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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 26 de agosto de 2011

PRESENTACIÓN DE "PAISAJES NÓMADAS, NUEVO RELATO POÉTICO VISUAL DEL SUR DE CHILE" EN "LA CHASCONA" (FUNDACIÓN NERUDA) EL JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE DE 2011


PRESENTACIÓN DEL LIBRO "BAJTIN Y LA CULTURA" (MANUEL JOFRÉ EDITOR) EL MIÉRCOLES 7 DE SEPTIEMBRE DE 2011 EN "LA CHASCONA", FUNDACIÓN PABLO NERUDA.





El próximo miércoles 7 de septiembre a las 19:00 horas en la Casa Museo La Chascona, de la Fundación Pablo Neruda, ubicada en Fernando Marquez de la Plata 0192, Providencia, el Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, la Editorial Ventana Abierta y la Cátedra Pablo Neruda de la Universidad de Chile presentarán el libro Bajtin y la cultura, editado por el escritor y académico Manuel Jofré.

Este volumen contiene once estudios acerca del teórico ruso Mijail Bajtin. Los ensayos fueron realizados en el marco del seminario acerca de la obra del pensador eslavo efectuado en el programa de doctorado en Literatura de la Universidad de Chile. Bajtin escribió brillantemente sobre estética, Dostoievsky, la historia de la novela y sobre Rabelais (La cultura popular en la edad media y el renacimiento).


El trabajo de investigación dio como fruto dos volúmenes: “Bajtin y la Cultura” (que se presentará en esta oportunidad) y “Bajtin y la Literatura” que será presentado el martes 13 de septiembre, a la misma hora y el mismo lugar.

Los comentadores de “Bajtin y la Cultura” serán Alicia Salomone, Directora del Departamento de Literatura e Irina Vishnyakova, profesora del Departamento de Lingüística, ambas de la Universidad de Chile.

Los autores incluidos en Bajtin y la cultura son Iris Zavala, Catalina Echaurren, Diego Pérez Hernández, Humberto Olea, Vanessa Gutiérrez Riquelme, Vladimir Ferro, Patricio Henríquez Lorca, María Luisa Sotomayor, Claudia Andrade Ecchio, Marco Chandía y Manuel Jofré.


ABIERTAS LAS POSTULACIONES PARA EL PREMIO "ALTAZOR" 2012



miércoles, 24 de agosto de 2011

"GIRO LITERARIO" ENTREVISTAS Y CONVERSACIÓN LITERARIA, EL VIERNES 26 DE AGOSTO EN ARICA, CHILE



PRESENTACIÓN DEL LIBRO "EL LIBRO" DE LA AUTORA PATRICIA GÓMEZ S. EL LUNES 29 DE AGOSTO DE 2011 EN EL INSTITUTO "LOS DOMINICOS"



18 DE AGOSTO DE 1936 POR HAROLD ALVARADO TENORIO (COLOMBIA)





“Era de izquierdas, tenía gran éxito como escritor y era homosexual"
Ian Gibson

Cuando el 18 de Julio de 1936 Francisco Franco se sublevó contra la II República Española, hacía apenas 35 días que Federico García Lorca había cumplido 38 años. Hijo de un hacendado y una maestra que le enseñó a tocar el piano desde niño, en Granada hizo estudios con jesuitas e intentó estudiar derecho en la universidad, pero abandonó la academia para dedicarse en exclusivo a la literatura, la pintura y la música.  En 1919 se mudó a Madrid donde hizo amistad con Dalí, Buñuel y Alberti. Durante este tiempo, con la publicación de Poema del cante jondo o Romancero gitano se convirtió en una suerte de juglar leyendo en voz alta sus poemas y obras de teatro. Poemas que, combinando la magia milenaria de los romances con brillantes y novedosas imágenes, “retratan” la vida y el talante de campesinos y gitanos: jinetes solitarios, mujeres frustra­das, madres adustas y guardias civiles acosados por senti­mientos eróticos, de muerte, aventura y represión.
En el arte del pueblo encontró García Lorca una respuesta a la desolación de la vida moderna: andaluces y gitanos vivían al margen de la sociedad conservando sus danzas y canciones, en una perpetua querella contra los representantes del orden. Seres cuya pendencia es la conquista de la libertad sensual y erótica en una sociedad que la niega agresivamente. Los sentidos invaden los versos con la áspera luz de naipe del mediodía, los machos, con una violencia sexual de navajas como peces hienden la rosa azul de los vientres femeninos, la naturaleza y los elementos poseen sentimientos y deseos tan irresistibles como los de aquellos. Los gitanos están orgullosos de pertenecer a una tradición que se expresa tanto en la danza, los amores, los vicios, como en el viento, la luna y las máscaras de fiesta donde hasta los santos menean las caderas y la luna ostenta nardos.
A pesar de su prestigio y popularidad, luego de una crisis emocional García Lorca decidió viajar a Cuba y Estados Unidos (1929-1930) en busca de alivio y nuevas fuentes de inspiración. El viaje produjo una obra maestra: Poeta en Nueva York, el libro de nuestra lengua que hace pendant con las obras de Eliot, Pound, Celan, Auden, Thomas y O'Hara sobre el horror y la muerte en vida de las sociedades meca­nizadas.
García Lorca, poeta popular de origen rural, se encuentra, «de la noche a la mañana» frente a una ciudad y una sociedad hecha de acero y finanzas que se hunde en el gran derrumbe del capitalismo. Mientras la casta imperial de los Vanderbilt. los Morgan, los Rockefeller hacía de las suyas en el mundo entero, millones de inmigrantes italianos, judíos, irlandeses y negros del sur de los Estados Unidos habían llegado a New York para dar testimonio de la deshumani­zación del mundo por el dinero y el fracaso de la democracia celebrada por Walt Whitman:

Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay. Wall Street!

New York, símbolo infernal de la vida del siglo XX, máquina destructora de la conciencia, devoradora del ser, partera de la soledad y soledad ella misma, emperatriz del mundo que separa al hombre «debajo de las multiplicaciones, debajo de las divisiones», donde nadie parece ser y donde un día todo estará al revés:

¡Qué esfuerzo!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!...
       ***
Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y tas hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de
las vacas

García Lorca encontró, adivinando, en los negros no solo ciertas afinidades con las del pueblo andaluz, sino la esencia misma de lo que sería la sociedad norteamericana. «Con su tristeza -dijo a Pablo Suero en Buenos Aires en 1933- se han hecho el eje espiritual de aquella América… Fuera del arte negro no queda en los Estados Unidos más que mecánica y automatismo».

Estos poemas, su desenfada homosexualidad, y la firma del Manifiesto a favor del Frente Popular, que ganó las elecciones del 36, fueron los pábulos que atizaron la mano de los asesinos. Como se sabe, tan pronto se conoció el levantamiento de Franco contra la República, García Lorca decidió abandonar Madrid. Granada cayó el 18 de Julio y cientos de simpatizantes del gobierno legítimo fueron asesinados por los nacionales. Al constatar que las detenciones no se suspendían Federico se refugió en casa de la familia Rosales, uno de cuyos miembros era un jefe de la Falange granadina. Allí pasó un mes, hasta el 16 de Agosto, cuando una banda comandada por un tipógrafo y ferviente católico llamado Ramón Ruiz Alonso y su compadre Juan Trescastro, acusando a García Lorca de espía al servicio de Moscú, le arrestaron y le llevaron a la sede del gobierno, donde José Valdés, desoyendo las suplicas de Manuel de Falla y de los Rosales, consultó el asunto con el también homófono Gonzalo Queipo del Llano, quien respondió que al poeta le dieran “mucho café, mucho café”.
Esa misma madrugada, José Dióscoro Galindo, un maestro de escuela, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, dos banderilleros anarquistas y García Lorca, fueron llevados por el camino de Alfacar y ante un viejo olivar de la acequia que los mozárabes llamaban Aynadamar, “fuente de las lágrimas”, les fusilaron. Antes de morir, Ruiz Alonso justificó el crimen diciendo que el poeta "era rojo y maricón".
Federico García Lorca ha sido uno de los poetas más y peor leídos de nuestra lengua. Quizás deba su gloria también a su muerte absurda. Pero, contrario a tantos otros poetas militantes igual­mente prestigiosos, nunca perteneció a partido alguno, ni asumió principios políticos e ideológicos de los cuales desde­cirse una vez pasado el triunfalismo de atroces dictaduras. Como Esenin, Maiakovski y Vallejo, fue uno de los verdaderos espíritus libres del siglo XX.
[Lorca: el día fatal, en Lecturas Fin de Semana de "El Tiempo", Julio 29, 2006.]

viernes, 19 de agosto de 2011

"LA PÉRDIDA" CUADRO EN HOMENAJE A MI MADRE DEL GRAN PINTOR ESPAÑOL PERE SALINAS



PRESENTACIÓN DE DOS LIBROS DE CRISTÓBAL JOANNON EL JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE DE 2011 EN LA SEDE DEL INSTITUTO DE CHILE



“EDIPO REY” DE TOMÁS HARRIS (CHILE)






I

EDIPO DESTERRADO EN COLONO


-Tu madre, sufre un mal incurable. Tiembla.
El espejo refleja la belleza de sus 25 años, cuando
Tú apenas salías del entrecejo de los espejos y el reflejo;
Sí, viajero de la Vida, porque ¿eres un viajero en el Tiempo, no?
Ese que va en busca de las Especias.
Ese que ha cruzado el espacio negro y sin tiempo
Para unir en una cópula irónica el corazón y el sexo.
Sólo harías etéreos los humores que manan del deseo
Y pantanosos los latidos de la pasión.
Tu corazón empantanado, chapoteando en barro,
Y tu malhadado cuerpo perforándose de luz glauca.
Pero no nos desviemos: ella es tu madre y la envuelve
Un sudario agrisado por el tiempo y la agonía.
¿No crees que ya ha sufrido demasiado esa mujer?
Mírala como gime y trata de avanzar hacia el azogue.
¿Te ha reconocido? ¿Cuántos años tendrás para ella
Ahora que envejece y el tiempo se pliega hacia su muerte?
Mira, viajero de la Vida, como unos pocos cabellos rubios
Asoman de la mortaja. Qué sutil ironía la de los espejos.
Tu madre amortajada en los reflejos y ausente en
Tu piedad. ¿No has sentido piedad por esa mujer
En sus últimos años de enfermedad y vejez apresurada?
Vamos, camina hacia el espejo, que tus pies dejen
En la mullida alfombra blanca una huella de fuego y
Otra huella de agua, ve, no dudes, mira cómo sus
Brazos se abren para acogerte, ¿y tú temes? Pero, ¿a qué
Le temes si es tu propia madre? Que se esconda tras
La mortaja prematura la máscara atroz de Gorgo?
No seas torpe, esa fue una película de la Hammer que viste
En tu infancia gótica en el Teatro Nacional de La Serena.
Confía en mí, soy tu conciencia, viajero de la Vida, ya no hay
Otros, ya mataste en tu mente pueril a los pretendientes.
Anda, abísmate en el azogue, dale el abrazo que tanto
Añoras y te pide, acúnala y que ella te tienda en sus rodillas
Vendadas para que intercambien los papeles y sientas
La piedad que le has negado en los últimos días,
O el terror de su refracción de los años inclementes, pasando por los dos.
Da un paso más, así, uno solo, el espejo te espera con sus
Brazos de vidrio y vendas sangrantes, empapadas
Con las aguas de su vientre, la placenta que aún corre
Como el espejismo de un río desbordado hacia la muerte,
En el desierto calcinante de la blanca Colono.


                                          II EDIPO EN POLAROID


-La fotografía reproduce una soleada tarde en la playa.
Es hermoso ese reflejo de un verano
Tan lejos en la cercanía del espacio y el tiempo.
En la fotografía, tú y tu madre, tomados de la mano,
Corren estáticos por la costa,
Haciendo salpicar con sus pies
La espuma de la resaca
Que moría achocolatada después de tanto azul
Y el sol bruñía los cabellos de ambos,
Tiñendo de brillos dorados las raíces, y ustedes
Como dos hermanitos, la mayor y el menor,
Reían como si tuviesen todo el tiempo por delante.
¿Lo tenían? ¿Y tu isla, tu Ítaca mancillada?
¿Y cómo asesinaste a los pretendientes?
¿Con tus osos de peluche rellenos con serrín
A los cuales arrojabas témpera roja, para que asemejara sangre
Y hacer así más cruenta su muerte en tus deseos?
Como en las películas del conde Drácula
Que exhibían en el Teatro Nacional de La Serena.
Después, en tus sueños, hendías en el cuello de tu madre
Tus colmillos de leche, en esas pretéritas noches fantasmáticas.
¿La deseas aún ahora en esa imagen que se va
Desvaneciendo como el gas de las gaseosas
Frías que bebían después de las carreras por la arena?
¿Te gustaría volver al paisaje de esa fotografía,
Corriendo así de la mano, con esa muchacha tan joven y bella,
Ahora, a tus años, que no han perdonado tampoco el tiempo, y
Sentir su mano, oler la sal de sus brazos,
El yodo de su cuello y perderte en el azul de sus ojos?
No te avergüences, esos son legítimos sentimientos.
Por lo demás, acá, ya puras refracciones de tu mente.
¿Sientes un nudo en tu garganta? ¿Lloras?
Vamos, si lo que añoras no es más que una imagen
Fijada en una cartulina por líquidos alquímicos y hechiceros.



III EN EL FLUÍR DE LA MUERTE

Mi madre se ha alejado en su silla de ruedas por la costa.
No la amé, lo confieso, cuando debí, como debí, con la pasión que debí.
No la abracé en su silla de ruedas, en la costa sangrante, y por ella sangro
De heridas desveladas en
La noche, antes en la soledad de mi Reino perdido.
La noche, esas noches,
Abren heridas que son desvelo, rasca piernas, neurótica,  saca costras, y tras las costras
Del desvelo viene la libación sangrante.
Por ella, por su deseo inválido, y más aún por ella y sus porcelanas Limonge
Por esos muebles antiguos, vetustos,
Donde mis abuelos y bisabuelos también comieron,
Escribieron y callaron. Esas caobas de tres cuerpos que ahora no sé dónde irán a quedar.
Tal vez se desintegren como las huellas de todo naufragio, mejor.
Mi madre, la Diosa Blanca, también, y en la Diosa Blanca habita la muerte enamorada.
Debí llevarte esa tarde al mar, y empujar por sobre la arena tu silla de ruedas, ¿no?
Y recordar y reír por los recuerdos, siempre reímos por los recuerdos, mamá, ¿no?
Y lo más lindo, mamá, es que
Nunca lloramos por los recuerdos, porque nuestros recuerdos son
Nuestra verde y azulada pradera, la única que ya nos pertenece
Ese país donde nunca llueve y el sol es perenne como las hojas
De ciertos árboles más bien sagrados, hualles o secuoyas.
Aunque esta noche me enviaste la lluvia del Sur, la lluvia de Chiguayante,
Y el salobre amor del mar. Y
Los recuerdos. Los recuerdos. Cómo nos hacen reír los recuerdos.
 Y cómo temía al escribir esto, cuando tenga que escribir:
“¡Cómo nos hacían reír los recuerdos!”…
¡Fatal fluir de la muerte, mamá!
Este río, Heráclito, no detiene su curso, y no hay diques para este río.
Cuando llegue el día, y “en la hora fugitiva” empuje tu silla de ruedas
Por la costa, las huellas que quedarán en la arena húmeda no serán indelebles;
Como a todo, se las llevará la resaca; mas qué importa si esas huellas serán
Como el mensaje citado tantas veces de Cristo,
Que en arameo escribió también en la arena con un palo:
Sólo ambos dos, mamá, sabremos qué significaba.
Y, quizá, claro, también, sí, también, lo sabrá la “hora fugitiva”…
Esta que hoy 23 de junio, 2010, te hará tan bella, antaño, habites ahora, donde estés.
Y esas huellas de la silla de ruedas en la costa de La Serena,
Serán, claro, ahora, en la Imaginación, huevo del deseo empollado en el Todo.
La Imaginación. Pero serán.
La Imaginación nos supervive más que la inhóspita realidad que ya para qué
Seguir con la falta de hospitalidad de esta rueda de vivir.
Mañana nos saludaremos en el despejar las nubes
En el beso ciego y en la vereda donde te aguardo en la frontera de Atenas.



ALFONSO Y CARMEN

Quién lo diría.
Bueno, quizá esa voz que late en el corazón, la que llamamos poesía:
En el mismo foso al Hades
Descenderían Alfonso y Carmen,
Un agosto y un junio,
En dos inviernos de pareados años,
Y su Electra y su Edipo, con distintas melodías dolorosas,
Queriendo saber porqué,
Pidiendo una explicación a Dios, ella, y el, a la Nada.
Mas Dios y la Nada callan, como los entes abstrusos que son,
Que no tienen porqué dar explicaciones a este fragor tectónico.
Alfonso fue profesor de Carmen, allá en esa ciudad fantasma,
La Serena.
Y Electra y Edipo estaban destinados a encontrarse,
A amarse.
A salvarse mano a mano de la muerte.
Y a vivir ese año de peligro.
Y a reencontrarse de marzo a noviembre.
Edipo hoy mira como Carmen desciende por el mismo foso
Por el que descendió Alfonso.
Edipo no tiene explicaciones para esa paradoja.
Sólo piensa en Electra ojerosa y delgada en su dolor.
Sólo ansía que el reloj virara sus manijas y abrazarla.
En el mismo Parque mal llamado del Recuerdo.
Ahí cuando la Palabra erra porque eso es un cementerio.
O sea, el destino sin más.
Esta noche Electra y Edipo dormirán juntos creyendo
Que ya pasó el Peligro.
Y Alfonso y Carmen se abrazarán en el Eternidad,
El, como la estrella que cayó,
Ella como una lluvia desaforada.
Es decir, como los extremos que se abrazan,
Que se miran, y sonríen y tal Dioses
Tomados de sus manos invisibles,
Tal Dioses, que querrían guiar el errático deambular de sus hijos.
Pero a tanta distancia, sólo prevalece el deseo y su luz.



                         IV ANOCHE LLOVIÓ COMO UN MENSAJE


A mis hermanos Claudio Y Karin Kopp.


Anoche llovió como llovía en Concepción, mamá, y apenas unas horas  atrás tú habías muerto. Llovía como en las noches cuando se cortaba la luz, en Chiguayante, y yo le contaba historias de miedo a mis hermanos, historias del Dr. Mortis, la del Cerdo Mistor y otros anagramas que urdía Mario Marino, donde las manos, arañas lampiñas, se vengaban sin cuerpo de la víctima propiciatoria, Peter Lorry, en blanco y negro, gemía en la Antú. Y ahora que desciendes hacia el cinerario, adónde irá a para todo aquello, mamá, que pareces dormida, pero sólo pareces, porque te has ido a las dimensiones insondables que nos habían ya anunciado las Tijeras del Diablo, en septiembre, mes noveno de lo fatal. Lo ignoro, y también lo ignora la poesía, y la lluvia sólo pudo acercar la distancia, de este mundo y el otro, con su desbarrancarse de mar. Hoy la cordillera de los Andes estaba más luminosa que nunca, dolía mirarla, dolía tu rostro en la cordillera tan alba, mamá y tan muerte. Y tú, en tu féretro, no podías verla. La miré por ti, por los años idos, por el tiempo irrecuperable, por el abrazo ese que tal vez, que quizás, que ojalá.

  
                                        V LA VOZ DEL AUGURIO


A propósito, me interrumpe al Augurio,
en medio de este poema que madrugo:
¿sabes dónde, exactamente, nacen, y dónde,
insondablemente, mueren los ríos?
¿Y sabes qué, quiénes son, y por qué se secarán los ríos?
Y, por supuesto, ignoras el próximo cauce al mar que es el morir.
Pero ya lo sabes: el dolor es una nube pasajera,
Una ilusión de tu corazón que late demasiado al centro
De tu cuerpo y tu orfandad.

  
                                         VI  EDIPO EN EL CORAZÓN


Nunca, dije, me asomaré al ventanuco de un ataúd
Para ver al cadáver que tanto fue tú,
Tus gestos, su mirada ahora glauca,
Tu respiración marina, ola tras ola penetrándose
En ese coito de amor que por las noches escuchabas en el catre
Junto a tu tía Laura, en la calle Colón 666, mi casa de Usher y
Siempre al borde de la caída, pero ignoraba
Que finalmente, toda la morada de la infancia tiene que desplomarse
Para poder dejar sólo ese oleaje penetrarse, ola a ola:
Nunca, dije, me asomaré al ventanuco de un ataúd:
Y ahora estoy ahí, frente a la ventana que asoma al paisaje
Del útero que me cobijó en ese mismo mar tras los
Nueve meses de rigor para que pudiera nacer:
Y ahora el rigor de esos meses, son el rigor mortis del cuerpo
De mi madre y su mirada ya no me mira mirarla,
Y mi promesa se anuda en mi garganta como la cuerda invisible
Del suicida que faltó a la promesa de rigor.
Rigor, rigor mortis de Carmen Espinosa Cantuarias…
-Tu madre, que mira hacia fuera del ataúd, sin ver, quizá,
Que tú miras sus ojos agrisados, agrisados también los tuyos
En vida, y en descenso, azules, tan azules-
Y que esos dos planetas que antes fueron celestes en la comba del cielo
Que sobrevolaron, aves, madre e hijo, puede que en un punto
Incierto del celaje se vean sin saberlo,
Y sólo cuando el ataúd desciende al foso con un sonido
De manivelas y poleas,
Me digo: “Cómo me asfixia Bizancio”.
Y necesito llorar y las lágrimas no asoman,
Porque se quedaron en el mar junto al faro de La Serena,
Mientras ambos dos corríamos, inmortales, por la ríspida arena,
A pie pelado, la hermanita mayor y el hermanito menor,
Y el sol bruñendo los rubios cabellos
Heredados de judíos, españoles y carabelas;
Y cuando el ataúd toca fondo –como tu mente también lo está tocando-,
Tocando fondo, porque qué más le queda a una mente ante tal despropósito
De la Vida, así, digámoslo con mayúscula,
Me trago el milagro del llanto,
-La sutileza que concede a los elegidos-
El cuerpo y la Naturaleza y las lágrimas, mi dolorido sentir:
-Y como no eres un elegido, no asoman
A tus ojos que ya han perdido en el foso los de ella-.
Recuerdo el primer libro que puso en mis manos,
En Chiguayante, Concepción, Chile, una tarde de lluvia interminable,
Con un título que no comprendí:
Los heraldos negros.
-Y ahora sabes que, claro, cuando
Todo se empoza, “como un charco de culpa en la mirada…-”
El ataúd ya no puede seguir su descenso, porque no hay un fondo
Sin otro fondo y otro fondo, Hahn dixit.
-Escuchas en esa lluvia del tiempo perdido y jamás reencontrado
El verso que, finalmente, todo lo aclara en su oscuridad del dolor:
“Cómo me asfixia Bizancio”.