La página de Andrés Morales (1962), poeta, ensayista y académico chileno, es un Blog de apuntes y escritos abierto a todos aquellos interesados en la literatura y, en especial, en la poesía. Contiene poemas, artículos, notas, comentarios, críticas, reseñas, fotografías y en general, todos los tópicos imaginables e inimaginables en torno a la poesía, el cine, la prosa y la literatura chilena, hispanoamericana, española y europea de todas las épocas y estilos.
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José Saramago
jueves, 27 de junio de 2024
miércoles, 26 de junio de 2024
martes, 25 de junio de 2024
"SECUOYA" NUEVO LIBRO DEL GRAN POETA CHILENO JULIO ESPINOSA GUERRA (PRE-TEXTOS, VALENCIA, 2024)
Casas en ruinas, hogares sin fuego, habitaciones con techos agujereados, suelos donde las canicas ruedan solas, muebles sin cajones, cabañas que son mansiones y mansiones frías, desoladas: Julio Espinosa Guerra ha escrito un libro donde se poetiza todo lo que queda cuando no queda nada. A través de ello, traza una cartografía de la necesidad, pero también de la persistencia, para reconstruir lo que aún sido, sigue siendo, pues solo desde ese lugar, desde el campo quemado, la semilla de la secuoya germina. Utilizando un lenguaje cotidiano, que levanta imágenes desasosegantes para habitar espacios que fueron reales, ahora inexistentes, Secuoya habla de lo efímero, pero, por sobre todo, de aquello que pervive más allá de lo que concluye y del horizonte por delante, que se descubre gracias a lo perdido, como un lenguaje que florece a partir de otro, que ha dejado de decir. Un libro donde el futuro es posible justamente porque antes se ha sobrevivido a la devastación y solo desde allí es posible renacer.
Secuoya
Cada casa que se levanta
lleva en su interior una demolición
No existe nuevo árbol
donde no habite
el germen de lo efímero
Llámese rascacielos o mediagua
Llámese hormigón armado o palito
Llámese secuoya
"EN EL MUDO CORAZÓN DEL BOSQUE" POR EL POETA CHILENO BERNARDO REYES
[…] ¿Por qué estoy en un lugar
que no me dice nada? […]
Seis años antes que se publicara póstumamente el magnífico libro En el mudo corazón del
bosque, una alta cumbre de la obra de Jorge Teillier, Eric Clapton creaba una balada
dedicada a su pequeño hijo, -Conor-, que tituló Tears in heaven.
El niño, en un accidente absurdo, había caído desde lo alto de un rascacielos en Nueva York.
Clapton se pregunta, en un imposible viaje a la inexistencia, si acaso su pequeño lo
reconocerá, si sabrá su nombre, si acaso lo tomará de la mano, allí, en ese cielo, en ese
espacio de la nada. En esa irreductible otredad.
[…] Y por qué surge dentro de mí una voz
que me habla en el sueño más profundo
y me despierta sin que pueda recordarla? […]
El poeta de Lautaro, fallecido en 1996, parece mirarnos desde las sombras, absorto en la
huella de aquel silencio, resaca de ola sobre la arena de la vida, presentida en toda su
poesía.
Cincuenta años antes, en 1935 y un año después del fallecimiento de Malva Marina, la única
hija de Neruda, se publica en España el conmovedor poema Enfermedades en mi casa:
[…] las raíces de un árbol sujetan una mano de niña,
las raíces de un árbol más grande que una mano de niña,
más grande que una mano del cielo,
y todo el año trabajan, cada día de luna
sube sangre de niña hacia las hojas manchadas por la luna […]
Esa materia oscura de la muerte, ese cielo que convoca a todos los evaporados de los días
para mutar en mantra de sueños que murmuran, ¿tiene residencia en alguna parte?
El primer evaporado de mis días fue un perro odiado, cuyo deceso fue incapaz de borrar la
sonrisa congelada de sus colmillos. Poco después, fue la tierna partida de una tía que dejó
un escalofrío de herencia.
Le siguió una abuela. Vino después el poeta, ya esperando en el andén al tren de la muerte.
La hermana del poeta, levantó las cejas en el entierro del otro hermano, aquél que cantaba
para erotizar ninfas transitorias.
Y luego el padre, la madre, el hijo asfixiado de cielo. La madre y el padre de la compañera
huérfana.
Huerfanías que fueron doblegando al musgo irremediable de lo difuso: la memoria
entendida como fábula, o como mito deformado en sonido gutural de los días.
Hoy me cuenta un amigo, que se apresta a escribir una biografía conjetural. Y me digo que
todo es conjetura, que nada es verdaderamente real.
Un día de pájaros perdidos, mientras la bruma decapitaba cerros, y todo sueño se
transmutaba en sueño, la luna extraviada de sí misma, intentaba en su miopía iluminar el
galope oscuro de las olas: me imagino que eso al menos deben haber visto mis amigos que
partieron emborrachados de ausencias por un océano de sombras. Palabras inconclusas,
inconexas, relámpagos de neuronas quemadas por el sol inverso del hastío.
Alguien toca la puerta: pero yo no vivo en esa casa y quien toca, tampoco existe.
Para Jorge Teillier en su cumpleaños
24 junio 2024
miércoles, 19 de junio de 2024
jueves, 6 de junio de 2024
martes, 4 de junio de 2024
lunes, 3 de junio de 2024
JAIME SILES PRESENTA EN VALENCIA SU LIBRO "COMERCIO INTERIOR" (VALENCIA, 4 DE JUNIO DE 2024)
El martes, día 4 de junio, a las 19:00 horas, se presentará
el libro titulado COMERCIO INTERIOR. Un viaje a través de la poesía
española e hispanoamericana (Contrabando, 2024), de Jaime Siles.
Acompañarán al autor: Juan Lagardera, Joan Carles Martí y
Manuel Turégano.
Tendrá lugar en el Fórum de la FNAC San Agustín, C/ Guillem
de Castro, 9 - Valencia.
A 90 AÑOS DE SU MUERTE: ALBERTO ROJAS GIMÉNEZ, EL POETA QUE VENCIÓ EL OLVIDO POR EL POETA CHILENO ERNESTO GONZÁLEZ DÁVILA
Alberto Rojas Giménez
no pasó inadvertido en la sociedad en que le tocó vivir. Su forma de ser lo
hizo destacar entre el grupo de poetas, artistas e intelectuales de los albores
del siglo pasado, cuando connotadas figuras se consolidaban u otras hacían sus
primeras armas. El compartió generación con Pablo Neruda, Julio Vicuña Cifuentes,
Romeo Murga, Victor Barberis, Armando Ulloa, Rubén Azócar, María Monvel, entre
muchos otros.
En varios de estos
poetas de la generación de 1920 hay un signo trágico, pues murieron muy jóvenes
y sin haber publicado ningún libro en vida.
Otros tuvieron una carrera larga y premiada, llegando incluso al Nobel. Entre ellos, Rojas Giménez aparece como un farol
que encendió la bohemia, la hizo suya y, finalmente, se consumió en ella,
confirmando el signo trágico que apagó la vida de sus compañeros de generación.
Parece haber un
consenso en que hay algo en Rojas Giménez que está más allá de su poesía; es su
estela, su aura, su pasión inmensa para convocar a su alrededor a diferentes
tipos de personas. Era sin dudas un
“guitarrero vestido de abejas”, que encontraba su lugar predilecto en la
bohemia de Santiago y no al lado de notarios oscuros u oficios insoportables
para un espíritu libre que prefería llevar una vida sin ataduras, sin
limitaciones impuestas de entrada. Lo
suyo era conversar, jugar, crear y acompañar cada velada con licor y tabaco,
quizás sin importarle más que un constante viaje hacia su propio final, que
llegó luego de una conversación de aquellas que le gustaban, pero que lo
encaminó hacia la muerte, lo que en definitiva dio sentido a su existencia.
Según las
semblanzas de sus amigos, él era una persona encantadora, gran conversador,
dotado de un carisma inigualable. Era
poeta, narrador, dibujante, cronista y sobre todo un viajero por convicción,
que consiguió llegar a donde quiso a punta de pasión y creatividad. Yo conocí
la poesía de Rojas Giménez de manera inesperada, en mi juventud, cuando
escribía mis primeros versos y buscaba referentes en la biblioteca de mi casa.
Descubrí el poema Carta Océano en una antología de poesía que mi madre me
regaló y desde ahí comencé a tener diferentes momentos en los que me fui
encontrando con este poeta hasta que se convirtió en el tema de mi tesis de
grado, hace ya muchos años.
Alberto Rojas
Giménez vivió una vida poética intensa o como dice el gran poeta Jorge
Teillier, como un outsider, que no encontraba espacio en una sociedad
burocrática y estructurada. Al leer las
crónicas de sus amigos o los textos que él mismo fue escribiendo durante su
vida, entendemos que él quiso ser aquello que fue, ni más ni menos, un poeta
que vivió a su modo y que devino en un mago, un amigo encantador, un provocador
dotado de una genialidad extraordinaria.
Sus poemas no
siguieron la ruta regular a la editorial, quizás su propia personalidad lo
hacía ser menos riguroso en tal sentido, lo que provocó que sus poemas se
fueran quedando en el camino, entre revistas, en los archivos de los amigos o en
un manojo de hojas mimeografiadas que se perdieron como si un otoño mezquino se
hubiera apoderado de ellas. No obstante, hay registros de sus poemas en
antologías o en esmerados trabajos como el de Oreste Plath, a quien tuve la
oportunidad de entrevistar muy fugazmente en la Biblioteca Nacional, cuando yo
era un joven estudiante. El publicó un libro recopilatorio, que da testimonio
de la obra de nuestro poeta: Alberto Rojas Jiménez Se Paseaba por el Alba
(1994).
Si bien es
cierto que su producción poética no alcanzó un gran volumen, también es un
hecho que el poema Carta Océano bastaría para que fuera incluido en todos los
florilegios de poesía de nuestro país.
Es un poema que nos entrega alusiones autobiográficas y a la vez nos
conecta con un profundo sentido poético asociado a la tristeza, la melancolía,
el viaje permanente de alguien que no encuentra un lugar en el mundo que le
tocó vivir. Asimismo, si nos adentramos
en sus otros textos poéticos y abordamos los distintos momentos de producción
de Rojas Giménez, pueden percibirse influencias o pesquisar algunas huellas
literarias del ambiente en el que estaba inserto. Por ejemplo, Jorge Teillier, ve en el Rojas
Giménez más joven una influencia de Francis Jammes. Asi también es posible revisar huellas que lo
conectan con los otros poetas de su generación y con Neruda más claramente, tal
vez influido por la amistad que los unía y por el aire poético de los días en
los que desarrollaron su obra.
A 90 años de su muerte, ocurrida un veinticinco de mayo de 1934, Rojas Giménez, el poeta que no publicó nunca un libro de poesía, sigue presente. A 90 años de su muerte, la lluvia lo recuerda, el mar lo recuerda, el aire, la noche, las calles de Chile lo recuerdan, porque en todas partes viene volando para siempre.