ORDEN DE SILENCIO
Una
luz golpea,
galopan las cuerdas,
me quedo sólo en el
intento.
No
puedo levantarme.
Me
incorporo, trato de
cauterizar
mi garganta.
El
azufre huele lejano,
La
sangre explora.
Los
glifos enmudecen,
los
gritos no pueden escapar
del
fondo más hondo del pecho.
Nada
de pena, así nada
de
valía. No hay valentía
ni
hay cerca algún cobarde.
No
sé cuándo fue
que
mi cuerpo le perdió
respeto
a mi memoria,
ella
siendo tan corta,
donde
sólo su nombre se queda
–
tan estridente – como el peso
de
su aroma.
Un
nervio soba en silencio
al
músculo vencido de tanto cargar nada.
La
voz de una canción
desahoga
el sollozo de
un
baladro, viviendo
su
poca claustrofobia.
Desde
su condición de
amante,
a la orilla del
arrollo
se esconde el
tiempo,
llorando
sus
recuerdos.
LUMBAR
Mi
historia se marchó.
Me
agolpé contra el eco
de
una habitación desordenada.
La
respuesta entre todos sus cuadros
o
cada espejo nunca se presentó.
Tal
vez, dolería nacer así.
Mis
ojos se cansan, los
cristales
reflejan mis pupilas,
me
doy cuenta de
lo
grises que los dejan sus
miradas
tan vacías.
Salgo
a corromper al aire
y
una pequeña brisa
me
lastima en las
clavículas.
El
dolor llega hasta la escápula.
Quizá
desperté,
¿qué
ocurre?
Al
final, tal vez fue su destino.
Fueron
las alas, Belerofonte,
fueron
ellas
y
ahora sólo te arrastras
en
la soledad
de
tu propio exilio.
El
caballero galés observa,
Miguel
apunta.
Uno
de los hijos amados Dios
lo
teme sin saber si acaso
ambos
se encuentran desterrados.
Fueron
las alas
que
el soldado arranca,
las
que la caída fracturó,
las
de la belleza,
las
de la soberbia,
las
de la promesa que no volvió.
Pero
tú,
No
naciste con ellas.
“POR
ESTA NOCHE, TODOS SOMOS POETAS”
Al
llegar al encuentro
de
un amigo, quizá
en
poco más que la
décima
dimensión del cielo,
encontré
el hogar de aquellos libros
que
maduraron de poco en poco al mío;
amortiguando
las ausencias
que
siempre me acompañan,
guiando
hacia la calle de la flor
y
andando el asfalto de tu patria.
Son
algunas de las noches del
mejor
frío en los recuerdos.
No
fue la casa del poeta,
ni
tener en las manos
a
un Nueva York de casi
ochenta
años.
Sirva
esto como una corrección
al
aun buscar palabras.
O
quizá mejor como un pretexto,
como
un vago – hasta luego –
que
quizá bien pude expresar en
el
laberinto subterráneo santiaguino.
Al
llegar al encuentro de un amigo, por volver.
DE LA CARTA DEL
SUSTANTIVO
Cometí
el error de maquillar
títulos
antes de
escribir
sus poemas.
Asimilada
mi soberbia,
trazada
entre palabras
y
tipografías,
Sé
que no son nada,
y
aun así, son más
de
lo que yo he sido.
Logran
dibujarse seduciendo
a
una imagen, nos miran
y
no nos pertenecen.
Así
los lugares, las aventuras,
los
amores, los recuerdos.
Siguen
la curva que casi oculta
el
iris de una página
navegando
lágrimas rojas,
tatuando
las heridas.
Alzo
mi mano y, a veces,
el
predicado muerde solo.
El
grafito siempre
olvida
al sustantivo.
El
patio en silencio
de
pronto se llena de letras;
y
ellas viven a prisa,
amando
de a poco,
y
poco a poco,
muriéndose
en la última línea.
Llegando
a formar palabras
se
acercan al olvido.
Se
resisten, se moderan,
piensan
en seguir, pero
erigen
comas para aguantar
cada
respiro…
…dejan
puntos
suspensivos
para ver si aún
les
queda tiempo.
A
veces, el punto final acuestas
es
eterno.
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