Ha muerto uno de mis grandes maestros, Gonzalo Rojas. No lo olvidaré jamás: las conversaciones en su casa en Chillán, en mi departamento del "ensanche" de Barcelona, en la pequeña casita que tuve como estudio en la calle Miguel Claro, en Providencia, en Santiago de Chile, en congresos por España, Estados Unidos y Chile. Horas y horas de diálogo extraordinario. Noches enteras donde hablamos, leímos, discutimos y donde aprendí del oficio de la poesía más que en mil talleres literarios...
Dos días de "Duelo Nacional" ha decretado el gobierno: Yo decreto "Cien años de Silencio". Caminemos por las calles de Valparaíso de su Miseria del Hombre, respiremos la rosa de Contra la muerte. Que el relámpago nos quiebre, nos parta, nos haga enmudecer. Sólo esas Vocales para Hilda, su gran compañera que siempre lo esperó, tendrán la amorosa tarea de hablar por sí mismas.
Transcribo un poema que escribí hace veinte años y que dediqué a Gonzalo en ese instante: al instante: por esos instantes, en agradecimiento a su prólogo ("Vaticinio") que el escribiera para mi joven libro Soliloquio de Fuego en 1984:
Oráculo
-No hay azar más claro que el iris de mi ojo,
pregunten a los hijos que van llorando tierra,
deténganse en el mar a respirar su vuelo
si el sol es transparente y gime y no aparece.
La adivina cierra sus ojos y crepitan
los dientes y su lengua, malhumorada, seca.
-La rueda vuelve siempre al centro de su cielo
y todo se detiene y habla y permanece.
-Desnuda en el desván irá tejiendo siempre,
tal vez nunca regrese su amante de la guerra
y bailarán los años y sin reconocer
los trozos de metal, la columnata, el mar.
-Después veo silencio y un grito despiadado.
La sangre descubrió su propio peso hueco.
Más allá un incendio y el caballo cónsul
y mártires que huelen a gloria antojadiza.
...Hay nubes en mis cejas y peces,
hay planetas...
Puedo ver la huella cómo se desfigura y cae.
La luna se avecina, el ángel se avecina.
Dos mil campanas hieren, se clavan en mi oído
y Jericó se rinde y el águila perece
mientras el toro huye detrás de los leones.
Penúltimas noticias, los heraldos corren:
Ha caído Roma, Tenochtitlán, el Cuzco.
-Otra vez el llanto recorre mis anillos.
-La policía aguarda detrás de las murallas,
no hay escapatoria, me arrastran con azufre,
me fuerzan, me condenan, me besan en la cara.
-¡Alejen los espejos, aviven ese fuego!
-El hambre me conmueve y siento como vuelan
los cuervos en mi boca, enloquecidos míos.
-¡Por qué jamás anuncio lo que se escribe ayer!
...Hay nubes en mis manos,
recuerdo sólo el mar...
(A Gonzalo Rojas)
BARCELONA, 1987
SANTIAGO DE CHILE, 1989
SANTIAGO DE CHILE, 1993
4 comentarios:
¿Por qué los mejores siempre se van antes?
¿Tal vez porque quieren hacer un hueco a los que vienen detrás?
Qué silencio... qué inmenso silencio después de Rojas.
Antoni Clapés
(Barcelona)
Con gran dolor le digo hasta pronto, a otro grande entre los grandes! Este silencio en que nos deja, será eterno.
Q.E.P.D. Maestro de las letras.
¿Quién dijo que a muerto? ¿Quién dijo que habrá silencio? ¿Acaso no es la voz, la voz y el verso, el alma del poeta? Los grandes poetas no mueren...
"Los verdaderos poetas son derrepente, nacen y desnacen en cuatro lineas..."
Gonzalo Rojas.
Es maravilloso que hayas
conocido e intimado con nuestro gran poeta Gonzalo Rojas,
Un saludo y felicitaciones por el bello poema en homenaje a su memoria,
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