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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 26 de julio de 2015

PRESENTACIÓN DE SU LIBRO “EN EL SUR” POR EL ESCRITOR ESPAÑOL EDUARDO DELGADO





Buenas tardes a todos:

En primer lugar quisiera agradecer a la Editorial Mundi Book Ediciones las
facilidades que ha puesto para la publicación de este libro, especialmente a la editora
Ana Cuesta, que tuvo la gentileza de leer el primer capítulo del libro y obsequiarme
con sus elogios. En segundo lugar quiero agradecer a Ángel Jiménez su apoyo y
respaldo para poder realizar esta primera edición de mi obra. Sin su empeño para que
publicase, nada se hubiera realizado. Igualmente quisiera agradecer a los miembros
de mi familia y, a mis hermanas y, especialmente a Ángeles y Nieves aquí presentes,
el respaldo que siempre me han prestado para que esta ilusión pudiera convertirse en
realidad y se viera cumplida una expectativa largamente esperada. Así mismo,
agradezco a todos los amigos la estima en que han tenido siempre mis escritos
porque, sin ellos, tampoco me hubiese decidido a publicar.

En el Sur: un título con connotaciones reales y mágicas. El sur implica estío, fiesta,
incongruencia, desesperación, intensidad, abotargamiento y en el sur es donde la
historia se sitúa y donde los personajes hacen acopio de su propia realidad de ser. En
el Sur el drama se encuentra consigo mismo, se hunde y resurge como si nada de lo
acontecido hubiese pasado. Este sur no es otro que Sevilla y sus alrededores, que se
desplazan por el Guadalquivir sin más fronteras que las de la mente.
En cuanto al género literario, se supone que tendría que ser una novela y, no una
nivola unamuniana, ni un diario republicano salido de las manos de Azaña, ni un
ensayo filosófico que siguiera los pasos de Nietzsche o de Schopenhauer, aunque
mucho tenga de Zubiri y de algún que otro estoico y cínico, ni se trata de
descripciones paisajísticas del tipo de Camus, ni una realidad mágica contrapuesta a
un Macondo, siempre cansino y desesperado. Tampoco es una teoría artística, ni la
suma de tradiciones literarias, aunque mucho de ello se encuentre. Ni por ser, es
crítica musical, porque al fin y al cabo, la narración exige la presencia de todos ellos
y a todos ellos les debe el reconocimiento aportado por la tradición.

La historia ha querido ser ficticia y real a la vez. Ficticia porque ha de ser construida
de nuevo, palabra a palabra, sentimiento a sentimiento, pudiendo quitar y poner el
autor según su antojo. Real porque expone lo que se da en un lugar y un tiempo y,
aunque participen en ella algunos personajes, se corresponde con las experiencias de
las cuales todos sabemos y en la que nos vemos reflejados de una manera u otra. Por
ello es universal y particular y, por eso también, es plenamente contradictoria, dando
a lo real un valor simbólico y a lo simbólico un valor real y, no es mero juego de
palabras, aunque en nuestro relato el culteranismo-conceptismo lo usamos
reiteradamente.

Si el tema es el amor o el desamor, el consuelo y el desconsuelo, el orgullo y la
humillación, las bajas pasiones y el universo de los principios, el misticismo o la
procacidad, la monotonía o el placer de los sentidos, lo dejo a vuestro libre albedrío.
Sí, hay un hilo argumental que se mezcla con otros mil, confundiéndose y
confundiéndolo todo. Las digresiones son un factor importante a tener en cuenta
porque obedecen a la propia idiosincrasia de la obra, ya que es así como suele
funcionar la vida en un discurso. No se trata de narrar una historia, sino contemplar
en compulsión cientos de ellas, para rendir homenaje, no sólo a la memoria personal,
sino a la cultura diversa y aparatosa a la que estamos ligados y que en sí, ya es
suficiente recompensa.

El estilo pasa de un barroco obsesionado, contradictorio, conceptista en la forma y en
el fondo, a otro ligero y coloquial, tal vez cansino, reiterado y repetitivo, pero así la
ficción se transforma en realidad y así me he propuesto escudriñarla. El diálogo con
el lector está presente como una señal más de la literatura, porque la propia literatura
es una conversación con el otro, ocupe el lugar que ocupe. Así, como obligaban los
clásicos, al lector se acude para llamarlo por su nombre, aunque solo sea con una
referencia concisa, con pronombres y adjetivos. Quizá esta manera, un tanto barroca,
nos sirva para volcar la literatura en la vida de cada cual, convirtiendo por un
momento una página de la novela en la vida del lector y a la literatura en realidad
existencial. Y, si después del llamamiento, le describes lo intrínseco de la realidad,
aquello que es y no es al mismo tiempo, le mantienes la desazón con la que comenzó
a leer la obra, le despiertas la curiosidad para seguir comprendiendo el transcurso de
las cosas, de los acontecimientos y transformas una historia general en episodios
cotidianos de la vida misma, algo ya has conseguido pues, más que contar o narrar,
quiero convertir la literatura en una realidad por sí misma, que deja lo secundario de
las cosas de lado preocupándose por un sentimiento más profundo, indeleble e
inequívoco, que a todos nos lleva al hundimiento y a todos nos incorpora de nuevo
con su astucia. Por eso, la literatura es el lugar ideal para captar y describir, no las
formas, ni las cosas, sino la esencia misma de la vida.

En cuanto al tiempo, la sucesión de días y meses posee un carácter cíclico, de
devenir. Todo puede cambiar en un día y en una hora. Si la realidad no cambia acude
la ficción a rescatarla. Esta argucia permite mezclar los tiempos y las secuencias y, al
pasado le sigue el presente que, ha dejado de ser presente en un instante para
convertirse en pasado, sea cercano o lejano y, cuando vuelve a ser presente para
volcarse hacia el futuro, ya no sabe si el porvenir es presente, futuro o pasado pues,
por mucho que concibamos el tiempo de forma cíclica, es más una espiral que se
retuerce sobre sí misma ahuyentando cualquier concepción lógica, aunque frente a la
pantalla del ordenador siempre haya motivos para la esperanza.
Los personajes siempre son modelados siguiendo los contornos de la realidad
próxima, como si los hubiese estado buscando por la calle para meterlos dentro de la
literatura, como hizo tantas veces Caravaggio para componer sus obras. Son
particulares y universales al mismo tiempo. Se perfilan como ellos mismos quieren y
esa forma de ser es la que traigo a colación. El personaje principal habla en primera
persona y se deja llevar por su antagonista al que quiere convertir en principal. El
resto de los personajes asumen papeles preponderantes en circunstancias
determinadas. Despiertan simpatías o recelos según el carácter que muestren en cada
momento. Coléricos, flemáticos, racionales, dubitativos, hipócritas, irresolutos,
envidiosos, paranoicos...Un amplio espectro del carácter humano. Si no es una
autobiografía ¿qué lugar ocupa el autor? Y si lo es ¿cuál?. Podríamos argumentar que
todos los personajes son el autor, hasta el narrador en primera persona, que al igual
que el resto de los personajes son, todos y cada uno, imagen y semejanza del autor.
A veces se desespera y deja de contar con ellos. Ora los mata, ora los abandona al
final de cualquier historia destartalada. Algunas veces el rechazo se convierte en una
anécdota pasajera y los vuelve a retomar como si de un creador todopoderoso se
tratase. Otras veces quiere convertir a los autores citados en verdaderos personajes de
la obra pero, el elenco es tan grande que las miríadas saldrían despavoridas para
introducirse en el sueño de un bibliotecario de Alejandría o en las páginas del Aleph
de Borges.

En cuanto a la música, se escucha largo y tendido; tanto cuando se desarrollan los
acontecimientos persiguiendo sus formas, tanto cuando produce emoción al tiempo
en que leemos. El factor musical ha sido primordial en la composición y desarrollo de
la obra. La música se convierte en literatura, no solo por el tránsito de nombres de
autores y de obras, sino porque el sentimiento musical produce pasajes íntimamente
relacionados con el argumento. Y de los autores, filósofos, escritores, poetas,
pintores, escultores ¿qué podríamos decir?. Fluyen entre las palabras dando
profundidad a sus significados y dignificando el texto, inmerso en una tradición
cultural rica en dichos, pensamientos, sentencias, imágenes, formas, trazos,
iconografías, sentimientos, ya que toda palabra, por áspera que sea, expresa alguna
idea que es mía porque la he tomado de ellos y en ellos se ha depositado la tradición.
El tema se metamorfosea como una ola que viene y va. Se concentra, se obsesiona, se
agría, vuelve a constreñirse y se esparce para acabar diluyéndose. El sentimiento es
así: asimétrico. Una relación afectiva no satisfecha; la sublimación de una idea y la
depresión más abyecta. El amor transitando hacia el odio para terminar en el olvido.
Que sea cualquier tipo de amor es lo de menos. Certificar la orientación sexual en el
amor es de otra época y de otro tiempo ya vencido, si de literatura queremos seguir
hablando. Del poder, de la consideración social al hundimiento solo media un instante
de desesperación que se multiplica en la precariedad del vivir cotidiano. No cobrar,
no ver horizontes, ser un parado más te convierte en un Sísifo a punto de despeñarte,
al tiempo que se despeña la quimera del orgullo que un día poseíste y que te dice:
“fracasaste”. El elevamiento y la caída son caras del amor y desamor, del triunfo y
del fracaso, del prestigio y de la terrible soledad. Se comunican entre sí como en el
rostro de un Jano bifronte, por la testuz. Realidad frente a irrealidad, razonamiento
frente a paranoia. Si los personajes muestran tipos de ser y la realidad es
contradictoria, el tema no puede ser otro que la vanidad de la vida pues, todo fluye,
todo pasa en un devenir inseguro pero cierto, a veces desquiciante, a veces certero.
Por eso, los recuerdos aparecen trastocando el argumento. Lo marean, confunde a los
personajes reales con los de ficción, al lector con el escritor y, hasta el editor, en este
caso editora, después de tanto esfuerzo, sale malhumorado con tanto intrincamiento,
que aburre unas veces y otras produce hilaridad, pero a nadie deja indiferente porque,
¿acaso no estamos acostumbrados a ciertas dosis de locura?.
Termino reiterando mi gratitud a la Editorial Mundi Book por brindarme esta
oportunidad y esperando que se cumplan las expectativas.


Muchas gracias a todos y buenas tardes. 



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