LETANÍA DE MI CUERPO
Los ojos que no observan y no miran,
las vísceras terribles: llenas de cuchillos,
las manos y las piernas, difusas y afiladas,
un corazón que vuela y está por siempre ausente.
La boca endemoniada,
las orejas largas, el vientre desolado.
La curvatura idiota del seno maxilar,
la expresión confusa y alegre de las cejas,
los dientes de un anciano, enjuto y bruto y torpe.
El hígado y el páncreas: inservibles.
Ese estómago y riñones: colapsados,
un pulmón que grita y homicida
y otro que se ríe y que se ríe.
Todo eso mi Dios,
entre tus brazos,
que no puedo sentir,
que, a ti,
mi Dios, no a mí,
mi Dios,
mi Dios,
te pertenecen.
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