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VISIÓN DEL PADRE MUERTO
De nada aquel amor de sordas lilas,
de nada esa república difunta.
Estás sentado entonces, austeramente solo
y en otras vida piensas, fotografiado ayer.
El mar es traidor: es otro el mar que rompe.
Mejor abandonarse, abandonarse entero.
SIBILA ENLOQUECIDA
Maldigo la fragancia de las rosas
y el grito del cobarde en su delirio.
Maldigo, es un decir y casi cierto
a dos o tres antiguos que aún me lloran.
El odio es mi placer, mi dulce río
en donde veo el turbio azar del agua.
Nada me complace, ni aquel volcán herido.
Nada me acompaña. Maldigo mi esperanza.
ORÁCULO DEL ODIO
Muerde calaveras, engulle el pan marchito,
ronca en el desaire del ojo que te observa.
Quema el mar en llamas, al húmero quebrado,
enreda tu quietud. Ahora clama y llora.
Las parcas, las eneidas, las madres que reclaman
habrán de abrir tu lecho de piedras en la muerte.
Nada quede entonces en el fulgor, la ira,
águilas y cuervos o hienas por la noche:
Todo se derrumbe encima de tus sueños.
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