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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

miércoles, 23 de marzo de 2016

LO QUE NO BAILAMOS, de Maivo Suárez, Comentario de Aníbal Ricci


Estos diez cuentos dan la bienvenida a Maivo Suárez al mundo de las letras. Sorprende el estilo de su narrativa; también la cuidada edición de su primera obra. Aborda de manera ejemplar aquellas anécdotas que retratan un presente sin futuro y dibuja nítidamente una última imagen, muy vívida, que deja un sabor amargo en la boca. En términos de retórica aristotélica, la aproximación delicada alpathos (emociones del lector) es formidable, mantiene un equilibro con las otras dos patas de la mesa: la credibilidad (ethos) se deriva de una estética depurada del narrador, y el razonamiento (logos) es simple y directo. Suárez utiliza la metáfora y la imagen retinal, casi cinematográfica, para instalar sus cuentos en un compartimento privilegiado del cerebro. Los tres primeros relatos tienen finales que inmovilizan, nos sitúan en un rincón, entristecidos por un futuro casi imposible. “Manual de señoritas” nos presenta el choque de clases. Una chica de Puente Alto visita a su tía mientras sus sueños se alejan con cada una de las palabras proferidas desde otra comuna. “Operación Alum” planea sobre unas señoras de clase alta que expresan que la extrema pobreza ya no es como antes. Escuchan la historia de un alumno vulnerable y se sienten parte de sus logros al escuchar sus avances desde la comodidad de un living junto a la piscina. “Lo que no bailamos” es un poderoso relato alegórico, la lluvia torrencial cae sobre los habitantes de la dictadura. Nos encierra en silencios incómodos continuados al interior de las familias. Todo se extirpa (cualquier cosa que huela a problema) y en el futuro, ya en democracia, la alegría simplemente no llegará. “Un pedazo de cerro y una punta de sol” (quinto cuento) se enfoca en el consumismo y su lado desgraciado: las deudas, ésas que te hacen olvidar los sueños y permanecer suspendidos mirando al pasado mientras el resto del país parece progresar. Suárez no rehúye la crítica social en sus escritos, es aguda e incisiva, da cuenta de la precariedad del ser humano frente a las instituciones. Situamos un peldaño más abajo sus relatos en aras de la igualdad de género, historia abordadas ampliamente por la literatura chilena y donde Suárez pierde valentía y se deja atrapar por el miedo. En “Tarde de viernes” un joven, acaso bisexual, intenta que la vida siga su curso al lado de la futura esposa. Cada vez son más frecuentes sueños y pesadillas, vomitando el engaño cada vez más difícil de ocultar. “Minotauro” muestra lo lésbico desde un punto de vista de sueños imposibles, fantasía estrellada ante la realidad de la loza apilada. “Todo tranquilo” es la historia de una mujer que vive una aventura y viaja de vacaciones con su familia. El hematoma en su espalda simplemente simboliza la culpa. Recordemos que es su primer libro, pero la propia autora nos fijó la vara alta. Suárez es ambiciosa al meterse sin tapujos en variados recovecos tanto sexuales como amorosos. “La Gorda” (séptimo cuento) es un relato que destapa la violencia intrafamiliar desde la óptica del victimario, un acierto del punto de vista. “Una de hormigas” (penúltimo cuento) transcurre en un motel, a modo de diálogo entre dos amantes, y la mujer (cual Scheherazade) le relata, al hermano de su marido, una historia apasionante acerca del miedo. La puesta en escena es moderna, y la historia infantil equilibra a la perfección el engaño intrafamiliar. Muy bien lograda esa atmósfera que acaba con los convencionalismos (a pesar del miedo). Esta narradora encanta y no sólo a su amante. Los temas relacionados con la profesión de la autora (Trabajo Social) son enfrentados de manera sorprendente, con profundidad y temple, desde una cornisa omnisciente que le da muy buenos resultados. “VDM” (último cuento) es abordado desde un punto de vista humanitario, el de una joven que al cabo de un año de desempeño profesional empezará a extraviar su vocación, de la mano de una supervisora burócrata que alega por el exceso de informes y por su bajo sueldo. Tener una primera jefa mediocre la marcará de por vida, la sumirá en las aguas del chismorreo existente al interior de las instituciones. Será instrumentalizada para eternizar la mediocridad y, de alguna forma, convertirá a la joven profesional en parte del problema. Damos nuevamente la bienvenida a Maivo Suárez, ha establecido una línea ambiciosa en este primer round. Sus cuentos se dejan leer sin sobresaltos, dejando siempre instalada una última reflexión.

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