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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

martes, 13 de febrero de 2007

POEMAS de Jaime Siles





SIN



Sin signos.


Sin idioma.


Sin final.




Tal cual a ti en ti nada te cambia.


Lo anterior a tu voz,


eso es el mundo.





PROPILEO

A ti, idioma de agua derrotado,
a ti, río de tinta detenido,
a ti, signo del signo más borrado,
a ti, lápiz del texto temido,

a ti, voz de lo siempre más negado,
a ti, lento silencio perseguido,
a ti, este paisaje convocado,
a ti, este edificio sugerido,

a ti, estas columnas levantadas,
a ti, los arquitrabes reflexivos,
a ti, las arquivoltas consagradas,

a ti, los arbotantes disyuntivos,
a ti, mar de las sílabas contadas,
esta suma de sones sucesivos.




VARIACIÓN BARROCA SOBRE UN TEMA DE LUCRECIO





I




En una noche nos hacemos viejos


y, al despertar al mundo, la mañana


en la luz del cristal de la ventana


nos clava, como insultos, sus reflejos.


Los ojos en el agua son espejos


de la memoria llena de gris grana


y la palabra, para siempre cana,


nos deja sus acentos circunflejos.


En el lavabo de las horas lavo


el hollín de los días. Las semanas


dejan cal en el cuerpo; ladeada,


la sombra de los años; ignorada,


la inteligencia de las cosas vanas:


el grifo, el jabón, este lavabo.



II




El grifo, el jabón, este lavabo


adelantan la ciencia soberana


del existir: mirar por la ventana,


ver cuántas cosas cada día lavo.


Un resplandor de rayas, rojos lagos,


una copa, un libro, una mañana


de otro rostro mirando en la ventana


el mismo gris de sus contornos vagos


me hacen saber que acentos circunflejos,


auroras grises de los días, granas


sombras inmovilizan los espejos;


que somos el rumor de los reflejos


de las horas, los días, las semanas


y que una noche nos hacemos viejos.





TRAGEDIA DE LOS CABALLOS LOCOS

A Marc Granell

Dentro de los oídos,


ametralladamente,


escucho los tendidos galopes de caballos,


de almifores perdidos


en la noche.


Levantan polvo y viento,


al golpear el suelo


sus patas encendidas,


al herir el aire


sus crines despeinadas,


al tender como sábanas


sus alientos de fuego.


Lejanos, muy lejanos,


ni la muerte los cubre,


desesperan de furia


hundiéndose en el mar


y atravesándolo como delfines vulnerados de tristeza.


Van manchados de espuma


con sudores de sal enamorada,


ganando las distancias


y llegan a otra playa


y al punto ya la dejan,


luego de revolcarse, gimientes,


después de desnudarse las espumas


y vestirse con arena.


De pronto se detienen. Otra pasión los cerca.


El paso es sosegado, y sin embargo inquieto,


los ojos coruscantes, previniendo emboscadas.


El líquido sudor que los cubría


se ha vuelto de repente escarcha gélida.


Arpegian sus cascos al frenar


el suelo que a su pie se desintegra.


Ahora han encontrado de siempre, sí, esperándoles,


las yeguas que los miran.


Ya no existe más furia ni llama que el amor, la dicha


de la sangre,


las burbujas amorosas que resoplan


al tiempo que montan a las hembras.


Y es entonces el trepidar de pífanos, el ruido de cornamusas,


el musical estrépito


que anuncia de la muerte la llegada.


Todos callan. Los dientes se golpean quedándose


soldados.


Oscurece. La muerte los empaña, ellos se entregan


y súbito, como en una caracola fenecida, en los oídos escucho


un desplomarse patas rabiosas, una nube de polvo levantado


por crines,


un cataclismo de huesos que la noche se encarga


de enviar hacia el olvido.






Jaime Siles nació en Valencia en 1951. Es Doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca. Becado por la Fundación Juan March, amplió estudios en la Universidad de Tübingen. Posteriormente fue investigador contratado en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Köln. Profesor en las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares, actualmente es agregado numerario de Lengua y Literatura Latinas en la Universidad de La Laguna y Catedrático Numerario de la Universidad de St. Gallen (Suiza). Ha sido Visiting Professor de la Universidad de Madison (Wisconsin). En 1990, el volumen de poemas Semáforos, semáforos, fue galardonado con el Premio Fundación Loewe de Poesía. En 1999 recibió el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 por su libro Himnos Tardíos. En 1973, su libro Canon obtuvo el Premio Ocnos de poesía. En 1983 su libro Música de Agua obtuvo el Premio de la Crítica Española. Ha cultivado el ensayo (El barroco en la poesía española, 1976; Sobre un posible préstamo griego en ibérico; Diversificaciones, 1982, etc.). En su vasta obra poética es importante destacar: Música de agua (1983), Columnae (1987), Semáforos, semáforos (1990), Poesía 1969-1990 (1992) e Himnos Tardíos (1999).