Este trabajo no es una suma o inventario de poetas, sino un intento de tratar de precisar y señalar a aquellos escritores que están produciendo una poesía –naturalmente, sin ponerse de acuerdo– y que tienen un común denominador como expresión en sus trabajos literarios: el desgarramiento. Por lo tanto, es un trabajo parcial y arbitrario, donde, seguramente, se han omitido algunos nombres de interés. No se trata, por otro lado, de esbozar una tendencia literaria, sino de comprender cómo unos poetas ven y se enfrentan al mundo, a su existencia y a la poesía.
1. Precisiones
Hablamos de desgarramiento como aquella fuerza viva que rompe cosas consistentes. Como algo que hiere y revela profundamente los sentimientos
del ser humano por parte del autor, y su comunicación y conmoción al lector.
Y no de hablamos de un término muy jugado en estos últimos tiempos, “marginación” o “poetas marginales o de la marginación”, pues este concepto
nos remite a un ser agobiado por el mundo, alguien agredido y reacio a los cambios sociales, atrapado en sí mismo y oculto, al maltratado, abandonado y
al que soporta las inclemencias de un castigo sin revelarse. Mientras “los poetas del desgarramiento” son todo lo contrario: son los que reconociendo que el mundo produce todas estas inclemencia, tratan de liberarse, existencial y socialmente. He allí la gran y profunda diferencia.
2. Su tradición o antecedentes
Estos poetas tienen, naturalmente, como toda buena poesía, una tradición en su propio país (y a nivel universal, pero es un aspecto que para el trabajo no tratamos de considerar), es decir, antecedentes cercanos y notables. No nos remitimos tan lejanamente a nombres como Vallejo o Martín Adán, porque sería abusar de la memoria literaria, pero si resaltamos a poetas más cercanos. En primer lugar, y de manera especial (y ya consagratoria) a Blanca Varela (1926). Luego, a otros dos, como Carlos Germán Belli y Washington Delgado, Ambos de 1927. Y curiosamente los tres pertenecen a la llamada generación del 50. Nos referimos a Blanca Varela porque es una poeta profundamente desgarradora, que conmueve y conmociona, tal vez porque ilumina el lado más árido, complejo y difícil y liberador del ser humano, y porque toca fibras muy profundas y esencialmente humanas de nuestra realidad y existencia, que por los años en que se editaron sus libros, no se tocaban, ya que muchas veces lo esencial no está siempre en el plano de lo real; solamente cuando la realidad (social y existencial) alcanza en su desarrollo cierto nivel de visualización, de conocimiento y acercamiento, es que muestra y devela su esencialidad, la plenitud de esa realidad. Por eso hoy en día –y desde hace un bien tiempo–, la poesía de Blanca Varela puede ser comprendida y estudiada y ser tan influyente y reconocida no sólo en el plano nacional. Washington Delgado es uno de los poetas más versátiles del 50, maneja diversos niveles literarios en su poética y su búsqueda es incesante y múltiple.
Pero hay un libro que, para el caso, es ejemplificador y es “Destierro por vida”, una poesía que trata el desgarramiento del exilio, pero del exilio interior. Su mirada es crítica y autocontemplativa, sabia y escéptica, inquisitiva y angustiosa. Son señeros sus poemas “Monólogo del habitante” y “Globe Trotters”, ambos cautivantes por la intensidad de su desgarro. La poesía de Carlos Germán Belli nos traslada a un mundo infernal y testimonial de la vida cotidiana y del mundo contemporáneo. Es la experiencia de una vida dividida entre siervos y señores. Es la denuncia contra la burocratización de la existencia, la protesta implacable contra el drama humano y personal, sin embargo hay una cierta resignación ante los males que, para el poeta, son o deben ser perecederos. A pesar de ello, es una poesía que testimonia permanentemente la agonía del hombre y tiene el poder de captar lo inhumano.
3. Los poetas del desgarramiento
Hay poetas y críticos que han visto dispersión en la poesía peruana de los últimos años. Creo que es una visión por encima de la piel. El aparente discurrir contrapuesto para los diversos ojos –lejanos y cercanos al país–, es una apreciación poco seria del asunto. Decir que hay tendencias renovadora y modernizante y otra experimental que transcribe la ebullición social y el clima de la angustia generada por la violencia política, es mirar una parte del problema, y no el más importante y significativo. Al bucear en la poesía peruana encontramos un elemento fundamental –como ya lo hemos afirmado– que abarca no solamente los elementos formales y literarios, sino la propia vida personal del autor, la cual une a poetas de diversas generaciones o tendencias o grupos literarios: es el desgarramiento. Y de eso se trata esta breve reflexión. Estos poetas, algunos ya no tan jóvenes y otros lastimosamente fallecidos, han tenido, ellos y su obra, la suficiente madurez para haber soportado la influencia literaria de los poetas mayores y de los anteriormente citados. Y no solamente han soportado esa carga sino incluso la han asimilado de la mejor manera: construyendo una voz propia y original. Donde la influencia de Blanca Varela es indiscutible. Y a pesar de esa influencia, estos poetas, entre los cuales podemos citar (por orden cronológico) a Juan Ojeda (Chimbote, 1944 - 1974), Jorge Pimentel (Lima, 1944), especialmente con “Palomino”, Cesáreo Martínez (Cotahuasi, Arequipa1945 - 2002), José Watanabe (Laredo, Trujillo, 1946 - 2007), Juan Ramírez Ruiz (Chiclayo, l946 - 2007), Rosina Valcárcel (Lima, 1947), sobre todo con “Una mujer canta en medio del caos”, Carmen Ollé (Lima, 1947), María Emilia Cornejo (Lima, 1949 - 1972), Enrique Verástegui (Lima, 1950), con su primer libro “En los extramuros del mundo”, Juan Carlos Lázaro (Lima, 1952), Bernardo Álvarez (Pallasca, Ancash, 1954), Domingo de Ramos (Ica, 1960), algunos provincianos tanto de la costa como de los andes y otros limeños, han tenido la suficiente fuerza –reiteremos– para construir un mundo y una realidad poética personales que luego han servido de referentes y han influido en las generaciones posteriores y actuales. Un crítico manifiesta que hay dos tipos de poesía: las que interrogan al mundo y las que dan respuestas, muchas veces por adelantado, de allí que, por eso mismo, a veces se cae en la incomprensión de su valoración literaria, como le sucedió en sus inicios, y por un buen tiempo, a Blanca Varela, cuando su aparición en el escenario poético–literario. Y lo que le ha sucedido a varios poetas que acabamos de citar, por ejemplo, a Juan Ojeda, que la crítica oficial no lo reconoce del todo y no lo valoriza en su debida dimensión, rescatando por el contrario autores menores y de su propia capilla.
De esta aseveración crítica que acabamos de hacer, y que aceptamos como justa, podemos decir que la visión personal de estos “poetas del desgarramiento”, está plasmada no sólo en las preguntas que se hacen respecto a su vida y a la época en que viven, donde son críticos y autocríticos, en muchos casos lacerantes, sino en las respuestas que se dan y que obligan a mirar ese mundo poético que construyen con mayor atención, pues en ellas hay respuestas tanto en el nivel humano como político y literario a los conflictos humanos de la actualidad y a la crisis de nuestra propia sociedad.
Cosa que no se daba en anteriores generaciones o tendencia poéticas.
Un primer elemento que podemos rescatar de esos “poetas del desgarramiento” es su perplejidad y desesperación frente al mundo que les ha tocado vivir, pero inmediatamente hay –y es el segundo elemento–, la respuesta de cada uno frente a ello. Cada quien con su propia expresión literaria y existencial, es decir, con su propia entrega de vida ante el oficio poético. Y no al revés. Y un tercer elemento, que consideramos esencial, es que en varios de ellos hay una concatenación en su producción literaria de dos mundos, intrínsecos a la cultura peruana: el mundo mágico-religioso (que tanto detesta Vargas Llosa) y el mundo moderno occidental, como se puede percibir, de manera explícita, en Cesáreo Martínez, Domingo de Ramos, Bernardo Álvarez, José Watanabe y en otros poemarios de Rosina Valcárcel. Veamos algunas características singulares de estos poetas, visto a través de otros escritores, o de algunos NN que no han sido reconocidos.
4. Características principales
Juan Ojeda, su visión del mundo y de la vida humana es trágicametafísica, creía que en el texto debían confluir todas las disciplinas, desde la economía, filosofía hasta la entomología, pasando por la genética, cibernética y, naturalmente, la historia y las ciencias exactas, el misticismo y el absurdo existencial. Su lenguaje estaba premunido de profundos conocimientos académicos y de los de la calle, los antros de los barrios marginales y la noche (Cesáreo Martínez).Jorge Pimentel, en el poemario “Palomino”, en recuerdo a un mozo de bar del mismo apellido, el poeta ataca su soledad y su locura intensamente, dando por resultados unos poemas lindantes con la insolencia frente al mundo.
Es un poemario de cierre y de apertura a nuevos horizontes, son poemas vehementes y recordatorios. De este libro, Jorge ha dicho que es una venganza contra la decrepitud, la intolerancia y la solemnidad y también una opción de amor por la belleza y la revolución (NN).Cesáreo Martínez, reinterpreta la sociedad desde su mundo andino, sociedad hostil de un peruano desarraigado que deambula en terrenos desamparados buscando sus raíces e identidad, su historia doliente, con un lenguaje directo y fresco (Rosina Valcárcel). Su preocupación por la dimensión política del hombres es innegable y valerosa. José Watanabe, la muerte fue un tema constante de su poesía, su madurez era proverbial, el elemento contemplativo también, su poesía parecía inmóvil pero no, era dinámica y conmovedora, daba espacio a la reflexión. Su poesía se nutría de la vida cotidiana y la volvía mágica, por eso sorprende acogedoramente (Enrique Sánchez Hernani). El cuerpo fue uno de sus leitmotiv importante. Juan Ramírez Ruiz, se propuso desmontar el lenguaje, ponerlo de cabeza, de vuelta y media, volarlo, dinamitarlo, hacerlo añicos, polvo o viento desmandado, podía parecer fácil o lindante con la inmediatez, pero no, era un nuevo desafío a la semántica, buscaba un código nuevo y personal, amplio y revelador que lo llevara a nuevos horizontes expresivos, a un lenguaje que electrizara a sus lectores, pero que nos llevara cada vez más a las verdaderas simas del silencio y la soledad, y desde allí darnos respuestas y emocionarnos (Leoncio Bueno). Rosina Valcárcel, en “Una mujer canta en medio del caos”, su tercer libro, nos presenta una poesía convulsivamente lírica y agitada, donde no están ausentes los amigos, las querellas, la familia, ni los hechos históricos. Es de un singular aliento donde expresa el amor y los ideales de nuestro tiempo; como ella misma dice “es una poesía para sorprender a incautos” (NN). Un crítico francés dice de estos texto: Si bien continúa en los gritos de dolor y de protesta frente a la injusticia humana y social, en este libro lo matiza con una gran capacidad de inocencia que ya aparecía en anteriores textos, hay también un establecimiento entre sexo y sociedad para encontrar el sutil equilibrio entre lo erótico y lo social.Carmen Ollé, nadie había hablado de las tortuosidades de la vida a través del cuerpo como ella, nadie se había atrevido a mostrarse a los otros con tan pasmosa serenidad, a exhibir su mirada hasta en las más recónditas perversiones de lo secreto, de lo oscuro, de lo oculto. En su poesía hay un cuerpo que se muestra en la desnudez total y que exacerba lo escatológico, pero el goce está ausente, la complacencia y la celebración placentera de la unión con el otro es más angustiante que feliz, es más perversa, más compleja (Giovanna Pollarolo). María Emilia Cornejo, es una poesía marcada por el amor y la muerte, sus poemas son como un susurro secreto, un hilo de agua hirviendo que quema la soledad interior sin mitigar la sed, hay también ansiedad y prisa, no sólo canta sino grita, se entabla la lucha entre Eros y Tanatos, la expulsión del paraíso es clara, pero del paraíso patriarcal, y el eros supone tragedia, transgresión a la propia alma, el orgasmo encuentra su equivalente en la muerte, en su poesía se descubre que los barrotes que la aprisionan vienen desde afuera, desde esa sociedad donde ojos de machos observan con lujuria su placer de ninfa constante (Christián Vallejo). Enrique Verástegui, en su primer libro organiza una serie de tópicos, de anécdotas que se conjugan de tal forma que organizan una imagen global del texto, es el hombre marginal, el migrante cuasi ilustrado que no admite el cinismo “modernizador” de una ciudad que es concebida como un campo de lucha, de muerte virtual. Pero también es el que busca en el encuentro amoroso esa carga vital que lo introduzca a la armonía de las carnes, al concierto unánime del placer. Estamos ante un texto que sabe armonizar con
aliento imágenes, mensajes, conjuntos sintácticos que establecen una prosodia firme y coherente (Carlos Z. Batalla).
Juan Carlos Lázaro, es un poeta que indaga el sentido de la existencia y el sentido de los actos humanos. Poesía de incertidumbres, sus versos son un recorrido por la vida de todos los días y se asoma de manera dramática adversos momentos y circunstancias humanas (NN).
Bernardo Álvarez, trata de capturar el contrasentido de lo real, alude a la renuncia de la época, su poesía son complicadas fracturas semánticas, neologismos y fragmentaciones de la unidad que le dan a su discurso una voluntad experimental y vanguardista (Tulio Mora). Es una poética del lado
sórdido y oscuro de la realidad, pero que nos informa de una belleza contenida en él (Roger Santiváñez).
Domingo de Ramos, es una poesía llena de experiencias y en recursos expresivos, sin que por eso se sacrifique la visión descentrada que caracteriza al sujeto que aparece como emisor de los poemas. Su universo es suburbano, llevado a niveles alegóricos que no traicionan la alucinación ni el cultivo del grotesco, en una extraña convivencia de hipercultismo y coloquialidad popular (José Antonio Mazzotti), Como vemos, frente a tanta poesía, por un lado, modernizante y experimental, y por otro, tan llena de superficialidades o ironías aparentes, estos poetas recuperan la palabra en su sentido existencial, en sus sentido histórico, para enfrentarse al mundo con el sentimiento y la entrega y el lenguaje del hombre común y corriente. Y esto es importante, porque en un país lleno de mezquindades y avaricias humanas, donde el peso de la mentira, de la traición, el cinismo es consustancial a muchas almas humanas, surge una nueva palabra, una palabra verdadera y directa que se enfrenta a esos reinos maledicentes de la conjura humana. Son poetas que se paran en la tierra y sacan su fuerza de ella, así como de la marginalidad humana y viva que existe en el país, para crear un nuevo mundo, angustioso y angustiante, es cierto, pero también lleno de esperanzas.
5. ¿Y por qué el enfrentamiento ante el mundo?
No son meras descripciones las que desarrollan los poetas, ni bastaría
decir que son por la carga ideológica de los autores, si bien esto último puede
jugar un papel en el desarrollo de la poética, sería insuficiente y mezquino
circunscribirnos o dar estas razones. El enfrentamiento se produce sobre todo, porque hay una pobreza espiritual en el mundo actual y “los poetas del desgarramiento” rechazan frontalmente este mundo que nos trata de mutilar, ahogar y matar. Frente a una realidad que los desaloja y pierde en sus peores lugares y rincones. Frente a una cultura oficial que no los admite y protege. Frente a todo ello y más, “los poetas del desgarramiento” se alzan y desarrollan su propia voz y palabra, construyen sus propios lugares de encuentros y cultura. Recuperando de ese modo algo que aparecía como oscuro y extraviado.
6. Naturaleza de los poetas del desgarramiento
Los “poetas del desgarramiento” no son unos poeta epidérmicos, ni detallistas, ni realizan una simple enumeración de hechos aislados o concatenados. Son una poesía que descubre el lado oscuro y sombrío de los hombres y de la vida, a través de sus exteriorizaciones ocultas, para lo cual es indispensable poder entenderlos e interpretarlos a través de “los mensajes sagrados” de la poesía. El poeta aparece como un ser aparentemente hosco y profundamente solitario, perjurador de palabras, irreflexivo en sus posturas literarias. Pero es la apariencia. La piel de lo escrito. Sin embargo, el poeta no está solo, sino con él y los otros. No es un perjuro o apóstata, sino un hombre leal y fiel a sus convicciones. No es un irreflexivo, sino un irreverente frente a la burocratización y globalización salvaje de la vida y la cultura. En suma, es la conciencia de la poesía actual en el mejor y buen sentido de la palabra.
7. Algunas particularidades
Frente al caos actual, los poetas aspiran a un orden más justo y solidario en el mundo. Y ese nuevo orden es, en primer lugar, su poesía, aparentemente caótica, y en segundo orden, su vida. Pero no quieren un orden para su yo, sino para el nosotros colectivo.
No son tampoco un ser improvisado o indiferentes a la realidad o al futuro. Al contrario, son seres informados y con los ojos abiertos al mundo, a este mundo que nos aplasta y desgarra. No son tampoco hombres incultos, sino cultivados, sobre todo en la vida diaria y cotidiana. Responsables frente a su cultura, estudiosos frente a los diversos problemas y conflictos culturales y de género, por lo que no desdeñan la frase común y corriente, sino que las encienden e iluminan con sus propias experiencias y hogueras personales, imponiéndoles el calor de todo el paisaje humano, aprovechando, igualmente
el léxico académico. De allí que la mayor parte de los poetas, con excepciones honrosas, apuesten o hayan apostado por un socialismo nuevo, creativo, profundamente humano y crítico en el país.
(Lima, 25 de abril del 2008; ampliado el 11/ 5 / 08)
EN: “RUNA YACHACHIY”, Revista electrónica virtual 2008
ANTOLOGÍA
JUAN OJEDA
Para el que ha contemplado la duración
lo real es horrenda fábula. Sólo los desesperados,
esos que soportan una implacable soledad
horadando las cosas, podrían
develar nuestra torpe carencia,
la vasta sobriedad del espíritu
cuando nos asalta el tenor
de un mundo ajeno a los sentidos
(“Soliloquio”, fragmento)
JORGE PIMENTEL
Ser poeta es permisible hasta los 25 años. Después eres loco,
hombre peligroso, mátenlo. Hemos asumido la adolescencia
con adultez y la niñez la hemos olvidado. En este país la
muerte es nuestra mejor amiga y hasta quiere rimar la
esperanza. Llevo tiempo en el oficio y como diría mi
compadre Manuel Morales, ser poeta en el Perú no se lo
recomiendo ni a Supermán. Dos palabras me resumen todo,
absolutamente todo: tengo miedo y hay que luchar. Lo demás
es Palomino.
(“Palomino”)
CESÁREO MARTÍNEZ
A José María Arguedas.
Una vez más.
Gran Wamani,
Siento arder las nubes sobre mi cabeza,
Mis ojos tembloroso se nublan chapoteando en el aire
y setiembre se quedó sin objetos vivos detenido por tus
labios incandescentes.
Oh gran río creador que me danzas adentro,
Tú que frecuentas las nebulosas de la vida de la muerte,
muéstrame la vida,
en este hora inútil en que un mundo desde afuera me
enloquece,
Y otra vez bajamos a besar los sentidos de la mar
y la oscura mar de arenas.
Porque amanecí en una tierra desgastada por el abismo
de dioses extraños.
Dioses de la mirada oblicua, devoradores de indios en los
terribles días de la malaria.
Porque nací del rocío y la piel mojada de la piedra.
Porque mis trabajos se pierden en las arcas del enemigo,
mi aliento se oxida
y sólo tu voz me saca, me levanta, me ilumina.
(“Entre el Wamani y la carretilla”, fragmento)
JOSÉ WATANABE
Esta mañana he comprado un pájaro
como se compra una fruta
un ramo de flores
Dicen que el Hokusai compraba pájaros para liberarlos.
También Leonardo
pero midiendo el impulso y el rumbo.
Posiblemente en la infancia he pintado pájaros
pero jamás les he hallado relación exacta con los aviones.
Estoy tentado a liberar este pájaro
a devolverle
Su derecho de morir sobre el viento.
Me van a pedir razones.
Sentiré la obligación de hablar acerca de la libertad
pero mi familia que es muy lógica
dirá que afuera solo
con el viento
a ver qué hago
(“Acerca de la libertad”)
JUAN RAMIREZ RUIZ
Uno equivale a lo que bien
O mal hace
y lo que uno ha dejado de hacer
vale por lo que no es.
Lo que uno hizo bien
o mal ha sido.
Y lo que uno siempre será, es todo
lo que ha hecho mal o bien. Y nada más
¿QUIEN VIVE?
RUNA YACHACHIY, Revista electrónica virtual 2008
12
y después todas las palabras.
(“¿Quién vive?”, fragmento)
ROSINA VALCÁRCEL
No tengo principio ni límite
soy la pasajera de taxis gastados
la pequeño-burguesa entre carpas de circo
y poemas marginados.
¿Soy roca en un río sin agua?
(“Pasajera de taxis gastados”)
CARMEN OLLÉ
Eludir o ir tras su destino
aquí / allá
a pocos metros de una estación de plástico
en pequeñas áreas mal ventiladas
estrangére!
mujer que atraviesa un verano desolado
y se acaricia el espectro como un espectro
desnudo en una galería
ciudad – decorado de palomas físicas
no hallo su nombre
mi energía se dilapida en lo maravilloso
de una arquitectura formal
se expande sobre un campo rasurado
H.M. es cierto: como a una mujer veleidosa
la amo
y siento esa náusea de no saber amarla
nuestro deseo es rígido y poco inflamable ante
un cuerpo femenino
la madurez ha obturado lo que en la adolescencia
era transparente
él / ella
(“Noches de adrenalina”)
MARÍA EMILIA CORNEJO
sola,
descubro que mi vida transcurre perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas
colores
y
albores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente:
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
ENRIQUE VERÁSTEGUI
Otra vez perdido esta noche.
Temblando y con la mirada arrojada como uno de esos
fantasmas
roídos por un diente de luz
bebiendo embriagándome contigo en los cafetines de
Huérfanos
iejo corsario oculto detrás de los semáforos
son más de las doce y caminamos pisando este cielo
de golondrinas agitándose
entre lo que tú tratas de decirme
y lo que en realidad me dices
porque ya nada se agita más acá en el silencio
y nada huele más limpio este verano que los sueños de una
amuchacha
desesperada
nada más limpio este verano esta vida esta precisa forma
recoger los guijarros de la madrugada
cuando ya sin amigo, sin mujer
voy caminando perdidamente atada
a los má raros principios
a la vida / a la vida / a la vida
y mi lengua se mueve nerviosamente como ramas frescas
agitadas por un golpe de viento
(“Segundo encuentro con Lezama o pequeña introducción a en
los macerteros de la suciedad”, fragmento)
JUAN CARLOS LÁZARO
Salí a deambular por la ciudad.
Luna llena y domingo.
Este soy yo, dije, amante ciego
y loco como Edipo.
Basura. Suicidas. Perros vagos.
Yo y los fantasmas.
La ciudad era un ala de sombra.
Acaso un templo maya.
Besé a la luna. Y ofrecí
mi corazón al sacrificio.
(“Salí a deambular”)
BERNARDO ALVAREZ
2
Una cucaracha aplastada oponiéndose
a la lógica del aseo propone una respiración oblicua: es
una imagen líquida en medio del desierto, un
manantial dispuesto a propósito con aroma biliar,
reducto hediondo del deseo.
6
Si no un poema
al menos una cucaracha
permanecerá asida al calendario congelado
probablemente el camino continúe.
7
Cosido por el frío como un delito descubierto
brota de entre el follaje hediondo un poeta,
sorbe metáforas
y expulsa agua viva por los poros
aspersión reclamada por el paisaje.
8
Sin duda los poetas se mueren de hambre
pero los poetas viven
incluso más allá de sus pasos.
(“Aspersión”)
DOMINGO DE RAMOS
Porque nadie ha tomando en serio mi soledad
de animal acorralado por el fuego
mi obstinada permanencia en la vida
alfarero de las horas
del tiempo que pasa irremediablemente
sin pena y sin gloria en la esquina de mi barrio
con mis amigos y enemigos
con un sol y una luna persiguiéndose
como una maldita joroba
yo te digo
que esta noche me siento alejado de los hombres
diferente inexplicablemente
y tengo tantas ganas de estar solo
como un poste a medianoche
caminando en el silencio
de los arenales suaves
(“Escrito en soledad”, fragmento)
REVISTA ELECTRÓNICA VIRTUAL
“RUNA YACHACHIY”
Berlín, 2008 www.alberdi.de
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