Respecto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral escribiría casi al final de sus días:
"Una vez me prohibieron desde allá (Chile) y por orden de González Videla recibir en el Consulado a Neruda. ¡Que poco me conocen!
Me hubiera muerto cerrándole la puerta de mi casa al amigo, al gran poeta y por último a un chileno perseguido y a quien en sus primeros pasos influí con lecturas que le seleccioné y que afirmaron su recio espíritu.
Yo fui perseguida....¡Y cómo!
También fui echada de revistas y diarios.
Y lo serán escritores que gritan las verdades.
¿Anonadarse? ¡Semimuerte!
Allá se persigue o se le hace sombra a los escritores mientras están vivos y son valientes. O se atreven a declarar sus ideas y sus anhelos".
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