un reino

ni luces

ni padre quiero

solo el aroma de los tilos



*****



esta,

mi boca

aúlla

le caen pedacitos de placer

un rictus de certeza


******

Los perros son otros
pero aparecen / cada tanto,
fragmento de alguna historia.
Extraño, no creí pertenecer a alguna. Los días fueron
sucediendo/
como las nubes.
Todavía no entiendo qué hice con las horas.
Hasta cuándo hay inocencia?

No puedo recordar mi infancia.
Quién era mi padre?

borracho por las noches,
refugiado,
el nazi,
un polaco,
un
alemán
el que salvó a la niña del campo minado
quien amaba a mi madre
quien amaba a madre de mi hermana
quien castigaba a mi hermano

el ateo

el nazi
el que hace que no tenga memoria?



Marta Cwielong es una de las más destacadas poetas argentinas de su generación. Recientemente participó en el XIV Festival Internacional de Poesía de Rosario, con una extraordinaria acogida del público y la crítica especializada.

lunes, 20 de noviembre de 2006

EL DEBER SER O NO SER




Quiero saber yo: ¿hasta cuando la porquería entre los buenos y los malos? ¿Hasta dónde los críticos amigos se dejan llevar por la temperatura de una poesía que nunca pudieron escribir y de la cual usufructúan? ¿Van a pelear todos con todos?: perfecto. Pero que haya razón y emoción. No esa pobre descalificación entre “soy del 1989”, “del 2034”, “del 1842”…. Basta ya. Por favor.
¿Hay algún poeta que de verdad pueda ser honesto y que pueda reconocer los méritos de otro? Decir: “soy menor” o, mejor, “ese poema es bueno”… “ese poema podría haberlo escrito yo”. Sinceramente, ¿sin poses ni ojos entornados?
El otro día escuché una lectura de Teresa Calderón y hubo un poema inédito que, de verdad, pudo llegar al público y a mi mucho más que las altisonantes frases de cualquiera de nosotros: parafraseo solamente: “Soy el mejor poeta”, “merezco los premios y todo el reconocimiento”.

BASTA YA POR FAVOR.

Teresa, tienes razón.

Mejor morir que escribir en Chile, Larra dixit.

The Visionaries (traducción de Rodolfo Rojo)


The Visionaries

poem by Andrés Morales




We were all going to be Rimbaud,
we were all going to be Artaud,
we were all going to be Poe.

The truth is that neither Verlaine,
nor any minor poet, neither those lines
of the little court scrivener.

Nothing, not even in the air, not one poem:

We were all going straight to the charnel house.



(Traducción al inglés del Prof. Rodolfo Rojo)

viernes, 17 de noviembre de 2006

POEMAS DE EDUARDO D' ANNA


LA PUERTA DE CALLE

Aquí está; éste es
el límite. Los loros
de la filosofía lo
marcan, empeñosos:
desde acá para adentro
es lo mío; para afuera,
lo otro. Qué importante.

Grande, vieja, oxidada,
la puerta de la calle
espera siempre: en vano,
en relación a los que no
vendrán ya; y a los otros
abúlica flanquea
en su paso a las cosas
que los esperan, buenas
si quiere Dios; y si no,
lo que sea.

Pasaron
los tiempos en que, según sonaba
al cerrarse en lo alto de la noche,
sabías medir la cantidad de vino
que yo traía en mi maleta
de piel y huesos. Porque las crisis
volvieron la aventura en puros
manotones de ahogado.

Puerta, puerta.
Que al cruzarte camine
yo, todavía, hacia el poema.



LA ESCALERA

Lo primero que ven
los demás, cuando entran:
mármol y bicicletas
y un entreverse de misterios,
de lámparas y cuadros
en lo alto, en recodos,
con interrogaciones
que, jamás satisfechas,
alimentarán sueños
de carteros. De soderos.
¿Por qué no? También es
gente que sueña.



LOS CUADROS

Cierro los ojos y ellos se acercan.
Son agradables y cálidos: son
criados en casa. Deberían
hablar, si esto fuera un poema
imaginativo, pero
la verdad es que se quedan en silencio,
mirándome.

Obvio, que con piedad.
¿Cómo lo sé?
¿Cómo lo sé, si tengo
cerrados los ojos? ¡Ah....!,
Éste no es un poema explicativo.
Sí, cerrados los ojos. Y los miro,

y ellos me miran. Desde su caballo,
el hombre que ha robado una muchacha
que lleva a grupas, preocupado,
me mira. Las palmeras
del Monastério da Grácia,
acarician el aire viciado
del hall. Las iglesias
de madera de Chiloé parecen
acordarse del mar y las colinas,
pero también me miran.
Soy el dueño.

Soy el dueño de este desastre.
De mi vida y de mi hacienda,
a la que ellos pertenecen. ¿Qué
les puedo decir? ¿Qué cuentas
les podría rendir?
Son piadosos,

y eso ya quiere decir algo.



COMEDOR DIARIO

Todos juntos aquí,
en el fresco del verano;
entre libros, cuadros,
adornitos. En el pequeño
espacio, que hemos hecho
para tener un comedor
diario, invento argentino.

Alzo el codo, y doy vuelta un pollo.
Muevo una rodilla y la lleno de ensalada.
Nuestras almas también
se rozan un poco.



JARDÍN

Dulcemente, no existe.
No existir, desde luego, lo hace
más hermoso: llama la
atención, por ejemplo, cómo cambia,
cómo posee primaveras propias
o tórridos veranos, por su cuenta.

Cómo sus rosas se marchitan
por las malas noticias. O reviven
los días de cumpleaños. Hay, a veces,
arboledas larguísimas: un parque
parece más que nada; y otros días
tiene las dimensiones de un cantero
donde a cada malvón se lo conoce
por su nombre. Jardín

de nuestras torvas maquinaciones,
del que no hay que espantar
ni ratones ni pájaros ni perros;
del que no erradicamos jamás
ninguna mala hierba.

LLUVIA

La ventana
está llena de gotitas;
el viento le sacude
las hojas, y a través
de los vidrios, lo que se ve
es distinto: es luminoso
y húmedo. Porque el aire
está lavado cuando
estamos aquí, mirándolo.

Y los ruidos. Los autos
se desplazan distinto, y el sonido
lo sabe. Y en el cielo
se ven viajar las nubes
como una horda de bárbaros
apresurados por llegar
a su invasión. Y mientras,

indiferentes, nosotros
hecemos cosas en la cocina,
que si no estuviera lloviendo
no las haríamos: pensar,
escribir, sentirnos
¿cómo? No sé.



REGRESO DE VACACIONES

En unos pocos días, nada más,
todo se ha derrumbado:
cucarachas muertas a causa
de previsores insecticidas,
plantas exangües. Olor
a cadáveres lapidados.
Los héroes de novela
protestan su abandono
desde los anaqueles.
El gato Juan, reintegrado,
pasa en una neblina
de desprecio.


LA MÚSICA

Llena la casa, la infla:
nos damos cuenta
que es una casa chica
cuando entramos y nos
aturde, cuando coléricos
gritamos “¡bajen esa
música!”, como si
ella nos cortajeara
el hígado. Y la hija
baja el volumen de la
música, corriendo
a la fuente del frenesí,
mientras dice: “ufa,
papá, no está tan
fuerte”. Ella quiere
que la casa eche
a volar. A volar en alas
de esa música, pero qué.
No se puede.
No se puede, hija.



EL AUTO

Vive exilado de nosotros
porque no tenemos garage,
y se enloquece como un perro
cuando vamos a sacarlo.
Muchas veces, es todo rutina
(¿O pasiones secretas?). Lo mejor,
para él, son los grandes viajes:
el lago Posadas, entre enormes
vientos. Abdón Castro Tolay,
límpido. Chiloé. En fin,
el universo. Él elige,
nosotros nos subimos.



BAÑO

Aquí nacen las reflexiones más profundas,
y se revela el ser: uno, sentado,
ve transcurrir el orbe hacia
su caducidad sin apelaciones:
él brilla, cósmico, reflejado
en los viejos azulejos, que se vuelven
translúcidos en el portento
de igualársele. Pero, ¡cómo, nunca!,
al universo no se le pasa
un trapo, eso está claro. Así,
el lugar es también de lo falso,
lo alucinado, lo que pierde
al hombre tras la gloria y el poder,
aparentes y efímeros. El baño,
que fue templo en Descartes, aquí,
en mi casa, recibe los dones
que le querramos dar, más humildes;
y él también más humilde.



EL OTRO BAÑO

Hay otro baño, también,
y pasa lo mismo.
(Ver poema anterior).



EL DORMITORIO

Aquí siento los ruidos, es decir,
aquí siento el silencio:
siento el enarbolarse del aire
para ser viento, cómo aparta
las hojas, cómo le contestan,
cómo me invade, cómo nos invade,
y cómo prepotente nos obliga
a respirar. Aunque querramos
morir. Aunque querramos
irnos con los fantasmas de la noche
que ni siquiera saben respirar
ni lo precisan.



(EDUARDO D'ANNA nació en Rosario en 1948. Poeta y ensayista. Ha publicado diversos y notables libros de poesía entre los que destacan: Muy que digamos (1967); Carne de la flaca (1978); Los rollos del mar vivo (1986); Historia Moral (2000, 2004) y Zoológicos (2006). Los poemas aquí transcritos pertenecen al libro inédito 2491, llamado así porque es el número de la casa del autor. Fueron escritos en diciembre de 2004).

jueves, 9 de noviembre de 2006

Sesión de Clausura "PRIMER CONGRESO DE POESÍA CHILENA DEL SIGLO XX"


Discurso de Clausura del "Primer Congreso de Poesía Chilena del Siglo XX" y del Nombramiento de Nicanor Parra como Profesor Honorario de la Facultad de Filosofía y Humanidades por el Decano de la Facultad, Prof. Dr. Jorge Hidalgo Lehuedé. Jueves 9 de noviembre de 2006, Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad de Chile.

Homenaje a Nicanor Parra en la voz y música de los integrantes del Grupo Inti-Illimani, Jorge Coulon, César Jara y Manuel Meriño.

Discurso de Recepción del antipoeta Nicanor Parra como Profesor Honorario de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile a cargo del Prof. Dr. Manuel Jofré Berríos, quien reseñço la importancia de la obra y la trayectoria de Parra.

Lectura de poemas del antipoeta Nicanor Parra a cargo del profesor Federico Schopf.













Público asistente a la Ceremonia de Clausura y Nombramiento de Nicanor Parra como Profesor Honorario de la Facultad de Filosofía y Humanidades en el marco del "Primer Congreso de Poesía Chilena del Siglo XX". En el Salón de Honor de la Universidad de Chile, alumnos de pregrado y postgrado de la Universidad Finis Terrae, Universidad de Chile, Universidad Católica de Valparaíso, etc.

Agradecimiento musical de Juan de Dios Parra (hijo del antipoeta Nicanor Parra) por el nombramiento de su padre como PROFESOR HONORARIO de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile (Casa Central, Salón de Honor).

Con el poeta Javier Bello en el Cocktail de Clausura en el Patio Domeyko de la Casa Central de la Universidad de Chile.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

"PRIMER CONGRESO POESÍA CHILENA DEL SIGLO XX"























Martes, 7 de noviembre: Conferencia Magistral del Prof. Dr. Grínor Rojo en el Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad de Chile, "Las armas de las letras o el poder de la poesía". Asisten, el Rector de la Universidad Prof. Víctor Pérez, el Director de la Academia Chilena de la Lengua Prof. Dr. Alfredo Matus y la Directora del Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Prof. Dra. Irmtrud Koenig


Martes 7 de noviembre: Mesa de Ponencias "Juan Luis Martínez y Diego Maquieira". Leen: Prof. Walter Hoefler, Prof. Jorge Polanco, Prof. Ana María Riveros y Prof. Dr. Andrés Morales. Moderador: Prof. Dr. Rolando Carrasco.











Martes 7 de noviembre: Lectura en la Sala "Eloísa Díaz" de la Casa Central de la Universidad de Chile. Público asistente y lectura del poeta y Premio Nacional de Literatura, Raúl Zurita.










SESIÓN INAUGURAL DE LECTURAS POÉTICAS. En la Casa Central de la Universidad de Chile, Sala "Eloísa Díaz". Leen: Teresa Calderón, Víctor Hugo Díaz, Graciela Huinao, Soledad Fariña, Delia Domínguez y José Ángel Cuevas.

Lectura en la Sala "Eloísa Díaz": poetas Javier Bello, David Villagrán y Damsi Figueroa.

Miércoles 8 de noviembre: Lectores y poetas de la Mesa de ponencias "Gustavo Ossorio, Rosamel del Valle y Gonzalo Rojas": Juan Manuel Silva, Simón Villalobos y Manuel Naranjo. Moderador: Prof. Dr. Andrés Morales.

Miércoles 8 de noviembre: SESIÓN FINAL DE LECTURA. El poeta y Premio Nacional de Literatura, Miguel Arteche, Auditorium de la Escuela de Periodismo, Universidad de Chile. Modera: Prof. Dr. Andrés Morales













Lectura en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile de los poetas: Verónica Jiménez, Antonia Torres, Manuel Illanes, Alejandro Zambra, Cecilia Vicuña y Elvira Hernández.



Con la Prof. Dra. Paula Miranda, Coordinadora del "Primer Congreso de Poesía Chilena del Siglo XX". Aparecen también los poetas Walter Hoefler y Gustavo Barrera.

Lectura de mi libro inédito "Los Cantos de la Sibila" en el Auditorium de la Escuela de Periodismo.


Lectura en la Facultad de Ciencias Sociales: Auditorium de la Escuela de Periodismo. Modera, la Dra. Soledad Bianchi. Leen los poetas Juan Santander, Gustavo Barrera y Andrés Morales.

domingo, 29 de octubre de 2006

XIV FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE ROSARIO, ARGENTINA

Afiche Oficial del XIV Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina, desde el 18 al 21 de octubre de 2006.


Lectura de clausura del Festival: Renato Santoval (Perú), Ales Steiger (Eslovenia) y Andrés Morales (Chile).

Almorzando a orillas del río Paraná con los poetas Rosa Alice Branco y Eduardo D'Anna.
Con el poeta Eduardo D'Anna y su señora María Cristina Dagatti.

Monumento a la Bandera, Rosario, 2006.

Lectura de mi poesía, junto a los poetas Ales Steger de Eslovenia y el poeta Renato Sandoval de Perú.

Otra noche en "Pasaporte". Rosario, 2006.



Lectura de mi poesía en el Centro Cultural "Bernardino Rivadavia" en el marco del XIV Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina, octubre de 2006.

Con los poetas argentinos Marta Cwielong, Julio J. Leite y el poeta chileno Sergio Badilla en "Pasaporte".


En el Bar "Pasaporte", trasnoche de Rosario.

viernes, 13 de octubre de 2006

CRÍTICA a "Demonio de la nada" de Luis Riffo E.


El Mercurio de Valparaíso,
viernes 13 de octubre de 2006
Comentario de libros

Demonio de la nada.
Andrés Morales, Ril editores, 2005. 81 páginas.

POR LUIS RIFFO E.

Un poeta que vive la literatura en los territorios de la creación, el estudio y la crítica es el autor de este libro de poesía. Andrés Morales (1962) viene publicando sus poemas desde los años ochenta y en los noventa hace lo propio con ensayos y antologías que abarcan a autores hispanoamericanos y croatas. A ello hay que agregar las diversas cátedras de literatura que dicta en diversas universidades de Santiago.
Esos pergaminos no pueden omitirse a la hora de leer estos versos en los que conviven un ritmo pausado y agitadas, a veces violentas, imágenes. En este poemario nos encontramos con la figura multiforme y ubicua del demonio, símbolo universal que Morales despliega en sus más diversos sentidos, ya sea como personificación del mal o metáfora de un atormentado espíritu humano. Pero, además, ese demonio de la nada es una amenaza que palpita en la escritura misma, es el desierto del sin sentido, es el silencio absoluto que parece prevalecer sobre las palabras.
La maldad instala su negocio en el acto de describir el mundo. El poeta se muestra impotente para dar una imagen más luminosa, esperanzadora, porque los signos señalan un destino, el “fátum”, lo inexorable de nuestra suerte, en cuya trama se encuentra no sólo la muerte, sino también la soledad, el olvido, la crueldad ajena. “Ahora el cuello al hacha, el ojo al vidrio, / la marca de Caín o de ese Abel: / ya da lo mismo”, escribe Morales. Según esas palabras, ya no hay inocencia, víctima y victimario comparten un paisaje contaminado por la violencia: “Recorre la maldad el aire que me cubre / y ciega mis pupilas en la noche”. En “La bestia”, cuyo título alude a la invasión a Irak, da clara cuenta de que el demonio imaginado por Morales es tanto el que cada uno de nosotros alimenta en su propia vida como las fuerzas depredadoras que pretenden ejercer el poder sobre todo el planeta: “El águila es la bestia. La guerra su locura”. Y no hay eufemismos para dibujar la imagen cruel de este particular demonio, cuyas imágenes nos recuerdan al monstruo de Goya, pero disfrazado de niña peligrosamente caprichosa:

Arregla sus pezuñas, trenza sus cabellos,
en el espejo observa su cuerpo amenazante
como una extraña niña que odia a las muñecas
y rompe sus cabezas y come sus entrañas”.

Sin embargo, hay otras causas de esta maldición que arrastra el ángel caído, entre ellas el olvido y el hastío. La constatación de que vivimos en “este absurdo de días sin recuerdo” parece una advertencia acerca de esa amnesia voluntaria con la colectivamente hemos ido sepultando nuestra memoria histórica, y la consecuencia es el debilitamiento de la palabra, ese instrumento que nos sirve para construir nuestra realidad. La otra es la condena del hastío, la agitación inútil, el “delirio quieto” a la que nos somete un presente en el que somos “del tiempo amortajados”.
Sin desmedro de esa lectura plural, la poesía de Morales también es la versión personal de su aventura o desventura poética y vital, en la cual resuena la voz cansada, plácidamente furibunda, de un ciudadano del nuevo siglo enfrentado a sus propios demonios y a los demonios del mundo.