El simple sport de las palabras
Los cubos anatrópicos son creaciones del poeta chileno Samuel Sarmiento Escárate, quien exalta el juego para fomentar la proliferación poética.
El juego maneja el arte de la vida: darle al sinsentido una forma organizada y libre para jugar a estar vivos, a mordernos las colas cuando la muerte acecha. El juego es siempre un duelo mortal que camina como una tarántula frágil y tierna sobre la mano de un guitarrista. Porque esa es la única manera de hacer magia, de saltar sobre la rayuela y aventurarnos sobre el abismo. Walter Benjamin dijo una vez que la primera sensatez que tiene la niñez sobre el mundo no es que “los adultos son más fuertes, sino su incapacidad de hacer magia”. Y si la experimentación poética contribuye a este estado lúdico del ser humano, a acercarnos a esa infancia perdida y volver a creer que los conejos que salen de la chistera tienen reloj y van de prisa, entonces para algo ha servido el simple sport de los vocablos como recitaba Vicente Huidobro en su libro Altazor; para que no volvamos a perder en el camino la efervescencia del juego y, con ello, poder recuperar nuestra vapuleada capacidad de asombro. El arte de la vanguardia poética ya ha experimentado estos juegos. Enfrascándose en un pulseo verbal inundado de rupturas se trata de formas violentas de palabras que rompen con el arquetipo y someten la creación a la contaminación y al mestizaje. Ese riesgo vital de las mismas expone un enfrentamiento al acto del lenguaje, que no es otra cosa que enfrentar la vida humana basándose en su condición lingüística. Como nos recuerdan los versos de “Traduzir-se”, unpoema de Ferreira Gullar que dice: “Uma parte de mim/ ésóm vertigem:/ outra parte/ linguagem./ Traduzir uma parte/na outra parte/ -que é uma questão/ de vida ou morte- ¿será arte?”, cuando lenguaje y humanidad someten sus fuerzas para entender el proceso de la vida, uno de ellos tendrá que dar su brazo a torcer, porque la palabra no puede ser dominada por completo ni la vida tampoco, de allí el vértigo. La sensación de superficialidad que crean las vanguardias literarias sodomiza las pasiones envueltas y crea el elemento dialogante para el transar de los jugadores: un objeto-arte materializado o apalabrado que logra construir objetos lingüísticos aptos para el juego. El mismo Ferreira Gullar incursionó en el objeto-arte, buscando formas nuevas de expresión de la palabra cuando construyó “El poema enterrado”. Es un espacio en un sótano que tiene una escalera que se baja, y al final de la misma hay una puerta y un cubo rojo, el cual tendrá a su vez un cubo verde más pequeño, al estilo de las cajas chinas y, por último, un cubo blanco en donde estará escrita la palabra “Rejuvenezca”. En este mismo sentido lúdico se manifiesta el arte como juego basándose en fuertes nociones filosóficas que indicaban que, por medio de la imaginación, queda pie al libre ejercicio de la estética y lo artístico, se lo-graban sintetizar y armonizar la razón y la sensibilidad por medio del juego. Para ello, las palabras deben tener el motor suficiente aceitado para que se generen solas, al estilo del creacionismo de Vicente Huidobro. En Chile, desde hace unos años atrás, un poeta seguidor de los planteamientos del anterior, Samuel Sarmiento Escárate, ha logrado unir estos conceptos bajo la clave del juego con un objeto poético fuertemente vinculado con las vanguardias, una verdadera rareza cuando ya se había pensado en la total aniquilación de éstas para la sensibilidad del arte del siglo XXI: en este entorno aparece el cubo anatrópico. El cubo anatrópico es un “rubiks cube” utilizado como objeto poético. En el mismo, en vez decolores que deben armarse por cada lado, no hay pausas en el acto lúdico, ni artístico; cada uno de los cuadrados (9 de ellos por cada lado) tiene marcado una frase lingüística que al leerse en conjunto con una línea paralela, horizontal o en el lado próximo o vecino, con otras frases en los otros cuadrados o con cualquiera de las vías a donde nos conduzca la mirada, podrá formar un verso libre que genere y dé vueltas a la imaginación ante posibilidades ilimitadas de interpretación. Al azar, usted puede dar vueltas sin sentido al rubik sin ninguna in-tención de controlarlo, sino más bien que se ejerza la plena libertad para girarlo cuantas veces se quiera como una cábala. Inmediatamente pueden resurgir de la nada versos como “El viento no ha sabido el día” o, si se vuelve levemente a girar, “El viento que desploma su destino” y, volviéndole a girar, “El viento ha alimentado su destino”, entre otras mu-chas y múltiples formas y maneras a leerse que no serán las mismas para ninguno de los lectores que participan en el entretenimiento de crear versos. El autor del cubo anatrópico admite que aplicó “las diversas lecturas de las vanguardias que había hecho e hice una aplicación de todas éstas ala manera de un collage poético. De esta manera, es posible ubicar en el cubo poético el simbolismo (cada cuadrado es como un pequeño caligrama), el surrealismo (a través del juego del cadáver exquisito),el creacionismo (la construcción y desconstrucción del discurso poético, Altazor), el dadaísmo (el juego de las palabras) y finalmente el movimiento francés Oulipo (Ouvroir de Littérature Potentielle)”. Aunque suene pretencioso, las dimensiones del juego le permiten a este singular objeto darse la libertad de crear, de creerse y de girar como le dé la gana, y esa libertad, es una forma más de hacer magia. No en balde en español se le llamaba “el cubo mágico”. Así, este poeta chileno, en plena conciencia de la poesía como forma de vida y de sustento, ha creado un manifiesto en su obra artística aplicándole un
collage de conceptos vanguardistas que responden al verdadero sentido de la vida: jugarla como en un atentado contra la muerte y el tiempo. ¿Quieres jugar
La autora es experta en literatura del Cono Sur. Puedes conseguir los cubos a través de: http://cuboanatropico.blogspot.com.
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