Barrancón
Cuantas veces has lanzado al estanque una moneda con tus dedos fríos y sin huesos
observando dos rostros, dos órbitas, dos dentaduras arrancadas y simétricas
***
Una moneda que cae sin ruido sobre tu sueño,
Una liebre que corre sobre pastizales de tripas que se corroen en silencio,
Una liebre metamorfoseada en niebla
lanza una moneda que nunca alcanzaste rescatar de su presidio
Escuela y desaparición
Lavas tus utensilios cada mañana
Careces de huella en tus dedos
Careces de sombra en tu pared
Y das de comer a los barrotes con tu canción
Tus uñas anteanoche quebradas desentierran un caballo,
Un caballo amenazado antes de nuestro pavimento
Con su cabeza arrancada por sus propios pies
San José
Piedras y pavimento desmembrado:
Unos ancianos se quitan las encías,
siguen un sol dentro de sus cuencas,
Sombra de cal en el musgo:
unos perros de vidrios quebrados comen sus propios restos,
unos niños se burlan de una serpiente decapitada en su camino
El Acacio
Una vez te di un niño sentado en un tronco roto
un niño que no envejecía
Sentando al final de un bosque con sus manos en las rodillas
sin un mínimo movimiento
Un niño con rostro de cal
***
Inclinados al silencio de estas noches vivimos bajo piedras, encuadrados,
sin salir hasta la hierba, sin cambiarse del casco un centímetro de cabello abollado,
con movimientos precisos ordenamos los cubiertos clavados en nuestros brazos de hielo
Inclinados al silencio y sin un plazo, comemos trizaduras de piedras y escuchamos
un campo de lombrices descompuestas engullidas por santos de loza
***
Leña de mi vencido esqueleto soy, fe en tu manto de cálida grasa,
en tu rostro me arrancó los ojos y venero estrellas que orbitan en tus espaldas.
no quiero oír más ladridos sin cuerpo que vigilan cazadores y silencios,
no quiero más que tu palabra de hielo y sueño,
Pues esos vientres de vacas mutiladas y esos cauces abrigados de basura
no me dan la quietud de tu soplo:
Avispa que engendra barro en la música de unas acequias
***
Atraviesa calles cortas, se acuesta en la cancha
Junto a su ofrenda; cierra sus peladas orejas
Seis de la tarde en el arco de Los Bajos:
perro descansa, no hay moscas
Los bajos: caverna desdentada
Seis de la tarde: no es breve aquella luz
una sombra se mueve al viento
está recién ahorcada
Patricio Henríquez Lorca nació en 1981 en Santiago de Chile. Es Licenciado en Lengua y Literatura hispánicas en la Universidad de Chile, y Magíster en Literatura con mención en Literatura Española. Ha publicado poemas en la Revista “Pájaro Verde”, y el libro virtual Cabeza trizada (Canadá: Editorial Muza, 2009). El link de este poemario es http://www.tulibreriavirtual.net/cabeza-vista.pdf. Actualmente está preparando su segundo libro: Estelares.
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