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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

lunes, 26 de junio de 2023

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "106 PALABRAS" DE NATXO VIDAL (CON JUAN LUIS BEDINS, VALENCIA, ESPAÑA, 29 DE JUNIO DE 2023)



 

TERCERA SESIÓN DE LA CÁTEDRA DE MÚSICA CORA BINDHOFF: "EL LEGADO DE FRIDA CONN, PIANISTA Y DOCENTE" (UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO,CHILE, 28 DE JUNIO DE 2023)



 

LA COLUMNA DEL POETA YVAÍN ELTIT: "UN PINTOR EN EL CONVENTO"



 

NUEVA JORNADA EN EL "VIII CILE DE POESIA DOS POETES COM NOSALTRES 2023" CON MARÍA JOSEP ESCRIVÁ Y PERE CISCAR (27 DE JUNIO DE 2023)




 

FESTIVAL "CUADERNOS HISPANOAMERICANOS" EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA EN SANTIAGO DE CHILE (27 AL 30 DE JUNIO DE 2023)



 

"OVIDIO Y EL DESAFÍO DE LA TRADUCCIÓN" (Y CINCO POEMAS DE OVIDIO TRADUCIDOS AL CASTELLANO) POR EL GRAN POETA ARGENTINO GUILLERMO EDUARDO PILÍA

 


Desde muy joven he sido un entusiasta lector de poesía, y mi admiración por algunos autores, como los simbolistas y los herméticos, me llevó a frecuentar el francés y el italiano. En la Universidad estudié además griego clásico y latín, asignaturas en las que la traducción era cosa de todos los días. Más tarde, al concentrarme a enseñar latín, tuve que dedicarles muchas horas de lectura a Catulo, Virgilio, Horacio y Ovidio, leerlos y analizarlos en su lengua original pero también valorar las traducciones que de ellos se hicieron. Aquí comencé a experimentar ciertas contradicciones, porque frente al texto se manifestaban en mí varias naturalezas o personalidades simultáneas: el filólogo que intentaba la mayor precisión posible respecto del original, el poeta que no se resignaba a una traducción rigurosamente estructurada sobre la partitura sintáctica, el lector de poesía que muchas veces buscaba sin encontrar la poesía en el resultado de la traducción. Con el tiempo fui realizando mis propias traducciones o versiones, sin pretensiones de competir con otras ya existentes, para mi lectura personal, que a lo sumo compartí con mis alumnos de lenguas clásicas. Mi propósito, un tanto temerario, era mostrarles la poesía latina como si se tratase de una escritura contemporánea. El lector actual de poesía está acostumbrado a enfrentarse, en general, con textos breves. Algunos poetas, como Catulo y Horacio, tienen composiciones que bien podrían haber sido escritas hoy. Con Ovidio realicé la operación de resecar, de los textos extensos, fragmentos con unidad propia y tono profundamente lírico. Insisto en que mi objetivo estaba puesto en el lector y no en el filólogo, ni siquiera en el estudiante de lenguas clásicas, que difícilmente ame el latín si su literatura se le presenta como pesada y artificiosa. Presento a continuación uno de los resultados de mi trabajo:

 

Cumque meis curis omnia longa facit —Tristia V, 10.

 

Vt sumus in Ponto, ter frigore constitit Hister,

facta est Euxini dura ter unda maris.

At mihi iam videor patria procul esse tot annis,

Dardana quot Graio Troia sub hoste fuit.

Stare putes, adeo procedunt tempora tarde,

et peragit lentis passibus annus iter.

Nec mihi solstitium quicquam de noctibus aufert,

efficit angustos nec mihi bruma dies.

Scilicet in nobis rerum natura novata est,

cumque meis curis omnia longa facit.

An peragunt solitos communia tempora motus,

stantque magis vitae tempora dura meae?

 

 

Y todo se hace largo a partir de mis penas  —Tristes V, 10

 

Desde que vivo en el Ponto, se heló tres veces el Híster

y tres se congelaron las aguas del Mar Negro.

Pero a mí, que estoy tan lejos de mi patria, me parecen

los años del asedio a la dárdana Troya.

Creerías que estoy inmóvil, así marcha lento el tiempo,

así cruza su ruta el año con pie lerdo.

Ni el verano es suficiente para acortarme las noches

ni el invierno me trae brevedad en los días.

Quizás la naturaleza se ha renovado en mi contra

y todo se hace largo a partir de mis penas.

¿Acaso camina el tiempo para todos a igual paso

y sólo el de mi vida me parece más duro?

 

El texto se presenta en la forma de un poema moderno, incluso le he agregado un título que lo delimita, un título no arbitrario sino que, siguiendo una larga tradición escritural, está tomado de uno de los versos. Como resulta chocante ver un poema traducido a prosa, sobre todo si es poesía lírica, intenté una traducción en verso, y en verso rítmico, que tratase de imitar, aunque fuera vagamente, el dístico elegíaco de Ovidio. Como el dístico es una combinación de un hexámetro y un pentámetro, traté de imitar ese ritmo con un octonario (8 + 8) y un alejandrino (7 + 7). La sintaxis del poema suele ajustarse al esquema métrico, pero aun así sabemos lo compleja que resulta ante la sintaxis de cualquier lengua romance. El ritmo se puede imitar, la sintaxis resulta imposible y llevaría a un galimatías. Por eso preferí un fraseo más sencillo, subordinado en todo caso a las exigencias del metro. En lo que respecta al léxico, podría ser fuertemente criticado, pero se trata de la versión de un poeta para lectores de poesía. Me pareció atinado reemplazar “Ponto Euxino” por “Mar Negro”, que es el nombre con que se lo conoce hoy, y con gusto hubiera cambiado “Hister” por “Danubio” si no se me hubiese presentado un problema métrico. “Unda” es una palabra poética, pero en mi versión cuadra más la sencilla “agua”. Ovidio comienza el poema con un plural casi mayestático, “sumus”, pero luego repite varios “mihi” y utiliza los verbos en singular. Me pareció la forma más apropiada para un poema confesional como es este. Preferí “pie lerdo” a “pasos lentos”, “solstitium” y “bruma” por “verano” e “invierno”, que son más familiares a la sensibilidad del lector, y así sucesivamente.

¿Qué es lo que le da “modernidad” al poema? Quizás la percepción del tiempo, aquello que, paradójicamente, vuelve a este texto atemporal. El hablante lírico, que puede tener muchos puntos en común con Ovidio, saca cuentas del tiempo que lleva desterrado: tres veces se heló el Danubio, tres veces el Mar Negro; han pasado, desde que “estamos” aquí, como quien dijera “mi alma y yo”, tres inviernos, tres años. Pero para el que está lejos de la patria, para el que está en tierra extranjera, esos tres años parecen diez, los años del asedio de los griegos a Troya. La imagen del año como un caminante que hace camino con pie lerdo no es hoy demasiado sorprendente, pero quizás lo fuera hace dos milenios. La percepción de las estaciones también está trastocada: el verano no basta para acortar las noches ni el invierno para abreviar los días. Pero no es el tiempo el que se ha modificado, sino su percepción a partir de la pena. Ese verso resulta clave y por eso lo propuse como título del poema. El hablante lírico ignora que el tiempo es distinto para todos, que es siempre subjetivo, pero en su desdicha le parece que es igual para todos menos para él. La actualidad del poema, me parece, está en presentarnos a un hombre en estado de desamparo, de indigencia espiritual, forzado a estar lejos de su patria y, aunque no lo dice, se intuye que está solo. Hay en este “él” un dolor que parece trastocar el ritmo de la naturaleza, nada puede ser bello ni placentero si no proviene de un estado interior, y esta es una situación por la que atraviesa constantemente el hombre de hoy. Si en lugar del tópico de citar los años del asedio a Troya el poema dijera “diez años”, nadie podría suponer que fue compuesto hace dos milenios.

El que haya traído esta traducción propia me sirve para arribar a lo que más me interesa del tema de la traducción del discurso lírico, que es la hipertextualidad. Bonnefoy lo deja entrever cuando distingue entre la traducción, operación cerrada, y la interpretación, continuamente abierta; las palabras tal vez sean intraducibles, pero las frases no; la función de la poesía es inquietar al lenguaje y eso es lo que hace también la traducción. El texto en latín que leímos es evidentemente de Ovidio; pero ¿podría decirse lo mismo del texto en español? La traducción, o la reescritura de poesía en otra lengua, presenta curiosas similitudes con el proceso mismo de creación. Un poema empieza a construirse a partir de una imagen generadora, que puede surgir de una experiencia propia o de un contacto cultural, por ejemplo la lectura. En la rescritura, el poema original, el hipotexto en términos de Genette, funciona como imagen generadora. Hay algo en los versos de Ovidio que me moviliza a traducirlos, no sé si cierto sinfronismo con el hablante lírico, el recuerdo de años de miseria personal, el desamparo y la soledad que traslucen las imágenes, el comprobar que yo también he experimentado esa dimensión psicológica del tiempo. Ello me lleva a planificar una reescritura, a plantearme una partitura rítmica, a adaptar la sintaxis y el léxico. Es como trabajar en un poema propio, pero como decía mi maestro Horacio Castillo “con todos los elementos al alcance de la mano”. El resultado será un nuevo texto, un hipertexto, diferente de otras versiones de los versos de Ovidio que hayan hecho otros traductores, pasible a su vez de ser recreada por infinitas lecturas.

El hecho de que seamos diversos, de que tengamos diferentes formas de vivir, de que nos expresemos con una gran profusión de lenguas, no va en menoscabo de la vocación universal de la poesía. Escribimos y leemos poesía porque somos miembros de la raza humana. Es cierto que nacemos en una cultura y que nuestro destino, como decía Borges, es una lengua. Pero toda traducción ensancha la lengua de destino, porque integra nuevas maneras de decir y pensar. Es un viaje hacia lo otro y el otro. La forma de comprender lo propio es conocer lo ajeno. En cada geografía, en cada territorio lingüístico, habrá siempre personas reescribiendo sus propias versiones de Ovidio, de Hölderlin, de Rimbaud. Y los poetas necesitamos de esas personas tanto como de Ovidio, de Hölderlin o de Rimbaud. Si esta humanidad sufriera, hipotéticamente, un cataclismo en el que se extinguiesen de súbito todos los poetas, creo que el hombre podría arreglárselas para sobrevivir aun por mucho tiempo gracias a esa otra práctica escritural que ha dado en llamarse traducción.


[Esta conferencia fue leída en el Primer Simposio Internacional de la Academia Tomitana celebrado en Constanza, Rumanía, el 21 de junio de 2023]



Publio Ovidio Nasón

Cinco poemas sobre el exilio

(Versión en verso español de Guillermo Eduardo Pilía)

  

 

Yo no sé qué dulce encanto hay en el suelo natal

 

Yo no sé qué dulce encanto hay en el suelo natal

que nos lleva enlazados y no admite el olvido…

A los prados conocidos van los toros; los leones

marchan a sus guaridas, no obstante su fiereza.

Pero tú de nuestro pecho pretendes lograr que ceda

por medio de tus bálsamos el dolor del exilio.

Haced vosotros, amigos, que no pueda amaros tanto:

así será más leve el haberos perdido.

 

  

 

 

Y todo se hace largo a partir de mis penas

 

Desde que vivo en el Ponto, se heló tres veces el Híster

y tres se congelaron las aguas del Mar Negro.

Pero a mí, que estoy tan lejos de mi patria, me parecen

los años del asedio a la dárdana Troya.

Creerías que estoy inmóvil, así marcha lento el tiempo,

así cruza su ruta el año con pie lerdo.

Ni el verano es suficiente para acortarme las noches

ni el invierno me trae brevedad en los días.

Quizás la naturaleza se ha renovado en mi contra

y todo se hace largo a partir de mis penas.

¿Acaso camina el tiempo para todos a igual paso

y sólo el de mi vida me parece más duro?

 

 

 

 

Antes de que te olvides de nuestras cosas de antaño

 

Aunque bebieses la copa sin memoria del Leteo

no creería que estas cosas se marchasen de tu pecho.

Antes será largo el día de la estación de las brumas

y más breve la noche en el tiempo de invierno;

no habrá estío en Babilonia ni hará fríos en el Ponto

y olerá la caléndula más que rosas de Pesto:

todo antes de que te olvides de nuestras cosas de antaño…

  

 

¿Por qué cesó tu afecto?

 

Dos veces llegó el sol tras los fríos inviernos

y dos veces tocó en su ruta a los Peces.

¿Por qué en tan largo tiempo de tu diestra una línea

siquiera me llegó, por pura cortesía?

¿Por qué cesó tu afecto, si otros me escribieron

y mi trato con ellos fue siempre más exiguo?

¿Sabes que cuantas veces rompí el sello a una carta

siempre esperaba verla firmada con tu nombre?

Ojalá hayas escrito multitud de mensajes

de los cuales ninguno me haya llegado a mí.

Porque antes creeré en la faz de Medusa

ceñida de cabellos de horrorosas serpientes,

en los perros que yacen bajo un vientre de virgen,

en la Quimera ignífera, entre león y víbora,

en cuadrúpedos unidos por el pecho a los hombres,

en hombres de tres cuerpos y un can de tres cabezas,

en Esfinges y Harpías y en Gigantes informes,

en Giges de cien manos y en el toro de Minos.

Creeré en todo esto, queridísimo amigo,

antes que suponer que me has abandonado.

 

 

 

 

 

 

Antigua amistad

 

Aunque no quieras oír, yo soy aquel que de niño

a tu niñez se unió con antigua amistad;

yo soy aquel que primero supo tus preocupaciones

y el que estuvo a tu lado en los alegres juegos;

el que era tu compañero y frecuentaba tu casa,

aquel a quien juzgabas como a tu única Musa.

Yo soy aquel del que ignoras, pérfido, si ahora estoy vivo,

ninguno de mis males despierta tu interés.

 

 


  

Nescio qua natale solum dulcedine cunctos

 

Nescio qua natale solum dulcedine cunctos

ducit et inmemores non sinit esse sui […].

Adsuetos tauri saltus, adsueta leones

— nec feritas illos inpedit—antra petunt.

Tu tamen exilii morsus e pectore nostro

fomentis speras cedere posse tuis.

Effice vos ipsi ne tam mihi sitis amandi,

talibus ut levius sit caruisse malum.

 

Epistulae ex Ponto, Liber I, 3, vv. 35-36, 41-46

 

 

 

 

Cumque meis curis omnia longa facit

 

Vt sumus in Ponto, ter frigore constitit Hister,

facta est Euxini dura ter unda maris.

At mihi iam videor patria procul esse tot annis,

Dardana quot Graio Troia sub hoste fuit.

Stare putes, adeo procedunt tempora tarde,

et peragit lentis passibus annus iter.

Nec mihi solstitium quicquam de noctibus aufert,

efficit angustos nec mihi bruma dies.

Scilicet in nobis rerum natura novata est,

cumque meis curis omnia longa facit.

An peragunt solitos communia tempora motus,

stantque magis vitae tempora dura meae?

 

Tristia, Liber V, 10, vv.

 

 

 

 

Quam tibi nostrarum veniant oblivia rerum

 

Non ego, si biberes securae pocula Lethes,

excidere haec credam pectore posse tuo.

Longa dies citius brumali sidere noxque

tardior hiberna solstitialis erit

nec Babylon aestum nec frigora Pontus habebit

caltaque Paestanas vincet odore rosas

quam tibi nostrarum veniant oblivia rerum...

 

Epistulae ex Ponto, Liber II, 4, vv. 23-29

 

 

 

 

Cur tua cessavit pietas?

 

Bis me sol adiit gelidae post frigora brumae,

bisque suum tacto Pisce peregit iter.

Tempore tam longo cur non tua dextera versus

quamlibet in paucos officiosa fuit?

Cur tua cessavit pietas scribentibus illis,

exiguus nobis cum quibus usus erat?

Cur, quotiens alicui chartae sua vincula dempsi,

illam speravi nomen habere tuum?

Di faciant ut saepe tua sit epistula dextra

scripta, sed e multis reddita nulla mihi.

Quod precor, esse liquet:  credam prius ora Medusae

Gorgonis anguineis cencta fuisse comis,

esse canes utero sub virginis, esse Chimaeram,

a truce quae flammis separet angue leam,

quadrupedesque hominis cum pectore pectora iunctos,

tergeminumque virum tergeminumque canem,

Sphingaque et Harpyias serpentipedesque Gigantas,

centimanumque Gyen semivobemque virum.

Haec ego cuncta prius, quam te, carissime, credam

mutatum curam deposuisse mei.

 

Tristia, Liber IV, 7, vv.

 

 

 

 

Vetusta amicitia

 

Ille ego sum, quamquam non vis audire, vetusta

paene puer puero iunctus amicitia,

ille ego qui primus tua seria nosse solebam

et tibi iucundis primus adesse iocis,

ille ego convictor densoque domesticus usu,

ille ego iudiciis unica Musa tuis,

ille ego sum qui nunc an vivam, perfide, nescis,

cura tibi de quo quaerere nulla fuit.

 

Epistulae ex Ponto, Liber IV, 3, vv. 11-18