(Estado de Guerrero,
México, 2014)
Ocho
mil novecientos cuarenta y cuatro huesos,
ingenuos,
inseguros, nuevos, esquivos, insomnes,
ahumados
y mudos en una larga sombra,
ocho
mil novecientos cuarenta y cuatro huesos
que no
están en la faz de la tierra,
sin
ley de gravedad, ya sin deseo;
sin
sueños, ciegos de romperse solos
en el
pantano de los verdugos sin madre
sin
cielo, sin un poco de mar entre las cejas.
Y
cuento los fragmentos y recuento las heridas:
ocho
mil por tres, por cinco, por cuarenta y tres,
por un
desierto gélido, por mil millones de noches
que
caerán, seguro, encima de todos nosotros.
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