CHILE
La envidia se desata en este circo pobre:
El domador aúlla y ruge y estornuda,
la equilibrista sueña con tierra firme
siempre
y un payaso ordena el mundo entre sus
dedos.
La
patria se disfraza, cortés, civilizada
en una bendición de dones ya maduros
que enseñan gravemente la luz opaca y fría
del sol sin su destello, sin su calor
sereno.
El circo se disfraza, la patria se
desnuda,
la envidia nos despierta, nos mueve, nos
consume.
La única verdad es la que nos desmiente:
El circo no termina, la mascarada crece,
el bufo, la corista, el fanfarrón, el
santo,
todos en la pista cruel y provinciana.
(A
Roberto Díaz Muñoz)
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