Buscar este blog

"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

jueves, 2 de febrero de 2017

TRES COMENTARIOS DE CINE POR EL ESCRITOR ANÍBAL RICCI



CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA (1953)
Dirigida por Kenji Mizoguchi

La escena fantasmagórica en que Genjurô y Tôbei surcan el lago junto a sus esposas, en búsqueda del poblado mayor con el objeto de vender las cerámicas a mejor precio, es de tal belleza estética que conmueve y anticipa que la cinta se moverá por cauces de cine fantástico. Genjurô y Tôbei son dos campesinos ambiciosos, el primero quiere enriquecerse a costa de la guerra civil que transcurre durante el período feudal y el segundo desea convertirse en samurái. La historia se basa en una leyenda japonesa que intenta mostrar los estragos que produce la avaricia en el corazón del hombre. Mizoguchi, que desprecia tanto el comercio como la milicia, intenta a través de esta fábula exaltar el valor de la familia. Genjurô se dejará seducir por la princesa Wasaka y se internará en una vida de lujos junto a un espectro que ha vuelto a materializarse en busca del amor verdadero. Será hechizado y apartado de su mujer, esta última deberá arreglárselas sola con el hijo. Tôbei, por su parte, huye con el dinero, se compra una armadura y mata cobardemente a un samurái, accediendo al honor de convertirse en uno de ellos. Sus esposas son las que pagan los platos rotos, la de Genjurô es asesinada y la de Tôbei es violada. Ambos vuelven arrepentidos luego de asumir sus culpas y darse cuenta de lo que dejaron atrás. Los encuadres, unidos a una buena utilización de la música, dan a este melodrama una tonalidad tétrica, profundizada por el claroscuro de su fotografía en blanco y negro. Para lograr que perdure la familia, los hombres deberán poner los pies en la tierra y olvidarse de sueños inútiles, siendo las mujeres las que aportan inteligencia e instinto de conservación. La voz en off de la mujer de Genjurô, desde el más allá, supone que su esmero ha rendido frutos, mientras un hermoso plano se despliega tras su tumba.


JOHNNY GUITAR (1954)
Dirigida por Nicholas Ray

Western donde las protagonistas son dos mujeres, contrario a la exaltación masculina propia del género. Vienna representa a la mujer idealista que se ha labrado la vida por sus propios medios, en cambio, Emma pertenece al grupo de los poderosos ganaderos que no toleran intromisión en sus vidas. Este desencanto ante una sociedad injusta será la impronta que el director abordará en varias de sus películas. También responde a los cánones del film noir, en tanto hay bandoleros que roban un banco y son perseguidos por la justicia, en este caso el sheriff. El retorno de Johnny Logan a la vida de Vienna (tras cinco años de ausencia) viene a alimentar una vieja historia de amor, columna vertebral de la cinta, aunque por otro lado, Vienna ha sido la amante de Dancin Kid, anterior pareja de Emma, razón que justifica el odio que siente esta última por su rival. La caracterización de las mujeres es mediante gestos exagerados, algo expresionistas, que se verán acentuados por los furiosos colores del TrueColor. Escenas memorables son la de Vienna tocando el piano con un espectacular vestido blanco (enfrentando a todo el pueblo que va de luto), el diálogo romántico entre Johnny y Vienna durante la primera noche y el duelo final entre las dos mujeres. La mayoría de los personajes (sobre todo los secundarios) son perdedores que dan cuenta de una sociedad intolerante y podrida desde sus cimientos, donde el incendio del salón cumple una función metafórica. El guion de gran factura es cruzado por brillantes parlamentos. La banda sonora anticipa las acciones y su tema principal es la perfecta rúbrica para el apasionado beso tras la cascada. Se trata de una película inclasificable, de personajes introspectivos que transitan por diversos géneros. El formato de western es sólo la excusa para desplegar las obsesiones del director.


MOONLIGHT (2016)
Dirigida por Barry Jenkins

«Es peor si te quedas adentro», dice Blue, invitando a Chiron a cruzar el umbral de la puerta (afrontar la vida). Chiron es un niño negro (lo apodan Pequeño), vive con su madre y sufre bullying por parte de sus compañeros. No le gusta el fútbol y siente diferente al resto. Blue es traficante, encuentra a Chiron encerrado en una casa abandonada y de inmediato entiende que está solo en el mundo. La película se divide en infancia, adolescencia y adultez. Las primeras etapas Chiron las soporta sin la ayuda de su madre, más ocupada de su drogadicción que en educar y brindar afecto. Chiron es de pocas palabras, sólo se abre ante Blue y su pareja Teresa. Ellos suplen la función de los padres ausentes y la casa de ellos es su único refugio. La cinta está teñida por un tono melancólico, contenido, narrada desde el punto de vista de Chiron a través de tres distintos actores que dan vida a Pequeño, Chiron y Black. Eso está muy bien, lo mismo que los tonos Kodak de la fotografía, son consistentes. Sin embargo, la historia transcurre de un clisé a otro, siguiendo la indefinición interior del personaje, que sólo va cambiando exteriormente a través de los años, desde un chico flacucho hasta convertirse en un hombre musculoso y estiloso. Es interesante el juego con las puertas. La primera vez que se atreve a atravesarlas es la primera vez que enfrenta a sus acosadores, marcando el fin de la adolescencia. Chiron nació en Florida, pero huye a Georgia donde parte de cero, sin que los demás le enrostren su pasado. El tema de la homosexualidad está tratado sutilmente, como si el director no quisiera herir al espectador con fuertes imágenes. Molesta que la historia y los personajes sean tan predecibles, que sigan siendo contenidos a pesar de haber vivido etapas dolorosas, eso no parece muy coherente. La madre aparece en pesadillas, le grita y le da la espalda, mientras se oyen desquiciantes tañidos de violín. Chiron se ha convertido en otro traficante de drogas, pantalla para permanecer aislado de la violencia de la gente. Se trata de una historia íntima, de todo lo que le cuesta a Chiron poderse encontrar consigo mismo, pero carece de sustancia debido a que no ha encontrado una actividad (o algo) que le permita sentirse libre, el espacio en el cual los demás no puedan hacerle daño. Elige ser traficante, pero pareciera que no es más que una coraza, como si él mismo estuviese cerrando sus propias puertas y ventanas.

No hay comentarios.: