Realizar un Festival de poesía es, desde luego, una labor que pocos se atreven a emprender. Conseguir auspicios y patrocinios, invitar figuras destacadas, hacer coincidir el interés del público y de los poetas, organizar lecturas y conferencias, puede llevar a más de alguno a perder la razón. Aún así, y buscando desmarcarse de los tradicionales “centros literarios” de nuestro país, el Grupo Literario Ñuble y algunos jóvenes poetas chillanejos como Fidel Torres y Santiago Bonhomme, entre otros, han venido realizando un trabajo extraordinario que ha atraído la atención del público en ya tres ediciones y que, a partir del jueves 19 de enero convertirá a Chillán, una vez más, en la capital poética de Chile.
“Chillán Poesía 2005” logró hacer lo que pocos han conseguido, esto es, atraer notables académicos expertos en lírica, como Grínor Rojo, Manuel Jofré o Paula Miranda y poetas importantes y reconocidos de Chile y el extranjero (desde Estados Unidos a Argentina y Cuba). Así, junto a Omar Lara y Raúl Zurita, voces más que consagradas de nuestra poesía, leyeron sus textos jóvenes poetas de la región como Jorge Luís Muñoz-Palomo, Hugo Quintana, Arnaldo Donoso, los mencionados Bonhomme y Torres y autores tremendamente sólidos como la cubana Damaris Calderón y el novísimo poeta argentino Eugenio Conchez Silva. Lo que podría haber sido una “Torre de Babel” (por la diversidad de acentos, estilos, tonos y perspectivas) se transformó en un sólido encuentro donde prevaleció la calidad literaria de los invitados –a los que no puedo aquí enumerar a todos dada su vastedad- por sobre los tradicionales “amiguismos” y cofradías que muchas veces oscurecen el panorama de la poesía chilena actual.
Escribo estos recuerdos desde el otro lado del mundo: mi nomadía poética me hace andar hoy por las calles de Madrid, pero hay algo que no puedo olvidar cuando preparo mi maleta para regresar a Chile y en especial a Chillán al “IV Festival Internacional de Poesía, Chillán Poesía 2006”, la calidez y la verdadera amistad que crearon ligazones poderosas gracias a la iniciativa de los escritores de Chillán. ¿Cómo olvidar las tertulias hasta la madrugada en el ya mítico y desaparecido “Café de París”? ¿Las discusiones sobre autores, libros, tendencias y estilos que nos permitieron contrastar puntos de vista y que significaron un enriquecimiento para todos? ¿Cómo no recordar la acogida de un público entusiasta, de todas las edades, de todos los estratos, de tan distintas miradas, que hicieron que nosotros, los poetas, pudiésemos sentir ese añorado vínculo, esa unión tan indispensable entre lector y autor? Aquel que pensó que ésta era una reunión a puertas cerradas equivocó su juicio. Pocas veces en Chile, y también en el extranjero, he podido sentir la fuerza y el interés de la gente, del público que asistió a las lecturas, a las mesas redondas y a las conferencias. Y no digo esto por congraciarme con nadie, los que me conocen saben lo crítico y hasta despiadado que puedo ser cuando algo no me gusta o me parece mediocre. Sin riesgo a equivocarme creo que este encuentro, este hermoso Festival, seguirá creciendo con increíble potencia. Hace unos días en Granada, visitando al gran poeta andaluz Luís García Montero le entusiasmaba intensamente la idea de venir el próximo año… Lo mismo en la correspondencia que mantengo con otros poetas españoles como el extraordinario Jaime Siles o el mexicano León Guillermo Gutiérrez… Todos se manifiestan interesados, todos quieren llegar hasta este rincón del mundo para compartir con los poetas consagrados o por consagrar, conocidos o desconocidos de Concepción, Valparaíso, Chillán, Santiago, La Serena, San Felipe o Valdivia.
Sin caer en exageraciones, los escritores del Grupo Ñuble están escribiendo un capítulo indispensable en la historia de la poesía chilena. De igual manera, están levantando una nueva carta, un nuevo mapa de la poesía donde los centralismos y los olvidos empiezan a ser parte del pasado.
Cuando ya se acerca la fecha de la inauguración de esta cuarta versión y un tren lleno de poetas arribe a la estación de Chillán (con los argentinos Eleonora Finkelstein, Daniel Calabrese y Jorge Ariel Madrazo, los chilenos Stella Díaz Varín, Floridor Pérez, Juan Cameron y Sergio Badilla desde Valparaíso y Santiago), y otro tren, esta vez desde el sur, con Alexis Figueroa, Elicura Chihuailaf, Omar Lara y Rosabetty Muñoz detenga su ritmo en el andén chillanejo, estoy seguro, esa inmensa minoría de lectores, esas calles y esas plazas, los bares y las aulas, escucharán de nuevo y dialogarán de nuevo con lo mejor de las letras de Chile y de una buena parte de nuestro continente.
“Chillán Poesía 2005” logró hacer lo que pocos han conseguido, esto es, atraer notables académicos expertos en lírica, como Grínor Rojo, Manuel Jofré o Paula Miranda y poetas importantes y reconocidos de Chile y el extranjero (desde Estados Unidos a Argentina y Cuba). Así, junto a Omar Lara y Raúl Zurita, voces más que consagradas de nuestra poesía, leyeron sus textos jóvenes poetas de la región como Jorge Luís Muñoz-Palomo, Hugo Quintana, Arnaldo Donoso, los mencionados Bonhomme y Torres y autores tremendamente sólidos como la cubana Damaris Calderón y el novísimo poeta argentino Eugenio Conchez Silva. Lo que podría haber sido una “Torre de Babel” (por la diversidad de acentos, estilos, tonos y perspectivas) se transformó en un sólido encuentro donde prevaleció la calidad literaria de los invitados –a los que no puedo aquí enumerar a todos dada su vastedad- por sobre los tradicionales “amiguismos” y cofradías que muchas veces oscurecen el panorama de la poesía chilena actual.
Escribo estos recuerdos desde el otro lado del mundo: mi nomadía poética me hace andar hoy por las calles de Madrid, pero hay algo que no puedo olvidar cuando preparo mi maleta para regresar a Chile y en especial a Chillán al “IV Festival Internacional de Poesía, Chillán Poesía 2006”, la calidez y la verdadera amistad que crearon ligazones poderosas gracias a la iniciativa de los escritores de Chillán. ¿Cómo olvidar las tertulias hasta la madrugada en el ya mítico y desaparecido “Café de París”? ¿Las discusiones sobre autores, libros, tendencias y estilos que nos permitieron contrastar puntos de vista y que significaron un enriquecimiento para todos? ¿Cómo no recordar la acogida de un público entusiasta, de todas las edades, de todos los estratos, de tan distintas miradas, que hicieron que nosotros, los poetas, pudiésemos sentir ese añorado vínculo, esa unión tan indispensable entre lector y autor? Aquel que pensó que ésta era una reunión a puertas cerradas equivocó su juicio. Pocas veces en Chile, y también en el extranjero, he podido sentir la fuerza y el interés de la gente, del público que asistió a las lecturas, a las mesas redondas y a las conferencias. Y no digo esto por congraciarme con nadie, los que me conocen saben lo crítico y hasta despiadado que puedo ser cuando algo no me gusta o me parece mediocre. Sin riesgo a equivocarme creo que este encuentro, este hermoso Festival, seguirá creciendo con increíble potencia. Hace unos días en Granada, visitando al gran poeta andaluz Luís García Montero le entusiasmaba intensamente la idea de venir el próximo año… Lo mismo en la correspondencia que mantengo con otros poetas españoles como el extraordinario Jaime Siles o el mexicano León Guillermo Gutiérrez… Todos se manifiestan interesados, todos quieren llegar hasta este rincón del mundo para compartir con los poetas consagrados o por consagrar, conocidos o desconocidos de Concepción, Valparaíso, Chillán, Santiago, La Serena, San Felipe o Valdivia.
Sin caer en exageraciones, los escritores del Grupo Ñuble están escribiendo un capítulo indispensable en la historia de la poesía chilena. De igual manera, están levantando una nueva carta, un nuevo mapa de la poesía donde los centralismos y los olvidos empiezan a ser parte del pasado.
Cuando ya se acerca la fecha de la inauguración de esta cuarta versión y un tren lleno de poetas arribe a la estación de Chillán (con los argentinos Eleonora Finkelstein, Daniel Calabrese y Jorge Ariel Madrazo, los chilenos Stella Díaz Varín, Floridor Pérez, Juan Cameron y Sergio Badilla desde Valparaíso y Santiago), y otro tren, esta vez desde el sur, con Alexis Figueroa, Elicura Chihuailaf, Omar Lara y Rosabetty Muñoz detenga su ritmo en el andén chillanejo, estoy seguro, esa inmensa minoría de lectores, esas calles y esas plazas, los bares y las aulas, escucharán de nuevo y dialogarán de nuevo con lo mejor de las letras de Chile y de una buena parte de nuestro continente.
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