Soy el hábil mayordomo de mí mismo.
Cientos, miles y millones de objetos
son acariciados por mis manos,
aunque nunca nada es mío,
aunque, en ese instante mínimo,
yo sea el dueño:
de la nada, de la nada,
un cruel guarismo o la hipoteca de mis huesos,
esta calavera ya marchita
que administra los vacíos y el silencio.
1 comentario:
Tu poesía Andrés, es impresionante nace desde tu centro y a través de las palabras, de regreso nos arrastras con esa intensidad a ese fondo mismo, mostrándonos tu alma.
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