-Señor Juez, ¿quién acusa a Andrés Morales y de qué?
- La gente que arroja la piedra y esconde la mano gangrenada,
Los francotiradores de antifaces y salvas,
Las monjas concertacionistas,
Y algún Virrey venido a menos que se fue a España
Que dejó una carta de imputaciones,
Donde se le acusa de los vicios más execrables,
Incluida la zoofilia y la necrofilia.
- Señor juez, no hay nadie en este
tribunal,
Ni siquiera un testigo ni siquiera el
aseador del baño,
Así que Ud., en plenitud de sus
sentidos,
Tendrá que dictar la sentencia.
La contienda es desigual:
Sucede que un grupo de hipócritas de
mierda,
Señoras, señores, señoritas y señoritos
Que mueven los hilos de la academia
Lo condenan hasta por la muerte de JFK.
Yo no sé con qué máscara se atreven,
Porque
cara no tienen:
Se les cayó de gonorrea porcina
(sin querer ofender a mis amigos cerdos),
Y arrastran el culo como quiltros enfermos
(con todo respeto a mis amigos, los
quiltros).
¡Es
un crimen
Entonces escribir en la piedra
Y
hacerse pedazos las manos y el corazón,
Y
para soportar y seguir
Beber
un buen licor,
Tomar
unas píldoras ¡
Condéneme
entonces,
Porque
a mí se me acabaron las piedras,
Y
sobre la mierda escribo, la mierda
Que
me cae y me lanzan todos los días.
Porque
ese hombre que me enseño a escribir
No
es mi maestro ni mi amigo:
Es
mi padre.
Comparto
con él licor, las pastillas
Y
la amargura eterna.
Y
pronto estará a nuestro lado, si él quiere,
Nuestro
Dante
Con
su pedacito de piedra,
O
su pedacito de mierda.
Dicte
sentencia, Señor.
- No dictaré sentencia ni daré mi absolución,
Pues
aquí no hay falta,
Sólo
está el buen juicio de Andrés Morales,
Que
no hay buen juicio que aquél que no se pierde,
Que
no se siente perdido
Y
se recupera en la piedra.