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"Soy un bicho de la tierra como cualquier ser humano, con cualidades y defectos, con errores y aciertos, -déjenme quedarme así- con mi memoria, ahora que yo soy. No quiero olvidar nada."



José Saramago

martes, 5 de noviembre de 2019

CUATRO POEMAS INÉDITOS DEL JOVEN AUTOR MEXICANO ANTONIO OJEDA





ORDEN DE SILENCIO


Una luz golpea,
            galopan las cuerdas,
                        me quedo sólo en el intento.

No puedo levantarme.

Me incorporo, trato de
cauterizar mi garganta.
El azufre huele lejano,
La sangre explora.

Los glifos enmudecen,
los gritos no pueden escapar
del fondo más hondo del pecho.

Nada de pena, así nada
de valía. No hay valentía
ni hay cerca algún cobarde.

No sé cuándo fue
que mi cuerpo le perdió
respeto a mi memoria,
ella siendo tan corta,
donde sólo su nombre se queda
– tan estridente – como el peso
de su aroma.

Un nervio soba en silencio
al músculo vencido de tanto cargar nada.
La voz de una canción
desahoga el sollozo de
un baladro, viviendo
su poca claustrofobia.

Desde su condición de
amante, a la orilla del
arrollo se esconde el
tiempo, llorando
sus recuerdos.


  

LUMBAR


Mi historia se marchó.
Me agolpé contra el eco
de una habitación desordenada.

La respuesta entre todos sus cuadros
o cada espejo nunca se presentó.

Tal vez, dolería nacer así.

Mis ojos se cansan, los
cristales reflejan mis pupilas,
me doy cuenta de
lo grises que los dejan sus
miradas tan vacías.

Salgo a corromper al aire
y una pequeña brisa
me lastima en las
clavículas.

El dolor llega hasta la escápula.

Quizá desperté,
¿qué ocurre?

Al final, tal vez fue su destino.

Fueron las alas, Belerofonte,
fueron ellas
y ahora sólo te arrastras
en la soledad
de tu propio exilio.

El caballero galés observa,
Miguel apunta.

Uno de los hijos amados Dios
lo teme sin saber si acaso
ambos se encuentran desterrados.

Fueron las alas
que el soldado arranca,
las que la caída fracturó,
las de la belleza,
las de la soberbia,
las de la promesa que no volvió.

Pero tú,
No naciste con ellas.

  

“POR ESTA NOCHE, TODOS SOMOS POETAS”


Al llegar al encuentro
de un amigo, quizá
en poco más que la
décima dimensión del cielo,

encontré el hogar de aquellos libros
que maduraron de poco en poco al mío;
amortiguando las ausencias
que siempre me acompañan,
guiando hacia la calle de la flor
y andando el asfalto de tu patria.

Son algunas de las noches del
mejor frío en los recuerdos.

No fue la casa del poeta,
ni tener en las manos
a un Nueva York de casi
ochenta años.

Sirva esto como una corrección
al aun buscar palabras.

O quizá mejor como un pretexto,
como un vago – hasta luego –
que quizá bien pude expresar en
el laberinto subterráneo santiaguino.



Al llegar al encuentro de un amigo, por volver.



DE LA CARTA DEL SUSTANTIVO


Cometí el error de maquillar
títulos antes de
escribir sus poemas.

Asimilada mi soberbia,
trazada entre palabras
y tipografías,

Sé que no son nada,
y aun así, son más
de lo que yo he sido.

Logran dibujarse seduciendo
a una imagen, nos miran  
y no nos pertenecen.

Así los lugares, las aventuras,
los amores, los recuerdos.

Siguen la curva que casi oculta
el iris de una página
navegando lágrimas rojas,
tatuando las heridas.

Alzo mi mano y, a veces,
el predicado muerde solo.
El grafito siempre
olvida al sustantivo.

El patio en silencio
de pronto se llena de letras;
y ellas viven a prisa,
amando de a poco,
y poco a poco,
muriéndose en la última línea.

Llegando a formar palabras
se acercan al olvido.

Se resisten, se moderan,
piensan en seguir, pero
erigen comas para aguantar
cada respiro…

…dejan puntos
suspensivos para ver si aún
les queda tiempo.

A veces, el punto final acuestas
es eterno.


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