SED DE MAL (1958)
Dirigida por Orson Welles
Travelling de cuatro minutos, fabulosa música de Henry Mancini con cierto toque latino, se van develando uno a uno los personajes, Vargas (Charlton Heston) y ese picado envolvente que denota al héroe, luego Quinlan (Orson Welles) con un encuadre picado, pero esta vez fijo para introducir al mal. Ambos representantes de la ley y, a continuación, la ambigüedad del poder, traición de por medio. Magistral uso de la grúa, gran angulares, contrapicados, sombras en las paredes, cielos asfixiantes, focos de luz en el suelo, neones intermitentes y lámparas oscilantes... todo eso es Welles, gestor de un cine barroco que no da respiro. Hace unos años tuve el placer de visionar esta maravilla en una sala de cine, con perfecta sincronía entre planos generales y primeros planos con nuestros personajes amenazando con escapar de los márgenes. Cine con mayúsculas, gran angular y profundidad de campo. El ritmo va in crescendo desde la secuencia inicial contemplativa, hasta un final delirante, de una fuerza narrativa descomunal, con telón sonoro que aporta al dramatismo. Estamos frente a un meticuloso estudio de la corrupción, desde ambos lados de la ley, una representación sin época de la esencia del ser humano. Película de 1958, aún goza de modernidad estética. Welles, un pintor de imágenes y movimientos de cámara para nada gratuitos. Quizás debido a este genio, hoy hablamos de séptimo arte.
(película completa doblada al castellano)
(plano secuencia inicial con subtítulos en español)
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