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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 5 de junio de 2009

"BASTA SEÑORA POESÍA BAMBINA" por ANDRÉS MORALES




Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y agua ardiente,
Y ríase la gente.

“Ándeme yo caliente
Y ríase la gente”
Luis de Góngora y Argote (1581)



Ante las confusas circunstancias, malos entendidos y molestias que ha generado el correo electrónico difundido ampliamente y que reproduzco aquí, he de señalar algunas cosas… La misiva tiene como titulo “La Sociedad de Escritores de Chile” y, si en algún aspecto coincido con lo que esta carta expresa, no puedo dejar de mencionar algunos asuntos que creo indispensables aclarar. El correo dice lo siguiente (sin fragmentar nada ni, menos, sacar “de su contexto”):


Los escritores de centro derecha y centro-centro hemos sido discriminados por años dentro de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), al extremo que muchas veces debemos esconder nuestras ideas para no ser víctimas del matonaje intelectual. La SECH ha sido por años dirigida por los comunistas que siempre obtienen mayoría en los directorios, y hoy son aliados de la Concertación, y sus dirigentes han ejercido prácticas sectarias y han profitado de la SECH y su prestigio. En la Web y Facebook muchos blogs y páginas dan cuenta de esto. Los escritores serios no asisten a la SECH, les da vergüenza a los extremos que se ha llegado. La directiva de Reynaldo Lacámara (Presidente), Fernando Quilodrán (fósil stalinista) e Isabel Velasco han desvalijado a la SECH. Todo lo robado está comprobado pero como tienen mayoría en el directorio esconden la corrupción. Reynaldo Lacámara, Fernando Quilodrán e Isabel Velasco triangularon dinero para la campaña a diputado de Hernán Rivera Letelier en el año 2005. El dinero se los dio en La Moneda Osvaldo Puccio. Se sabe que existe una investigación judicial pero se esconde cómo va el proceso. La corrupción fue denunciada desde el 2005 por socios como Aristóteles España, Cecilia Palma, Juvenal Ayala y Alejandro Lavquén, junto a varios presidentes de Filiales: Dinko Pavlov, Eduardo Díaz, Tulio Mendoza, Iris Fernández y Alberto Carrizo, esto le costó una querella por injurias al socio Lavquén interpuesta por el presidente Reynaldo Lacámara, pero finalmente la justicia le dio la razón al socio Lavquén.
Los directores Magdalena Fuentes y Ricardo Gómez López –de respetable obra y prestigio literario- renunciaron el 2007 denunciando la corrupción y cómo el presidente Reynaldo Lacámara arreglaba las actas y escondía las cuentas. Todo fue ocultado por los comisarios comunistas. Este año 2009 renunciaron los destacados poetas Jaime Quezada y Juan Cameron, a este último el socio Eduardo Robledo lo perjudicó gravemente al calificar un proyecto de Cameron al fondo del libro donde era E. Robledo evaluador nombrado por Reynaldo Lacámara. E. Robledo se vanagloriaba, en los bares del sector Plaza Italia, de haber castigado a Juan Cameron por ser un chanchullero. Todo el mundo lo sabe. El único escritor de verdad que queda en el directorio es Poli Délano y nadie sabe porque sigue allí.
La SECH ha sido tomada por la jauría comunista comandada por Lacámara, Quilodrán y sus espías políticos Víctor Sáez, Luis Aguilera, Edmundo Herrera y Eduardo Robledo, todos miembros del Partido Comunista.
Reynaldo Lacámara ha rendido informes económicos falsos al Consejo del Libro, a La Moneda, con complicidad del Consejo del libro, y al Servicio de Impuestos Internos. El directorio de la SECH ha comercializado documentos fiscales. También ocultaron el informe de la comisión revisora de cuentas que tan prolijamente trabajó el destacado socio Alfredo Lavergne (Presidente de la comisión), José Concha y Omar Cid.
En el colmo de la corrupción este año nombraron una comisión revisora de cuentas encabezada por Ximena Troncoso, la señora del presidente Reynaldo Lacámara, para no creerlo. A esto súmenle la calumnia levantada contra el socio, poeta y académico de prestigio internacional Andrés Morales por Lacámara y su señora, esto para cubrir que le había robado la autoría de una antología. En círculos de la SECH se comenta que Lacámara dice: “La antología la hice yo, Morales pasa muy borracho para tener lucidez como para hacer una antología, yo soy el de los contactos en Cuba”
[1].
La fuga de dinero en la SECH es pan de cada día.

Pero en el próximo gobierno de Sebastián Piñera todo esto cambiará.

Una pregunta: ¿Cuál es la obra de los señores Lacámara, Quilodrán, Aguilera, Herrera, Sáez, Robledo y la señora Velasco, qué han escrito para considerarse escritores?


ESCRITORES POR PIÑERA ADELANTE.


En primer lugar no conozco a fondo, ni me interesan verdaderamente las injurias, juicios, peleas y rabietas de los escritores y poetas pertenecientes a la SECH o fuera del círculo de la SECH. He optado, hace ya bastante tiempo por un ostracismo literario que sólo rompo cuando escribo, hago una lectura de mi obra, cuando presento un libro de algún autor que realmente me interesa o en una o dos conversaciones de bares y cafés. En segundo lugar si hay acusaciones (pruebas, argumentos y contraargumentos) tan graves como las descritas en esta carta, alguien tiene que enfilar el timón hacia aguas más tranquilas y, de verdad, con toda lógica y objetividad, investigar si hay circunstancias que ameriten acciones legales que conduzcan a una conclusión prístina hacia el público (que hoy toma palco y, me imagino, se ríe y se mofa) y los propios escritores. Esto amerita, sin duda y casi de forma mandatoria, una auditoría externa. Creo que al Presidente de la SECH, don Reynaldo Lacámara como a todos los vinculados con la literatura nos haría muy bien y despejaría suspicacias, prebendas y prejuicios. ¿Es que nadie se ha dado cuenta que lo más difícil de ser un poeta o un escritor no es “figurara”, “ser famoso” o “tener éxito”?, ¿No será que lo más complejo y maravilloso es justamente, ESCRIBIR BIEN? ¿A quién hay que abrirle los ojos? ¿Solo vamos a denunciar la corrupción que ya nos engulle como una medusa gigante hacia el fondo del mar?¿Qué pensará el joven y escaso público lector de toda esta basura? Y si digo basura lo digo sin tomar partido por nadie, ni contra, ni con alguien. Me refiero a esta “basurilla chilensis” que es una enfermedad endémica y, al parecer, incurable.
Desde mi punto de vista –y el de algunos pocos más, aquella inmensa minoría-, un escritor ha de tomar partido por su tiempo, por su época, por su espacio, sus utopías y contrautopías, por ese ser crítico al que apelaba Octavio Paz: “el poeta [o el narrador] es conciencia y memoria”. Basta ya de estupideces, poemas de la milicia o elegías grandilocuentes, basta, como diría Huidobro en su magnífico Altazor:


Matemos al poeta que nos tiene saturados
Poesía aún y poesía y poesía
Poesía poética de poético poeta
Poesía
Demasiada poesía
Desde el arco-iris hasta el culo pianista de la vecina
Basta señora poesía bambina

Y así podríamos seguir… No se trata de ir contra la poesía sino con ella y “a por ella”. Ni la literatura ni la poesía han muerto después de Auschwitz ni Hiroshima. Esta vivísima desnudando ese fino corsé de la pianista, riéndose sola por tanta barbaridad.
Las cosas por su nombre. Si en esa carta he sido aludido por mi supuesta condición de alcohólico (asunto que puede ser hasta motivo de una querella y el que esté libre de los vapores etílicos que tire la primera piedra, o pregúntenle a poetas de primera línea como Neruda, Baudelaire, Poe, Verlaine, Wilde, Rimbaud y un etcétera interminable), el verdadero asunto es éste: se me quiere destruir, acallar y desprestigiar. No importa quien lo diga: es la maraña negra del chilenito mediocre que abusa de su “cuotita de poder” que guarda en su alcancía del odio. Y no hay paranoia ni mesianismo en mis palabras. Lo he visto, lo he sufrido, he contemplado cómo se hace y con cuáles métodos más arteros, si es posible. En Chile nadie se alegra cuando alguien recibe un premio, ni cuando escribe un buen libro, ni cuando “le va bien”. En nuestro Chile hay que guardar silencio y disimular para poder vivir un poco en paz. Pero las cosas pueden cambiar y así como existió un Enrique Lihn o un Eduardo Anguita o existe un Arteche y un Uribe Arce, todos ellos poetas con una ética, a mi juicio, intachable y con todos sus humanos defectos: HAY QUE DEFENDER EL HECHO QUE EL POETA, EL ARTISTA CREA ESTÉTICAMENTE, no con el diccionario de los coloquialismos o el de la Academia, no con el partido o por el partido, nunca con esa sonrisa cómplice del que en el fondo nos odia.
¿A sacar los trapos sucios? Bien. ¿A desenmascarar al impostor que sobrevive de poeta o posa de escritor? Bien. Pero por sobre todo (sin nunca perder la perspectiva del tiempo y del espacio en el que vivimos) a buscar esa cuarta dimensión que puede conmover, emocionar, hacer pensar: la cuarta dimensión de la auténtica literatura. La “autocita”, lo autorreferencial nunca ha sido buen acompañante en cualquier causa, pero hoy, cinco de junio de 2009, me dan ganas de gritar este poema mío de Memoria muerta:


CHILE

La envidia se desata en este circo pobre:

El domador aúlla y ruge y estornuda,
la equilibrista sueña con tierra firme siempre
y un payaso ordena el mundo entre sus dedos.

La patria se disfraza, cortés, civilizada
en una bendición de dones ya maduros
que enseñan gravemente la luz opaca y fría
del sol sin su destello, sin su calor sereno.

El circo se disfraza, la patria se desnuda,
la envidia nos despierta, nos mueve, nos consume.

La única verdad es la que nos desmiente:

El circo no termina, la mascarada crece,
el bufo, la corista, el fanfarrón, el santo,

todos en la pista cruel y provinciana.





[1] El subrayado es mío.

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