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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 31 de marzo de 2023

CERTIFICADO OFICIAL QUE NOMBRA AL POETA ANDRÉS MORALES DE CHILE COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA ACADEMIA DE BUENAS LETRAS DE GRANADA, ESPAÑA


 

LA COLUMNA DEL POETA YVAÍN ELTIT: "INGENIO DE ROQUE ESTEBAN SCARPA"



 

CONCIERTO DE CUARESMA 2023 EN LA CATEDRAL METROPOLITANA DE SANTIAGO DE CHILE (1 DE ABRIL DE 2023)



 

XI CONGRESO INTERNACIONAL DE PERUANISTAS EN EL EXTRANJERO "HOMENAJE A MARTÍN LIENHARD" (LISBOA, OCTUBRE DE 2023)



 

"EL PLACER DE UN TORMENTO ETERNO" POR EL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI



 

Un hombre se zambulle en la piscina y visualiza los azulejos del fondo. No hay reglas salvo el aire saliendo de los pulmones. La falta de oxígeno imprime desesperación al rostro. Cuatro de la madrugada y el porno nubla su mente. Mejor caer inmerso en una serie de Netflix, ocho capítulos de una hora en vez de dormir. Deja de respirar ante las imágenes de un viaje futurista. La habitación oscura lo encandila. La angustia de no llegar al otro borde de la piscina, temeroso de aflorar en medio de un océano congelado. La realidad será profunda o traspasará esa atmósfera. Presiono el 601 y asoma una mujer. Hay un espejo en un rincón. Me invita al siguiente cuarto. Luce pantalones de cuero y un ceñido top que deja vislumbrar un tatuaje. 601 inscrito sobre su pecho. Sobre el suelo un colchón blanco con sus bizcochos marcados. No hay sábanas y todo parece tan obvio, dónde estará la cámara. Espejos en ángulos sospechosos. Bandeja de plata con líneas de cocaína. Bloquean los canales de la nariz. El borde de la piscina se observa lejano. Apenas puedo respirar, pero este ascenso no requiere aire. Un sorbo de whisky para calmar pulsaciones. Más líneas blancas y desesperación por no llegar a la superficie. Enloquezco en sus senos y el rostro da lo mismo. Succiono el pezón y vierto una bolsa de droga en su ombligo. Saco otra del bolsillo y trago hasta perder la cordura. Necesito aniquilar neuronas para que la realidad tenga algún sentido. Vomito sobre su pantalón negro y el ácido parece decolorar el cuero. Me aparta y ordena que vaya al cajero a sacar dinero. No entiendo, tengo tarjetas y ella una maquinita del banco. El match perfecto, pero la realidad siempre esconde curvas. Obedezco y abandono a 601. El hombre cruza calle Providencia y observa su entrepierna. También ha manchado los jeans, pareciera que se hubiera masturbado. Corre como un loco entre la multitud. Muchas cuadras en esta ciudad de bancos cerrados luego de la pandemia. Baja al tren subterráneo y enfrenta el cajero automático. Recuerdo que yo mismo compré cocaína a la mujer. Una transacción o varias en la maquinita. También compré la botella de whisky y me convidó nexus; otra noche averiguaré que sus compuestos son ketamina y éxtasis. Qué hago apretando teclas en esta máquina que ya no dará billetes. La chica hurga mi bolso y extrae las tarjetas. Le confieso que los medicamentos son para ordenar acontecimientos. Se desordenan y las pastillas hacen dormir cuando no entiendo las secuencias. Primero pago por sus servicios y luego contraigo sífilis. O la sífilis ha destruido mi sistema nervioso y ahora ya no recuerdo que primero fui al cajero automático. Una crisis psicótica hace que el dinero deje de importar. La otra semana pedirá un préstamo para seguir viviendo. Los años a cuesta parecen no importar a esa chica de menos de treinta. Para qué gastar en almuerzos si puede comer una concha placentera. 601 me tiene enloquecido. Vuelvo del cajero y ella no me cree. Una última brazada debajo del agua y pulso la tecla del ordenador. 602 tiene un rostro extranjero. Se coloca delante y me ofrece algo. Delicadamente lo hago despertar mientras la droga dispara imágenes. Lo succiono y el órgano adquiere forma. Lo trago una y otra vez hasta que adquiere rigidez. Presiento que va a estallar y su contenido se derrama sobre mi pantalón. Las manchas esta vez son ajenas. Obedezco y busco el cajero para continuar el proceso. Pulso las teclas y 603 surge en la pantalla. Mi señora es voluptuosa y su vientre acogedor. Necesito dinero para invitarla a cenar. Los billetes no tienen valor en medio de una psicosis. Me embarga el miedo al futuro y Casandra me observa con sus ojos azules. Imágenes circulares envuelven al hombre. Sigue extrayendo dinero de cada una de las tarjetas. También raciona doscientos mil para 604, la que absorbe el jugo de su cuerpo. No me gusta introducir la herramienta en esa vagina, como tampoco en ese culo transexual, lo del condón no me da buena espina. Con una línea puedo tener erecciones, pero el exceso insensibiliza y sólo queda mi lengua como instrumento. De qué le serviría al hombre ahorrarse ese dinero, si en su cabeza el futuro no tiene cabida, menos esposa e hijos. Esos motores de arranque no tienen sentido en medio de este nuevo brote. Trabaja vendiendo libros en las ferias y ese exceso de efectivo será destinado a cualquier exceso. Cafés, medias lunas, una mujer, un transexual. La tarjeta permite acceder a juegos sexuales en línea. También podría contactar a otras personas, pero la cocaína es tan inmediata, lo demás suena a planes inconclusos. La pantalla del ordenador tiene un fondo y los azulejos también se vuelven azules a esta profundidad. Nado por debajo y no quiero respirar el oxígeno terrestre. Quizás si estuviera en el espacio querría respirar ese vacío mortal. Le gustan las películas de ciencia ficción que transcurren en otros universos. Puede conocer a 601 o a 609 y de todo lo espacial surgen nuevas experiencias. Un astronauta haciendo su caminata en medio del vacío. Comerse a 602, su orgasmo de eternidad produce placer. Es tan breve como la felicidad, en cambio lo seguro es ir a trabajar y volver con dinero al hogar, un extenso martirio. El orgasmo tiene textura y la cámara inmortaliza el instante. Los trozos de realidad son captados por los espejos. Una fotografía resume placer, pero la sucesión es una imagen tormentosa. Una extorsión que hará trizas tu ego, aunque qué esquizofrénico necesita de su ego. Se alimenta con el tiempo, pero el tiempo no tiene sentido para una experiencia psicótica. Imaginación desbordada que te persigue en el pasado, presente y hará imposible el futuro. La mente busca esos senderos que se bifurcan. Requiero compartimentar emociones, debido a que los sentimientos no tienen cabida. El edificio es un rascacielos, debes elegir un piso para gastar el tiempo. 603 podrá ser mi señora, pero en realidad ya no siento placer al conversar con ella. Tener una casa en la playa y compartir un pisco sour detiene el aquí y ahora, mientras me embarga una sensación de no estar haciendo nada. La sucesión de fotografías no tiene sentido. Simulación proclive a una extorsión. Prefiero el peligro de hacerme trizas en cualquier instante, para simular una vida. Pequeños ciclos temporales que acaban y vuelven a reventar con las olas. Asciendo mar adentro, hace frío y siento miedo. Estoy más vivo que nunca y deseo conocer a 609, aquella ninfómana que me dejará seco y luego se irá dejándome solo. Llegamos solos y nos vamos solos de esta playa sin sentido. Siempre he estado sin alguien, meras ilusiones que apenas clasifican como chispas dentro de una fogata eterna.

viernes, 24 de marzo de 2023

CÁTEDRA ORESTE PLATH 2023: "RICARDO DONOSO, PÚBLICO Y SECRETO" (SANTIAGO DE CHILE, 31 DE MARZO DE 2023)



 

PRESENTACIÓN EN MADRID, ESTE MARTES 28 DE MARZO DE 2023, DE "A LA TIERRA TE ESCRIBO" DE FERNÁN GARRIDO




 

LA COLUMNA DEL POETA YVAÍN ELTIT: "LA MÚSICA EN EL SIGLO XXI"


 

PRESENTACIÓN DE LIBROS SOBRE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA DE ESTHER LÓPEZ BARCELÓ Y MARIANO SÁNCHEZ SOLER (ALICANTE, 28 DE MARZO DE 2023)



 

TARDES DE "LITERATENEO" VIII EN VALENCIA, ESPAÑA: "CIEN AÑOS DE TANGO CANCIÓN" POR MATÍAS MAURICIO DE LA ACADEMIA DEL TANGO DE ARGENTINA, 27 DE MARZO DE 2023


 

jueves, 23 de marzo de 2023

NUEVOS MIEMBROS EN LA ACADEMIA DE BUENAS LETRAS DE MADRID

 


Ilustrísimos Académicos:

Tengo el honor de daros a conocer el resultado de la votación para la elección de académicos de número y correspondientes, postulaciones que os hice llegar oportunamente y a algunos más de una vez, por lo que pido disculpas. Sobre un total de 16 académicos en condiciones de votar, 15 lo hicieron en forma unánime por las siguientes personas:

Académicos de número:

Ilmo. Sr. D. Giovanni Alexis Astengo Martín (Santiago de Chile, Premio Dámaso Alonso, hasta hoy Miembro Asociado de la AHBL), poeta y ensayista. Ocupará el sillón vacante Germán Arciniegas.

Ilma. Sra. Da. Teresa Calderón (La Serena, Chile), poeta, narradora y especialista en literatura infantil. Ocupará el sillón vacante Manuel Benítez Carrasco.

Ilma. Sra. Da. Ángela Haydeé Gentile (Berisso, Argentina, Premio Dámaso Alonso, hasta hoy Miembro Asociado de la AHBL), poeta, ensayista y traductora. Ocupará el sillón vacante Leopoldo Marechal.

Académicos correspondientes:

Ilmo. Sr. D. Pedro López Adorno (San Juan de Puerto Rico, residente en USA), correspondiente en Nueva York.

Ilmo. Sr. D. José Antonio Mazzotti (Lima, Perú, residente en USA), correspondiente en Boston.

Ilmo. Sr. D. Eugen Dorcescu (Târgu-Jiu, Rumania), correspondiente en Timișoara.

Ilma. Sra. Da. Carmen Bulzan (Drobeta-Turnu Severin, Rumania), correspondiente en Constanza.

Os agradezco por el compromiso y os envío un cordial saludo.


Guillermo Eduardo Pilía
Presidente de la Academia


SOBRE LA GRAN PIANISTA CHILENA ELVIRA SAVI POR EL POETA YVAÍN ELTIT



 

lunes, 20 de marzo de 2023

CONFERENCIA DE JAIME SILES Y FERNANDO DELGADO EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALENCIA (22 DE MARZO DE 2023)


 

"AÑOS PERDIDOS" POR EL ESCRITOR CHILENO ANÍBAL RICCI



 

My heart is lying there and will be till my dying day.

 

Una taza de café será el punto de partida. Cinco de la mañana y cierro los ojos. Medito unos minutos y escucho algo sobre los años perdidos en la voz de Bruce Dickinson. Sentado frente al computador llegará la inspiración, retrocedo a esos años de juventud. La canción de Phil Collins y al final de la pista de baile esa chica responderá mi súplica. En la oscuridad rodeo su cintura y le susurro al oído. Mi corazón está vacío y que vuelvas a mí va contra toda lógica. Giramos en silencio sin nadie alrededor. Respiro profundamente, esperando que brillen sus ojos. Tú eres la única que rompió mis corazas. Conozco la letra, pero no quiero romper la magia. Desearía que me hubieses visto llorar. Una sola frase para sentir sus manos. Te fuiste cuando más te amaba. No ha llegado el estribillo y presiono su cuerpo. Me dejaste bailando en medio de la discoteca. Sólo hay un espacio vacío y nada que me lo recuerde. Mis manos entrelazan su cuerpo. Hay tanto que necesito decirte, aunque quizás una palabra vuelva a alejarte. Acaricio su cabello y huelo el perfume. ¿Cómo pude dejarte ir? No dejaste ningún rastro. Otra vez el estribillo, ojalá eternice las palabras. Si hubieras querido conocerme.... habría compartido mis lágrimas, pero ya no existía retorno. Mírame ahora esperando que no acabe esta melodía. Notas de piano anunciando el final, tomo su mano y vamos a sentarnos a la mesa donde esperan los tragos.

 

So understand,

don't waste your time always searching for those wasted years.

 

Nunca bailé esa canción, no en mi juventud ni tampoco cuando estuvimos juntos. Mi cabeza inventó todos esos recuerdos a través de los años. Pero compartimos hermosos momentos llenos de magia. Celebraciones en las casas de tus amigos, los míos no iban a tomar partido. Olor a marihuana y música envolvente. ¿Querías lucirte o echar vistazo a otros hombres? Me encantaba bailar contigo y te acompañé a esos lugares de gente desconocida. Te veía animada y no entendería a futuro que estuvieras deprimida. No me confiaste tus secretos, sacaste tus propios pro y contras. Lo pasamos genial con tu hijo, lo vimos divertirse y disfrutamos de Jurassic Park, los dinosaurios murieron en una explosión y tuvimos que contenerlo. La muerte de un humano le daba igual, no así la de esos animales prehistóricos. Nunca entendiste que fuese tan primitivo. Eras seductora y muy peligrosa a los ojos de otras mujeres. Te acompañé hasta el fin del mundo, pero mi amor era pasional. No creí ser celoso, te quería para mí. Debiste expresar que deseabas dinero, hacíamos todas las compras en conjunto. No hubiera sido problema, pero me endeudaste emocionalmente. Sin saberlo, contraje préstamos con cada una de mis decisiones, yo era el responsable de esa deuda. No firmé ningún pagaré, aunque fuiste exigiéndome pagos mensuales. Creíste que yo no daría crédito a tus exigencias. Lo fuiste anotando en una libreta imaginaria y la deuda se fue acumulando. Mientras más obligaciones, menores eran tus afectos. Supuse que me amabas como yo a ti. Para mí el dinero no era lo importante. Un día cualquiera ejecutaste el pagaré y fui el culpable de tu tristeza. Fumabas en mi ausencia para olvidarme, pero no intentaste hablar conmigo. Nunca me amaste, simplemente anestesié tus conflictos familiares. Yo también los tenía, pero de un plumazo mis padres se transformaron en Los locos Addams. Te amaba y quise compartir tu dolor. Me iniciaste en las drogas porque te pareció divertido. Ellas me aturdieron, pero me dejaste cuando no te acompañé a ver una película. Realmente me traspasaste tu depresión, dejaste un cargamento de pitos sobre el velador y fui tragado por el colchón. Desaparecí en esa cama donde antes hacíamos el amor. Te llevaste la música de mi vida, literal, huiste con todos los discos compactos. Esos que me enseñaste a disfrutar.

 

My heart is lying there and will be till my dying day.

 

Me transformé en un violador. No me querías cuando compartías tu cuerpo. Notaba la distancia y todo el acto se volvía violento. Señor Juez, soy inocente. Teníamos sexo y yo no sabía que violaba. Prefiero asumir mi defensa en persona. No quiero un abogado que haga dilatar mi condena. Yo actué de buena fe, enamorado y si soy culpable de algo es que no supe escuchar. Uno cree que basta con el amor y eso parece ser un error. Di por descontado demasiadas cosas y no me percaté que hacía infeliz a esta mujer. Cometí el error de suponer que mis problemas eran los mismos de ella. Pensé de manera estúpida, hoy lo entiendo, que la entendía y era capaz de cuidarla. Hoy sé que comprender a otra persona es casi imposible. Cada uno tiene sus propios anhelos y carencias. Yo debí saber escuchar e interpretar las señales. Su Señoría, creo que soy inocente y considero que el castigo fue brutal. Me condenó sin derecho a una apelación. Un día pescó sus cosas y me dejó solo con las deudas. Señor Juez, tengo deudas bancarias, pero las que me duelen fueron las que contraje sin saber. Ella tenía un talonario imaginario y cuando se acabaron las hojas, su intuición personal sacó las cuentas y decidió que nunca podría pagarle. Vio la relación como una transacción, de alguna forma contraer matrimonio por el civil también será una transacción lamentable.

 

Too much time on my hands, I got you on my mind,

can't ease this pain, so easily.

When you can't find the words to say,

it's hard to make it through another day.

 

Su Señoría, no quiero insinuar que ella prestó su cuerpo. Se hallaba en una situación incómoda de madre soltera. Por lo demás eso no está penado por la ley. Ella decidía por su cuerpo y nunca se insinuó ninguna dependencia. Hablar de dinero envilece este juicio y las relaciones humanas son demasiado complicadas. Sólo quiero, señor Juez, que no me considere un simple victimario. Yo nunca la violé ni la obligué a nada. De algún modo fui también una víctima. Esta mujer me privó de su amor y me hizo sentir culpable. Nos cambiamos de casa para que estuviera cerca de su hijo. Jamás sospeché que me iba a traicionar con su expareja. No la supe escuchar, pero ella nunca quiso entablar una conversación. Le hablaba y supongo que remedaba mi voz. Creo que le caía mal y aguantaba la situación hasta que pudiera rehacer su vida. Hubo traición de su parte, hizo que perdiera el tiempo intentando recomponer lo que ya estaba quebrado. ¿Unas palabras eran mucho pedir? Partió un día y me dejó sus muebles. No los fue a buscar, tuve que dejarlos en el primer piso del otro edificio. Cuando le toqué el timbre era evidente su olor a sexo. Su polera sin nada debajo. Me fui llorando todas las cuadras. Pensé en todas las ocasiones en que el padre de su hijo estuvo en nuestro departamento.

 

So understand,

don't waste your time always searching for those wasted years.

 

Años buscando a una mujer. Mis noviazgos no duraban más de cuatro meses. Todas las veces terminaron en una amistad no deseada. No eres tú soy yo, esa sentencia lapidaria. Te enamoras de otra mujer y te sientes utilizado. Al menos cuando dejé de amar siempre fui honesto y de inmediato confesé lo que sentía. Me hizo pedazos de todas maneras, el amor desapareció y creció el vacío. El corazón seguirá latiendo hasta mi muerte. Está lleno de cicatrices dolorosas. Y de pronto, recuerdo la canción de Phil Collins e invito por primera vez a bailar a la chica que amo. La conocí en un restorán, cada uno en su propia mesa. Estaba lidiando con mis demonios y las cervezas me volvieron extrovertido. Le conversé y al parecer le sorprendieron mis palabras. Estaba muy pasado de copas y pese a todo comprendí que ella había iniciado una búsqueda. Era un mal lugar y las anfitrionas no comprendieron la situación. El borracho molesto y la clienta sofisticada. Me dio su teléfono intuyendo que lo perdería. Llegó su cita a almorzar y me quedé esperando. Perdí la consciencia y llamé a un Uber que me llevaría a otro lugar no deseado.

 

Todo salió mal esa vez. No tuve sexo y caí encima de un computador. Contraje una deuda de la fueron testigos las cámaras del ascensor. Al día siguiente busqué el teléfono. Traté de olvidar los molestos flashazos de la droga. Encendí el ordenador adquirido una semana antes. Abro Facebook y tengo un misterioso mensaje.

 

«Hola»

«Quiero saber si eras tú quien estuvo ayer bebiendo cerveza en plaza Ñuñoa»

«Leí dos de tus escritos en tu perfil»

«No sé cómo agradecer que escribas y lo compartas… resuenan en mí tus palabras»

«Siento tu dolor y soledad»

«Admito tu valentía y me pregunto si soy tan valiente como quiero»

«¿De verdad son tan pocos los que te ven?»

 

Los siguientes días fueron mágicos. Me estaba recuperando de una crisis de cocaína. Requería estar bien para esta misteriosa mujer. Al principio chateamos mucho y una vez me atreví a llamarla. Esperemos otra semana, dije con convicción. No sé cómo se dieron las cosas, el tiempo no fue un obstáculo y de pronto estamos compartiendo un vino blanco en la terraza de Casa Lastarria. Imaginé sería un buen lugar, aunque no conocía ese espacio al aire libre. Ella estaba triste y yo avergonzado. Me dejó tomarle la mano y quiero creer que la hice sonreír. En su casa conversamos largo rato y sus labios me hechizaron. Busqué la canción que siempre quise bailar. Eres la única que ha compartido mi dolor. Secaré tus lágrimas, son tantas las emociones. Mírame ahora, de verdad te esperé por tanto tiempo. Contra todos los pronósticos, te perseguí en cada uno de mis sueños y apenas creo que unas simples palabras nos permitieran estar juntos.

 

So understand,

don't waste your time always searching for those wasted years.

 

And realise you're living in the golden years.



PRESENTACIÓN DE LA ANTOLOGÍA "DE FUEGOS Y JAZMINES" (OLÉ LIBROS) DE JOSÉ INIESTA EN CASTELLÓN (21 DE NARZO DE 2023)



 

"MÁS SOLOS SIN EDWARDS" POR EL ESCRITOR CHILENO CARLOS FRANZ

 


Miro una fotografía en blanco y negro. Es 1960 o 1961 y Jorge Edwards está delante del castillo de Chillón a orillas del lago de Ginebra. Va de traje y corbata y se inclina un poco para sostener de la mano a un niñito que apenas camina. Ese niñito soy yo. Seguramente mi padre, su colega diplomático, le encargó que me sostuviera mientras sacaba esa foto. Edwards lo hace con evidente renuencia. Yo le retribuyo esa desconfianza haciendo un puchero y tironeando para zafarme de su mano.

Nuestro siguiente encuentro ocurrió unos dieciocho años después y fue más promisorio. En 1978 o 1979 coincidimos a bordo de un mercante argentino anclado en el puerto de Valparaíso. Un dramaturgo bonaerense, que además era marinero, ofrecía un asado en ese buque. Previsiblemente, acudió una marabunta de escritores conocidos o novicios, invitados o colados. Ingerimos enormes bifes de chorizo, buenos vinos y un enorme botellón de Chivas Regal, que el dramaturgo navegante traía de algún puerto verdaderamente libre. Al caer la tarde sobre la cubierta me encontré conversando de tú a vos con Edwards. Esta vez me acogió sin renuencias. Descubrí que era típico de él crear confianzas súbitas, sorteando las diferencias en edades y otras discrepancias superficiales. Sentí que nos hacíamos amigos.

Yo, que lo único que deseaba era irme de Chile, le pregunté por qué diablos había regresado desde su exilio en Barcelona a la dictadura pinochetista. Para mí, aquella capital del boom literario latinoamericano era poco menos que el Paraíso. Me respondió algo así: “Allá tampoco es tan estupendo todo”. Después me acostumbraría a esas relativizaciones suyas, hijas de un escepticismo natural, de una ecuanimidad estoica. Si el sitio más perfecto es el que vemos de lejos eso explicaría por qué Edwards siempre estaba yéndose.

En otros textos he reflexionado sobre los libros de Edwards y sobre su coraje político, ahora prefiero hilar anécdotas tal como Jorge solía hacerlo. Recordar sucedidos es una forma de continuar su memoria que nos regaló tantas horas de relatos entretenidos, escritos y orales. Pocos años después de aquel encuentro en el buque argentino lo escuché hablar en una Feria del Libro que se celebraba bajo los plátanos orientales del Parque Forestal, en Santiago de Chile. Un escritor de mi generación, caustico, me susurró al oído: “Vanidosa, esa pensée anecdotique”. No supe cómo refutarlo en ese momento. Sufro del “espíritu de la escalera” y sólo después reflexioné que, en el caso de un narrador, el pensamiento anecdótico puede ser el más apropiado y el menos pretencioso. El narrador ve los casos individuales, las personas le importan más que los grupos o las clases. Esa mirada particularista desconfía de las teorías y de las generalizaciones. En el cuento, en la anécdota, conviven las contradicciones y las ambivalencias. Si en sus discursos Edwards prodigaba las anécdotas no era por vanidad, como afirmó mi amigo el caustico, sino por lo contrario. El buen escritor cuenta el caso como lo vio o lo imaginó, con sus detalles disparejos y sus ambigüedades irresolubles. Las conclusiones, las ideas, quedan para los lectores. El autor se remite a la divisa de Montaigne (santo patrono de Edwards): “¿Qué sé yo?”.

Me salto varias décadas de amistad. En 2018 Edwards y yo fuimos invitados a los Cursos de Verano en El Escorial. Él tenía 87 años y su cabeza no era la misma, se despistaba con facilidad. Di mi charla y luego asistí a la suya. Empezó improvisando como siempre, sin apuntes. Me temí lo peor. Pero resultó que subir a un podio le bastaba para orientarse. Habló durante una hora y media: sobre Stendhal, sobre el pianista Claudio Arrau, sobre personas raras de su familia. Habló de un Santiago de Chile en el que atronaban los tranvías y hasta los rebuznos. Fue una mescolanza inverosímil. Pero 70 años de “tablas” lo respaldaban: divagaba sin perderse. Su memoria iba y volvía como la lanzadera de un telar tejiendo un tapiz de asociaciones libres. Pese a su aparente desorden esa clase en El Escorial nos ofreció un acceso privilegiado al funcionamiento de la imaginación de un narrador. Del contacto fortuito entre datos incoherentes puede brotar la chispa que ilumine una idea original.

Jorge Edwards no fue una persona sencilla, ningún artista verdadero lo es. Sabía ser muy sociable y acogedor. Y también podía ser frío. Casi a cualquiera le abría su casa y su bar y su riquísima memoria. Era generoso incluso con sus olvidos: enterraba fácilmente las ofensas recibidas. Pero le costaba expresar sus afectos. En 2001 alojó durante unos días en mi casa, en Berlín. Paseamos y nos divertimos mucho. Cuando se iba lo acompañé a buscar un taxi. En una esquina hice ademán de abrazarlo. Pero él reaccionó más rápido, me dio la espalda y se alejó agitando la mano por sobre su hombro. Una mano que decía: ¡nada de despedidas emocionantes! Así era Jorge.

Tuvo que morirse para que pudiera tomarme la revancha. Dos horas después de su fallecimiento un grupo de amigos llegamos a su casa en Madrid. El cadáver estaba sobre la cama, aún tibio, ya ceroso, flaco como un personaje del Greco. Aprovechando un minuto en el que me quedé solo puse mi mano sobre su frente y acaricié su cráneo, esa “noble calavera”. No pudo negarse, ni hacer gestos impacientes que significaran “nada de despedidas emocionantes”.

Después los amigos hicimos un brindis. A no ser por el pequeño inconveniente de la muerte estoy seguro de que Jorge se habría levantado de su último lecho para brindar también. Y nos habría rogado que evitáramos ponernos sentimentales. Pero no pudo hacerlo. Y ahora yo me aprovecho de ese silencio suyo para entristecerme sin complejos. Voy a refutar aquella rima de Becquer: “qué solos se quedan los muertos”. Es falso, nosotros nos quedamos más solos.


             Extraído de "El Espejo de Tinta" (espejodetinta@icloud.com) 

LECTURA BILINGUE EN LA JEFFERSON MARKET LIBRARY EN NUEVA YORK (25 DE MARZO DE 2023)


 

LA COLUMNA DEL POETA YVAÍN ELTIT: "RÍOS DE CHILE"



 

sábado, 18 de marzo de 2023

"EL POEMA", TEXTO INÉDITO DE ANDRÉS MORALES

 



Sólo una línea sola del palimpsesto infinito:

una línea del cielo, una línea del mar,

una línea que cruce el ajado cuaderno

del niño soñando una historia imposible.

 

Recortando palabras, construyendo silencios

afilando las sílabas con el viento del sur

y limando las piedras de consonantes rotundas. 

 

Sólo una idea que hiera como un rayo violento,

como el relámpago fiero y el trueno en desgarro.

 

Algo que cambie las cosas y sacie esta hambre

de animal extraviado, de paloma sin rumbo,

desoyendo las voces de la multitud que grita

y no dice nada en un presente vacío.

 

Sólo una línea sola que me cuente al oído

la maravilla secreta de un mundo tranquilo.


DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA EN EL PEN CLUB DE CHILE (SANTIAGO, 21 DE MARZO DE 2023)




 

CONVOCATORIA DEL I PREMIO IBEROAMERICANO DE POESÍA JOSÉ SANTOS CHOCANO (LIMA, PERÚ, 2023)




 

CONVOCATORIA DE POEMAS PARA LA ANTOLOGÍA "8 PUENTES DE LUZ - 8 PUENTES DE POESÍA"





 

CRÍTICA DE 'DOBLE FONDO' DEL POETA ESPAÑOL JAIME SILES

 ‘Doble fondo’: versos como proverbios

Jaime Siles reivindica la rima en un libro en el que la sabiduría se canaliza a través de formas tradicionales


De izquierda a derecha, sentados, Pere Gimferrer, su pareja Cuca de Cominges, José María Álvarez y Antonio Colinas. De pie, Vicente Molina Foix, Luis Alberto de Cuenca, Guillermo Carnero, Jenaro Talens y Jaime Siles, en una reunión de poetas de la conocida como generación de los Novísimos que participaron en Cosmopoética, en Córdoba en 2012.FRANCIS VARGAS

 

LUIS BAGUÉ QUÍLEZ

 

En Doble fondo, Jaime Siles prolonga la vocación autorreflexiva de entregas anteriores, pero eleva la apuesta. Por un lado, la pesquisa metapoética se organiza ahora en torno a tres vértices (el paso del tiempo, la indagación en la identidad y la sublimación del lenguaje lírico) que permiten interpretar el libro como un tema con variaciones. Por otro lado, la dicción se acomoda, salvo en algunos sonetos y en contadas piezas de base endecasilábica, al esquema estrófico de una cuarteta con rima asonante en los versos pares. Sin embargo, la expresividad del arte menor no implica un ejercicio de virtuosismo neopopularista ni inclina el fiel de la balanza hacia la tonalidad lúdica.

La condensación meditativa entronca más bien con la lección proverbial del haiku o con la grave ligereza del epigrama, aunque sustituyendo la pimienta mordaz por la sal marina. Así ocurre en la suite inicial, que establece una analogía entre la ondulación del mar y la sinuosidad del pensamiento, en un intento de acompasar “el ritmo de los versos / y el ritmo de la vida”. La reivindicación de la rima como matriz de la evocación se aprecia igualmente en la relectura de determinados tópicos universales, a veces aludidos de forma explícita y otras veces objetivados en correlatos pictóricos o viñetas eruditas. De lo primero dan prueba la rotundidad de varios títulos (Ubi sunt? Ubi est? Ubi sum?, Memento mori) o la plasticidad de ciertas imágenes: “¿Qué importa que las rosas / sean tiempo temblando?”.

En cuanto a lo segundo, el inexorable transcurso del tiempo se vincula con el vuelo de las palomas surgidas de los lienzos de Magritte o de Pinazo; la caducidad humana se equipara con los farallones mortuorios de Böcklin, y el recogimiento se pronuncia con las palabras de Horacio o de Fray Luis. Esa pátina culturalista no aspira a conquistar el centro del discurso, sino que se subordina a motivos como la otredad, la condición espectral del sujeto o la invocación al poder salvífico de la creación estética. En Doble fondo, Siles nos ofrece un irresistible dos por uno: un combinado de poesía reflexiva y de poesía refleja donde la palpitación existencial se conjuga con la pericia técnica.


Doble fondo

Jaime Siles 
Visor, 2022
191 páginas. 14 euros