LA EMBARCACIÓN
Et la seule flamme de l´universe
Ets une pauvre pensée.
Blaise Cendrars
Los perros de caza
imponen rudamente
el paso, rabian órdenes
contra la gente
que huye mal comida,
pisando los fuegos
del camino en otoño.
Llueve contra los Pirineos
y Benjamin pierde ritmo,
lo urgen, lo aguardan;
de repente sus huesos
articulan una carne
pesadísima.
Falta poco, asciende
a gatas; todo su orgullo
fue escupido en la cara:
salir así de Francia
por la puerta de atrás,
padeciendo astillas feroces
en el corazón.
Abandonó París
temeroso de morir
en un ataque aéreo
(las bombas
lo buscaban). Vuelve
a caminar pensando
que tiene los visados.
Cruzará España
en dirección a Lisboa;
embarcarse, de eso se trata.
Valió la pena haber hecho fila
durante días: el Instituto
de Investigaciones Sociales,
Nueva York, (Adorno
y Horkheimer dirán
que para su gusto no fue
suficientemente dialéctico).
Recupera el aire, se alegra
entre dientes, haciendo
de cuenta que es otro
de sus paseos en Berlín,
oyendo las bromas
de Brecht por Copenhague.
Lo que falta es poco
y no se alcanza a ver:
miope, de bruces
por un árbol; en cuclillas
para recoger sus papeles.
Azota luego una piedra,
calculando el tope,
y no era necesario.
Tiene un pie en la frontera.
No tan a prisa:
se obedece la voz del amo.
A callar, subirán al camión
en la mañana; serán devueltos,
desahuciados, rumbo
a la capital del siglo XIX.
Benjamin reniega aburrido
de jugar al gato y al ratón,
lastima en alguna parte
cada página no escrita,
la Gestapo, Jerusalén;
es bueno estar en cama
dándole vueltas al asunto:
tiene las cápsulas,
tiene el vaso de agua.
Renuncia a los libros,
al secreto, Port Bou,
la totalidad de afuera
—noche grandiosa—
y raja el instante,
unos pocos signos
en su lengua materna:
añoranzas, distorsiones,
deseada indeseada morfina;
no más y cesa rápidamente
como se muere
en los libros de Kafka.
PROZAC
Una pastilla de éstas
y tendré bien puesto
el yelmo, reforzada
la montura.
Alojado en lo negro
sin que el Gigante
pueda aplastarme.
Esta vez
trataré de humillarlo
—químicamente.
LA REALIDAD
Bajo presión,
temiendo que se cumpla
la entrada de los insectos
por esa puerta.
Un poco de sed,
incomprendido huésped
es lo que voy siendo
a raíz del duelo.
En mi país y solo.
Que nunca abrace la sombra
de este verme juntar mis cosas.
DOS ALEJANDROS
Que un niño se fije
en tu rostro y rebote
el dedo en una fotografía.
Que lo haga apenas
aprendió a decir mamá,
y que sea tu corazón
abriéndose de par en par
al que acaba de morir
en esa casa.
Alguna corriente hay
volando en forma de secreto.
(Deberías agacharte
y hablar a través suyo).
HE VISTO QUE TÚ MIRABAS
...los ojos son, en amor, los guías.
Propercio
Fuego de abejas pares mirándome,
como si en ese diluvio
hubiera una voz con uñas rojas.
Y desde allí tocar más el alma,
desprendiendo mi mundo
de su eje.
Yo encaro tus ojos
con un pie en la brasa.
TÚ CONDUCES
Tomas el carril
de la izquierda
para ir a menos de cincuenta;
voy de ti muy cerca
riendo nerviosamente,
atenido a la agresividad,
ése ímpetu nacional.
Te limitas a cruzar
cortas miradas
con cualquiera
de los espejos.
Allí me propongo
hallarte de frente,
cazar tu mano en la palanca
y empujarla juntos.
Tú sólo encárgate
del timón, más rápido,
así despacio, llevándome.
LA DESCONOCIDA
Sigo tu voz
y no debería cerrar mis ojos,
ocultarme tan pronto
digas cualquier palabra.
Es el amor poniendo un pie
fuera de tu boca, mostrándose a gritos
en sus ratos de silencio.
Yo sigo tu voz, doblegándome,
naciendo al fuego y a la música.
AL OÍDO
No tiendas tu mano.
Apártala como si ayudaras al niño
que juega solo en el agua.
Ensordece, y rápida si escribo,
mira la violencia del lápiz.
Vete desdorando el camino
que tú ríes si yo me enrosco.
ASÍ EMPEZASTE A ABARCARME
Tu mano
y la otra mano,
tigres al vuelo,
luego dos niños
aprendiendo
por separado.
No muy grandes
habiéndote
comido las uñas.
Tus manos
que salen buscando
y me hablan y muerden,
azul oscuro par
en mi auxilio.
Ahora comprendo
que sin ellas
tampoco hubiera
dado con mi pie.
CANONIZACIÓN DEL LOBO
Bien que has sido aceptado.
Se te permitirá pensar
justo lo necesario,
ni tan bajo que no se oiga
en la administración,
ni tan alto que machaques
la soberbia del colega.
Estás en libertad de calumniar
al centro de tu envidia,
toda vez su poder
no tenga uso.
Publica siempre lo mismo.
Dedícate a cortar alas,
ríe con fuerza
de los chistes malos,
ni se cruce por tu mente
desempolvar la odiosa
máquina crítica.
Espera cumplir setenta,
ya verás que se te quiere.
LA EMBOSCADA
Puntuales al café,
mis enemigos
han venido a estrenar
la humillación
de perdonarme.
Ustedes, que cantaron:
«¡Leche (en polvo)
para este hijueputa
abandonado en el desierto!»,
hoy beben y entornan los ojos.
Esto sí que es un candado.
Del poder han sido
presa fácil:
nunca arriba,
nunca abajo,
todo depende de la piedad
al apartar estorbos.
GESTO
No quiero comprar,
tampoco vine a leer
gratuitamente
unos buenos párrafos.
Estoy aquí para descubrir
cuántos ejemplares
ha vendido mi enemigo.
Barajo y disimulo:
en nueve meses
ha caído un solo lector.
Con enormes tomos
que nadie moverá
es que he puesto la roca.
FUEGO ALTO y ataca.
Gran sorpresa: la última llama
a punto de matar se apiada.
Era de cerrar los ojos.
DOLOR
Es un batir de alas.
Todo lo que da una pared
dejándose caer sobre otra.
Libre como que soy hombre
y tengo las manos atadas.
CURSO DE ALEMÁN
En el intento de aprender alemán
mis compañeros de pupitre
una nena muy tonta,
el glotoncito y su pariente flaco,
otro adolescente, más acné,
electrónica ropa deportiva.
Yo creía que era joven,
pero me ven de reojo,
desconfiadamente viejo.
Existo al cabo del receso.
Entonces juntan su dinero
y garabatean una lista
de refrescos o caramelos.
Voy y vengo de la tienda
—que está en la calle—,
reciben el encargo y tragan
sin que suene a gracias.
Quizá no tan caduco,
Herr Brunner mide al grupo
con la misma vara: para él
sólo hay juventud
y desperdicio.
Un cincuentón germano,
en resumen, ex Coronel
de la Alemania Oriental,
por la reunificación
lector de clasificados.
Cayó en este mundo
para desactivar
minas antipersonales.
La guerra es la guerra
y el profesor hizo
que rotáramos el objeto
mientras explica alcance,
tipo de fabricación,
precio en euros
y en moneda nacional.
Cuando no nos distrae
su colección de camisas
naranja y papagayo,
Herr Brunner nos informa
que su pueblo
es superior en todos los aspectos.
Tose y proporciona
minuciosos ejemplos:
espíritu, infraestructura,
educación, la Bundesliga.
«Ustedes
debieran conocer la puntualidad,
lo que es ir al grano,
y otra vez abran su querido Kursbuch,
frei: libre, bald: pronto,
¿Spiegel?»
Bueno estuvo que en su ejército
alguien se amotinara. Eine frage
y pronunciando Fernseh-apparat,
«¿Qué ocurrió el 27 de febrero del 33?»
Un silencio incandescente.
De espaldas,
Herr Brunner limpia la pizarra,
atrincherado va diciendo
que ese fuego lo puso
un judío en el Reichstag,
pero ya después
se descubrieron esvásticas,
aunque es muy probable
que haya sido un loco holandés;
tartamudea y suda:
«Hitler, ese austriaco...»
(¿Es que sólo Mozart
puede recuperarse
para gloria de la lengua alemana?)
Qué sabemos nosotros,
la humillación
del Tratado de Versalles,
la culpa estrangular
a raíz de Auschwitz,
los 46 kilómetros que separaron
a Washington de Moscú
en cemento berlinés.
Y siempre los malos,
y siempre los condenados
a pedir perdón.
El casi General está sollozando.
Pasaron los exámenes y los días.
No tenía idea de por qué
un muchacho hurgaba
la basura histórica.
En la mañana compartí el café.
Oye lo que he querido preguntarle:
ah, ya recuerda, nada importante,
era un enigma planteado
en uno de esos videojuegos:
«Soldados destruyendo Alemania,
se llama, y puedo prestártelo,
necesitas una tarjeta de sonido;
como está basado en la realidad,
el programa no te deja avanzar
si ignoras algunas cosas, superfáciles;
pero elige tu ejército,
cambia cada misil por la bomba atómica;
los mejores puntos se hacen disparando
contra los campos de concentración.»
Entiendo y salgo apurado.
Herr Brunner fuma,
parece que hallara su tierra
viendo fijamente una maceta.
Ni en un idioma distinto
está a salvo el corazón.
Alexánder Sequén-Mónchez nació el 9 de abril de 1977. Hijo de madre salvadoreña y padre guatemalteco, poeta, ensayista y novelista. Entre 1999 y 2002 fue miembro de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Guatemala, en la que investigó sobre desmilitarización y doctrina militar, seguridad pública, juventud y democracia. Durante cinco años fue profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Rafael Landívar. En 2002 ingresó en la Misión de Naciones Unidas para Guatemala como Oficial de Información, pero al poco tiempo fue nombrado Jefe de la Unidad de Prensa y Análisis Político. Ha sido columnista de opinión de "El Periódico" y "Prensa Libre" y ha publicado libros relacionados con la seguridad y democracia, y principalmente: Esto no puede escribirse en prosa (Guatemala, 2004, poemas); Amor es violento. Intrusiones literarias al romance de Luis Cardoza y Aragón con La Florentina (Guatemala, 2006, ensayo); El cálculo egoísta. Inmigración y racismo en la España del siglo XXI (Madrid, 2010, ensayo). Vive en Madrid desde 2006 y trabaja para Casa de América como Especialista de Política del Departamento Tribuna Americana. En 2003 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo “Luis Cardoza y Aragón”, y en 2005 el Segundo Lugar en Crónica del Premio Nacional de Periodismo. En marzo de 2009, una primera y reducida versión de El cálculo egoísta quedó entre los cinco semifinalistas del XXXVII Premio de Ensayo Anagrama, sin ninguna condición de premio o acuerdo de publicación.
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