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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 30 de noviembre de 2016

"DOSTOÏEVSKI" TEXTO DE ANÍBAL RICCI




            –Dostoievski es esquizofrénico.
            –¿Quién te lo dijo, Danitza?
            –A mi padre le cargan las novelas.
            –Lo que escribes es muy bueno.
            –Es soldador en la construcción y dice que mis cuentos son basura.
            –Piensa que jamás ha leído al ruso.
            –Quería que estudiara contaduría.
            –Tú sigue mandando historias por Facebook.
            –Me duelen las palabras de mi padre.
            –Tu chica tecno es atrevida, construiste un personaje fantástico.
            –¿Cómo llegaste a El Club?
            –Solía ir con Úrsula.
            –¿Ella te enseñó a bailar?
            –Me engañó con su marido.
            –¿Vives solo en este departamento?
            –Me gusta subir a ver las estrellas.
            –Están buenísimos los porros.
            –Escóndete –dice Jorge–. Cerraré con llave la puerta de acceso.
            –Es súper bonita.
            –Agáchate –casi susurrando–. Debe haber venido a buscar algo.
            –Me dijiste que habías terminado.
            –Ella me pateó y dejó su ropa y los muebles.
            –¿Todavía tiene llave?
            –La echo de menos –aspiró fuerte­–. Pero yo tengo la única llave de la azotea.
            –Dejé mi cartera en el sofá.
            –Supongo que ya sabe cómo te llamas. ¿Danitza cuánto?
            –Qué te importa.

Se besan mirando las estrellas.

            –Quédate unos días en mi casa –la invita Jorge.
            –¿Te falla la azotea?
            –Me encanta ser seducido por una extraña.
            –Puedo abrir otra botella del licor rojizo.
            –El amaretto es engañador. ¿Por qué elegiste Gabriela como nombre artístico?
            –Me sonó poético.
            –¿Le gusta a tus clientes?
            –Cuando se haya ido nos pegamos un polvo.
            –Te quedaron re-bien las botas.
            –¿Me veo alta?
            –Úrsula es súper cuica, pero Dios no la hizo muy alta.
            –También le robé este vestido.
            –Todavía tiene su olor –aspira nuevamente–. ¿Por qué te saliste del politécnico?
            –Los números no eran lo mío.
            –Quizás tu padre tenga razón –dice completamente volado–. Dostoievski es… tú y yo sabemos lo gran escritor que es. A su manera era un soldador, construía historias y personajes fascinantes. Epiléptico, padre alcohólico y escribía como los dioses.
            –Mi viejo sí que es borracho –confiesa Danitza–. Le pegaba a mi mamita que en paz descanse.
            –«Si Dios no existe, todo está permitido» –dice Jorge sin pensar.
            –Desde chica me hacía cariños extraños… era otra persona cuando llegaba borracho.
            –Anda a saber cómo fue su infancia.
            –Viejo de mierda, nadie se va a acordar de él cuando muera. ¿Quién leería a «Soto-ievski»?
            –Sigue escribiendo y echa afuera esa rabia –dice Jorge con los ojos en lágrimas–. Mi madre murió por complicaciones de parto.
            –Lo siento de veras.
            –Úrsula me movió el piso.
            –¿Para qué te metiste con una mujer casada?
            –Me hacía reír, su sonrisa malvada.
            –¿Ya no te gusto? –Susurra al oído y modela una pose sensual.

Se besan mirando las estrellas.

            –¿Vas a trabajar hoy?
            –Tengamos sexo salvaje –propone Gabriela.
            –Si quieres, te paso a dejar a tu esquina.
            –No te das cuenta que soy una princesa.
            –Apenas se vaya Úrsula puedes elegir algo más sexy.
            –Eres un bruto –responde fingiendo una voz infantil.
            –No me hace gracia tu actuación –Jorge la toma de su cintura–. Conozco tus perversiones, comulgo con el dolor de tus historias.
            –Ella era tu musa, ¿no es cierto?
            –Amo tus cuentos descarnados sin espacio para romanticismos.
            –Mejor me voy a trabajar –decide Gabriela.
            –Te paso a buscar a las cinco.
            –¿Vas al recital de La Pozze Latina?
            –Tú eres la única «chica eléctrica» de La Batuta.
            –Buenas las líneas que nos tiramos esa vez.
            –Escribe como profesional, deja escapar a la princesa del castillo y escribe, aunque sea para enojar a tu padre.


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