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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

jueves, 4 de junio de 2020

UN HERMOSO Y ACTUALÍSIMO TEXTO DEL POETA CHILENO CARLOS ALBERTO TRUJILLO




NO HAY AIRE PARA MÍ EN ESTE MUNDO


“No puedo respirar”
Fue lo que dijo el ser humano George Floyd
Por ocho minutos y cuarenta y seis segundos
O si ustedes lo prefieren –hombres y mujeres del siglo XXI--
Nueve minutos exactos en un reloj antiguo
O el reloj digital de su celular 
Para hacerlo más fácil y digerible para todos y todas
Tan digerible como un pastel de crema
Comprado en cualquier café multinacional
Que se ha ganado la esquina más preciada
De cualquier ciudad en la lejanía del oriente
O en el desmembradísimo occidente
Que lucha día a día –sin atisbos de tregua--
Por hacerse trizas a sí mismo
Sin el menor remordimiento.

“No hay aire”
Fue lo que quiso decir
“No hay aire para mi gente en este país de mierda”
--Perdonen que no pueda decirlo en inglés--
Fue lo que quiso decir George Floyd
En Mineápolis, el 28 de mayo del año 2020
Como si fuera el 28 de mayo del año 1800
O el 28 o el 29 de mayo de 1840 o 1850
O de cualquier año de hace dos o tres siglos
Y los amos y los esclavos fueran cosa de todos los días
Y la policía de las ciudades y los estados
No existiera ni siquiera en la imaginación
De las mentes más desarrolladas de ese tiempo 
Y la ley fuera sólo 
Y absolutamente nada más
Que la voz de las familias poderosas
Dueñas de las plantaciones de algodón
O de las crecientes industrias
Y de los apellidos que se volverían
Sinónimo de riqueza e indiferencia
Los siglos venideros. 

“No puedo repirar”, dijo George Floyd 
Mientras su cuello se adormecía sobre el pavimento
Mientras se adormecían su corazón
Y su cerebro sobre el cemento duro 
Y se adormecían sus brazos y sus piernas 
Y se adormecía todo su cuerpo
Y cada célula de esa preciosa armazón
En un sueño impensable
Y no deseado
A pocos pasos de volverse sueño eterno
Aplastado por la inhumana rodilla
De un policía insensato – un red neck
De esos que piensan que sólo valen ellos--
Para quien en su descerebrada realidad 
Vestir un uniforme
No es servir a la ley establecida
Por la constitución de su país
Sino ser Dios de todas las religiones
Habidas y por haber o nunca habidas
Ni por haber ni en el más impensable de los mundos
“No puedo repirar”
O mejor dicho “I can’t breath”
Fue lo que dijo en susurros
Nuestro hermano George Floyd
Afroamericano-asiático-latino, hindú
Hombre de todos los colores
Y tradiciones culturales 
Excepto blanco
Durante esos larguísimos minutos
Un tiempo eternizado en la historia de la humanidad
En esos ocho  minutos
Y cuarenta y seis segundos
Vividos en Powderhorn, Mineápolis,
Estado de Minnesota, en los Estados Unidos
Del insufrible Donald Trump 
Que se han vuelto días y semanas
De siete días con sus respectivas noches
Y en meses y años que aunque aún no lo son
Sin duda lo serán
En la memoria de los que sigamos vivos
Para recordarlo

Nueve minutos en los que George Floyd
--O sea, cada uno de nosotros--
Pidió vivir hasta en su último aliento
Como si la vida –su propia vida y la de todos nosotros—
Fuera controlada en un libro maquiavélico
Escrito por la policía de Mineápolis
Y nosotros
Todos nosotros
--negros, latinos, árabes, asiáticos, hindúes—
simples plumas de esta ave que es la vida
Necesitáramos un pasaporte al día
Y un salvoconducto recién hecho y recién timbrado
Para poder respirar como los otros.

Altos de Astilleros, 3 de Junio de 2020



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