El 17 de
octubre de este año se cumplirán 120 años del nacimiento de Pablo de Rokha, sin
duda uno de los grandes poetas del siglo XX en lengua castellana. Muchos
escritores y artistas han expresado admiración por su trabajo, entre ellos el
narrador chileno Carlos Droguett, el poeta español León Felipe y el muralista
mexicano David Alfaro Siqueiros. El poeta estadounidense Allan Ginsberg también
se interesó por la poesía de Pablo de Rokha, a quien conoció en su visita a
Chile en 1960. Pero como los juicios estéticos poseen mucho de subjetividad, el
poeta mantiene adherentes y detractores hasta el día de hoy.
Su obra comenzó a ser difundida recién –a las nuevas
generaciones- desde la última década del siglo XX gracias a algunas reediciones
de sus libros. Aún así, todavía existe mucho desconocimiento sobre su poesía,
incluso en los sectores académicos más reputados de nuestro país en el ámbito
de la literatura. Naím Nómez, en la introducción al libro El amigo
piedra (autobiografía del poeta), expresa que “Pablo de Rokha, no ha
sido motivo de una lectura acuciosa ni por los críticos ni por los lectores…”
(…) “Todo el mundo habla de oídas y aun a los especialistas literarios es
difícil sacarles un comentario sobre alguno de sus poemas más populares…”.
EL POETA ERRANTE
Pablo de Rokha (Licantén, 1894-Santiago, 1968) fue el
seudónimo de Carlos Ignacio Díaz Loyola, nacido en Licantén el 17 de octubre
del año 1894. Hijo de Ignacio Díaz Alvarado y Laura Loyola de Toledo. Cursó
estudios en la Escuela Pública N° 3 de Talca, ingresando luego al Seminario
Conciliar de aquella ciudad, del que sería expulsado por “hereje y ateo”. Sus
compañeros de estudio lo apodaban “El amigo piedra”. En Santiago terminó las
humanidades y dio su bachillerato en 1912, cursando estudios de derecho e
ingeniería que luego dejó. Publicó sus primeros poemas en revistas de la época
y se relacionó con el mundo literario y estudiantil. La comunidad literaria de
aquel tiempo estaba marcada por la bohemia y un romanticismo decadente,
cuestiones que De Rokha terminaría rechazando. En 1916 conoció a Luisa Anabalón
Sanderson (Winétt de Rokha), con la que se casó dando origen a una numerosa
familia de artistas, destacándose los pintores José y Lukó de Rokha y el poeta
Carlos de Rokha.
Políticamente sus primeras simpatías fueron con el
movimiento anarquista para luego pasar a las filas del comunismo, ideología que
mantuvo hasta el fin de sus días, esto a pesar de su ruptura con la cúpula del
Partido Comunista de Chile, lo cual significó que se automarginara de la
militancia en 1940. De Rokha fue un bolchevique de verdad, auténtico y
consecuente. En 1932 había sido candidato a diputado con un programa
anticapitalista y en 1937 llegó a ser presidente de Casa América, prestigiado
organismo cultural de los comunistas chilenos. También fue presidente del
Sindicato Profesional de Escritores de Chile, que organizó junto a Vicente
Huidobro.
Una de las características de Pablo de Rokha fue su
capacidad de sobrevivencia, su tesón para vencer las adversidades y mantener a
su numerosa familia (tuvo 9 hijos de los cuales 7 llegaron a edad adulta), lo
que realizó a la par con la escritura de su obra. Parte importante de la vida
del poeta estuvo apremiada por una situación económica precaria. Sobrevivía
vendiendo sus propios libros –y la revista Multitud- recorriendo
Chile de extremo a extremo. También vendía cuadros y escribía columnas en
diferentes diarios y en algunas revistas. Tras casarse con Winétt y deambular
por varios lugares, trabajando incluso como administrador de fundo, se afincó
en San Felipe donde creó la empresa Chile Agrícola, dedicada a publicar
monografías sobre fundos agrícolas y ganaderos con estadísticas y fotografías.
La empresa fue de corta existencia, pero dio al poeta momentos de holgura
económica. También fundó la revista Numen. Es en esta época cuando
conoce a Pablo Neruda, que le escribe desde el sur para ofrecer su colaboración
en la revista. Detalles de su relación y posterior quiebre con Neruda el poeta
los narra en su autobiografía El amigo piedra.
En 1931 comenzó a ejercer como profesor de Estética e
Historia del Arte en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. En
1933 fue candidato a decano, perdiendo por un voto. Posteriormente, fue acusado
de practicar en sus clases proselitismo político, perdiendo su puesto como
profesor. La mayor parte de su vida De Rokha y su familia vivieron en Santiago,
pero también se establecieron algunas temporadas en ciudades como Concepción y
Valparaíso.
Durante el gobierno del presidente Juan Antonio Ríos
(1942-1946) realizó un extenso viaje por el continente junto a su esposa
Winétt, visitando casi todos los países de América, incluido Estados Unidos,
gracias a un nombramiento como embajador cultural extendido por el mandatario.
En Estados Unidos realizó, junto a Winnét, una lectura en El Salón de los
Héroes de Washington. También en Estados Unidos dio a conocer su controvertido
ensayo Importación y exportación de imbéciles. Pocos años antes de
su muerte estuvo en China, Unión Soviética y Francia. En todos los lugares que
visitó fue recibido por las autoridades y personajes de la cultura, dictando
numerosas conferencias.
De Rokha se caracterizó por ser un eficaz polemista.
Legendarias y ácidas son las disputas literarias que sostuvo con Vicente
Huidobro y Pablo Neruda. A pesar de esto, con Huidobro siempre mantuvieron una
amistad, pero con Neruda jamás volvieron a hablarse.
Su esposa Winétt falleció en 1951 y el poeta nunca
pudo superar aquella pérdida. Posteriormente fallecieron en trágicas
circunstancias sus hijos Carlos y Pablo. En 1965 fue reconocido con el Premio
Nacional de Literatura, el que le había sido negado constantemente debido,
entre otras cosas, a las intrigas del critico literario Alone y Pablo Neruda.
El 10 de septiembre de 1968, cuando se acercaba a los 74 años de edad, se
suicidó en su casa de la comuna de La Reina. Fue velado en la Universidad de
Chile y en su funeral una de las personas que cargó su ataúd fue Salvador
Allende, que mantenía amistad y admiración por el poeta. Sus restos descansan
en una modesta tumba en el Cementerio General de Santiago junto a los de su
esposa Winnét.
LA OBRA DEL POETA
En 1922 autoeditó su libro Los Gemidos,
obra vanguardista y original dentro de la literatura castellana del siglo XX.
Otras obras fundamentales en su larga bibliografía, que abarca más de una
cuarentena de títulos son:
U (1927); Cosmogonía (1927); Satanás (1927); Suramérica (1927); Escritura
de Raimundo Contreras (1929); Jesucristo (1933); Gran
temperatura (1937); Moisés (1937); Epopeya de
las comidas y las bebidas de Chile(1949); Morfología del espanto (1942); Idioma
del mundo (1958); Genio del pueblo (1960); Acero
de invierno (1961); Estilo de masas (1965) y Mundo
a mundo (1966). Sus libros –salvo contadísimas excepciones- fueron
autoeditados y su obra fue constantemente marginada por la crítica. También
escribió ensayos y numerosos artículos de opinión en la revista Multitud,
fundada en 1939 y de la cual fue su creador y director hasta su muerte. El lema
de la revista versaba: “Revista del pueblo y la alta cultura”. Entre sus libros
de ensayo destacan Heroísmo sin alegría (1926);
Interpretación dialéctica de América; Los cinco estilos del pacífico - Chile,
Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia (1948) y Arenga sobre el arte (1949).
Existen dos antologías importantes editadas por el
propio autor. La primera se titula Antología 1916-1953, y fue
publicada en 1954 por Editorial Multitud; la segunda es una antología póstuma
preparada por el autor poco antes de su muerte y publicada por Editorial
Nascimento en 1969. Originalmente esta antología se iba a titular Antología
Rokhiana, pero al fallecer el poeta el editor consideró más apropiado
titularla con el nombre de Mis grandes poemas. En Chile editoriales como
Cuarto Propio, LOM, Das Kapital y UDP han reeditado algunos de sus libros. En
cuanto al rescate de la obra rokhiana hay que destacar el trabajo realizado por
el profesor y poeta Naím Nómez, que se ha preocupado de estudiar y difundir la
obra de Pablo de Rokha. En China, Cuba y España se han publicado textos y
antologías del poeta. Póstumamente se publicó su autobiografía El amigo
piedra (Pehuén Editores, 1989) , que abarca desde su niñez hasta
aproximadamente 1946. Las primeras ediciones de sus libros, cuyos formatos son
bastante originales y hasta curiosos, están prácticamente desaparecidas y se
transan a precios de coleccionistas.
SU PROYECTO POÉTICO
Para entender la poesía de Pablo de Rokha es
fundamental hacerlo considerando sus posturas políticas. La política juega un
papel determinante en la obra rokhiana en cuanto a contenido y expresión. De
Rokha debe ser el poeta más político de Latinoamérica –y a lo mejor del mundo-.
En el imaginario del poeta prima de manera fundamental su adhesión al
materialismo dialéctico y al ateísmo como herramientas filosóficas para
comprender el mundo y combatir a la sociedad capitalista, cuya razón de ser es
la explotación del hombre por el hombre y la acumulación de dinero. De hecho,
él mismo definió su proyecto literario y estético como La gran épica
social de América, a través de la cual buscaba crear conciencia social.
Para él el arte y la literatura debían tener, como objetivo, una orientación y
finalidad social. Esto sin desconocer ni despreocuparse de lo netamente
literario o de temas como el amor, la muerte o la naturaleza. Al abordar
aquellos De Rokha escribió varios de sus mejores poemas.
De Rokha fue un poeta épico, dionisíaco, social,
combativo, consecuente con su manera de entender el mundo. No concebía “el arte
por el arte” y lo expresó muchas veces en sus poemas. Otro aspecto en su
trabajo poético es la influencia que ejercieron en él sus lecturas bíblicas y
de los clásicos griegos. También autores como Dante, Rabelais, Nietzsche y
Whitman influyeron, de diversas maneras, en su formación como escritor. Pero el
estilo que logró es único, fundador de una cosmovisión chileno-popular sin
parangón.
Los personajes que dan vida a sus poemas son
innumerables, reuniendo en ellos lo trágico, la comedia, la épica y la lírica
de una manera que ningún otro poeta lo ha hecho. Libros como Genio del
pueblo o Idioma del mundo dan cuenta de esto. Lo
mismo algunos de sus poemas más extensos como “Oceanía de Valparaíso”, “Tonada
a la posada de don Lucho Contardo” o “Canto del macho anciano”. Y qué decir del
poema “La ciudad”, incluido en el libro Los gemidos. Un poema de
absoluta actualidad a pesar de haber sido publicado en 1922.
En este libro vale la pena detenerse un momento.
Cuando se publicó Los gemidos la crítica lo destrozó. Pero
hubo una excepción: un joven llamado Pablo Neruda, que en diciembre de 1922
escribió en la revista Claridad, de la Fech: “Un impulso hacia la
raíz trascendente del hecho, una mirada que escarba y agujerea en el esqueleto
de la vida y un lenguaje de humano, de hijo de mujer, un lenguaje exacerbado,
casi siempre sabio, de hombre que grita, que gime, que aúlla, ésa es la
superficie de Los Gemidos. Más adentro, libres ya de las palabras,
de los alaridos y de las blasfemias, sentimos al amador de la vida y de las
vidas, azotado por la furia del tiempo, por los límites de las cosas, corroído
hasta la médula por la voluntad de querer y por la terrible tristeza de
conocer. ¿Continuador del coro trágico? Tal vez. Lejos de la ataraxia de los
socráticos, Pablo de Rokha trasluce su sentido de la vida, en una agitación
discontinua, que se paraleliza a la de los cantores de Dionysos. Canta a
Prometeo, griego de nacimiento, cuando desata su imprecación al católico
Satanás. Y su libro entero, es un solo canto, canto de vendaval en marcha que
hace caminar con él a las flores y a los excrementos, en una desigual caminata
hacia un desconocido Nadir”.
VISIÓN ESTÉTICA-IDEOLÓGICA DE LA
POESÍA
En Obras inéditas (LOM Ediciones,
1999), libro póstumo, existen dos definiciones que vienen a confirmar su
planteamiento ideológico y estético respecto a la poesía, los cuales resaltamos
al comentar aquellos textos inéditos en estas mismas páginas (Ver PF N° 466, 10
de marzo de 2000) y que hoy nos parece pertinente evocar en parte: Dice De
Rokha: “la imaginación creadora no va de lo subjetivo a lo objetivo (idealismo)
sino de lo objetivo a lo subjetivo (materialismo), y retorna a lo objetivo,
como una realidad nueva, estremecida de autonomía”. La segunda definición se
refiere a que “se escribe desde adentro del pueblo, como pueblo...,” (...) “el
arte por el arte es una mistificación turbia del idealismo estético...”. Estos
argumentos son básicos en el desarrollo de la poética de Pablo de Rokha, pues
jamás transó estos valores.
De Rokha toma como base de su argumento el desarrollo
de la leyenda, a la que define como “la intuición poética de los pueblos”, que
es la que crea la leyenda, es decir, la “interpretación artística de la
realidad” a fin de reemplazar la “interpretación científica de la realidad”, ya
que se la impide (al pueblo) la clase explotadora. Es en el fondo la manera de
superar la enajenación por parte del pueblo, sublimando la realidad, no
evadiéndola. En palabras de De Rokha “la re-crea, la supera con ella adentro”,
engendrando lo “mítico-legendario”. También explica que: “todo lo artístico es
político, pero los grandes artistas son líderes artísticos, no líderes
políticos; precisamente porque todo lo artístico es político, pero es político
porque es artístico, no es artístico porque es político”.
RECEPCIÓN DE SU OBRA
Un asunto que influyó en la poca difusión de sus
libros, desde la publicación de Los gemidos, fue la mala crítica
que recibió su trabajo poético, que a la vista de los hechos estuvo saturada de
juicios arbitrarios, antojadizos y prejuiciosos. Sus principales críticos
fueron columnistas representantes del “canon literario” de su época,
atrincherados en diarios conservadores de distribución nacional. Por lo tanto,
su crítica social, honesta y frontal, no era aceptada, y menos si se atrevía a
expresarla a través de la poesía, agregando además un fuerte componente
ideológico marxista. Esa fue una cuestión central para vilipendiarlo. Por otro
lado, no se comprendió la forma de su poesía, su estilo desigual a todo lo
conocido, que si bien podía no ser compartido por críticos y académicos,
evidencia el talento del poeta.
Lo político y épico jamás privó de magníficas imágenes
y metáforas líricas a la poesía de Pablo de Rokha. Hoy la voz del poeta
pareciera retornar con más fuerza y autenticidad que nunca, venciendo el paso
del tiempo. Y a pesar de lo dificultoso que pudiera parecer su torrente
lingüístico y epopéyico, la belleza de sus paisajes, caracterizaciones humanas
y reflexiones desde lo filosófico-popular, está cerca de las nuevas
generaciones de lectores como un “poeta-guerrillero” que logró complementar la
belleza del lenguaje con la majestad de la consecuencia política y social.
Publicado en revista Punto Final Nº
801, abril 04/2014
Rebelión ha publicado este artículo
con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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