Será mi abuelo o mi padre o mi hermano.
Será el muchacho que se fugó del orfanato.
O el profesor de narrativa inglesa.
Será el vecino que anda en silla de ruedas.
Será el que besa con pasión a su mejor amigo.
O el compañero que torturaron sin piedad.
Será el creador de las redes sociales.
Será el boxeador que perdió la cabeza.
O el travesti que huye por el parque.
Será el ganador de los cien metros planos.
Será el que descubrió el remedio contra el sida.
O el que escribe aquellos antipoemas.
Será mi novio o mi hijo o mi nieto.
Será el joven que se suicidó por amor.
O será simplemente Nuestro Señor Jesucristo.
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