Iré analizando
este texto, a fin de ir descubriendo lo
interior que se revela detrás de estos
poemas, a veces, con una impronta misteriosa, cuya transparencia se oculta por
medio de la aparición de un lenguaje sugerente. Contiene una bella portada de
Margaret Collazo, destacada artista plástica argentina.
¿Qué sentido
tiene el lenguaje en este texto? ¿Cuál es la conciencia poética que subyace?
¿Acaso hablar
de un poema supone hacer visible su trama? ¿Qué se refleja en estos poemas?
Esta obra
poética, que reúne una selección, ¿se constituye en un corpus representativo de
una época, de una sociedad, de una cultura?
Consideramos
que la obra tiene una validez imaginaria y desde esa mirada, no implica ni la
realidad ni el mundo; es solo un modo de ver la realidad y el mundo y de estar
en ellos. Podríamos agregar, que la obra es un modo de verse a sí misma.
En la poesía
de América Latina, muchos textos aluden
a un “nuevo mundo”, de tal manera, surge una suerte de pasión adánica, que
consiste en nombrar nuestros seres, las cosas, nuestra vasta geografía,
nuestras tradiciones y mitos.
¿Cuál es el
impulso genésico o cosmogónico que podemos observar en la obra del poeta
costarricense Miguel Fajardo Korea?
¿En dónde
reside lo representativo de la
originalidad americana?
¿De qué manera
la experiencia del poeta es, sobre todo, verbal, hurgando en las palabras que
tienen como función primordial expresar la experiencia del mundo?
¿Cómo se
caracteriza la intensidad de su lenguaje
al nombrar el mundo, en el contexto latinoamericano y de originalidad telúrica?
¿Cómo abordar
la estructura de estos poemas?
A
continuación, ofrezco una lectura para dar cuenta de lo antedicho, siguiendo el
orden de los 50 poemas seleccionados por el autor, en su versión definitiva,
que comprenden el periodo de producción y edición de sus textos entre (1978-2014).
El poemario
contiene una bella ilustración pictórica de la destacada artista argentina,
Margaret Collazo, de quien se incluye un criterio en la contracubierta, a
propósito de su imaginario para “Nadie es
dueño”, de Miguel Fajardo Korea, académico y poeta centroamericano. Además,
un epígrafe del poeta Rubén Vela, que pertenece a su libro “Poemas como piedras” (2012).
Urgente búsqueda (1981)
Una apertura
desde el dolor de un yo lírico que sufre por las luchas sangrientas. La
garganta angustiada marca el sonido gutural de la agonía, las garras y las
guerras. Poema inaugural que señala el rumbo poético de la búsqueda urgente.
Hay silencios sin respuestas. No se puede descifrar el enigma.
Estación del asedio (1981)
En “Cada día
de la tierra”, la casa, las hojas, el otoño, el invierno, la tierra, la noche,
los naranjos conforman el universo raigal en el origen del Padre.
“Nosotros, por
ustedes”. Un poema que recala en el aprendizaje de la vida con un ritmo
armonioso que señala los ojos, el crepúsculo, los cristales, con imágenes
ligadas a la naturaleza y símbolos centrados en el uso de las palabras mar y barco, aludiendo a la inmensidad y el destino sin límites.
Extensión del agua (1981)
En “Olvidar el
rostro”, observamos ritmos anafóricos que entretejen el sentido de la partida
que despersonaliza hasta ‘olvidar el rostro’ en un tiempo que se desquebraja.
Bella
semblanza de San José desde la visión de un peregrino en estas tierras.
Algo tan grave (1982)
El tema del
exilio se patentiza en “Alcance de la sed”:
Dice el poeta:
“Perdemos la vida/cuando invocamos/adioses que proponen destrucción.”
En “Cautivo
mediodía”, se nombra en una armoniosa
amalgama: silencio-tiempo-agonía-invierno-fuego-sombra. Podemos leer:
“Llevamos en
las hojas, el silencio/en las manos/la fundación del tiempo”.
El poeta, en
su rapto fugaz, atrapa el silencio y el tiempo, tal vez sean los ejes temáticos
de su viaje poético. Hay señales que lo ponen de manifiesto: ‘los bordes del
fuego´ o ´la caducidad de las sombras’
Parte
del fuego (1984)
El tema de la
soledad y la injusticia. La geografía carcelaria es recinto de la injusticia:
‘soledad hereditaria’ o ´el desamparo de
las rejas’.
En “Llaga
presentida”, la personificación de la llaga exalta ese dolor que llega al
martirio, se erigen en linternas que alumbran el rencor de ese misterio. Las
llagas ‘esculpen la intemperie’, ´acrecientan la oscuridad’, es decir, socavan
ese horror de la violencia.
Nosotros del mundo (1984)
El poeta, en
“Itinerarios del misterio”, siente el ataque y la ofensa de otros. Busca su
refugio en la rebeldía. En “Jadeo sagrado”, asistimos al peligro y soledad que
constituyen la destrucción de un camino.
Solo la noche (1989)
“Certeza”
anuncia el deseo de luz para la tierra americana.
“Nadie es
dueño” es un extenso poema que da título al libro antológico.
El mito que
nos ampara padece el sufrimiento del ultraje. La lucha por la paz que se
esconde en los pantanos. En ese ámbito, el rumor de las lilas y las violetas
claman por la piedad.
“Estar vivo”.
La tierra ardiente, el mundo vegetal, el mar, son constantes que señalan la
presencia de la vida como único norte en la desesperanza bélica.
Esta tierra amarra los pies
(1990)
“Depositarios”,
un canto que grita e irradia, con delirio,
el anhelo de salir del vasallaje.
“Piedad de la
sed”, el desamparo de los abandonados. La mención de los jades chorotegas
(etnia de la región mesoamericana) y la comparación con el quijongo,
instrumento musical de una sola cuerda, le otorgan un colorido local que
acentúa la fuerza vital del poema.
Las puertas del sol (1992)
“Sedienta de
luz”, una oración que atraviesa ‘la
mudez del grito’.
“Manuscrito de
mañana”, con versos cortos, que denotan el tiempo escaso en esos momentos de
Pasión, las palabras son un refugio de protección, comparable a la Madre.
Cinco estaciones para América
(1993)
“América: II Estación”:
un homenaje a los hombres que se
nutrieron del maíz, como emblema de nuestra tierra americana en tiempos de devastación.
“América: V
Estación”: la piedra y el honor en los hechos de quienes estuvieron hace cinco
siglos.
Margen del sueño (2000)
“Poema XI”:
los muertos por su patria en un recorrido histórico de varios continentes.
El poeta
abreva en los incidentes de otras épocas para comprender su presente.
“Poema XXVII”:
la poesía como espacio salvífico, se liga al encuentro de la naturaleza
desmesurada del paisaje afectivo y a la
palabra que irrumpe en el ‘insomnio de lo indómito’.
“Errante
soledad”: con un calificativo asociado al viaje, al periplo incierto y azaroso
del destino de este yo lírico que peregrina, para vencer la adversidad de tanto
dolor, generado en la injusticia y el poder.
“Embarcación
de la memoria”: una magnífica metaforización de la naturaleza y el objeto de la
nave que simbolizaría es lo que se lee
en el verso “la sed es salvación contra la muerte”.
Todos los días (2004)
“La otra
memoria”, un repaso por la violencia testimoniada en el despojo y las
maldiciones.
“La cicatriz
del relámpago”, alude a la historia de héroes y mártires, mediante
enumeraciones e imágenes centrales.
Ausencias (2005)
“Límite de la
palabra”, así como en palabras de Ludwig Wittgenstein, también el poeta se
sumerge en la naturaleza de la montaña y del bosque para dar cuenta, que el límite de su
mundo es el límite de sus palabras.
“Arrecifes del
viento”, la naturaleza hiperbólica, plena de color y arrasadora, descubre esa
máscara de dolor que se cobija en el alma del poeta.
Travesías (2008)
“La verdad de
sus comienzos”, en esa búsqueda de la verdad, se pone el cuerpo, un cuerpo que
vierte lágrimas y que ha visto las cenizas del tiempo en personajes históricos:
Bolívar, Marti, Juan Rafael Mora Porras (1814-1860), presidente costarricense,
declarado héroe y libertador nacional.
En estas
travesías se alude al amor, a la patria, a la madre, al padre, los hermanos, a
la mujer.
Es tiempo de
consuelo en ese himno que abraza toda la
cintura de América.
Casa Guanacaste (2010)
“Conciencia
confraternidad”, es el perdón contra las
injusticias del llano. Poema conmovedor.
“El cielo
Quauhnacaztli”, bellísima semblanza del árbol de Guanacaste, una
descripción nacida desde las entrañas.
La demora más larga (2012)
Un libro que
recoge, con maestría, las experiencias poéticas y las sitúa en la actualidad en
donde convergen distintos paradigmas de
ideales, costumbres, estilos de vida insertadas en nuevas tecnologías e
intereses mercantiles.
En el
“Relámpago en el vacío”, podemos leer: ´las fronteras son límites de
irracionalidad’.
“La angustia
en los gritos”, el poeta nombra a mujeres que han padecido por diferentes
causas: Ana Frank, Eunice Odio, Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik y las coloca cerca de las pirámides de
Teotihuacán, lugar geográfico que
sobrevivió al dolor.
Kafka y Frida
Kahlo acompañan al poeta en la demora más larga. Y un homenaje a la maestra
María Leal de Noguera.
“Huelenoche,
moza de los campos”, después de padecer, hay una resurrección encarnada en la
belleza sin par de una planta aromática que representa el Eros que emana de la
tierra como mujer que recibe del cielo y dispersa el olor silvestre, como
registro olfativo presente en la infancia, territorio edénico que nos otorga la
salvación de nuestra condición humana.
El correo electrónico de Miguel Fajardo
Korea es:
minalusa-dra56@hotmail.com y su twitter: @Mifajak.
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