AUTORRETRATO
Yo me alargo en una suerte de revolú proliferando arroz con mango, chicharrones con broscht, sushi con maduros, hijo
de dos labias imparables (Talmud
entreverado con recia jodedera) a la
zaga de un silencio búdico: su acepción
entiendo, su condición no alcanzo.
Un deambular atestado de onagros, tábanos mordiéndoles la grupa, cínifes posándose en mi mejilla: con una mano
voy a pulverizarlos, con otra los espanto
(no matarás). Una mano (búdica) mental
me propone no actuar, y el mosquito en
placidez zumba y sueña sus aguas
putrefactas, en mi mejilla: tremendo
berenjenal (mental) en que me metí.
Empiezan a conturbarme las noches. A veces me echo a dormir en el catre al pie de la ventana que mira a la laguna de las
noctilucas (eso fue en Puerto Rico hace
mil años) a veces en el catre que da al
muro de ladrillos embarrotillados
(grafiteados) del respiradero: el niño
despertó sudado a medianoche y teme
desvelar al padre.
Se acostumbra a rescribir en la cabeza esquirlas de pesadillas, luego las redondea desde una recién descubierta inventiva:
le dan las tres de la mañana mientras
contempla el uniforme escolar
almidonado en un chiforrobe
(¿por qué mano?) entornado.
Noviembre, por todas partes noviembre, a medianoche el miedo impera: oíd (de los cobardes no se ha escrito nada)
admonición del padre: y se le ve a
la legua cagarse por la pata abajo.
Llamo, y llamo con voz cada vez más baja (proliferando): reclamo al padre, y nada; por Buda clamo, y nada. Nada
y nada, ¿será que de eso se trata? ¿El
cero clamor de la Nada? Estoy despierto,
los prismas de la carne en el espejo
biselado del dormitorio: tres harapos,
y un guiñapo.
Abro al azar el libro de un poeta extranjero, extremaunción de lo escueto: letra hosca, lo sé, va a proliferar (se irá a
extraviar): una vez vi perseidas (toda
una seguidilla de perseidas) aquí, por
proliferación, me persuado, al
buen
tuntún,
da
igual,
corriente
abajo,
sílabas
reunir
(incrustar).
José Kozer nació en La Habana en 1940 y en 1960 emigró a Estados Unidos. Enseñó lengua y literatura en el “Queens College” de Nueva York.. Ha publicado alrededor de quince libros, entre ellos: Padres y otras profesiones (Ediciones Villamiseria, Nueva York, 1972), Este judío de números y letras (Tenerife, 1975), El carillón de los muertos (Último Reino, Buenos Aires, 1988), Trazas del lirondo (Casa del Tiempo, México, 1993) y Dípticos (Bartleby Editores, Madrid, 1998).
2 comentarios:
Andrés: esto es lo que se llama un poema, ¿o no? Nunca me ha gustado del todo el maestro Kozer -soy más peruano y militantemente hinostroziano-, pero hay que sacarse el sombrero ante el corte de esos versos. Faltan, eso sí, más poemas tuyos, algo de Demonio de la nada, por ejemplo. ¿Escuchaste mi mensaje en tu contestadora? Tu lector, tu amigo C
Andrés querido: Gracias por poner este Autorretrato de Kozer que me gustó harto. Había leído uno de las achicorias y no me convenció. Leí una crítica de Autorretrato sobre cómo se describe a sí mismo a través de un texto metapoético. Se describe como poeta. Ta buena esa. Ya que el campito literario es a veces tan mezquino. Magda.
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