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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

lunes, 16 de junio de 2014

APARECE NUEVO LIBRO DE LA GRAN POETA CHILENA LILA CALDERÓN: "LO QUE OCULTAN LOS VESTIDOS"




Editorial Bordes tiene el honor de invitarlas(os) a la presentación del libro «Lo que ocultan los vestidos» de la poeta Lila Calderón, que se realizará el día miércoles 9 de julio, a las 19:00 hrs., en la sala Ercilla de la Biblioteca Nacional.

Presentará el libro: Andrés Morales

Se ofrecerá el cóctel y vino de honor al público asistente.

Se ruega puntualidad. El evento comenzará a la hora establecida.
PUBLICACIONES
Escritora, Comunicadora Audiovisual, Magíster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Chile. Ha publicado en poesía Balance de blanco en el ángel triste de Durero (1993); In Memoriam (1995); Por suerte había otra vida (1999), Piel de maniquí (1999), y Animal cautivo (2010). En narrativa Animalia (2002), La gran fuga (2002), La ciudad de los temblores (2002) y Estrella y el caleidoscopio (Ed. Zig-Zag, 2013). Su obra se encuentra antologada en Nueva poesía latinoamericana (UNAM, México, 1999), Los Poetas y el General (Editorial LOM, 2002), Poetas del mundo latino (México. Solar Editores, 2003), Vigencia del epigrama (México, 2006), Poéticas de Chile / Chilean Poets on the art of Poetry (Gonzalo Contreras, Chile, Étnika ediciones, 2007); Casa de luciérnagas (Mario Campaña, España, Ed. Bruguera, 2007); Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte (Damaris Calderón, Cuba, Ed. Arte y Literatura, 2008); Poesía y prosa chilena ÜLKANTUN KA EPEW CHILEMAPU MEW, Edición bilingüe (Elikura Chihuilaf, 2009). Obtuvo el Primer Premio Video-poesía de la FILSA (1994) y El Primer Premio en Encuentro de Cine y Video del Caribe en Cuba (1998). Expuso trabajos de poesía visual, poesía y pintura, entre los que destacan: Liquidación por cambio de temporada (Biblioteca Nacional, 2005) y Diosas Tutelares (Posada del Corregidor, 2013)


Leve y aleve 


En la poesía, como en los sueños, 
podemos abrir los ojos, 
apilar misterios, atravesar paredes, 
porque ella abre sus puertas 
de par en par 
si se la invoca. 

La creación es el idioma que da cuerpo 
a lo informe, 
el gran poder de la naturaleza 
que va y vuelve sobre sus propios pasos 
porque no tiene tiempo ni espacio. 
Rueda la piedra 
que inicia el movimiento 
y una montaña se abre 
para entregar sus tesoros. 

La ciudad dorada 
que la ciencia esconde 
por órdenes mayores 
descuelga sus estrofas 
hacia el interior de la tierra 
y da rienda suelta al verso libre, al color 
que encabritado sopla con el divino rumor 
avivando el agua y el fuego 
de la alquimia real. 
Porque donde existe poesía 
efervesce el oro 
que reviste los templos 
y hace temblar el corazón. 

Porque cuando hay poesía hay corazón 
y zumban las estrellas en el pecho 
haciendo arder los mapas estelares 
como perlas que brotan 
desde el fondo de la fuente. 
Burbujas de sabiduría 
que calman la sed 
y sedan el miedo a la existencia 
tan leve y aleve 
y sin explicaciones. 


Enigmas 


A Alejandro Iriarte 


No puedo dejar de pensar en los enigmas matemáticos que nunca pude resolver. En cómo no pude ser seducida por sus razones y sus medidas y sus verdades exactas. Qué extrañas son las diferentes miradas, las búsquedas, las lecturas, las atracciones, los imanes con los que capturamos las piezas del mosaico que nos conmueve y donde podríamos fijar la silueta de aquello que nos interroga y que al intentar definir, o fijar, se nos esfuma, se escapa y deja el vacío de un fondo donde alguna vez se posó un astro, un pez, una flor, el ala de un ángel, la melodía que da vida a la belleza. Y aunque sé que cada pieza de ese mosaico contiene el patrón de la totalidad y late en él un ángulo de la geometría sagrada que nos da cuerpo, razón o «verdad», no basta para vislumbrar la certeza, el sentido de estar respirando aquí, hoy, que es también ayer y mañana, sólo por intuición porque la razón ha dejado para después la respuesta. En el fondo no tiene cómo responder, aunque extienda sobre nosotros mapas, fórmulas y estadísticas. ¿Por qué parcelaron la escena descomponiendo el movimiento? Es ahí donde no se entiende la acción que nos mueve, se pierde la dirección, la conexión con los otros elementos y la comprensión del principio y el fin. Esa fragmentación sostenida entre la luz y la oscuridad produce la apariencia de un baile de sombras estroboscópicas. Un absurdo patético sobre el que hay mucho que escribir todavía y del que han dado cuenta algunos seres iluminados por las primeras fogatas, antorchas, estrellas o las velas silenciosas de la lucidez, al atardecer, cuando sentimos que un poco de Dios habla por nosotros


Lo que ocultan los vestidos (fragmento) 


Hay que avanzar sin preocuparse 
de limpiar el camino 
o elegir a los acompañantes. 
Ya entendemos que al juego entran todos 
peones, alfiles y señores 
-con coronas o descalzos- 
aunque no sepamos bien por qué. 
Algunos participantes distraen, eso sí, 
y hacen perder la paciencia 
nublan la armonía con sus cantos letales 
sin recordar que estamos de fiesta 
-buena o mala-, como invitados. 
(El hospital viene después). 

Entonces qué hacer para que no interfieran 
trayendo rumores y nieblas hasta mis oídos, 
qué hacer si no entienden 
que producen mareos, vértigos, 
desórdenes en los pasillos del alma 
-se apagan luces- 
y hay que huir a refugiarse al huerto, 
entre árboles, piedras, y pétalos de flores 
que nacen 
con espuma marina 
-huella del rocío divino- 
en los lirios, que ante la presencia del sol 
se animan a confesar 
lo que ocultan sus vestidos. 

No sabemos cuánto queda al día 
y hay que ayudar a armar las tiendas. 
No me desanimen con su selecto pesimismo, 
con las flores muertas de sus ambiciones 
apretadas contra el pecho. 
Déjenme latir en la hornacina de una roca 
o en esas paredes borrosas 
donde los sueños anidan 
haciendo danzar el oleaje 
que provee la memoria. 

(…) 

Yo soy libre. 
Lo he dicho 
conservando las buenas maneras, 
no interrumpan mi almuerzo para hablarme 
de la podredumbre del mundo. 
Cortaré el teléfono una y otra vez, 
miraré por el ojo mágico de la puerta 
y no les abriré aunque soplen y soplen, 
no dejaré que traigan hasta mí su estallido interior 
que no saben dónde hacer detonar. 

No he de salir al ruedo, no me lancen capas rojas, 
no he de torear a nadie, 
y no soporto llorar sobre la sangre derramada. 

En otra vida ya fui Caperucita 
perseguida por los lobos. 
Silencié sus aullidos 
con acciones inocentes: hice arder 
un ropero, planchas encendí, 
canalicé las aguas hacia los transeúntes 
y esperé apostada entre las rejas del jardín 
para leer las consecuencias. 
Y negué la autoría una y otra vez. 
Aprendí a leer desde la intuición y supe 
que no hay arma superior. 

Cuántas veces me dormí llorando 
encerrada en la cámara oscura 
entre abrigos de pieles. 
Puede que esto haya ocurrido 
tres veces, las suficientes 
para desear ser invisible y conseguirlo. 
Lo cierto es que pasé varias tardes 
en la oscuridad del closet 
llorando entre los abrigos muertos 
tratando de liberarme 
o de gritar fuerte para despertar. 
Éramos niños huérfanos 
sobre la Balsa de la Medusa 
resbalando de una furiosa cascada 
en caída libre hacia la vida real. 

Todos habéis sido perdonados 
porque érais inocentes. 
Pero hoy a nadie voy a permitir 
que interrumpa mi paz 
con sus dagas voladoras 
y os diré: «Idos lejos de aquí 
restos de playas moribundas». 

(…) 

Y puedo rebelarme 
y puedo escapar de una vez 
y para siempre 
de las dictaduras de la humanidad 
de las tragedias griegas 
y las condenas prometéicas 
de las hogueras medievales. 

¡Oh cuánta locura ardiendo 
en estos bosques 
alimentados por el Ego! 

Aprended poetas, 
el Ego cuando no da vida mata. 

Afuera ha cambiado el eje de la tierra 
y hay un temblor de cielo 
que agita sus campanas 
por el aleteo en llamas del Fénix 
que despide a su viejo Yo. 

Ahora llueve, 
llueve fuera, llueve dentro de la casa 
y allá en el fondo se pierden las certezas 
y todo es mar o nubes, 
amor que gotea y late 
entre los antiguos fanales del cielo. 

Es Viernes Santo y no seré eco de la multitud. 
No daré la orden para que se crucifique a nadie, 
no abriré la boca para propagar, 
el nombre que sea blanco 
de un disparo 
o el acero de unos clavos 
que herirán 
por siempre al Ser 
con sus estigmas. 
Son demasiadas las espinas, sí, 
no os hagáis los desentendidos 
mientras corre la sangre 
por las plazas. 
Arrancadse el ego de una vez 
las cadenas y el yugo 
de la tortura lenta 
que impide el vuelo. 
Y dejadme llorar. 


Creer o no creer: esa es la cuestión 


Es extraño pensar en cambiar todo de golpe. 
Tal vez eso sólo sea posible con una guerra. 
Y la guerra llega. Aparece en el cielo 
y en todas las pantallas como una nueva constelación. 
Sus bombas se oyen desde el otro lado del planeta 
y sus muertos estallan en sueños 
mientras intentamos dormir para suponer que mañana 
pedirán frutas frescas y despertarán 
para el desayuno de la superproducción, 
porque quizá fueron apenas los extras 
de una guerra que no pasará a la historia. 
Los protagonistas de las grandes guerras no mueren. 
Quedan eternizados para siempre en la memoria 
para bien o para mal. Porque siempre hay un bien y un mal. 
Depende del director. 
Los demás optamos: creer o no creer. 
Esa es la cuestión. 


Desplazamiento

Me desplazo a la segunda fotografía pero dudo por lo caótica. Se adelanta. Retrocede. Se esconden me interrogan y no sé qué contestar y en esa magnífica confusión llego a preguntarme si es falso, que sea verdadero o verdadero que sea falso. Las imágenes envejecen y los muertos eluden el encuadre. Las fotografías tienen su propia religión y viven en otro templo. El pasado y el futuro de una cinta de video es circular, qué hay más atrás ¿el principio o el final? Pero más atrás es el pasado y por lo tanto el principio, y yo prefiero cerrar los ojos y preguntarme qué hago aquí adelante. Delante de todos mis recuerdos y detrás de las palabras, pero presente mirando a todos estos grandes y odiosos mitos. Señores faranduleros directores de países mariscales en jefe, contralores generales políticos jugadores de la historia y luego pienso verdaderamente en lo falso que parece todo lo que es cuestión de tiempo y de finales o principios, mientras intento no oír la sirena de la ambulancia que anuncia a la Muerte. No estoy en un barco. Estoy en el centro de Santiago sentada en el escaño de un ilusorio paseo peatonal, mientras dejo pasar el tiempo frente al local de revelado urgente. Sólo hace falta una hora para saber si existieron. Si todos ellos estaban entre los que pasaron de largo, ejercitándose en no ser robados, en no oír a las sirenas. En no saber cuál es el principio cuál es la meta qué es un final. Se cumplen los horarios y comienza la canción de las cortinas metálicas. La policía refuerza los puntos luminosos, los candados crujen. Un vagabundo que aflora desde las alcantarillas sacude la nada y se velan con él las fotografías y las visiones. Dónde ir. ¿Es posible señores volver al principio volver al final ser simultáneos? Ser y no ser con libertad de acción, hacerle zancadillas a los reflejos del pasado, a las proyecciones del futuro, a la vida al paso, a los gritos preparados, al vino rojo que cae desde el barco donde cantan las sirenas y bailan los náufragos. Bajo la luz crepuscular de un verano que siempre sonríe entre el rock y el shock, porque puede ser el último verano de las fotografías. 

1 comentario:

Lila dijo...

Muchas gracias, Andrés, por la difusión el apoyo,

cariños y un gran abrazo.