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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

domingo, 8 de marzo de 2015

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "ANTOLOGÍA BREVE" DE ANDRÉS MORALES (MAGO EDITORES) POR EL POETA CHILENO HÉCTOR MONSALVE





Antes que nada quiero referirme brevemente y desde la emoción al homenaje de Andrés a su madre, que es la publicación de este libro Poemas/ Pjesme de Ril Editores y que me parece es un gesto de amor difícil de igualar, que habla acerca de quién es Andrés Morales, de su nobleza. Este libro es un diálogo único, un encuentro espiritual a través de la poesía, que se materializa en versos y en un canto común. Sólo puedo decir acerca de este gesto que quisiera entregar algún día un homenaje de esta magnitud, con este alcance, para retratar y dar a conocer mi cercanía con alguien, mi lenguaje común; nuestra poesía.


Respecto a la Antología Breve de Andrés Morales de Mago Editores.


Existen poetas, músicos, pintores, que ciertamente tienen como objetivo y además la capacidad de transformar nuestra percepción de la realidad, sumándonos a su propio asombro e intensificando nuestras sensaciones, sentimientos, estados de ánimo. Y en un segundo somos por decirlo de alguna manera "modificados por la obra" y adquirimos la posibilidad de ver cosas que antes no veíamos, de recordar cosas olvidadas, de sentir incluso (si es que antes hemos perdido esa capacidad). La intención primera aquí del poeta, es cambiar al sujeto, modificar su estado de conciencia, remecerlo.

Otros poetas, en cambio, parecen tener un objetivo distinto. Y entonces además de lo anterior o a veces en vez de lo anterior, tienen como objetivo el crear nuevas realidades y son capaces de ello. Y ahora es la "gran obra" la que se transforma. Este propósito personalmente me parece mucho más difícil que el primero, sin desmerecer las dificultades que tiene el primer intento. Pero crear una nueva realidad y sólo entonces, abrir una ventana intrusa a través de poemas, y permitir que el lector vea un mundo personal y siempre por supuesto misterioso, para mí es un intento mayor y a la vez menos reconocido en el corto plazo.

Andrés Morales a través de su obra, que se reduce aquí en esta antología breve, abre una ventana hacia una realidad personal y regala ese universo al lector.

Comencemos diciendo que una mirada nueva nos transforma siempre en extranjeros, he intentamos entonces adecuarnos (como si miráramos de pronto el sol de frente entre los árboles), y buscamos entender los símbolos, codificar las señales, sentirnos cómodos lo más rápido posible. Lo que pasa por empatizar con el ambiente, por sentir que comprendemos finalmente quienes somos, donde estamos; ser y tiempo.

Encuentro en los versos de Andrés una preocupación absoluta acerca del lenguaje y desde el lenguaje. Y a través de su canto converso con Humberto Díaz Casanueva, con Anguita, encuentro a Borges, Rojas, Huidobro. Descubro a Lorca.

Pablo Neruda, aprovechando que estamos en su casa, en su discurso para recibir el premio Nobel de literatura, dice dos cosas que de pronto me parecieron que tenían directa relación con esta antología, con la poesía y con el poeta Andrés Morales y que eran por lo tanto importantes de mencionar porque entran directo en el tema del ser, que me parece es una de las grandes búsquedas de esta poesía.

La primera frase: Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos.

El canto de Andrés es, para mí, un tanto oculto, difícil de descifrar, pero a las vez cierto; como el grillar de un grillo en una noche sin luna. Un son metálico, rítmico; certero y triste también, pero de una tristeza imposible de traducir, imposible de abarcar.

En estos poemas se visita un mundo en donde el tiempo es algo difuso, como una neblina en la carretera del cualquier poema y Dios, Dios parece haber creado este mundo detenido con algunas copas de más. En los poemas de Andrés Morales Dios duerme, probablemente una vieja resaca, una joven decidía.

Con un vocabulario terrenal más que abstracto, Andrés Morales se enfrenta al radical problema de la soledad del ser, de esa soledad terrible frente al paso del tiempo. En estas hojas la naturaleza y los objetos se desordenan y desconciertan y se transforman en múltiples voces que presienten, que niegan o abandonan, provocando el ambiente del canto.

Y entonces Andrés, te pregunto: ¿Qué sabor inexacto de comedia llevas puesto como un O'Neill eterno, detenido en el tiempo? ¿Qué búsqueda reciente en tus poemas, como comenzando siempre, con el peso duro de una cosmología cristiana que marca ciertas profundas interrogantes, presente en imágenes y en una virtud un tanto a destiempo? Y todo rodeado por varias botellas que hablan de soledad, de un descorchar triste, sin la fiesta detrás, sin los amigos.

Pero ¿cómo comunicar lo que somos si estamos en el proceso de crearlo, si estamos construyendo recién nuestro fantasma?

Y aquí la frase dos de Neruda: Nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificación.

Y en esto quiero detenerme un segundo, porque Andrés es un personaje singular, todo en él parece ser poesía. Todo su ser parece estar enfocado en esta tarea. Y entonces en su caso sí, me parece, es necesario mencionarlo para poder entender su obra, porque existe una relación muy potente entre su personaje, toda una suerte de anécdotas que el guarda y comparte y la construcción del poeta Andrés Morales. Un poeta prolífero, serio y dedicado a trabajar la palabra y a la vez lleno que vida poética, de relaciones y nexos con el mundo de la poesía. Andrés parece estar creando los fantasmas de su propia mitificación de forma natural.

Finalmente, quiero hacer mención al tema del tiempo, que me parece es la segunda gran búsqueda de esta poesía.

Andrés dijo hace poco, en una ocasión en que estaba rodeado con gente que me parece que él quería mucho. Les dijo: Todos estamos detenidos en el tiempo. Lo sorprendente para mí fue que, por la forma en que lo dijo, parecía creerlo firmemente. Y entonces de pronto sólo se podía descifrar ese instante desde un estado quieto, desde un punto fijo, desde lo que en algún momento yo he llamado en mi propia poesía: una pausa pura. Desde esa mirada (o inquietud) yo me siento muy cercano a la búsqueda de Andrés y valoro su ejercicio, su intento serio y profundo a través de todo su ser, ocupando todo su tiempo en hacer visible eso que algunos llaman la intuición absoluta.
  

15 de septiembre de 2011



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