La página de Andrés Morales (1962), poeta, ensayista y académico chileno, es un Blog de apuntes y escritos abierto a todos aquellos interesados en la literatura y, en especial, en la poesía. Contiene poemas, artículos, notas, comentarios, críticas, reseñas, fotografías y en general, todos los tópicos imaginables e inimaginables en torno a la poesía, el cine, la prosa y la literatura chilena, hispanoamericana, española y europea de todas las épocas y estilos.
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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."
José Saramago
José Saramago
miércoles, 30 de noviembre de 2016
"DOSTOÏEVSKI" TEXTO DE ANÍBAL RICCI
–Dostoievski
es esquizofrénico.
–¿Quién
te lo dijo, Danitza?
–A
mi padre le cargan las novelas.
–Lo
que escribes es muy bueno.
–Es
soldador en la construcción y dice que mis cuentos son basura.
–Piensa
que jamás ha leído al ruso.
–Quería
que estudiara contaduría.
–Tú
sigue mandando historias por Facebook.
–Me
duelen las palabras de mi padre.
–Tu
chica tecno es atrevida, construiste un personaje fantástico.
–¿Cómo
llegaste a El Club?
–Solía
ir con Úrsula.
–¿Ella
te enseñó a bailar?
–Me
engañó con su marido.
–¿Vives
solo en este departamento?
–Me
gusta subir a ver las estrellas.
–Están
buenísimos los porros.
–Escóndete
–dice Jorge–. Cerraré con llave la puerta de acceso.
–Es
súper bonita.
–Agáchate
–casi susurrando–. Debe haber venido a buscar algo.
–Me
dijiste que habías terminado.
–Ella
me pateó y dejó su ropa y los muebles.
–¿Todavía
tiene llave?
–La
echo de menos –aspiró fuerte–. Pero yo tengo la única llave de la azotea.
–Dejé
mi cartera en el sofá.
–Supongo
que ya sabe cómo te llamas. ¿Danitza cuánto?
–Qué
te importa.
Se besan mirando las estrellas.
–Quédate
unos días en mi casa –la invita Jorge.
–¿Te
falla la azotea?
–Me
encanta ser seducido por una extraña.
–Puedo
abrir otra botella del licor rojizo.
–El
amaretto es engañador. ¿Por qué elegiste Gabriela como nombre artístico?
–Me
sonó poético.
–¿Le
gusta a tus clientes?
–Cuando
se haya ido nos pegamos un polvo.
–Te
quedaron re-bien las botas.
–¿Me
veo alta?
–Úrsula
es súper cuica, pero Dios no la hizo muy alta.
–También
le robé este vestido.
–Todavía
tiene su olor –aspira nuevamente–. ¿Por qué te saliste del politécnico?
–Los
números no eran lo mío.
–Quizás
tu padre tenga razón –dice completamente volado–. Dostoievski es… tú y yo
sabemos lo gran escritor que es. A su manera era un soldador, construía
historias y personajes fascinantes. Epiléptico, padre alcohólico y escribía
como los dioses.
–Mi
viejo sí que es borracho –confiesa Danitza–. Le pegaba a mi mamita que en paz
descanse.
–«Si
Dios no existe, todo está permitido» –dice Jorge sin pensar.
–Desde
chica me hacía cariños extraños… era otra persona cuando llegaba borracho.
–Anda
a saber cómo fue su infancia.
–Viejo
de mierda, nadie se va a acordar de él cuando muera. ¿Quién leería a «Soto-ievski»?
–Sigue
escribiendo y echa afuera esa rabia –dice Jorge con los ojos en lágrimas–. Mi
madre murió por complicaciones de parto.
–Lo
siento de veras.
–Úrsula
me movió el piso.
–¿Para
qué te metiste con una mujer casada?
–Me
hacía reír, su sonrisa malvada.
–¿Ya
no te gusto? –Susurra al oído y modela una pose sensual.
Se besan mirando las estrellas.
–¿Vas
a trabajar hoy?
–Tengamos
sexo salvaje –propone Gabriela.
–Si
quieres, te paso a dejar a tu esquina.
–No
te das cuenta que soy una princesa.
–Apenas
se vaya Úrsula puedes elegir algo más sexy.
–Eres
un bruto –responde fingiendo una voz infantil.
–No
me hace gracia tu actuación –Jorge la toma de su cintura–. Conozco tus
perversiones, comulgo con el dolor de tus historias.
–Ella
era tu musa, ¿no es cierto?
–Amo
tus cuentos descarnados sin espacio para romanticismos.
–Mejor
me voy a trabajar –decide Gabriela.
–Te
paso a buscar a las cinco.
–¿Vas
al recital de La Pozze Latina?
–Tú
eres la única «chica eléctrica» de La Batuta.
–Buenas
las líneas que nos tiramos esa vez.
–Escribe
como profesional, deja escapar a la princesa del castillo y escribe, aunque sea
para enojar a tu padre.
jueves, 24 de noviembre de 2016
CRÍTICA DE LIBROS DE ANÍBAL RICCI: "LO DEMÁS FUERON LOS ÁRBOLES Y EL VIENTO", DEL ESCRITOR VALDIVIANO RUBÉN GONZÁLEZ LEFNO
«La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados» (Johann Paul Friedrich Richter) se lee en uno de los epígrafes de esta novela. La memoria nos trae al presente el pasado, da respuesta a una de las principales preguntas de la existencia: ¿De dónde venimos? Patricio Guzmán en su documental «Nostalgia de la Luz» (2010) plantea que los astrónomos miran a las estrellas para descubrir el pasado. La luz viaja a gran velocidad, pero lo observado en los cielos da cuenta de nuestros orígenes. Resulta paradojal que los chilenos veamos con buenos ojos ese pasado remoto, ocurrido hace millones de años, pero no destinemos tiempo a desentrañar el pasado cercano, ese ocurrido hace apenas unas décadas atrás durante el período de la dictadura militar. Existe bibliografía sobre los eventos que transcurrieron en esos años, libros que abordan principalmente los excesos de ese oprobioso lapso de nuestra historia. Sin embargo, no es frecuente encontrar literatura que haga referencia a los grupos armados que hicieron frente al aparato represivo de los servicios de inteligencia. Rubén González Lefno se hace cargo de ese vacío, haciendo las veces de narrador en primera persona para introducirnos en la lucha clandestina de esos años. Le interesa destacar el espíritu que los invadía (algo que define como «el umbral»), aquello que los motivaba a desafiar fuerzas armadas muy superiores en recursos. Construye diálogos que reflejan la tensión que enfrentaron esos grupos, pero a su vez intercala relatos en tercera persona, desplegados en estructura de mosaico, tal como la información compartimentada que recibía cada uno de los miembros de la guerrilla. El peligro va creciendo a medida que damos vuelta las páginas y el autor no rehúye en señalar las muertes inferidas al enemigo. El objetivo era crear disturbios, mostrarle a la ciudadanía que sí era posible enfrentar al gobierno de facto mediante ataques a cuarteles, instalación de explosivos, incluso asaltos bancarios para financiar la resistencia. Los personajes se ocultan en casas de seguridad, intercambian información en puntos de encuentro y esconden armas para efectuar incursiones estratégicas. También son víctimas de fusilamientos, torturas y bajas ante los operativos de seguimiento. Nos enteramos de la organización para proveerse de armas, de las redes de apoyo y de la camaradería de ese grupo de entrañables amigos que se jugaban la vida a diario. Es una historia heroica que se va apagando en los capítulos finales debido a la llegada inexorable de la muerte. Rubén González Lefno, al final del libro, reflexiona acerca del silencio de los sobrevivientes ante el advenimiento de la democracia, habla del silencio de los derrotados, muchas veces desaparecidos, pero los reivindica en su memoria que evoca a todos aquellos que hicieron posible nuestro presente.
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Rubén González Lefno
Simplemente Editores
212 páginas
martes, 22 de noviembre de 2016
"RECIPIENTE" POR ANÍBAL RICCI
«Eliminar recipiente», se despliega en la pantalla y un dedo índice pulsa enter.
Abre el cajón del escritorio, extrae una Luger, introduce el cañón en su boca y se vuela los sesos. Siempre la mantuvo a salvo. Los oficiales del campo de concentración ni siquiera eran capaces de mirarla a los ojos. Abusó de ella a partir de los doce años. Era judía pero no le importó. De mirada lánguida, su expresión carecía de culpa, le informaba los planes urdidos por los reclusos. Se diría que los marcaba y luego el coronel los torturaba hasta que sus ojos quedaban inmóviles.
«Eliminar recipiente», se despliega en la pantalla y un dedo índice pulsa enter.
Cuando nació sus enormes ojos parecieron interrogarlo. Su mirada parecía adulta, como si pidiera explicaciones. La mudaba y acariciaba sus finos cabellos. Él era profesor y le enseñó a escribir sus primeras palabras. Tenía ocho años y dormía con sus padres. La mujer fue al supermercado a comprar alimentos para el almuerzo. El día estaba radiante. Los ojos de la niña le parecieron inexpresivos. Introdujo los dedos en su calzón. La mirada se tornó gris, abrió la ventana y se arrojó del octavo piso.
«Eliminar recipiente», se despliega en la pantalla y un dedo índice pulsa enter.
La madre sale a trabajar como todos los días. El hijo queda al cuidado de la nana. Llama por teléfono desde la oficina y le cuenta que no se ha despertado. Le menciona que llora mucho por las noches. Le introduce un cucharón de madera por el ano y el bebé estalla en llanto. Observa los móviles de la pieza. Nadie la vigila y arremete otra vez. Cinco años más tarde el niño saluda a su nana. Le enseña las tablas de multiplicar y cuando el niño equivoca la respuesta lo golpea violentamente. Cumple ocho y le dice a su madre que la nana le hace comer su propio vómito. La madre no le cree y transcurren otros diez años con la misma empleada. Al niño lo molestan en el colegio, lo intimidan en los recreos, roba el revólver de la caja fuerte y se pega un tiro en el camarín del gimnasio.
«Eliminar recipiente», se despliega en la pantalla y un dedo índice pulsa enter.
La madre intuye, hurga en el pasado y comprende. Toma el revólver y se quita la vida. La nana era hija de una mujer que atendía mesas en un restorán chino. Uno de los cocineros le enseñó a hacer wantanes desde pequeña. Lo acompañaba a la bodega en busca de alimentos. Él se bajó los pantalones y le dijo que le chupara el tilín. Creyó que era un juego. Tenía nueve años y sagradamente la violaba, día tras día. Intuía que algo no andaba bien hasta que un día, sin previo aviso, dejó de acosarla. Adolescente comenzó a trabajar en una casa. Hacía el aseo y no le molestaba ser parte de la servidumbre. Se independizó y comenzó a vivir sola. Nunca fue amiga de su madre. Sus patrones tuvieron un hijo y, a partir de cierto día, reconoció una mirada de indefensión en los ojos del niño. La mirada se tornó gris y sintió que volvía a ser una niña. Podía hacer lo que quisiera y nadie se lo impediría.
A diario se despliega el mensaje en la pantalla, pero no siempre se atreve a pulsar el botón. Piensa que otorga nuevas oportunidades. Nunca entendió el significado de esas dos simples palabras. Eliminar el recipiente es simplemente una opción. Si el recipiente se contamina será muy difícil moldearlo de nuevo.
Muchas veces tuvo que decidir si apretar o no la tecla. Lo hacía y de inmediato volcaba la vista en otra de las múltiples pantallas de la habitación. Cientos de ellas titilaban día tras noche. Salía a almorzar al comedor común al que acudían otros habitantes iguales a él que surgían de las otras puertas del complejo. Nunca hablaban de trabajo. Simplemente terminaban de almorzar y las pantallas los iban insensibilizando. Los torturadores empleaban su imaginación. A principio introducían objetos, luego roedores, aplicaban corriente en la sien, luego en los genitales, las uñas, los dientes, las partes del cuerpo eran instrumentos para causar dolor, dejaban pasar el tiempo, atemorizaban a sus víctimas con el silencio de la espera, volvían a la carga, algunos torturadores establecían un sistema y según el comportamiento del prisionero era la tortura a que lo sometían. Los voltios escondían infinitas posibilidades. Los observadores (denominados «civiles») se horrorizaban, pero luego querían indagar más y eufemísticamente llamaban «oportunidad» a hacer la vista gorda. Con el tiempo iban escalando su tolerancia a las imágenes y luego de sesenta años de servicio su mente dejaba de ser útil para el proceso. Simplemente sus ojos se volvían grises, justo cuando una entidad de otro universo eliminaba al recipiente antes de cumplir los sesenta años. Eran entidades evolucionadas. No descartaban especímenes al incurrir en un simple error. Existían inmersos en una única dimensión: el tiempo era un espacio sin limitaciones de pasado, presente o futuro. Conocían todos los eventos y su única misión era transmitir lo aprendido para permitir que los seres corporales evolucionaran y lograran procrear al recipiente perfecto, aquel que sería fecundado sólo por vibraciones armónicas y que jamás se desviaría del único mensaje: transmitir lo aprendido, evolucionar y vaciarse en un nuevo recipiente.
domingo, 20 de noviembre de 2016
"LA VASE BRISÉ", POEMA DE SULLY PRUDHOMME TRADUCIDO AL CASTELLANO POR LA POETA CHILENA MARITZA CASTRO
René François Armand «Sully» Prudhomme fue un poeta y ensayista francés, ganador del primer Premio Nobel de Literatura en 1901.
Le Vase Brisé
Le vase où meurt cette verveine
D'un coup d'éventail fut fêlé;
Le coup dut l'effleurer à peine,
Aucun bruit ne l'a révélé.
D'un coup d'éventail fut fêlé;
Le coup dut l'effleurer à peine,
Aucun bruit ne l'a révélé.
Mais la légère meurtrissure,
Mordant le cristal chaque jour,
D'une marche invisible et sûre
En a fait lentement le tour.
Mordant le cristal chaque jour,
D'une marche invisible et sûre
En a fait lentement le tour.
Son eau fraîche a fui goutte à goutte,
Le suc des fleurs s'est épuisé;
Personne encore ne s'en doute,
N'y touchez pas, il est brisé.
Le suc des fleurs s'est épuisé;
Personne encore ne s'en doute,
N'y touchez pas, il est brisé.
Souvent aussi la main qu'on aime
Effleurant le coeur, le meurtrit;
Puis le coeur se fend de lui-même,
La fleur de son amour périt;
Effleurant le coeur, le meurtrit;
Puis le coeur se fend de lui-même,
La fleur de son amour périt;
Toujours intact aux yeux du monde,
Il sent croître et pleurer tout bas
Sa blessure fine et profonde:
Il est brisé, n'y touchez pas.
Il sent croître et pleurer tout bas
Sa blessure fine et profonde:
Il est brisé, n'y touchez pas.
El florero roto
Al florero donde muere esta verbena
un golpe de abanico le cascó;
el golpe debió rozarle a penas,
ningún ruido lo reveló.
Mas la ligera magulladura
cada día mordiendo al cristal,
con una marcha invisible y segura
lentamente logró culminar.
Su agua fresca ha huido gota a gota
El jugo de las flores se agotó;
ya nadie lo cuestiona.
No lo toques, se rompió.
También magulla al corazón frecuentemente,
la mano que se ama, al rozarlo;
y después el corazón por sí mismo, se hiende,
la flor de su amor acabando.
Siempre intacto a los ojos del mundo,
él siente crecer y, en voz baja, llorar
su herida fina y profunda:
No lo toques, roto está.
viernes, 18 de noviembre de 2016
TERTULIA POÉTICA EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA, EL 23 DE NOVIEMBRE DE 2016
Abiertas a todos y todas los interesados en conocer más sobre la poesía actual en nuestro país, las Tertulias Poéticas del CCESantiago se han ido transformando en el punto de encuentro permanente para el género poético en nuestra lengua castellana, la lengua de Cervantes.
Un lugar en el que surge el diálogo íntimo entre el autor y el público amante de la poesía. Las Tertulias nos transportan a una dimensión en la que cada miércoles dejamos a un lado los afanes de la jornada para dar paso a la voz de los poetas.
Las Tertulias continúan con dos encuentros en octubre con los que brindaremos una poética bienvenida a una nueva primavera. Conducidas por los escritores Manuel Andros y Cecilia Almarza, como es habitual, nuestros carismáticos animadores interactúan con interesantes y entretenidos invitados.
2ª sesión: MIÉRCOLES 23 de NOVIEMBRE
Poetas invitados: ISABEL GÓMEZ y JUAN ANTONIO MASSONE
Música en vivo: Eduardo Yáñez
¡IMPERDIBLE!
¡Les esperamos!
LOS CONDUCTORES
MANUEL ANDROS es profesor de Lenguaje, licenciado en Educación y magíster en Filosofía por la Universidad de Santiago. Entrevistador en programas de televisión, ha sido también director y conductor de diferentes tertulias literarias en Santiago. Sus obras: "Imaginaria" (en coautoría con la Paz Molina), "Paisajes Aerodinámicos de Urano", "Cibernética", "Poemas del Príncipe", "Y por favor, tengamos sexo".
CECILIA ALMARZA es escritora infantil e ilustradora. Entre otras obras ha publicado: "El cuaderno de Margarita", "El cuaderno de Martín" y "Trrrrr". Junto con Manuel y Cecilia han codirigido diversas tertulias literarias en Santiago. Además, Cecilia es una reconocida intérprete de bossa nova.
Revisa en Facebook: CCE Santiago la galería de imágenes "Tertulias Poéticas 2015-2016"
jueves, 17 de noviembre de 2016
SELECCIÓN DE POEMAS DE LA POETA CHILENA MARITZA CASTRO
De "Los versos de la espera", Mago ediciones, Santiago, Chile, 2016:
El vampiro
Como un vampiro,
sensual y silencioso,
emergió de su supuesta tumba
un amor que fue conjurado
por su propia víctima.
Un amor que corre en la sangre
y, nunca muerto, sólo dormía.
Habla la esperanza
Soy el animal herido;
ese cuyo canto
sólo reconoce Dios.
ese cuyo canto
sólo reconoce Dios.
Soy un amanecer constante
tras el paso lacerante
de la adversidad.
Me llamas esperanza
pues te saco aguas
que dejan el sabor
de que siempre podrás.
pues te saco aguas
que dejan el sabor
de que siempre podrás.
Y tus ojos sonríen
en mezcla de vergüenza
por ceder fuerzas
para luego vivir más.
en mezcla de vergüenza
por ceder fuerzas
para luego vivir más.
8 de enero de 2015
Mi propio Vronsky
Mi propio Vronsky:
Arrollado por trenes
en una estación de muelas
¿Lleno de deseo?
¡Ávido!
De la mano de la muerte
y de los excesos.
Y yo, fuera de libreto,
explicando mi estado civil,
cayendo en la cuenta
que el vestido y las piernas
producen efectos.
Una Daria Alexándrovna
según mis ojos.
Y en los de él,
una estación o un sueño
que le devolvió las ganas de vivir
(por una noche).
De: "Vivir y soñar", RIL, Santiago, 2005:
Me clavas
Me clavas donde duele
cada palabra.
Me abres donde no puede
defenderse el alma.
No amas.
De: "Al origen" (a publicarse por Lord Byron Ediciones, Madrid, 2017:
Al origen
Esta noche no veré a la Luna.
Cruzará el cangrejo en trance.
Cegaré al perro que me cerca,
siendo "allá", "también" y "antes".
Cruzará el cangrejo en trance.
Cegaré al perro que me cerca,
siendo "allá", "también" y "antes".
Y no veré a la Luna.
Ni oiré los cantares
de todas las sirenas
que inventaron mis amantes.
Ni oiré los cantares
de todas las sirenas
que inventaron mis amantes.
Esta noche dormiré desnuda
de convenciones sociales,
tales como que las damas
no celebran bacanales.
de convenciones sociales,
tales como que las damas
no celebran bacanales.
Esta noche observará la Luna
con telescopio los mares.
Y en sus montes tomará nota
de los vaivenes vitales.
con telescopio los mares.
Y en sus montes tomará nota
de los vaivenes vitales.
Y amaneceré tranquila,
acunada por mis madres,
silbándome desde la arena
sus canciones ancestrales.
acunada por mis madres,
silbándome desde la arena
sus canciones ancestrales.
Pentimento - Venus de Boticelli (capa inferior) Nota: Este poema tiene dos capas, una inferior y otra superior.
De tu semen saldré y volaremos juntos.
Boticelli será en ti otro pincel.
Boticelli será en ti otro pincel.
La pareja sopló anticipando tu arribo.
Y la Hora acude solícita y fiel.
Y la Hora acude solícita y fiel.
Cuando vuelvas, mi pubis, pintarán tus manos,
confundiremos cabellos y pies.
confundiremos cabellos y pies.
Y nacerán con tus besos los naranjos,
las rosas, la espuma y la diosa también.
las rosas, la espuma y la diosa también.
Maritza Castro Frías (Santiago, Chile). Poeta y abogada. Ha publicado “Vivir y soñar” (2005), “Matías el dragón/Matthew the Dragon” (2010) y “Los versos de la espera” (2016). Parte de su obra poética se incluirá en la “Antología de poesía y narrativa Hispanoamericana”, a publicarse en Madrid por Lord Byron Ediciones, el año 2017. Igualmente, su próximo libro de poesía “Al origen”, será publicado por la misma editorial, el año 2017.
CRÍTICA DE CINE DE ANÍBAL RICCI: "EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE (1962)"
Dirigida por John Ford
«Cuando la leyenda se hace realidad... escribe sobre la leyenda», sentencia el periodista que entrevista al senador Sttoddard (James Stewart) ante su confidencia de los reales sucesos acaecidos hacia el final de la época del lejano oeste en un pequeño pueblo llamado Shinbone. John Ford rompe la estructura clásica del western y nos relata la historia mediante un impresionante doble flashback, uno dentro de otro, perspectiva caleidoscópica que le otorga al film una profundidad épica que dilucida el origen de la leyenda: quien fue realmente el hombre que mató a Liberty Balance. El uso del blanco y negro en tiempos del color fue una opción deliberada, muy acertada, debido a que la cinta de Ford es un homenaje al western, a momentos de gloria del cine estadounidense que dan paso a nuevos héroes: abogados y políticos que permitirán el desarrollo futuro de los Estados Unidos. La llegada del ferrocarril representa la modernidad (abre y cierra la narración), mientras Ford muestra como un antihéroe al personaje de Tom Doniphon (John Wayne), un vaquero rudo contraparte del malvado Liberty Valance (Lee Marvin) que a toda costa intenta mantener la ley del oeste, el influjo de las armas que aterrorizan a los habitantes del pueblo. Doniphon está enamorado de Hallie (Vera Miles) y, en cierta forma, cree que el advenedizo abogado Ransom Stoddard no podrá vencer a Valance. Nadie duda del valor de Tom, pero resuelve el conflicto traicionando su propio código, cambia el punto de vista de la cámara (notable recurso), Doniphon empuja al abogado a hacerse artífice de los nuevos tiempos, pierde a la mujer que ama entendiendo que su época ya se ha extinguido. Envalentona a Ransom para que construya una historia digna para Hallie, Stoddard atraviesa el umbral y Tom se retira solitario. Tom Doniphon es un personaje contradictorio (antihéroe), valiente y respetuoso, pero capaz de sacrificar su honra con un acto cobarde. Tom se traiciona a sí mismo y sólo el alcohol será su compañero. Aparentemente, el abogado Stoddard es el triunfador, aunque el director cuela su desprecio por los políticos que invadirán el país. El final define a la perfección el temple de los personajes (incluso de los fuera de escena) ocultando, al igual que el periodista, la grandeza (rabia y frustración) de Tom Doniphon. Tom Ford nos ha regalado una despedida del género, moderna en su visión y ejecución, brindándonos un elegante final, emotivo y evocador, mientras el ferrocarril abandona la escena.
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