Y ahora tantas voces y palabras
de las que nunca he oído
ni soñé,
aquellas del marino o del cansado
sabio del ayer, ahora dios.
Y entonces las grafías, los sonidos
de un fantasma quieto aquí en mi espalda:
el aire que respiro y no sé adonde
acaba de morir mientras exhalo
el ácido del sol, la mar amarga
que rompe en mi cabeza
ya sin pausa,
sin miedo y con rencor,
el mar de hielo
abriéndome las cejas en delirio
de pájaros que cantan mientras callo.
de las que nunca he oído
ni soñé,
aquellas del marino o del cansado
sabio del ayer, ahora dios.
Y entonces las grafías, los sonidos
de un fantasma quieto aquí en mi espalda:
el aire que respiro y no sé adonde
acaba de morir mientras exhalo
el ácido del sol, la mar amarga
que rompe en mi cabeza
ya sin pausa,
sin miedo y con rencor,
el mar de hielo
abriéndome las cejas en delirio
de pájaros que cantan mientras callo.
(A Alfredo Matus Olivier)
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