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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

viernes, 25 de marzo de 2016

DIVERSAS CRÍTICAS DE CINE DE ANÍBAL RICCI




CAROL (2015)
Dirigida por Todd Haynes

Cinta de amor lésbico ambientada en Nueva York durante los años 50. Su primera hora es parsimoniosa y la belleza de las imágenes no bastan para sostener una historia que carece de giros dramáticos. En la segunda hora aparece la trama, totalmente previsible, donde hay que conformarse con la fotografía y encuadres perfectos. Le falta vigor a esta película, es demasiado contemplativa. La excelente actuación de la pareja protagónica es la que sostiene el film. Cate Blanchett (Carol) y Rooney Mara (Therese) encarnan a personajes bien distintos, logrados sobre todo en el lenguaje corporal. Las miradas de las protagonistas expresan un amor que pasa desapercibido al mundo de la época. Emociona al final, pero queda la sensación de que la anécdota es elitista y en cierto modo trivial.

ALICIA EN LAS CIUDADES (1974)
Dirigida por Wim Wenders

Este largometraje es de los primeros de este director alemán y expone, por vez primera, los fundamentos de su cine: imágenes de fuerte simbolismo, dotadas de encuadres cuidados al servicio de guiones propios que tienen cierta cadencia, nunca apresurada por mostrarnos a personajes aislados en la modernidad. Aviones, barcos, automóviles, carreteras, ríos y caminos que parecen conducir a ninguna parte, pero que son el escenario de desenvolvimiento del ser humano contemporáneo. A este primer paso, le sobrevendrán “El Amigo Americano”, “Paris, Texas”, “Las alas del deseo” y “Tan Lejos, Tan Cerca”, las dos primeras al estiloroad movie y, las dos últimas, miradas complementarias y opuestas de la visión que tienen los ángeles acerca de los seres humanos. 
Phil viaja en su auto desde Los Ángeles a Nueva York, retratando todo con su polaroid. Vaga de motel en motel y los encuadres de sus fotografías dan cuenta de la soledad que observa. Les falta vitalidad a esas instantáneas y el protagonista emprende estaroad movie para encontrar su esencia, su alma en cierta medida. 
Wim Wenders es un especialista en “películas de carretera” e insistirá en este viaje eterno (algunas veces sin guion) para que sus personajes se encuentren a través del movimiento de un lugar a otro.
Entonces Phil le dice a su agente que viajará a Europa para poder escribir acerca del mundo americano. En Estados Unidos ha visto paisajes solitarios y las imágenes televisivas, alienantes y sin sentido, que lo han separado de la experiencia vital.
 Wenders acompaña a su protagonista con unos simples acordes de guitarra (al igual que a Travis en “Paris, Texas”), profundizando el vacío de su experiencia. Lo pierden las carreteras, los trenes, ese “movimiento falso” que lo hace sentir ajeno en cualquier lugar.
En el aeropuerto conoce a Lisa y su hija Alicia. La puerta giratoria es el primer momento lúdico del filme, donde los protagonistas (Alicia y Phil) serán expuestos uno frente al otro. Antes de partir a Europa, Lisa los deja plantados en el Empire State y Phil debe viajar con Alicia para reunirse con Lisa en Amsterdam. Se hospedan en un hotel cercano al aeropuerto y visitan la ciudad durante el día. Viajan en barco y Phil pierde la paciencia con Alicia debido a que su madre no aparece. Le propone encontrar a su abuela y le nombra todas las ciudades alemanas. Viajan en bus con destino incierto y luego abordan un tren.
En esta cinta, Wenders plasmó su obsesión por los medios de transporte, que no necesariamente llevan a destino. Alicia llora y Phil le cuenta una historia para que se quede dormida. Arriendan un automóvil e intentan reconocer entre las fachadas de las casas. Se sinceran en la cafetería y Phil le dice que no puede perder más tiempo y dinero. Alicia no entiende que es lo que Phil realmente tiene que hacer. El encuadre es más cercano, se están comunicando, dejando atrás las imágenes vacías de Estados Unidos. Acuden a la estación de policía y, más tarde, Phil asiste a un concierto mientras Alicia conversa con los funcionarios. Pareciera que Phil disfruta de la música, esta vez en vivo cobra mayor sentido. En el auto el diálogo se vuelve más cercano: Alicia parece recordar donde vive su abuela y Phil sonríe animado. Le dice que vive cerca de donde están ahora y le nombra el distrito que le indicó el policía. Alicia tiene una foto de la casa y siguen recorriendo ciudades. Van disfrutando del paisaje y la cámara se llena de niños en cada encuadre. Ambos ríen y juegan hasta que por fin dan con la casa, pero la abuela ya no vive ahí desde hace dos años. Van a nadar y Alicia le dice que la gente lo confunde con su padre. En las instantáneas aparecen los dos, en primer plano y sonriendo. Las fotos ahora tienen significado para Phil. Un policía los reconoce (aparecen en el periódico) y le dice que llevará a Alicia donde su madre. Alicia le pasa cien dólares para el tren de vuelta (Phil ha gastado todo su dinero). Le dice a Alicia que en Munich acaba la historia. Viajan en tren, mirando el paisaje que ahora los acoge.
La película es un viaje tanto físico como emocional, sin recurrir a sensiblerías. En la medida que Alicia le muestra las ciudades a Phil, ellos se van acercando hasta encontrarle sentido al viaje que emprenden juntos.

EL BOTÓN DE NÁCAR (2015)
Dirigida por Patricio Guzmán

Este es un nuevo documental de Patricio Guzmán (ha realizado treinta a la fecha), cuyo punto de vista siempre es comparativo, informado, sobretodo poético. Tal como en “Nostalgia de la Luz” (2010), donde comparaba la distancia entre la luz y los seres humanos, entre la mirada hacia las estrellas y la de aquellos que buscan la historia enterrada por la infamia, en este nuevo trabajo, Guzmán busca la memoria del agua, la voz de cada indígena y de cada desaparecido por la dictadura de Pinochet. El guion es perfecto: imágenes de gran belleza contrastan con la verdad surgida desde el fondo del mar, donde la analogía inteligente surge de la mano de este excelente cineasta. Primero nos hace mirar al universo e ir en busca del agua que da la vida. “El agua es un órgano mediador entre las estrellas y nosotros”. Apunta hacia la Patagonia (como antes al Desierto de Atacama) y a sus habitantes de hace 10.000 años. “Para los indígenas y los astrónomos, el agua es inseparable de la vida”. Nos muestra cómo desaparecieron estos pueblos del agua, ante la furia colonizante de la modernidad. Aquellos pueblos que subsistieron, durante milenios, en armonía con el agua que rodea nuestro planeta y conforma nuestros cuerpos. La ejemplifica en la historia de Jimmy Button, que fue llevado por el teniente Fitz-Roy a Inglaterra, en un ánimo humanista pero que, sin embargo, despojó al indígena de sus creencias y de su lengua. Los mapas de Fitz-Roy, sin siquiera intuirlo, abrieron la puerta a los colonos, que terminaron masacrando a los originarios, en sólo 50 años los exterminaron y los convirtieron en los primeros exiliados de su propia tierra. Aquí es donde la dirección firme de Guzmán nos permite seguir la analogía de las torturas de la dictadura, donde se hizo desaparecer a los propios compatriotas, de la misma manera que antes fueron perseguidos los patagones. Raúl Zurita devela que los autóctonos buscaban (mediante sus dibujos) transformarse en estrellas después de la muerte. Nos hace sentir la inmensa nostalgia que buscan nuestros centros astronómicos, algo que ya sabían los antepasados de la Patagonia. Jimmy Button renunció a aquella sabiduría por un simple botón de nácar. En la isla Dawson fueron desapareciendo los últimos vestigios de estos habitantes del mar y, en esa misma isla, se asesinó y torturó a nuestros coterráneos, transformándola en un campo de concentración que ya antes había albergado siglos de impunidad contra los indígenas. Durante decenios, los militares y civiles implicados no dijeron dónde estaban los desaparecidos. La propia memoria del agua devolvió el cuerpo de una mujer. “No devolver los cuerpos es lo más bajo de un ser humano”, nos explica Zurita. Vemos buzos desenterrando rieles desde el fondo del mar y nuestra memoria colectiva nos hace sentir responsables y avergonzados. La herrumbre y la vida marina es la respuesta del mar, manifestada sobre esos rieles, incluso preserva un botón dentro de ese óxido. Los dos botones cuentan una misma historia de exterminios. “La memoria del agua también se relaciona con la muerte y el genocidio”, concluye Zurita para dejarnos sin habla luego de ver el método para atar un riel a los desaparecidos, con el objeto de ocultar la historia o callar la voz del agua.

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