REVISTA “ARTES Y LETRAS”
EL MERCURIO
Domingo 6 de julio de 2008
Pensando en el lenguaje El español, hoy:
El lema que dará sustancia a los contenidos del congreso que se celebra en Chile, será "América en la lengua española". Ello quedará marcado por la preeminencia que tendrá la poesía chilena y continental en el encuentro.
Alfredo Matus Olivier
Director de la Academia Chilena de la Lengua
No puede haber momento más oportuno para la celebración de este V Congreso Internacional de la Lengua Española, en Valparaíso, en 2010. Reviso el programa y no puedo sino enorgullecerme de nosotros mismos, los chilenos. Enorgullecerme por haber traído a nuestras conmemoraciones del Bicentenario, por iniciativa de la Academia Chilena de la Lengua y con el apoyo decidido del Gobierno de Chile, este foro internacional. Las conferencias plenarias, las secciones, los paneles, las mesas redondas programadas constituyen un puñado de preguntas incitantes que convocan el entusiasmo, la creatividad, la investigación rigorosa. Hago sentidos votos porque este congreso tenga el más feliz de los éxitos y se proyecte hacia el futuro.No puede haber, en verdad, mejor momento en la historia reciente de nuestra lengua española. Nuestra entrañable lengua materna está en alza, se lo viene sosteniendo desde hace tiempo. Los datos hablan de la gran fuerza expansiva del español como lengua internacional. Tendrá un lugar central en un futuro próximo -que en nuestra ridícula medición del tiempo, a escala humana, es la nada misma- en el que se afianzarán unas pocas lenguas.Los datos indican que, hoy, el 96 % de la humanidad se comunica a través del 4 % de los idiomas. Dentro de este contexto, ¿cuál es el porvenir de nuestra lengua? ¿Llegará a ser también, como el inglés, una lengua de la ciencia y de las nuevas tecnologías? Cuestión de planificación y estrategia. Hoy comprobamos, para nuestra entrañable lengua materna, un gran número de hablantes, una extensa difusión territorial y un enorme poder expansivo. Cuestión política, que nos insta a que procuremos reforzar sus rasgos vigorosos, asumamos sus precariedades y enfrentemos sus riesgos y desafíos.
Vale la pena. Mal que mal, vivimos en lengua española, amamos en lengua española, fenecemos en lengua española. Nuestro bautizo se realizó por un acto en lengua española y nuestra defunción tendrá validez por un testimonio escrito en lengua española. Crecemos y nos amamantamos en lengua española, con la leche sagrada de las ubres maternas ("ubérrimas") y con las nutrientes del libro nuestro de cada día, en lengua española, sin el cual no nos constituiríamos en personas.
La unidad de las academias
Este es el contexto que nos enmarca, la situación actual de nuestro modo histórico de hablar, el que recibimos de los pechos y los labios de nuestra madre. Y es, asimismo, hora crucial en la historia de las academias de la lengua española. Movidas como están por un propósito de "unidad en la diversidad" y compromiso con la historia y los cambios. El principal propósito de las academias, según estatutos de la Real Academia Española, así lo expresa: "...velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico".Hora es esta en que, mancomunadamente, definimos los destinos de este poderoso mundo idiomático de lo por venir, sin exclusiones, construyendo entre todos ese futuro, y no -como antaño- desde la madrileña calle de Felipe IV, número 4, en lo que ha venido a llamarse "política panhispánica", en la que todos estamos empeñados y en cuya definición la Academia Chilena de la Lengua ha contribuido lealmente. Como se lee en un documento de la Asociación de Academias de la Lengua Española: "En los últimos años, la Real Academia Española y las veintiuna Academias de América y Filipinas que con ella integran la Asociación de Academias de la Lengua Española vienen desarrollando una política lingüística que implica la colaboración de todas ellas, en pie de igualdad y como ejercicio de una responsabilidad común, en las obras que sustentan y deben expresar la unidad de nuestro idioma en su rica variedad...Ciertamente, estos congresos de la lengua española no son de lingüística ni literatura, pero en ellos tienen lugar preponderante los lingüistas, los estudiosos de la literatura y, de un modo relevante, los escritores.
Un lema americanista
Estos magnos encuentros en torno de la lengua española se iniciaron en Zacatecas (1997). Este, el primero, tuvo como lema "La lengua y los medios de comunicación". El lema que dará sustancia a los contenidos del que celebraremos en Chile, por iniciativa de la Academia Chilena de la Lengua, tiene una orientación marcadamente americanista, "América en la lengua española". Ello quedará refrendado en la presentación oficial que hará la Presidenta de la República a la que acudirán todos los presidentes de las academias de la lengua española. No solo por esto se distinguirá la convocatoria chilena; además de su sello hispanoamericano, dentro del contexto del Bicentenario, quedará marcada por la preeminencia que tendrá en ella la poesía chilena e hispanoamericana, en un territorio que ha engendrado a dos galardonados con el Premio Nobel, a otros dos con el Premio Cervantes y ha sido llamado "país de poetas".
"América en la lengua española". No puedo olvidar las palabras de Carlos Fuentes, en su obra "El espejo enterrado": "Y la Malinche parió hablando esta nueva lengua que aprendió de Cortés, la lengua española, lengua de la rebelión y la esperanza, de la vida y la muerte, que había de convertirse en la liga más fuerte entre los descendientes de indios, europeos y negros en el hemisferio americano". Rememoro, asimismo, a Alejo Carpentier, en ese prólogo indispensable a "El reino de este mundo": "¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?". Y yo me pregunto si no es, acaso, el español americano, la lengua de esta crónica.
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