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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

sábado, 24 de septiembre de 2016

"CINCO CRÍTICAS DE CINE" POR ANÍBAL RICCI




EL GRAN LEBOWSKI (1998)
Dirigida por Joel Coen

El guion de los hermanos Coen tiene una musicalidad exquisita, muy de acuerdo a la banda sonora, pero sobre todo emparentada con el temperamento de Dude (interpretación genial de Jeff Bridges). Si fuiste de los afortunados en verla en una sala de cine, te habrás dado cuenta de que la atmósfera de la película es tan relajada como su protagonista, de imágenes muy bien logradas, que hay que saber disfrutar al ritmo de un disco de 33 rpm. Los diálogos están llenos de estupideces que se deslizan en cámara lenta, recurso utilizado en la escena memorable en que Jesús Quintana (John Turturro) hace un largo ceremonial antes y después de su lanzamiento de bolo. La cinta es una sátira de la sociedad estadounidense, a la vez que esconde significados que se podrían catalogar de profundos. Cuando se observa a los jugadores concentrados en su propia línea, supone una simplificación de la vida en dicha sociedad. Cada uno ocupado de hacer lo que le compete, como si la existencia se resumiera a un simple juego, donde no es necesario inmiscuirse en la vida del que está al lado. Dude es un vago, desempleado, un tipo que lee la nota de rescate al ritmo de una tortuga y al que lo único que parece importarle es una mugrosa alfombra, para seguir descansando, y es que "el que nada hace, nada teme", sería la filosofía de Dude dicha en buen chileno. Si lo vemos de manera optimista, vale mucho dedicarse a pocas cosas (jugar bolos y beber rusos) para que seas prácticamente el dueño del mundo. Quizás suene mediocre, pero jugando bolos puedes progresar y los problemas se reducirán a hacer bien ese ejercicio. Cada vez que Dude sueña o queda aturdido, sus pensamientos elementales nos hacen regresar a la infancia. Podríamos decir que la vida del Dude es hasta más feliz que la del millonario que lo contrata para encontrar a su hija. Mención aparte para los otros dos personajes principales, cada uno en su propia línea (de vida o de juego), totalmente indiferente al discurso que puedan tener los otros. Walter (John Goodman) se cree judío y no hace nada los sábados, pero por sobre todo es un retardado mental que reduce y relaciona todo con la guerra de Vietnam, donde combatió y que lejos de traumarlo, le confirió una particular forma de ver las cosas, que se traduce en su verdad, conversando con Dude, pareciendo que jamás se pondrán de acuerdo en ningún aspecto. La escena que lo define en plenitud es cuando saca una pistola porque alguien ha vulnerado las sagradas reglas del bowling. Donny (Steve Buscemi) es un sujeto quitado de bulla, con un complejo de inferioridad a cuestas, que por lo general se incorpora en medio de las conversaciones, y al cual invariablemente hace callar Walter. Ninguno reacciona de acuerdo a lo que le dice el otro, una especie de analfabetos auditivos, que van por la vida completando diálogos verdaderamente absurdos, que sólo podrían tener cabida en la mente despreocupada de Dude. La escena de la funeraria y la posterior arrojada de cenizas al mar resumen la idiotez, pero también la profunda amistad que une a los amigos. A fin de cuentas, si te relajas, disfrutarás de esta vida como cualquier pecador.


HUACHO (2009)
Dirigida por Alejandro Fernández Almendras

El cine de este autor chileno es demoledor. Utiliza la cámara fija para narrar desde el silencio las vidas de una familia al margen de la modernidad, fuera del mundo de los malls y de cualquier lógica que los integre a la vida que aparece en televisión. Tres generaciones (abuelos, madre e hijo) que viven de lo que provee el campo los abuelos, dependienta la madre, y el hijo es el compañero pobre del colegio. Representan la progresiva alienación del campo chileno, que desnaturaliza y empobrece a sus miembros, todo vivido en el margen de la cultura que, en el caso del hijo, amante de los videojuegos, alcanza un grado patético. Las historias transcurren durante un día a oscuras, debido a que les han cortado la luz y todo vínculo con el mundo. Es el instante en que el abuelo cuenta sus historias a la familia, pero ninguno de sus integrantes tiene interés en lo que tenga que decir. Se constata una nula transferencia de sabiduría a las generaciones más jóvenes. El director utiliza un lenguaje visual cercano al documental, donde tiene muy claro los elementos repartidos en los cuatro puntos de vista. Utiliza una contemplación naturalista que avanza a una velocidad exasperante, pero que en el conjunto ensambla un inteligente discurso. El cine del colombiano César Augusto Acevedo (La Tierra y la Sombra; 2015) se mueve con esta misma parsimonia, sin embargo, sus imágenes son más poéticas, aunque ambos, el chileno y el colombiano, retratan una visión pesimista y aniquiladora del mundo rural.


UNDER THE SKIN (2013)
Dirigida por Jonathan Glazer

Película inglesa basada en la novela del holandés Michel Faber. Scarlett Johansson interpreta a una alienígena depredadora cuyo subconsciente obedece a instintos primarios de supervivencia. Conforme avanza la cinta, la obtención de pieles humanas para camuflaje deja de ser el único objetivo y, casi imperceptiblemente, la extra terrestre abriga un cierto estado de consciencia de lo que significa ser humano. El proceso de humanización le permite compenetrarse con la naturaleza y volverla vulnerable a los propios seres humanos. Lejos de ser sensiblera (un acierto notable) la alienígena se nos aparece, hacia el final, como un ser mucho más humano que el propio ser humano que, ante la incomprensión y el deseo mal sano, arremete contra el ser aparentemente más débil. Interesante film de ciencia ficción que profundiza en lo humano a través de una historia de extra terrestres.

DOGTOOTH (2009)
Dirigida por Yorgos Lanthimos

Película griega acerca del rol de la familia y la educación. Ofrece una visión distorsionada de la educación, negativa y descarnada, que se produce cuando los modelos de la familia actúan no con el objeto de transmitir conocimiento y permitir la evolución de la especie, sino bajo la premisa de negación de todo lo aprendido y sin el fin último de preparar a las futuras generaciones para aportar a la humanidad. En la cinta, el padre deja de lado el amor o la sabiduría (querer que los hijos tengan una vida mejor) y percibe la educación como un juego para mantener el control según sus propias creencias o aspiraciones, en aras de alejar a los hijos de los peligros que les causan temor a los progenitores. Para ello cuenta con la complicidad de la madre, resultando en hijos incapaces de adaptarse al mundo exterior, sujetos retrasados en cuestiones de convivencia debido a que los padres han subestimado las capacidades de adaptación de los hijos (acaso los consideran inferiores) bajo el pretexto de haber actuado como barrera ante los vicios de la sociedad. Persiste en el jefe de familia la idea de que comprende el funcionamiento de las virtudes y pecados del mundo, una especie de dios temeroso e ignorante. Film perturbador, tributario del cine de Pasolini (Saló o 120 días de Sodoma), Buñuel (El ángel exterminador), Ripstein (El castillo de la pureza), Haneke (La cinta blanca) y Kusturica (Underground).


2046 (2004)
Dirigida por Wong Kar-Wai

“Todos los recuerdos son rastros de lágrimas”, es el primero de los títulos intercalados por este cineasta hongkonés para dar cuenta del transcurso del tiempo. Recurre a imágenes vertiginosas para mostrarnos las conquistas del protagonista en infinidad de fiestas que parecen dilatarse bajo el influjo del alcohol. Este playboy se enamoró una vez de una mujer que huyó hacia un futuro que nuestro periodista decidió capturar en su novela “2046”. El número alude al número del cuarto de hotel donde la conoció, como también al año de la ficción futurista donde el escritor decide refugiarse viajando en un tren donde se reviven los recuerdos y nada cambia, un viaje que permite evitar el sufrimiento al lado de una mujer androide que no quiere guardar secretos, que no desea huir con él y que perpetúa aquel momento del rechazo de su amada. La trama de la novela es complicada y permite que el tiempo transcurra, que el protagonista confunda el amor con el placer, y que convierta su aflicción en una fuga literaria donde los personajes esconden los rasgos de las personas reales. La belleza de las imágenes de este viaje a ninguna parte conforma un escenario donde el tiempo se deforma y donde la estructura tradicional de tres actos es reemplazada por una mente que eterniza los recuerdos, de manera caótica, pero al ritmo de música, planos y encuadres que disfrazan la pesadilla. Es una historia de ciencia-ficción que permite al espectador viajar al futuro en búsqueda de recuerdos del pasado, verdadera paradoja que destruye cualquier idea romántica del mundo occidental.

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