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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

sábado, 12 de diciembre de 2015

COMENTARIO DE CINE: "LOS OLVIDADOS" (1950) DE LUIS BUÑUEL, POR ANÍBAL JORGE RICCI ANDUAGA






Película de corte hiperrealista que muestra las miserias que soporta un grupo de jóvenes de la barriadas de Ciudad de México. La historia sigue principalmente la vida de dos amigos unidos por un suceso trágico. El Jaibo es el mayor, aquel que carece de escrúpulos para sobrevivir en el fiero mundo que incluye a domadores de perros, pedófilos, cuchepos y un cantante ciego que, hacia el final, desnuda su calidad humana: "Ojalá los mataran a todos antes de nacer". Un mundo miserable donde la gente se maltrata entre sí, mostrando un universo enrarecido en donde al parecer nadie tiene escapatoria. Pedro, el menor de los amigos, es maltratado física y verbalmente por su madre, aunque él solo quiere su cariño. Buñuel nos deleita con pasajes surrealistas de gallinas que anteceden eventos violentos, y perros que conducen hacia el otro mundo. Sobresale el sueño de Pedro, que inicia con el descenso de un ave, enmarcado con una música estridente e infernal donde aparecen los muertos y una madre cariñosa, irreal y en cámara lenta, ofreciendo un animal desollado a su hijo, carne disputada por el Jaibo, de alguna manera representando la relación abusiva entre los amigos. Otro personaje es Ojitos, un niño inocente que ha sido abandonado por su padre en el mercado. Él es el protector de Meche, acosada por el Jaibo e incluso por el viejo ciego. Se muestra descarnadamente la fragilidad de la niñez, donde en cualquier momento pueden abusar de su sexualidad, además de tener que trabajar para procurarse el alimento. La miseria se ejemplifica mediante un carrusel donde los caballos son tirados por los propios niños. Los adultos se muestran abusivos con los niños, salvo el abuelo de Meche y el director de una granja escuela. Las imágenes no ocultan su crudeza y Buñuel es más evidente con este maltrato al espectador cuando Pedro arroja un huevo a la lente de la cámara. Ambos amigos tienen un final trágico, pero la degradación del mundo infantil es subrayada al final, colina abajo, en el fondo de un basural.

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