La página de Andrés Morales (1962), poeta, ensayista y académico chileno, es un Blog de apuntes y escritos abierto a todos aquellos interesados en la literatura y, en especial, en la poesía. Contiene poemas, artículos, notas, comentarios, críticas, reseñas, fotografías y en general, todos los tópicos imaginables e inimaginables en torno a la poesía, el cine, la prosa y la literatura chilena, hispanoamericana, española y europea de todas las épocas y estilos.
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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."
José Saramago
José Saramago
martes, 27 de junio de 2017
viernes, 23 de junio de 2017
QUINTO POEMA DE "VARIACIONES SOBRE "LA PANTERA" DE RILKE POR ANDRÉS MORALES (CHILE)
V
“Algunas veces, se alza el telón
de sus párpados,
mudo. Una imagen viaja hacia
dentro…”
Un telón de campanas y de vientos.
Un quebranto de mirada de párpados ajenos.
El hombre que la observa
como
si fuera un triste Selk’nam.
Una fuerza que quisiera romper el mundo entero.
Un poema torpe, inútil, escarchado.
Unos ojos que sienten (como César Vallejo)
sus
huesos rotos y su corazón abandonado.
Un telón de campanas y de vientos.
(A Christián Formoso)
CUATRO POEMAS DEL EXCELENTE POETA CHILENO ISMAEL GAVILÁN
*
Conocer
perecer.
El soplo antiguo del cielo
con sus redes umbrías y rompientes:
la misma claridad
para el mismo vaticinio;
aves en la caverna de la luz
donde se calcina la mirada.
*
Sopla el aire la mirada a mediodía.
Su aleteo predice una playa distante,
su silencio, el oleaje vacío
que sube sofocante en la garganta.
Sopla entre piedras,
entre gotas que regresan de la orilla.
Abajo, el cielo diáfano se agita.
Acá, el poema se inscribe bajo aguas.
*
Piedra sobre piedra
un nombre es otro nombre:
una hoja desangrada
que escapa de su propio laberinto.
Piedra sobre piedra
la piedad siempre es otra:
una raíz quemada
por los ojos del océano.
*
Escribir
en el visible círculo del aire,
en la inminencia que presiente
el enrojecido soplo de las olas.
Escribir
sobre el rostro de la sombra,
en ese borde oscuro
que vuelve inaudible el cristal del eco.
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