La página de Andrés Morales (1962), poeta, ensayista y académico chileno, es un Blog de apuntes y escritos abierto a todos aquellos interesados en la literatura y, en especial, en la poesía. Contiene poemas, artículos, notas, comentarios, críticas, reseñas, fotografías y en general, todos los tópicos imaginables e inimaginables en torno a la poesía, el cine, la prosa y la literatura chilena, hispanoamericana, española y europea de todas las épocas y estilos.
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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."
José Saramago
José Saramago
viernes, 30 de marzo de 2012
POEMAS DE EDUARDO ESPINA: "COLA TRES" (URUGUAY)
La poesía de Eduardo Espina brilla en un movimiento constante que es lenguaje puro insertado en un mundo que ya no es material. Desplazamientos de imágenes y versos organizados por un aliento que parecería ir arrasándolo todo en ondas expansivas. Columnas emplumadas arañadas por la violencia sensorial bajo un fraseo constante. Un aliento tan auténtico como extraño donde el acto creador se apoya en los ordenamientos de esos ríos y esas grietas por donde fluye la hibridez más concreta. Una de las poéticas más gozadas y a su vez más enmudecedoras de estos tiempos.
SIN TAXIS, SIN TEXAS (*)
(Canta del país el aprendiz)
El efebo vence al chillido hechizado
por el aura oriunda; le dio por cantar
villancicos patrios cuando nada cree
que sea posible, se hinchó de paspar
la apariencia que compartiría aparte
del arte temido hasta por el alma tan
por sentir con la lluvia al descubierto.
Cuánta gota de la suya ganó desmayo
en la llanura por venir delante, con el
ojo amadejando a las lanas nupciales,
y por serlo del murciélago dan miedo.
Cuánto de todo ha sido insuficiente al
salir a la calle para encontrarse ¡solo!
Calla el rayo al caer, los murciélagos
callan llamando la atención del viento.
En el país vuelan ellos para las voces,
tocan las cuitas al tambor del pericón.
Anda que suenan, vihuelas y ukeleles,
y en medio, la fibra lisa del muchacho.
Canta que cantan, buen embutidor del
mate amargo en caso de que lo ceben
de Norte a Sur donde el sol se asoma.
Canta tu dato para el dedo sin palacio.
Canta muchacho para que mucho sea.
Quién lo diría, la jauría deja vestigios,
los hijos del pasajero eligen la lejanía.
A menos leguas de un país hasta otro,
la destreza del azar acerca al labriego,
hace que esto sea como ha sido recién.
El azur de la nación anuncia como un
ánima nace en sábado de menos a más,
y cada martes en manos de algo igual.
Pocos por una payada lo hallarán oral
de ser uruguayo porque su partida a la
pleamar del mapa llegó con una niñez.
De chico, recorría el país en persona y
quienes le perdieron las pisadas no lo
saben por existente en todas las razas
sanas pues según asegura la partida de
nacimiento y la sólida suerte del cielo,
había nacido con la persona que ya era.
Antes de ahora, cuando la nación suda
y la Osa sale a morir en pollera callada.
El país avisa de la belleza si aun es ella
llamando a la puerta cuando nadie abre.
¡Vaya chasqui vestido de viyelas, vaya
a dormir la siesta jugando a la rayuela!
Ah, esas cosas de los uruguayos dados
cada día al misterio de los teros, dados
a las achuras como yelmos cimarrones,
canes de caza para pensar al carpincho,
poniéndole a la cólera un bozal rabioso.
Yo, me pregunto, ¿y si lo fueran, digo,
también la tarde en que murió Artigas,
pues sin él, no me imagino a las plazas,
al mármol con su monumento a caballo?
¿Podría haber un lugar donde ya es hoy,
podría haber un país en el pensamiento?
Y esas plantas, ¿en qué tanto pensaron?
¿O piensan las palmeras morir primero?
Contra las preguntas que les perdonan
a las alamedas, me arrimo a las almas
para ser del organismo, y un poco tan
feliz de serlo: uruguayo, cuando ya no.
VEO VEO, ¿QUÉ VES?
(Veo vulvas)
Veo vulvas, de las que andan por ahí sin saber lo que dicen.
Vulvas de las que nadie ha visto, porque había una persona
en medio, porque ese día estaba lloviendo, porque la madre
estaba dormida mientras la duración tenia repercusiones, mi
mano entre tanto, con su piraña en las uñas añadía algo débil
como un goteo espeso con el cual alguno hizo dulce de leche.
Veo vulvas afeitadas, de las que no tienen pelos en mi lengua,
afeitadas para no sentirse solas hasta la saciedad del sinónimo
por no saber bien qué significa estar atareadas como pie plano.
Hay vulvas a las que nunca les dan una mano y son mancas en
el placer, hacen lo que les da la gana, todo a regañadientes, las
mismas que dejan caer en saco roto los pelos de algún orgullo.
Veo vulvas de julias, de sarahs y susis, hasta de una tartamuda
en otro idioma. Veo la vulva de Adriana. Una vez vi una gran
vulva detrás de una ventana abierta: miraba como si lo supiera.
No sé porqué, pero veo vulvas de silvias y son muchas silvias,
una de ellas, con una vulva que volvió una noche, y yo estaba.
Vulvas valientes y cobardes, vulvas incapaces de hacerle mal
a nadie, ninguna nacida en Pennsylvania (una lástima), vulvas
con óvulos y overol, algunas con olor violento, una con aroma
a emanación mortal tal como la mamá la había traído a la vida.
Otra vez vi la vulva de una madre que no era la mía, la vi y vi
vulvas de susis y sallys, de alicias y soledades, de anicetas sin
haber sabido quién les puso ese nombre, vulvas algo lóbregas,
veo vulvas hasta cuando duermo, rezo y respiro, cuando como,
cuando (también ahí veo) me pica la nariz o hablo por teléfono
a un número equivocado, las veo cuando tengo ganas y cuando
no porque no solo de vulvas vive el hombre, pero igual las veo
cuando llueve, cuando recién paró, cuando una mujer parió un
niño que no es mío, y si es una niña también veo la vulva suya,
cuando alguien me pide una dirección para llegar a su casa y no
sé dónde quedará esa calle, veo vulvas hasta cuando nos las veo.
De cármenes, de maites, de luisas, de elisas (veo la de Elisa vida
mía y me dan ganas de llorar de la nostalgia), de irenes y a la de
sully la imagino ajena dando ahora vueltas por algún dormitorio.
Vulvas, vulvas, vulvas, vulvas, vulvas, vulv… las veo ¡ahí van!
y con ellas, aquella que una vez tuvo frío, vulvas que no saben
hablar en voz baja y por eso nunca las invitan a ningún velorio.
He visto vulvas en coma esperando el punto final de su clítoris,
he visto otras que venían a ser parte de la tradición, pero ahora,
veo vulvas pobres y ricas, nómadas y anónimas, largas y cortas,
negras y blancas, y a tantas vulvas obesas cuyo tamaño varía lo
mismo en invierno como en verano, aunque habrá que verlas en
primavera, rodeadas de geranios y golondrinas, vulvas aladas y
perfumadas, volarían así a una definición diferente apenas una
fe las acompañe al año donde nacieron con una forma de alma
imitada por la cual la belleza hubiera pagado hasta una fortuna.
Vulvas con su traca traca, cargando un semen apuñalado por la
espalda, castigo les deberían dar por andar cargando lo que no
es suyo, un gajo de chiquetazos, cómo ha de ser posible, ni que
fueran traileras transportando oro en su cóncavo semirremolque.
Con vulvas así, no se puede, porque ponen en duda el camino a
Sodoma amagando con amar al primer postor de su desparramo.
Vulvas que al llegar a los veinte les cantaron las cuarenta, pues,
pasado el tiempo, todas las vulvas terminan siendo la misma, ni
una se salva, todas hacen camino al andar tan llenas de moscas,
de no me acuerdo bien qué pasó en el pecado la noche anterior.
Sudando en contra de la infelicidad salen al soleado universo a
vivir con esa estética hasta que pueden y dicen colorín colorado
esta historia ha terminado, arrepentidas de no saber lo que pasó.
Vulvas de las que nadie nunca ha visto, invisibles hasta que las
manos las hacen nacer al instinto en cada instante tan saludable.
Vulvas con gusto a ceviche, alegres pero con un olor agrio (tal
vez en su vida pasada pasaron días en algún yogurt), de las que
fueron atrapadas in fraganti haciendo estragos en la entrada del
tren fantasma, en su Parque Rodó uruguayo ¡tan lleno de ellas!
mientras llegan como bueyes cargadas de ayes huidos del ayer.
Hay quienes dicen que las vulvas son buenas, hay alguien que
su vulva cambiaría por una nueva aunque viniera de muy lejos.
En alguna parte habría que hacerle a la vulva una estatua, a esa
usada en nombre de todas las otras, vivas y muertas aquí y allá.
Sudor, ozono pino, pipas, altramuces, garbanzos salados, zotal,
aura de la fotogenia y hasta estertores cumpliendo el papel del
mal tilingo al quitarse de encima cuchiflates y guarrindonguis
alaban la pelambre que la bordea para cumplir el papel de los
días acuartelados vistos desde muy cerca, olfateando culta la
circularidad de una verdad que si no fuera tan mal vista, bien
podría servir como ablación en la corazonada de tenerla todo
el tiempo cerca hasta que algo agobiada viniera a los minutos.
La vulva esa escribe en su libreta de apuntes algo que todavía
nadie sabe: “Las dificultades de mis tartamudeos tuvieron que
ver con la tendencia que tenían los personajes antes de venir a
mí”, pudiendo ser el personaje cualquiera que quisiera estar de
acuerdo con la visita al tarambana cuando salió al raje, porque
según una leyenda, el pabellón de baños del cuartel entraba en
actividad al mismo tiempo que de aquí en más la blanda vulva
se ponía facilonga, haciéndose la que no sabía nada pero sabía.
La vulva que le había hecho un chantaje al Viejo Vizcacha, la
misma que por pura casualidad descubrimos donde no las hay
hacía su aparición bajo las fibras del biguá y de la arboladura,
había cumplido con un plan abotonado, nadaba en la leche del
mar cuando valía la pena hacerlo por eso que todas las vulvas
hacen, salir a las superficies para respirar, o para que las vean.
Salgo al mundo y veo vulvas. Han venido a darme unas ideas.
EQUIVOCARSE CON LA PROPIA MANO DE UNO
(Un país apodado “guardapolvos”)
Estamos en una playa en Yemen, donde las mujeres temen al semen.
Como en esta playa solo yacen yémenes, lo que más falta ¡es! semen.
¿Cómo vivir sin, semen? Sería una charada, un badajo muerto debajo
del pijamas, sería amar a la hija mayor del mayordomo aunque jamás
mejore, pues en Yemen los meses vienen con menos semen a menos
que en el mapamundi alguien diga, esto no es Yemen, es el medio de
la nada como tú te la habías imaginado, seguramente antes que hoy o
quién podrá decirlo al respecto, la nada, sin hijos, con playas de arena
heroica hasta los pies, con una toalla enroscada a cada lado para llamar
la atención del cielo porque el cielo del desierto se parece al del olvido,
lo cual sería ideal, olvidarse de los sémenes hasta la semana que viene,
igual, todavía es miércoles, mientras nacen los ceibos involuntarios al
volver los bueyes del verano, ellos sí que semen tienen, incluso tienen
para prestar a cambio cuando entran a la eternidad con el año anterior
atravesando las huellas calladas desde ayer hasta hace mucho, aunque
sea poco, tiempo que papá podría haber tenido si aun estuviera vivo, y
mamá, que nunca quiso ir a Yemen pues allá, al semen todos le temen.
(*) Poemas inéditos pertenecientes al libro Mañana la mente puede, que será publicado en México por editorial Aldus.
Eduardo Espina nació en Montevideo, Uruguay. Publicó los libros de poesía: Valores Personales, 1982;La caza nupcial, 1993, 1997; El oro y la liviandad del brillo, 1994; Coto de casa, 1995; Lee un poco más despacio, 1999; Mínimo de mundo visible, 2003; El cutis patrio 2006, 2009. También es autor de los libros de ensayo: El disfraz de la modernidad, 1992;Las ruinas de lo imaginario, 1996; La condición Milli Vanilli. Ensayos de dos siglos, 2003; Historia Universal del Uruguay, 2008; y Julio Herrera y Reissig. Prohibida la entrada a los uruguayos, 2010, estos tres últimos publicados por Editorial Planeta.
En Uruguay ganó dos veces el Premio Nacional de Ensayo por los libros Las ruinas de lo imaginario, (1996) y Un plan de indicios (2000), de próxima aparición. En 1998 obtuvo el Premio Municipal de Poesía por el libro aún inédito Deslenguaje. Sobre su obra poética se han escrito tesis doctorales, y extensos artículos de estudio fueron publicados en reconocidas revistas académicas como Revista Iberoamericana y Revista de Estudios Hispánicos. En Santiago de Chile, Red Internacional del Libro publicó en 2003 Con/figuración sintáctica: poesía del deslenguaje, estudio comprensivo de la obra poética de Espina realizado por el lingüista español Enrique Mallén, autor asimismo del libro Poesía del lenguaje. De T.S. Eliot a Eduardo Espina, publicado por Editorial Aldus en México, 2008.
La poesía de Espina se estudia en diversas universidades de Europa, América Latina, y Estados Unidos, y sus poemas han sido traducidos parcialmente al inglés, francés, italiano, portugués, holandés, alemán, albanés y croata. Está incluido en más de 40 antologías de poesía latinoamericana. En 1980 fue el primer escritor uruguayo invitado al prestigioso International Writing Program de la Universidad de Iowa. Desde entonces radica en Estados Unidos. En 2010 obtuvo la beca Guggenheim.
NUEVO MICROPROGRAMA DE "VUELAN LAS PLUMAS" EN LA RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE (102.5 FM);"POESÍA EN EL AIRE" CON VIVIAN LAVÍN Y ANDRÉS MORALES
Un nuevo programa dedicado exclusivamente a la poesía chilena e internacional se ha inaugurado este mes en la RADIO UNIVERSIDAD DE CHILE (102,5 FM, FRECUENCIA MODULADA) a cargo de la directora y editora del programa "VUELAN LAS PLUMAS", la connotada periodista Vivian Lavín y del poeta y PREMIO PABLO NERUDA 2001 (entre otros) además de, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y de la Academia Chilena de la Lengua, Andrés Morales.
El programa se transmite todos los días desde las 17:00 horas y, en este pequeño espacio, se realizan críticas, reseñas y notas e3n torno a libros de la mayor actualidad y calidad tanto de Chile como en el extranjero.
Hasta el momento se han reseñado los siguientes poemarios:
El hombre invertido de Mauricio Barrientos.
Zurita de Raúl Zurita.
Cenotafio (Antología) de Jaime Siles (España).
Poesía escogida de Teresa Calderón.
Obras Completas de Gustavo Ossorio (a cargo de Juan Manuel Silva Barandica).
Cuartos de Motel de Giovanni Astengo.
Prohibido asomarse al interior de Omar Lara.
La idea es recibir libros de poesía de todo Chile y el extranjero parea actualizar, cada vez más, a nuestro, un tanto "desorientado" público lector.
miércoles, 28 de marzo de 2012
sábado, 24 de marzo de 2012
miércoles, 21 de marzo de 2012
"F I L O P O E S" (SELECCIÓN DE POEMAS) DE ERNESTO LANGER MORENO (CHILE)
Estos filopoes no tienen género, son libres para expandirse y contraerse, para esconderse o revelarse. Por eso se abren como una flor o se ocultan detrás de las letras. Dependen del espíritu que los acoja. Los escribe el universo entero y tienen que ver, principalmente, con la belleza, la alegría y la iluminación. Espero que ellos puedan dar lo que contienen y que sus lectores los reciban. Vayan con ellos la alegría, la belleza, y la paz, es mi deseo.
Ernesto Langer Moreno
COMO EL SOL
El que de veras soy
se asoma, a veces,
como el sol
Y me ilumina.
EL VIENTO
El viento golpea los eucaliptos
que crujen mientras la tarde
se instala en mi jardín
Entonces, pierdo mi nombre
Me muevo con las hojas de los árboles.
CUANDO UNA MARIPOSA
Cuando una mariposa bate sus alas
Todo el universo se agita y cambia
Somos uno que se mueve
Y vuela.
EN EL CORAZÓN
En el corazón de mi corazón
la dulce presencia del espíritu tiene su nido
¿Tendría algún sentido reflexionar sobre ello?
El sol en el cielo es suficiente
para que florezcan las maravillas.
AQUÍ ESTOY
¿Que cómo hago para estar contento y en paz
conmigo mismo?
Puesto que el ayer yace en su tumba
Y el futuro espera su turno
Aquí hay que estar: en el PRESENTE
Ese es el truco
Ir hacia donde el viento nos sopla.
LA MUERTE
La muerte es un cuchillo
Que con un solo corte
Separa lo real de lo irreal
Lo irreal se desvanece como el humo
Lo real continúa como si nada
Uno conserva solo el equipaje
necesario.
MI VECINO
Mi vecino es un hombre
de pocas palabras
Cómo le envidio ese don inapreciable
Su forma de prescindir del lenguaje
Negándose a extraviar en sus imágenes
Está claro que él no se distancia
de la realidad.
AQUÍ Y AHORA
En el aquí y el ahora
Construyo mi casa
Justo en medio del río de la realidad
Luego abro todas sus puertas y ventanas
Para empaparme de ella y despertar
Los recuerdos, los sueños, no pueden entrar.
CADA VEZ
Cada vez que niego
Lo que perciben mis ojos
La ilusión se deshoja
Como los árboles en otoño
Y la realidad florece
Como esos mismos árboles en primavera.
PAJAROS
Los pájaros cantan en mi ventana
Al amanecer
Eso me basta para sentirme vivo y alegre
Durante todo el día
Y cada mañana se repite.
PODEROSO DON DINERO
El poderoso don dinero
Es como la manzana del Edén
Atrae, encandila, atrapa y corrompe
Engaña con sus candilejas
Y es la causa de que se nos expulse del paraíso.
CUANDO EL SOL
Cuando el sol se oculta
Las montañas desaparecen
Y el labrador vuelve a su casa
Cuando el sol aparece
Las montañas se hacen visibles
Y el labrador retorna a su trabajo
Así es como deben ser las cosas.
POEMA DE CRISTIÁN GÓMEZ (CHILE)
Cuando tenga que decirle a mi viejo que tiene Alzheimer
quiero que esté leyendo el diario. Quiero sentarme
con él y leer el Arte y Letras. Ojalá que nos
estuviera dando el sol, ojalá que fuera verano
y las hojas se traslucieran con la luz
para leer la siguiente página
sin dar vuelta la hoja.
Ojalá estemos en la casa,
ojalá que no sea una de esas visitas
de médico que me sirven para no
perder el acento y firmar los papeles
de la herencia. El día que le tenga que
decir a mi viejo que tiene Alzheimer
espero que haya jubilado y haya vaciado
mi librero con esa plata derrochada.
No se entrega el cinturón de los pesos pesados
sin dar una pelea. De lo que conozco
él la viene dando desde los trece
cuando decidió que sería más
redituable vender bolsas de plástico
en la feria que llegar hasta sexto
humanidades. El resto, un montón
de fotografías con personajes que ahora
no tienen nombre y un calendario
que se repite como si el viejo
fuera un Nietzche de clase
media, aburrido por sobre todo
de andar con el encendedor prendido.
Y en la boca los cigarrillos apagados.
POEMAS DE EDUARDO EMBRY
Siete sabios
(Para el profesor Ian Michael, medievalista y escritor galés)
Siete sabios tengo en mi cabeza,
siete sabios que me aconsejan,
me dan instrucciones exactas
de cómo debo usar la máquina
de afeitar sin cortarme la cara;
de cómo hacer el nudo de la corbata
sin que el nudo quede hecho
una mamarracho;
siete sabios que me hablan sin hablarme
de asuntos que todos dan
por entendido, de cómo, por ejemplo,
se debe encender un bombillo
sin que el bombillo se queme,
y si la casa quedara a oscuras,
de cómo ir de prisa
al tablero del control eléctrico
para subir o bajar la palanca
según convenga;
siete sabios tengo en mi cabeza,
siete de los más antiguos,
siete voces que al hablar
hablan todos a la vez
como si los siete sabios
que tengo en mi cabeza
fueran siete en uno solo.
Soy uno de aquellos clérigos
Soy uno de aquellos clérigos
desacreditados que hay en pueblos
más pequeñas que hormigas
sobre un infierno grande;
soy el predicador de la bondad de los equívocos,
porque sin equívocos
el mundo ni la ciencia aprenden;
es umanal cosa equivocarse en este mundo;
perdono y entiendo sin pestañar
a quien ofende, con esto lo digo todo:
me pongo a la vanguardia
de los frailes calzados
dentro de zapatos
de las mejores marcas
que hay en este mundo,
en estos tiempos de crisis caballas
no digo a nadie que siga mi consejo
de echar mano al loco amor;
escribo para cuerdos y no cuerdos,
para quienes entiendan bien
la doctrina de mis versos;
aquí se desnudan los ejemplos
de cómo es posible equivocarse
para que nadie se equivoque;
sólo digo: que sin los equívocos
garrafales el ombre
no aprende nada.
Aquellos grandes camiones que llevan camiones
Cada vez que mis ruedas de goma
sobrepasan los huecos
que han dejado los instaladores
de televisión por cable, mi pobre
cochecito da un brinco del diablo;
los grandes camiones para llevar camiones
se elevan al cielo,
entran por un túnel largo, penetran la luna;
con su preciosa carga,
llegan a una laguna azul
que luce y brilla como brazalete
en las muñecas de mis amigas;
los grandes camiones atraviesan
las peligrosas aguas del espacio celeste,
unos cuantos días más tarde,
después de sobrepasar los huecos
que han dejado los instaladores
de las nuevas cañerías del gas,
del suministro de electricidad subterráneo
y de la televisión por cable
que suben al cielo,
los grandes camiones de cargar camiones
retornan vacíos a la tierra.
Poema de los engaños
A la memoria de don Carlos Foresti
Este poema que no escribo
inicia su primer verso
antes de haber sido escrito
en una roca del cerro Cordillera,
“qué bien muchacho”,
alentaba el más sabio;
yo le decía al maestro,
llevándole al origen
misterioso de las letras:
tengo una intuición grande
en mi corazón;
era como una bola de fuego
como una bestia
que impedía el paso
del estrecho camino
de quien viene en sentido contrario
cargando una bolsa de letras,
adjetivos, sustantivos y verbos;
antes, mucho antes
de aquel gran nacimiento,
cuando su autor se hallaba
todavía en viaje
del otro mundo a esta tierra;
cuando las luchas de ayer
(contra la nieve,
contra el lobo y la oveja)
eran las mismas de hoy
- antes que ningún poema
fuera escrito a martillazos:
el maestro de maestros
me extendió la mano
y desde la roca más alta
miramos con agrado
la patria y la ciudad donde
habíamos nacido.
Libro iluminado de las horas
No es que este libro realmente sea
un libro encendido
del modo como se encienden
en las tardes las grandes ciudades;
es sólo un decir, un apodo, un refrán
que encorbatado viene
de la edad media a esta mesa;
miro para un lado, miro para el otro,
todo lo que he dicho
-ciudades encendidas, un apodo, un refrán,
de la mar a la montaña,
como aquellos peces que luchan a matarse
contra la corriente
Erudición
Yo tengo un profesor magnífico,
con quien he sacado las mejores notas,
con una lupa iluminada
veía todo aquello que nadie podía ver,
de cada vuelta que daba
a las hojas del manuscrito,
como chispas, como cenizas
sacaba angelitos con la punta de un alfiler,
leía sus mensajes,
a veces, diabluras indecentes;
yo, no lo veía nada, pero mi profesor me lo contaba;
monjes desnudos que ahora ya no existen
cantan alabanzas a los dioses,
no sé cómo salía tanta maravilla
de los ojos de aquel viejo profesor
que cuando hablaba
miraba hacia las nubes
como si cayera del cielo a su cabeza
todo lo que sabe;
con letras mayúsculas decorado, dibujos
en miniaturas; largas estrofas
como oraciones y sermones,
y en el techo de esos diablillos,
una sola estrella que miraba por un ojo
a los amantes desnudos
que fervorosamente luchaban
con una cruz en el pecho; pero yo,
no veía nada;
sólo el libro iluminado de las horas,
con su cara de niño bueno, animalitos
que pasan por el cielo;
solo un libro raro, como una paloma vieja
que no conjuga versos que se dicen en futuro;
me pregunto: aquellas historias
que vienen en las hojas iluminadas del manuscrito
¿por qué diablos no suceden ahora?
el rey sufría dolores de muelas,
y poco después de las batallas
¿qué hacía el rey detrás de los árboles?
¿pasarán ahora las mismas cosas que pasaban ayer?
si leyeras el libro iluminado de las horas
si leyeras el libro iluminado de las horas
¿te arrancarías del corazón
alguna de tus cuitas?
este libro tiene ribetes amarillos,
ojos azules, y una palidez rara
de hojas muy antiguas.
El más célebre de mis versos
Cuando llegué a esta ciudad,
traía unas ínfulas tremendas
de llegar a ser un poeta famoso,
leí las instrucciones que
habían dejado los ilustres hombres
de letras universales,
desde los más soñadores y locos
hasta los más prácticos
en el manejo de dichos y refranes
fueron mis lecturas más frecuentes;
con todo aquel poder que me daban
mis grandes ínfulas
de poeta famoso que era,
trasladé mi corte real
a la orilla de la playa,
sentado en mi trono
comencé a dar órdenes al mar,
“detén tus aguas, maldito”, fue mi primer verso,
el más célebre de todos mis inicios,
pero las olas sobrepasaron mis pies,
demasiado tarde me di cuenta
que mis versos
no eran tan poderosos como yo pensaba.
Desde Southampton, Inglaterra
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