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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 25 de julio de 2010

DOS POEMAS DE BÁRBARA DÉLANO (CHILE, 1961 - 1996)





MARGARITA LA TIBURONERA


A Luis Enrique Délano,
Capitán de altura


Tomé a estribor
miré a mi viejo capitán
y no pude contener las lágrimas
El mar se agitaba como nunca esa tarde
y yo no podía detenerme


Me hice algunas preguntas
sobre la dirección del viento
era necesario balancear el stand by


El buque era
una pequeña lámpara
azotada en el Pacífico y
la lluvia el dolor y nosotros
cantando en la cubierta


“Margarita la tiburonera
se hará a la mar
Habrá tormenta y
ella de todos modos zarpará”


El viejo capitán miraba a sotavento
verde perico en el hombro
pipa en la mano gruesa
era un verdadero pirata


“¿Dónde tomaremos el Martini esta noche?


En el horizonte
la luna negra se desborda
Algas pieles brillantes y
chillidos en sordina
cruzan la oscuridad


Es tarde y estamos felices
el viento golpea nuestras mejillas
“¿Cantan las sirenas en la noche?
¿Rugen bajo las estrellas
los leones de mar
de amor de nostalgia?


Preparamos el arpón sobre la cubierta


Una colina aterciopelada
y rayos amarillos
pequeños filamentos
atraviesan el océano


Vamos rumbo a las costas de Oaxaca
mi capitán y yo
la guerrera del mar


Aves surcan el cielo y nos hemos quedado en silencio


Ruge el motor
¿somos nosotros o
es el peso del tiburón que avanza?


Bajo el agua tibia
una gran sombra y
la sangre jaspeando el agua


Capitán soy tu diosa y
tú eres mi héroe
Así navegaremos de ahora
para siempre
con las ropas manchadas y
la vista fija


Volví la cabeza tenues fulgores
me inundaron de peces brillantes


La oscuridad del agua me penetró
solo los peces relumbraban en la oscuridad


Las velas desplegadas giraban hacia Mazatlán


Allá nos detuvimos
en las grandes avenidas salobres
a sorber nieves de limón y guanábana
“¿Escuchas?”
(Los portones de la selva
se abrían frente a nosotros
y las Marías nos gritaban
algo que no pudimos entender)
¿Dónde está el pasado ahora?


(Recordé aquella tarde en Lanco
la lluvia golpeaba los latones
clinc clonc
mientras los muchachos
se masturban en el cuarto a media luz)


Vientre liso y torso desnudo
sobre la ribera las chicas
agitan sus pañuelos


“Volverán volverán cantan
que el mar se agite
que los borrachos se emborrachen
que el dolor pase porque
nunca volveremos a ser los mismos”


La brújula señalaba al Destino y
el peligro crecía en medio de la noche
¿Zarparemos?


¡A levar anclas mulatos!
y escuché el estruendo de botellas destapándose


“Llora llora dulce Margarita
en la cubierta el mástil te espera
verás desde allí las blancas playas
y tú y yo de la mano
entonaremos antiguos cantos”


No tenía miedo


El capitán y yo
gruesas manos pies anchos
estábamos decididos
boca seca y amarga


La tripulación vacilaba y
golpeaba los tambores


Oh mar encendido
Olas llameantes y tantos deseos de no morir
Oigo tu voz susurrándole a los dioses
no hay dolor en tu corazón


¿Dónde anclaremos?


¿Dónde está la otra orilla?
¡Oh dulce capitán!
No llegaremos nunca a puerto
Bajo la noche respiramos como niños


Esta aventura es incomparable



 

O’HIGGINS


Para el doctor Walter


Odio tener que hablar de O’Higgins
como el padre de la patria
porque sé que no es padre de nada
porque no sé si mi patria tiene padres
porque patria es un nombre feo
En cambio me gusta la palabra pueblo
porque es ancha ancha y ruidosa


Al doblar la esquina
me asaltan los perros tras las rejas
mientras pienso en qué diré sobre un muerto


Odio tu vieja cara inmóvil O’Higgins
detesto el horario que me imponen
cuando solo quiero escribir
y salir a la calle
con mis caballos rojos
quemándose por dentro


Acuso a las construcciones
a las fortalezas
que se levantan en mis pesadillas
desde donde asoman rostros obscuros
manuales textos
desde donde cuelgan
tus retratos tricolores


Odio la sala de clases donde babean eunucos
Vanagloriando incluso tus derrotas
Odio las viejas ideas sobre estandartes
y monumentos
porque los monumentos deben hacerse
a la hora del desayuno
quizás a la de almuerzo
porque los monumentos se hacen
sin discursos y no se exhiben en las plazas


Odio al que pasa por alto
se hace el que no sabe
que también fuiste hijo natural


Odio el odio que te tengo
abuelo Bernardo
por culpa de ellos
y aunque te tienen adornando las oficinas
públicas
yo creo en el parque que lleva tu nombre
y creo en la micro del recorrido O’Higgins 2 A
con gente colgando
por las tristes calles de Santiago

 

Bárbara Délano nació en Santiago de Chile, en 1961, cuando sus padres, Poli Délano y María Luisa Azócar, regresaban de una permanencia de dos años en la República Popular China. Tras una infancia que la llevó a viajar por países de Europa y África, así como por muchas regiones de México, estudió Licenciatura en Literatura en la Universidad de Chile y posteriormente se tituló de socióloga en la Universidad Autónoma de México. Inclinada desde niña hacia la poesía, publicó su primer poemario México-Santiago cuando tenía diecisiete años, ilustrado por grabados del pintor mexicano Marcos Limenes. En 1984 la editorial canadiense Les editions d´Orphéee editó (en versión bilingüe español-francés) su segundo libro, El rumor de la niebla. En 1993 (en coautoría con Rosalba Todaro) apareció su investigación sociológica Asedio sexual en el trabajo, en edición del Centro de Estudios de la Mujer. En 1996, mientras se desempañaba como directora de publicaciones de la procuraduría Agraria de México, volando a Santiago a pasar vacaciones, falleció en un accidente aéreo frente a las costas de Lima. Su libro póstumo es Playas de fuego (1997). Cuadernos de Bárbara (2006), editado a diez años de su muerte, es una recopilación de toda la poesía que escribió la autora durante su vida. Este libro contiene los escritos México–Santiago del año 1979; así como también el trabajo El rumor de la niebla; editado en Canadá en versión bilingüe y Playas de Fuego; a partir de un manuscrito que fue hallado entre su papeles luego de su muerte y que luego es publicado en nueva edición, además de una gran cantidad de material inédito recopilado y ordenado por su madre María Luisa Azócar.

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