Vienen los tentáculos
de todas las putas,
enfermeras de lo sagrado
a sacar las muestras:
esos parásitos de realidades vagas
que llenan la habitación con flores removidas
desde tumbas anónimas
y dejan los restos del alma
impregnados
en las sábanas
Ellas succionan el semen
del gran prostíbulo
alumbrado por la pequeña cruz,
encendiendo la vida
que queda.
Con rabia, te arranco de la pared
para unirte a mi llavero.
y ahora - llave cruz -
te uso
para abrir las piernas del más allá.
Pero no pongas la llave sobre mis labios.
Los testículos no resucitan.
No permitas que tu pequeño Seth,
ni ningún pez alguno se los traguen.
Lo que queda de mí es piedra,
un obelisco cuya punta
toca con las palmas la noche
y la mañana atrapada en tu piel.
En el dintel de tu cuerpo
escribo las letras del placer,
el conjuro que te salvará
uniendo sus caricias y oraciones mudas,
que destrozarán el vendaje
de quien te embalsamó.
Y no olvides… tu vida eterna es un cóctel,
una pócima que se une a los gusanos
que te llevarán ahí
donde la lujuria empieza
y la puerta se cierra.
Boris Durandeau Stegmann
Boris Durandeau Stegmann. Nace en Santiago de Chile en 1967. Fusiona versos con pintura, dibujo y fotografía. Entre sus principales obras figuran Tránsito a lo Divino (Ediciones Rumbos, 1994), Bajo Tu Sombra (Ediciones Rumbos, 2000) y Canto Bipolar (MAGO Editores, 2006). Su trabajo artístico ha sido publicado en numerosas revistas de arte y antologías.
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