Buscar este blog

"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 6 de septiembre de 2015

CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE POR EL POETA COLOMBIANO HAROLD ALVARADO TENORIO



Después de un siglo de subjetividad romántica, que había terminado por hacer del poema decoración, con Carlos Drummond de Andrade (Itabira do Mato Dentro, 1902-1987), apareció en Brasil una lírica que siendo de gran precisión, carecía de las melodías que la tradición exigía a la armonía escrita. Su poesía no se sostenía, en exclusivo, de imágenes, sino también en emite conceptos, que eludían la oscuridad mediante la coexistencia de cierta ingenuidad y una vigorosa disciplina intelectual.

El exceso de crítica que prevaleció en el periodo anterior a 1914 -escribió en la primera edición de A Revista -condujo a una completa apatía e indiferencia de parte de los artistas y escritores al confrontar los fenómenos del mundo visible. Una plétora de doctrinas estéticas culminaron en Dadaísmo y la confusión de la Torre de Babel se repitió. Ahora los artistas y escritores se encontraron a si mismos evitando todas las teorías abstractas a fin de alcanzar la realidad sin las manos manchadas.

Su obra creció entonces por acumulación. Cada colectánea termina una fase e introduce otra. Su primer libro se opuso a los clisés, la dicción estilizada y las «apropiadas» convenciones literarias. Como los modernistas, lo universal y lo íntimo y personal están ligados, sin permitirse nada rítmico, en la creencia de que, a menos que las palabras concurran con una asociación de ideas, la rima es inútil. En sus poemas parece como si el elemento lírico y algunos motivos personales, estuvieran perdidos.

Drummond de Andrade es reconocido como uno de los poetas que mejor hablaron un lenguaje inmemorial como lengua del presente. Exitoso en su búsqueda de lo simple y cotidiano, fue el intérprete del hombre común, que se siente integrado al universo. Un testimonio de la radical transformación del individuo y la sociedad brasileña durante el siglo XX.  Hecha de un lirismo personal y de preocupaciones sociales, su poesía es notable por la atención que dio a la artesanía de su arte, creando para su uso exclusivo una técnica que se adapta a las necesidades de su expresión y sus preocupaciones temáticas. Su núcleo es un hecho cotidiano, probablemente leído en algún periódico: alguien cree que el lechero que se acerca a su puerta es un ladrón y le da muerte; una mujer cuenta a sus hijas cómo su marido la humilló y abandonó por otra mujer, y como la otra mujer, años más tarde, abandonada a su vez, vino a pedirle perdón, dejando su vestido como recuerdo, mientras los pasos del esposo que regresa se escuchan; una víctima de un accidente de avión, revive el día anterior a la catástrofe el trágico suceso.

Mucha de su poesía tiene además como centro ideas obsesivas: la perfección es improbable; el lenguaje es insuficiente para las necesidades de comunicación; la vida es inefable; el orden social es injusto y por tanto irresoluble. Incluso el amor, que poco a poco se hace inservible.
 Alguma poesía (1930), anunció la segunda fase del Modernismo brasileño. La ingenuidad de estos versos engaña, su simplicidad enmascara a medias una profunda y sofisticada ironía, digna de Machado de Assis, que ofrece al lector un inquietante sentido del absurdo de vivir. El libro incluye No meio do caminho, un poema que causó violentas reacciones de parte de los puristas. Es un resumen de uno de los aspectos dantescos de la vida moderna: todos los caminos están obstruidos, debemos ir de un sitio a otro con la permanente obsesión de que existe el obstáculo.

En el medio del camino había una piedra
había una piedra en el medio del camino
había una piedra
en el medio del camino había una piedra
Nunca olvidaré ese suceso
en la vida de mi cansada retina
Nunca olvidaré que en el medio del camino
había una piedra
había una piedra en el medio del camino
en el medio del camino había una piedra.

Para Drummond de Andrade, la vida es una idea «insostenible». Su preocupación con los procedimientos de la escritura poética y su «imposibilidad» le llevaron, en contraste con sus puntillosas investigaciones metafísicas y fenomenológicas, a un lenguaje teñido de humor e sarcasmos donde descree incluso de sus propias capacidades. En Brejo das almas obscuros poemas nada descriptivos son ácidos comentarios sobre el aislamiento del mundo. EnSentimento do mundo publicado en plena Segunda Guerra Mundial los juegos de la niñez y los jardines de provincia de sus primeros poemas parecen irrelevantes ante la catástrofe que se vivía haciendo un amargo recuento de la estupidez y desorden del mundo, más la indiferente debilidad de los políticos e industriales, encontrando apenas esperanza en los ideales de solidaridad de la clase obrera. Textos similares a José, uno de sus más populares, símbolo del Brasil y sus dolorosos problemas:

Llave en mano
quieres abrir la puerta
-pero no hay puerta;
quieres tirarte al mar,
pero el mar está seco.

Sus poemas políticos fueron apareciendo después del fin da la contienda mundial con A rosa do povo  (1945) donde testimonia el dolor colectivo y la miseria del mundo moderno, su mecanicismo y materialismo mediante el conflicto de un rebelde que deseando permanecer al lado del pueblo, identificándose con los problemas de la gente del común, no abandona su personalidad aristocrática de artista. Los sentimientos revolucionarios de su poesía no se confunden con la masa para ayudarla a conocer sus propias debilidades y necesidades, sino que transfiguran la inconformidad y rebeldía para que la élite pueda compartirlos. A diferencia de la poesía de Castro Alves, cuya inspiración nacía directamente del pueblo para regresar hasta él en formas y asuntos populares, en Drummond de Andrade la inspiración surge de si mismo, sin hacer concesiones al gusto o la moda ideológica, gestando un estremecimiento como resultado del encuentro, en el poema, de las actitudes refinadas del artista y su esfuerzo para comprender a los Otros. Una poesía sobria y en no pocas ocasiones seca y ascética, que se niega a «mancharse» con la pasión o los sentimientos.
 Fue quizás por esta actitud que Manuel Bandeira dijo que Drummond de Andrade era «el representante más típico en la poesía del hombre de Minas Gerais»:
 Caracteriza al mineño la reflexión cautelosa, la desconfianza frente al entusiasmo fácil, el gusto por las frases de doble sentido, la reserva pesimista, elementos todos generadores del humor. Siempre que con esas características propias del mineiro coincida una mayor sensibilidad y el donde la poesía, puede esperarse la aparición de un humorista de gran estilo. Drummond es el primer caso de tan feliz conjunción. Sensibilidad conmovida y conmovedora en cada línea que escribe, el poeta no abandona casi nunca esa actitud de humor, ni aun en los momentos de mayor ternura. De ordinario la ternura y la ironía actúan en su lírica como un juego automático de palancas de estabilización: no hay falsas maniobras en ese ad­mirable aparato poético. En sus dos primeros libros el pesimismo sarcástico es la nota dominante. El poeta no espera gran cosa de esta humanidad.
 Esta fase enriqueció su naturaleza lírica y emocional. A través de su conciencia artística, obtuvo plenitud y humanización. Lo que vino después fue poesía «pura», en un intento por reconciliar las formas tradicionales con las libertades introducidas por el Modernismo. Pero ya desde 1945 había mostrado su hondura y la perfección de su instrumento poético.
 Con la publicación de Poesía até agora  (1948) y Claro enigma (1951) alcanzó la maestría absoluta de sus recursos técnicos y estilo personal. En estas colecciones -y en los libros que les siguieron durante los años cincuentas- las angustias derivadas de la guerra cedieron ante una nueva serenidad de su espíritu ofreciendo la impresión de que el poeta había llegado a un momento donde se encontraba a gusto consigo mismo y el mundo. Las convicciones sociales aparecen todavía en Fazendeiro do ar (1954), pero su tono es menos enfático, el socialista de antes ha desaparecido y no cree que las injusticias y el sufrimiento del hombre puedan ser redimidos mediante los activismos políticos. En A distribuição do tempo, dice:

Un minuto, un minuto de esperanza
entonces todo acaba. Y todas las creencias
en los problemas han desaparecido. Lo que queda es la tranquila
decisión que revolotea entre la muerte y la indiferencia.

Al estilo «anecdótico» debe Drummond de Andrade buena parte de su fama, así el término no sea adecuado para describir ese delgado, a menudo torcido, seco y nada sentimental humor, que permanece bien reconocible en su obra. Un humor hecho de inesperadas combinaciones de palabras, deliciosas imágenes cómicas usadas para presentar un pensamiento trágico y estados de melancolía. Aun cuando no hay un gran gozo de vivir en su obra, tampoco hay desesperación; el poeta mira la vida, sin esperanza de felicidad, pero al mismo tiempo encuentra en ella inmenso interés y valor. Su nativa Itibara asume un papel mítico en su poesía buscando en sus paisajes, gentes y antepasados, con un amplio sentimiento de fraternidad, los trabajos del mundo, la angustia de su tiempo y raíces del hombre contemporáneo.
 Al final de su vida hubo otro tour de force. El púdico poeta que había atravesado un siglo sin Dios, alimentado apenas con los cadáveres de tantas e inútiles guerras, decidió desnudarse ante sus lectores y revelar sus pasiones y veleidades eróticas. Publicó entonces numerosos poemas [O amor natural, 1988] referidos a la vida erótica y la Bunda, el popular sustantivo que en portugués hace referencia a las nalgas y el culo, como en Budamel Budalis Bundacor Bundamor, que traducido significaría Culomiel Culorolis Culocolor Culoamor haciendo el elogio del Giráculo cósmico. Copio y traduzco un par de ellos.
 Allí en el cuerpo femenino

En el cuerpo femenino, ese lugar
el dulce culo todavía prefiero.
Para él, mi más íntimo suspiro,
pues cuanto más lo palpo más lo miro.

Y cuanto más lo deseo, más me hiero
con estas uñas que cosquillean, y suspiro
en ese giro lento y violento
de los dos planetas donde salgo y entro.

La mano en pompa, sabio papiro
iluminando como luciérnaga el placer
donde con o sin sed me acuesto

me restauro, pienso y reviso
este sentir de la agonía cuando
siendo el culo paloma es mi vampiro.

Sin que te lo pidiera hiciste la gracia

Sin que te lo pidiera hiciste
la gracia de magnificarlo.
Sin que lo esperara, caíste de rodillas
en posición devota.
Lo que pasó no es pasado muerto.
Para siempre y un día
él aun recoge la piedad osculadora de tu boca.
Hoy no estás, ni te veo ni escucho ni te estrecho
pero tu boca presente está, adorando.
Nunca pensé tener un dios entre mis muslos.

Textos donde Drummond de Andrade celebra a plenitud el sentido del placer que instauró la llamada posmodernidad, cuando los jeans y leggins han hecho del culo el principal objeto del deseo tanto femenino como masculino, el símbolo danzante de todos los carnavales, objeto privilegiado de la moda y la fotografía, el out-doors por excelencia del presente.
 Escribió también numerosas crónicas, ensayos, cuentos y prosas, de gran interés en si mismas porque muestran los caminos que el poeta siguió en su desarrollo. Sus cuentos combinan un ligero toque de humor y unos penetrantes sentimientos de desencanto con las cosas de la vida, en un estilo que también recuerda a Guimarães Rosa: Extraordinaria conversa com uma senhora de minhas relaçoes, primero de los Contos do Aprendiz (1954), es un diálogo en un autobús con una dama a la que el narrador responde con versos de Mallarmé y Valéry, pero gracias a la mirada constante a sus senos, la comunicación existe. Otro de ellos, A Doida, trata sobre un niño que apedrea la casa de una loca y poco a poco se va adentrando en su mundo para, al descubrir un laberinto de soledades, quedarse con ella hasta la muerte, sentado en la inmunda cama.

No hay comentarios.: