El miércoles 9 de abril a las 19.30h tendrá
lugar en el Centro Cultural de España el Homenaje al escritor José
Ricardo Morales. Un reconocimiento al dramaturgo, ensayista y académico
español, arribado a Chile a bordo del Winnipeg, quien contribuyó a la
modernización de las artes escénicas locales y fue uno de los gestores de la
editorial Cruz del Sur.
Panelistas:
Eduardo Godoy Gallardo, Doctor en Literatura Hispánica de la Universidad de Chile, académico de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica de Valparaíso.
Carla Cordua Sommer, Doctora en Filosofía Univ. Complutense de Madrid, miembro de la Academia Chilena de la Lengua, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2011.
Carlos Ossandón Bujlevic, Doctor en Filosofía, académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile, Director de la Revista Mapocho.
JOSÉ RICARDO MORALES
José Ricardo Morales nació en España en 1915, pero se
ha autodefinido como chileno por vocación, más aún luego de obtener la
nacionalidad en 1962. En su juventud estudió Filosofía y Letras en la
Universidad de Valencia y luchó contra el fascismo tanto desde las tablas como
en el mismo campo de batalla. Participó de la compañía universitaria "El
Búho", la cual -al igual que la compañía "La Barraca", de
Federico García Lorca- expresaba abiertamente su postura republicana. Tras combatir y ser retenido en un campo de concentración, salió al exilio a
bordo del Winnipeg, el barco que trajo a Chile a los refugiados españoles en
1939. Se trataba, en su mayoría, de intelectuales que -por gestión de Pablo
Neruda- se trasladaron al país y contribuyeron con la cultura chilena desde las
más diversas disciplinas. Morales continuó sus estudios en la Universidad de Chile y en 1941 fundó junto
a Pedro de la Barra el Teatro Experimental de dicha casa de estudios. La
creación de este primer teatro universitario marcó el inicio de una nueva etapa
para las artes escénicas nacionales, en la que se comenzaron a montar obras
europeas de vanguardia y dramaturgia nacional y se avanzó en la
profesionalización de esta disciplina. Fue Morales quien dirigió el montaje con el cual
debutó la agrupación, la obra “Ligazón”, de Ramón del Valle-Inclán, que él ya
había representado en España. Una de las iniciativas ejecutadas en conjunto entre
españoles exiliados y chilenos fue la Editorial Cruz del Sur, en la que junto
con Morales participaron Arturo Soria, José Ferrater Mora, Manuel Rojas, José
Santos González Vera, entre otros. Allí José Ricardo Morales elaboró su
antología de poesía escrita en el exilio llamada “Poetas en el destierro”, uno
de los primeros proyectos que reunió la creación de los españoles fuera de su
país, idea que se ha repetido en varias ocasiones desde entonces. Como académico aportó también a la formación de la
Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, fue profesor de
Historia del Arte en la Universidad de Chile y participó del Departamento de
Estudios Humanísticos. Pero sin lugar a dudas ha sido la dramaturgia su más
fuerte vocación. Si bien en Chile han sido escasos los montajes de sus obras, sí ha sido
ampliamente publicado y ha obtenido importantes premios en el extranjero.
Conocedor de las tradiciones literarias, Morales es un escritor capaz de
cultivar y subvertir géneros clásicos como la farsa y la tragedia. Con este fin, suele recurrir a la adaptación o
reescritura, ejercicio que le permite invocar personajes clásicos como Don Juan
o Edipo para contrastarlos con la modernidad. Su obra -que en ocasiones ha sido
catalogada como teatro del absurdo- confronta al espectador con la
deshumanización y la violencia social del mundo actual, poniendo al descubierto
las tiranías de los poderosos y de la sociedad de consumo en un tono sarcástico
que interpela al lector o espectador. Como reconocimiento a su labor intelectual y a sus
grandes dotes como ensayista y orador, Morales fue elegido en 1974 miembro de
número de la Academia Chilena de la Lengua.
REVISTA MAPOCHO cumple medio siglo
En 1963 el entonces Director de Bibliotecas, Archivos
y Museos, el historiador Guillermo Feliú Cruz, creó una revista
institucional a fin de convertir en una realidad, la vigorosa acción desplegada
por el Departamento de Extensión Cultural. Es así como Feliú Cruz, respaldado
por su vasta experiencia como editor, fundó Mapocho, una publicación de
carácter cultural amplio y dirigido al lector instruido. El primer número apareció en marzo de 1963, gracias al esfuerzo de su
gestor y del escritor Juan Uribe Echevarría. Su lanzamiento fue un total
éxito, hecho que Feliú Cruz atribuyó a la seriedad del material de lectura y a
"la libertad absoluta para manifestar opiniones de todos los credos, de
todas las tendencias, de todas las ideas". Hasta 1966 la revista
estuvo dirigida por sus fundadores. Durante ese periodo, Mapocho acogió
trabajos de todas las disciplinas artísticas, abriéndose a la cultura en todas
sus expresiones. En 1967 no se publicó; volvió a aparecer al año siguiente, esta vez con
una propuesta de renovación total. Sus nuevos directores -Roque Esteban
Scarpa y Guillermo Blanco- efectuaron un cambio en el diseño de la
portada, que estuvo a cargo del diseñador Mauricio Amster y
reorganizaron las secciones. Además, establecieron una periodicidad de tres
meses de acuerdo a las estaciones del año. La presente conducción permaneció
desde el otoño de 1968 (número 16) hasta la edición 22, de la primavera de
1970. En 1971 la publicación se interrumpió debido a la disminución del presupuesto y
no pudo reanudarse hasta 1977. Solamente en 1973 se publicó una
edición precaria, la cual no tuvo mayor repercusión y que fue retirada de
circulación por las autoridades de la época. Roque Esteban Scarpa retomó la revista en 1977, pero sólo por dos números.
Luego asumió la direcciónEnrique Campos Menéndez, quien estuvo acompañado por
un consejo de redacción constituido por Sergio Martínez Baeza y Sergio Aguilera
Aguilera. Un plan de reestructuración y de modernización de la Biblioteca
Nacional impulsado por la Dirección de este período, incidió en la
desaparición de la revista en 1980. La falta de presupuesto, por un lado,
y la desatención de las autoridades, por otro, significó la suspensión de ésta
por diez años. La reanudación de Mapocho se produjo en 1991. En esta nueva
etapa, su publicación quedó a cargo de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos (DIBAM) y la edición de textos estuvo apoyada por un consejo de
redacción, integrado por reconocidos intelectuales y académicos. El director de
la Biblioteca Nacional, Sergio Villalobos, estableció de inmediato los
objetivos: Mapocho sería una revista de Humanidades y Ciencias
Sociales, abierta a todo tipo público y no sólo a eruditos. Asumió como
director, en esta etapa de la revista, el crítico y escritor Alfonso
Calderón. La revista nuevamente cambió su formato, manteniendo la sobriedad en
su diseño y reproduciendo el índice en la portada. Esta modalidad, se
mantuvo hasta el año 2001. A partir del 2002, la revista cambió
nuevamente la presentación de su cubierta incluyendo en esta oportunidad una
fotografía del Cerro Santa Lucía. Mapocho se sigue editando semestralmente y recibe
la colaboración de autores de todas las áreas de las humanidades y de las
ciencias sociales.
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