Publicado en el año 2008 en Antítesis: Cuaderno de Poesía n° 6
Inconcebible por invisible;
por inconmensurable;
por imperecedero;
por eterno;
por omnipresente;
por omnipotente.
Moses und Aaron, Act I
(A. Schönberg)
Para Carmen y Manuel
*
Lo que callamos
viene cada noche a ti
como agua que muere en esta sed.
Pero en el miedo
de aquel círculo sellado
se afirman tus ojos
y el mensaje
de una hoja desprendida desde el aire.
Se afirma el verano
hecho silencio,
su rostro escrito sin imagen.
Lo que callamos
se adentra en un beso sin luz
que se agita temblando.
*
Hacia mí
a veces desciende tu aire.
No hay ámbito de luz
que no toque.
No existe desastre que bese,
palabra con sal que lamente.
Bajo el ramaje de toda distancia
se hermana a la sombra
que silencia mis ojos.
*
En la pérdida
tus palabras
son un pequeño fruto bermejo.
Lo inaudible en ellas
es un sueño dado al inicio
gracias a gotas nunca dichas.
En su límite
no retornan como piedras
como voz o como fuego.
No regresan
sino como hielo en la herida
que abre una y otra vez mi piel.
*
A ti que no te nombro
empiezas frente a mí
la erosión en la anchura de otra boca.
No más que principio
como imagen imposible.
Voraz,
mi tacto pertenece
como Rosa enmohecida
a la boca que te niega cuando habla.
*
Oír al invierno
cuando la memoria
amenaza nuestra piel que retrocede.
Oírlo en una sola nota
como nombre inocente
derribado por Dios.
De principio a fin
no es su frío
el que anida
en la arista embetunada del oído.
Su sonrisa es deseo
en el acto de callar.
Incluso ahora
en el verdor de septiembre.
*
No eres silencio
que merodea mi hambre
ni latido de fuego
que a mi corazón
convierte en pedernal.
En tu voz
la indulgencia viene
como sueño al cuerpo
desaparecida la raíz.
La sed que sabe beberte
es vastedad de una palabra
que en mi carne se hunde
como navío sin sombra.
*
Asidos a la piedra
el viento imparte distancia:
la frontera abierta
a través del polvo
como presencia final.
Sentencia que agrieta
cualquier aliento posible.
Su distancia en la caída
es vértigo besado,
exclamación ajena y transparente.
*
La resistencia
hundida en la tormenta
señala el nombre del exilio,
desazón ante un lugar
rememorado con voz entrecortada.
Todo comienza en un adiós,
incluso la muerte
o su doble temeroso.
No hay fronteras en su música,
herrumbre hay tras un contacto primerizo,
nieve ennegrecida,
palabras que ya no son palabras.
*
Tiempo del corazón
tiempo callado sin caminos,
seca es la luz que repica sobre ti.
A destajo
el rojo sonido del estío
inunda tu presente.
Lo inunda y hace herida
a la altura de la boca
en la hora hostil
que se yergue sin memoria
como tú, callada,
sin respiración
sin posible seña de otro aire.
*
Música lamentas,
lo inaudible de la Constelación,
lo palpado en fuego
cuando, por ventura,
el fragor nocturno
enciende Ríos.
Caída lamentas
como si sordera fuese lo que dices,
espacio muerto
entre ventanas enrejadas,
como si fuese cal
la pertinencia fidedigna
y no música
sino huesos,
carbón cristalizado.
*
En el dónde que acuchilla
el vestigio de Alguien
declina la hora
en que crees tocarme.
Más tarde,
cuando la Rosa sea tuya,
estaré cayendo
hacia el jardín
que es tu promesa nunca dicha.
Más tarde,
con palabras
de un niño herido
antes de nacer.
Ahí tocarás lo que yo en ti toque,
en el dónde que será ceniza.
*
Con aguda voz
muerdes piel sangrante.
Con agudo tacto de flecha.
Y oigo el quejido
que nombra cielo
en vértigo de aguas: lluvia
como azufre
en ajeno paladar: y oigo
el quejido
sobre toda la ciudad
extraviado
sin palabras
cogido por el gris
de colmillos que ensordecen.
*
El mar es tu sed:
no termina en arena
ni es sombra navegable.
En lengua concluye
leída la corriente
del aliento entumecido:
hacia arriba
y sin manos
tocando cielo
torcido el camino
en la playa de Siempre.
*
Dijiste sol
donde hubo escarcha.
Y un día marchito
germinó en el cristal.
Dijiste agua
donde hubo fango.
Y abandono maduró
con el viento de granizo.
Dijiste nacimiento
donde hubo noche.
Y la escarcha
fue túnica de un ángel
en la ceguera del labio.
*
En la Constelación
no leas: es imposible.
En el corazón, si puedes,
como dispersión
del viento; ajeno
frente a Dios:
callado ante otra estirpe.
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