La página de Andrés Morales (1962), poeta, ensayista y académico chileno, es un Blog de apuntes y escritos abierto a todos aquellos interesados en la literatura y, en especial, en la poesía. Contiene poemas, artículos, notas, comentarios, críticas, reseñas, fotografías y en general, todos los tópicos imaginables e inimaginables en torno a la poesía, el cine, la prosa y la literatura chilena, hispanoamericana, española y europea de todas las épocas y estilos.
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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."
José Saramago
José Saramago
viernes, 27 de mayo de 2011
miércoles, 25 de mayo de 2011
POEMAS DE AGUSTÍN BENELLI (CHILE)
Agustín Benelli. Artista visual y poeta, con estudios en la Universidad de Concepción. Ha incursionado como dramaturgo y director de teatro: es además comunicador radial (Productor y conductor del programa Flashback, de radio Universidad de Concepción).
MIRA LAS BUENAS MANERAS
Tú Absalom
que escudriñas en la espina dorsal
el devenir de la materia
¿Qué revela la dentadura de los padres de la patria?
la interrogante de dos glúteos frente al mar
la angosta escala
que hiede a naranjo sobre el sepulcro.
Dolorosa y oscura tripa del mendigo
cuánta distancia hay entre los Hombres
la confusa exposición de labios
en la desazón de las horas más bellas de la tarde.
¡Nada perturba al deshuesado!
El apellido que suena como papel mojado
¡Ah! y no pienses que todo esta dicho
pues lo carnal adolece de certidumbre y sosiego.
¡Mira las buenas maneras!
de grandes y pequeños
son como murallas altas
que ocultan el mal humor de los perros
el ritmo cardiaco
que fluye a la inversa del sentido del reloj
el crepitar de la carne
sin anestesia
adentro
donde descuece.
PERRA HERMOSA
Ensimismada en una vorágine de emociones
en el inclemente insomnio de la carne
ella se levanta en busca
de la compañía de las bestias
del condominio vecino
y el Labrador
cual celador de sus días fértiles
la sigue y merodea su vulva
ávido de penetrar hasta el infinito
la carnalidad del unicornio
Perra flagelante
Perra hermosa
hocico rebosante
de cuchillos
locuaz al amanecer
taciturna cuando deja caer
en el césped
la tersa cascabel
y los perros
huelen su música de castañuelas
de pan cocido a fuego lento
Perra hermosa
Perra de la camada silvestre
ella vive en las provincias del sur
en el lomo lleva la marca de todos
los que la han amado por un instante
el brillo de su costado
la guía por valles de sombra
y ríe de sus orgasmos
a la vera del camino
Con entusiasmo traduce en pequeños símbolos
el significado mestizo
de la escritura monacal de su juventud
Perra hermosa
Perra citadina
el torso inclinado sobre el corazón
pulsa el inevitable
suspiro visceral de la esperma
que se agita con el pasar del rayo
y la sinuosa noche acurrucada bajo un árbol
espera el desplome del último aullido.
ENIGMA
La casa azul
con filigrana
borda en el jardín
un lirio sumergido
en la algarabía
de grillos
discutiendo
el porqué del enigma
la visión de un día
de sal y nubes
la mano del acróbata y su musa
que guardan en un farol
los últimos vestigios
de la luz.
Peces que se han cobijado
en una nuez
los pechos como imán
el anhelo
de arrastrar fuera del temporal
la belleza de las palabras.
Andariego
y estridente tranvía
sombrero de copa
en los durmientes del aire
relicario y baúles
choque inevitable
en la memoria del abuelo.
La persistencia
del sol y la luna
alumbra el movimiento
de los caballitos de mar
la corvina en la mesa
la burbuja
en el ojo libidinoso
del cangrejo.
En Nueva York
el publicista
ha creado
la imagen del deseo
el fruto prohibido
el nuevo dios
de los mortales
allí el encantador
de bestias
infunde respeto
con su camisa de figuras
domadas por el viento
aunque ignora
cuantos hombres
y mujeres
podrán despertar
en estos días
donde el despojo
retiene en su guarida
al gusano del pudridero
¿Cuánto ilumina
el rocío en una pluma
levantada como una cruz?
El dedo de un arcángel
o un copista
dibujó
en la arena
una piedra celeste
roca de los náufragos
el pasar
de las olas
el suave murmullo
de tu refugio cerca del mar.
PEQUEÑA
Pequeña desbordada de manantiales
si osamos quitar los aplausos
cuando el hueso emerja descarnadamente silencioso
¿Olvidaremos nuestras emociones?
No importa si es de mañana
o cae la última y enajenada pregunta
permitamos que la lámpara escape del eclipse
crucemos las manos en las raíces de nuestro oficio
invoquemos la caligrafía que calcina
el borrón y el trazo mal hecho.
El agua en los ventiladores solares
crispa el músculo
y mueve hasta el extremo de su fuerza
el delicado axioma que alimenta la vanidad de los mamíferos.
En la penumbra el remanente inmaculado de la luna
acrecentará el reverbero en la saliva del alacrán
y la vida continuará un poco más de tiempo
entre Tánatos y Eros.
NUBES DE PECES
En la ciudad hay un nuevo supermercado
no tiene garzas tampoco abedules
y allí nadie te puede hallar
y yo te busco por los caminos para tocar tu nariz
el que nunca ha visto
mariposas que enseñen los muslos en las catedrales
la exhibición de sus cuerpos vírgenes
en galerías atiborrada de espectadores
la capital lejana con el efecto fúnebre en el aire
el general que extendiendo las manos en el tórax
bajo grandes titulares en compañía de coleópteros
permanece impertérrito a la espera de que lo sepulten.
¿Quién cerrara la caja de Pandora?
Muchos han venido en busca de un refugio
y se doblegan en el regazo de misteriosos marsupiales
el hueco de impecable manufactura
la demanda de cariño que de súbito se agiganta.
¿Quién bruñe la caracola de tu oído?
Ayer te he observado recorrer las aguas de tu territorio
con la agilidad de los delfines
que hunden la frente en nubes de peces
y escuchan del otro lado las voces de los humanos
aquellos que esparcen la ceniza
que extingue el único fuego de amapolas
que va quedando en el jardín.
lunes, 23 de mayo de 2011
domingo, 22 de mayo de 2011
CUATRO POEMAS NUEVOS DEL LIBRO INÉDITO "ESCRITO" DE ANDRÉS MORALES (2011)
DE UN ASTRÓNOMO DE CÓRDOBA, AL ANDALÚS
(Siglo XI)
Los cuerpos lo presienten en su contorno frágil,
ningún jardín se acerca a su perfecta forma,
ni siquiera el agua seduce en su belleza.
La voz de las estrellas es una voz que rompe
toda arquitectura, toda humana obra.
La voz de las estrellas es la voz de Dios
que es como una fuente, un arco y una flecha
llegando al centro mismo de la verdad secreta.
Escrito en las estrellas, dirá el pobre sabio.
Escrito en su parábola, en su ritmo y en su cénit.
Escrito por el cielo, en el cielo, desde el cielo.
Escrito por Alá.
Descrito por Mahoma,
su Único Profeta.
El astrolabio roto, las cartas tan confusas,
el silabario torpe del que quiso enumerarlo:
nada ha de lograr el aprendiz de noches,
el testigo ciego de amaneceres rotos.
El hombre y su soberbia, el hombre, mudo y sordo.
Todo estaba escrito. Todo ya esta escrito.
Todo estará escrito, menos su final.
FRAGMENTO DE LA SENTENCIA ESCRITA POR UN JUEZ EN PARÍS EN 1461
“[…] Dicto esta sentencia de muerte por la horca, instrumento de la mano de la justicia ciega, por todos los delitos que cometió este hombre en plenas facultades y por su cruel arbitrio:
Habrá de andar camino recto hasta el cadalso, sin posible enmienda, ni arrepentimiento alguno.
Dicto esta sentencia para François Villon y obligo que mordaza impida su argumento. Que no lo escuche el vulgo, ni el cura ni el verdugo, que las palabras mueran en su garganta atada.
Sin posible prórroga ni apelación ninguna, dicto esta sentencia en París, Reino de Francia.”
Nota de un escribano en 1489:
La sentencia jamás fue ejecutada. Dícese de aquel François Villon que partió a Inglaterra (no existe tal certeza). Hace poco que circulan sus poemas publicados.
EPÍSTOLA DE CETEGO, CABEZA DEL SENADO, A SU HIJO EN ADOPCIÓN, CRASO, EN LAS VÍSPERAS DEL AÑO 547.
“Craso, hijo mío:
Todo está acabado. He resistido lo indecible en pos de mantener a Roma y a Italia libre de la anarquía y el desorden. Los bárbaros acabarán su labor colgando hasta el último perro en el Foro de Trajano.”
(Mientras tanto en Ostia Antigua
se equilibra grácilmente
el navío que lo llevará a Bizancio).
“El enemigo nunca estuvo fuera, en los muros o en las puertas de nuestra tan querida Roma. El enemigo estuvo dentro, está adentro y destruye las bases de sus columnas, las sombras de una forma de vida que nunca se repetirá. Nosotros fuimos, somos y seremos el enemigo: tú y yo, Cetego y Craso. Los cónsules ancianos que tiemblan con los pasos de cualquier legionario. La ruina del Tesoro y la Babel de dioses y sacerdotes huérfanos que leen y redactan las Sagradas Escrituras…”
(No hay gemido alguno.
No hay gentío que corra en tropel.
Sólo un silencio pesado,
hueco y pesado,
grave y pesado,
un silencio sin coro,
sin oráculos ni llantos.
Un silencio tan discreto
Que avergüenza a los patricios).
“He dejado a tu nombre los pocos bienes que, tal vez, tú sabrás administrar de las cenizas. Intenta que las hienas no rompan aún más lo fragmentos y los trozos de mármoles y sedas. Me despido de ti, con la amargura del veneno que no mata y que queda atravesado en la garganta. Con el dolor de la cosecha muerta. Con la terrible convicción del sabio resignado a su ignorancia. Quedo de ti siempre, como padre enternecido por tus ojos húmedos ante la inocencia de ese Mar Adriático. Ahora otros vendrán y tú, hijo mío, serás el único eslabón entre mi muerte presentida y la exhalación final de un mundo que ya ha muerto”.
Cetego, padre, ciudadano y Senador de Roma.
(En el horizonte se alzan
las velas del navío.
Ha partido el último.
No ha quedado nada).
UN ORÁCULO DE DELFOS
Pregunta el Sacerdote a la Sibila por orden de Alejandro, el Macedonio:
-¿Acabaré el trabajo por la paz de los reinos y ciudades y el rico porvenir que ellas merecen?
Responde el Sacerdote después de oír los gritos hondos: las guturales sílabas y el llanto entrecortado. Las interrumpidas risas. Los ojos entornados:
-El barco que te lleve
no tornará jamás.
Serás un nuevo Ulises
sin Ítaca, sin patria:
con una rica herencia,
con un legado oscuro.
El barco que te lleve
encallará en la cúspide
de un lejano Olimpo
de Dioses que poseen
las llaves de las puertas
de todas las ciudades.
El barco que te lleve
será tu propio cuerpo,
brioso, acalorado, por fiebres
consumido.
(A Patricio Morales)
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