Pablo Neruda: Cartas
de amor. Edición de Gabriele Morelli. Cátedra. Letras Hispánicas. Madrid.
2015. 316 páginas.
El mundo sentimental de Neruda ha sido objeto de no
pocas investigaciones y recreaciones de muy, pero que de muy vario
tratamiento. La última de ellas es la novela de la narradora
argentina María Fasce, titulada La
mujer de Isla Negra (Alianza Literaria, 2015), una ficción muy bien escrita y bastante verosímil, que tematiza el
momento de paso entre dos de las pasiones más duraderas del poeta chileno: Delia
del Carril y Matilde Urrutia. María
Fasce focaliza, pues, los años del amor maduro. Las Cartas de amor, pulcramente editadas por el gran hispanista
italiano Gabriele Morelli, cubren una
extensión cronológica mucho mayor, que se extiende desde el Neruda, adolescente
y provinciano, que malvive en un rosario
de pensiones en Santiago
hasta el Neruda último, enfermo y a punto de morir. Comprende, pues, un
periodo cronológico muy amplio, que
ha sido articulado en función de sus distintas y respectivas
destinatarias, pues muchos de estos amores eran paralelos, cuando no
simultáneos, aunque no todos ellos son del mismo calado ni presentan la misma
intensidad. Así las cartas dirigidas a
su hermana Laura entre 1926 y 1934
permiten reconstruir la no siempre fácil
relación con su padre, así como
las penurias que de estudiante pasa y la
ternura con que se dirige a su familia en una lengua íntima y de tono coloquial. De otro tenor son
las trece que, entre 1922 y 1924, envía
a Teresa Vásquez (Terusa), la Marisol de
sus Veinte poemas , en cuyo Álbum deja escrito el poema 2 de dicho
libro, siendo la inspiradora del 3, 4, 6, 8, 9, 10, 12, 16 , 20 y de la
“Canción desesperada”, que lo cierra. Incluso hay estudiosos – como Volodia
Teitelboim- que incluyen en la lista el 7, el 11, el 14 y el 17. Las
104 dirigidas a Albertina Rosa
Azócar contienen, como dice
Morelli, además de una historia de amor,
“la génesis del acto creativo”, y algunas de ellas comparten con los poemas de esta época expresiones y giros. Albertina es un amor
de juventud, pero de una duración muy prolongada: ella es la Marisombra de los Veinte poemas y la destinataria del “Me gustas cuando callas porque estás como
ausente/ y me oyes de lejos, y mi voz no te toca”. Y también de otros de El hondero entusiasta y Residencia
en la tierra. El testimonio de ella, fechado en febrero de 1983 y que se incluye en el apéndice, explica las
dificultades que para ambos – y, sobre todo, para ella- tuvo aquella relación. Las tres dirigidas a Olga
Margarita Burgos entre 1932 y 1933 no son un material poéticamente importante, pero la
documentación que las acompaña ha
permitido datar el poema “Walking Around”, del que Neruda envió a Olga una copia
a máquina, e incluso ha hecho suponer que parte del léxico de otros
procede de su relación con esta dentista. En la carta 1 a Delia del Carril, el Miratvilles que aparece citado, y que la
edición no identifica, debe ser Jaume Miratvilles (1906-1988), actor en dos
películas de Dalí y comisario de propaganda de la Generalitat de
Cataluña durante la guerra civil. En las 47 a Matilde Urrutia, escritas entre finales
de 1950 y 1973, hay alusiones a la
política y muchas noticias de viaje, que nunca ahogan el interés por las
pequeñas cosas que para Neruda eran “casi siempre las más importantes”. Esta correspondencia sentimental de Neruda es una radiografía
tanto de su obra como de su vida, pues ambas son una y la misma.
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